Por - Publicado el 04-04-2009

En Hugo Blanco 2. 1963. Pucyura y Mesacancha vimos cómo Hugo Blanco, dirigiendo a un grupo de campesinos indignados, asaltó un puesto policial en Pucyura y fue capturado en 1963 en una cueva, delatado por un compañero suyo que fue torturado «científicamente» por la PIP. Pero, ¿cómo fue que los ánimos estaban tan caldeados por esos lares, La Convención, Lares y Occopampa?

El asunto se remonta a mediados de los cincuentas.1 Un arrendir no podía pedirle ni un recibo al terrateniente.

¡Indio descarado! ¿Quién te crees que eres? ¿Te atreves a pedirme recibo; desconfías de mí? ¡Lárgate antes de que te desolle…!

La amenaza no era metafórica. Si el arrendir insistía en este o en cualquier otro pedido, el terrateniente hacía que lo encarcelaran con cualquier excusa. Y desde luego las comisarías estaban al servicio del terrateniente. Sobre las condiciones de trabajo y de vida de los campesinos ver más en 1960s: El Perú feudal y 1960s: las barreras a la acumulación de capital humano.

El campesino José Calvo Bohorquez fue quien hizo el trabajo pionero de sindicalizar a los campesinos y afiliar las nuevas organizaciones a la Federación de Trabajadores del Cusco, (FTC) con el objetivo de evitar los abusos de los terratenientes. Sin embargo, esas organizaciones quedaron atrapadas por un poder judicial lento e ineficiente, más el aprovechamiento de algunos dirigentes comunistas por ganar más delegaciones. Conseguían una que otra cosa, pero ningún cambio sustancial. Más bien tenían que dedicarse a defender a sus dirigentes de meses o años de cárcel. Sin embargo, la formación de estos sindicatos campesinos deja la semilla: surge una nueva generación de dirigentes campesinos que se opone al régimen de terror de los terratenientes: Andrés Gonzáles, Fortunato Vargas, Leonidas Carpio, Carmen y Martín Candía. Desde luego todos estos dirigentes campesinos fueron derechito a la cárcel. Pero es precisamente allí donde se conocen con Hugo Blanco en 1959.

A las cárceles no sólo iban los delincuentes, sino quienes se oponían a las dictaduras, quienes organizaban sindicatos, quienes protestaban por algo. Eran centros de difusión de ideas en toda regla donde dirigentes políticos de la ciudad se conocían con sindicalistas campesinos o estudiantes con obreros (como se aprecia en «El Sexto» de José María Arguedas, basada en la prisión de apristas y comunistas en los treintas). Hugo Blanco había agotado sus posibilidades de trabajo político en el Cusco, donde eran los comunistas quienes tenían una relativamente gran influencia en los sindicatos locales. El dirigente trotskista había llegado a su techo y se acabaría por ir del Cusco.2 Así es que Hugo Blanco llega a La Convención.

Las reinvidicaciones del sindicato campesino de Chaupimayo, de la hacienda Santa Rosa, propiedad de los Romainville, eran la libertad sindical, que el hacendado cumpla con darle recibos a los labradores, que les pague el precio justo, que en la casa-hacienda hubiera un botiquín para atender emergencias, que el hacendado les devolviera a los campesinos sus objetos decomisados (frazadas, ollas, herramientas).

Suena a un pedido justo, pero que fue tomado como una declaratoria de guerra por el terrateniente, quien desconoció el sindicato y se negó a todo. La presión a través de volantes y publicaciones sobre los abusos fue tal que el terrateniente firmó un pacto aceptando la mayor parte de puntos. Sin embargo, el terrateniente incumplió todo y logro que la policía persiga y encarcele a los dirigentes campesinos.

Entonces se vino la huelga campesina. Los trabajadores ya no iban a trabajar las tierras del terrateniente, con lo cual pagaban el arriendo de sus tierras, una renta en trabajo, y se dedicaban a sus propias tierras, a mejorar sus cosechas. La consecuencia era que la mala hierba estropeaba las extensas tierras del terrateniente. A diferencia de la ciudad en que el obrero también se perjuicaba con la huelga, pues no cobraba su salario, el arrendire se beneficiaba con la huelga. Esta huelga era en la práctica una toma de tierras, dejar de cultivar la tierra ajena y cultivar la propia, que en realidad era del terrateniente. Blanco entendió rápidamente el poder de presión de este tipo de huelga y la importancia de su duración, pues daba golpes más fuertes cuanto más durara.

La reacción del terrateniente fue denunciar a todos los dirigene sindicales y hacer que la policía los encarcele y se organice pelotones de guardias que iban a desalojar a los arrendires, quienes reaccionaron aferrándose a sus tierras. «Sólo muertos nos sacan», dijeron, con toda la disposición para cumplirlo, por lo que los policías no lograron desalojarlos de sus tierras. Todo esto hizo que los campesinos se sindicalizaran más activamente y que pusieran sus esperanzas en la acción colectiva. Aquí fue que surgió la emblemática consigna «Tierra o muerte». Hugo Blanco había desbordado a la dirigencia comunista cusqueña, partidaria de un enfoque legalista que entrampaba las demandas campesinas.

La situación había cambiado por completo. Los pelotones de guardias iban a Chaupimayo a arrestar a los líderes huelguistas, pero no lo lograban. Los mismos terratenientes, otrora señores de horca y cuchillo, ya no podían ir a sus propias tierras temerosos de los iracundos campesinos. Las huelgas impulsadas por Hugo Blanco cobraban prestigio y se hacían a los campesinos como un camino viable y efectivo de lograr cambios largamente esperados.

Los terratenientes trataron de romper la huelga con peones contratados a salarios altos, pero los piquetes de huelga de los empoderados campesinos lo impedían. Se planteó la cooperativización, hacer mejoras en la dieta, la sanidad, la diversificación de cultivos. Se creó la Federación Provincial de Campesinos, una entidad que según Blanco debería formar el nuevo poder en la zona, en lo que él llamaba el «poder dual».

Fue una situación explosiva. Los campesinos dijeron masivamente «basta» a un caduco sistema de explotación. Más aún, desde 1960 los propios campesinos asumieron la producción y jamás volvieron a trabajar las tierras del terrateniente. Poco a poco se fueron distribuyendo las tierras a los campesinos que aún no las tenían.

Para enero de 1961 se funda la Federación Departamental de Campesinos del Cusco (FDCC). Así lo cuenta Añi Castillo:3

«A los pocos meses los campesinos realizaban en el Cusco un mitin tremebundo. Masas cerradas de comuneros llenaban la ciudad y comenzaron a lograr así una serie de reivindicaciones. El 26 de julio de 1961 volvían a celebrar otra manifestación gigantesca similar a la del Primero de Mayo. Labriegos con machetes en mano y millares más de hombres portando antorchas y herramientas, hicieron temblar a los que habrian creído muerta la nacionalidad quechua»

Grandes manifestaciones que han quedado injustamente sub-representadas en la historia oficial peruana. Era el comienzo de la caída del «muro» del feudalismo en el país. Los terratenientes mantendrían el poder por varios años todavía, pero se había abierto una gran fisura en su sistema de poder.4

Acabaré este post recomendando al mismo Hugo Blanco quien en su blog nos cuenta más de estos hechos, aquí. También, dado que expongo las fricciones entre comunistas cusqueños trotskistas y pro-soviéticos, y las fuentes citadas son más favorables a los primeros, van a continuación estas biografías de Emiliano Huamantica y Gregorio Ramos Mamani, más favorables a estos últimos. En esta biografía de Valentín Paniagua publicada en Caretas, César Lévano comenta sobre la participación del ex-presidente en las protestas contra la presencia en el Cusco de Pedro Beltrán, «paladín de la derecha agraria y director de La Prensa». Paniagua había movilizado a los estudiantes cusqueños en la protesta dirigida por Huamantica, obrero textil. En fin, hay una verdadera Iliada de grandes personalidades anti-feudales cusqueñas que mantuvieron sus grandes rivalidades y en buena cuenta lucharon entre sí casi tanto como lucharon contra el feudalismo.5

Yapa. Diré alguito más, mirando el tema más específicamente como economista y desde un punto de vista  histórico.

  • Los comunistas cusqueños tenían una organización más antigua y más arraigada que la incipiente y nueva organización de Hugo Blanco. Eran como una gran empresa que impone barreras a la entrada a un nuevo competidor, que trae innovaciones y las quiere difundir. La competencia es dura. La organización industrial y la teoría de juegos enseña que la nueva organización innovadora finalmente logra entrar. Los esfuerzos del incumbent por evitar la entrada son fútiles. En el caso de Blanco, Huamantica logró evitar su entrada en el Cusco, pero Blanco encontró en La Convención un nuevo «nicho de mercado», un nuevo sector (que siempre estuvo allí, pero no adecuadamente representado) que estaba listo para despertar masivamente.
  • El choque entre comunistas y trotskistas, además de ideológico y estratégico, era generacional y social. Hugo Blanco representaba una nueva generación de jóvenes de origen aprista (o en el caso de Blanco, peronista, como veremos en un próximo y último post) decepcionados por la claudicación de sus dirigentes en la lucha por cambios sociales. Eran jóvenes estudiantes de clase media que se acercaron al campesinado más pobre, sector social por el cual tenían mucho menos competencia organizativa que por los obreros, organizativamente más influídos por los comunistas. Los dirigentes comunistas eran de extracción urbana y de clase media también, pero más consolidados en el sistema legal y sus vericuetos. No pocos eran de extracción terrateniente o artesana, distantes socialmente del campesinado más pobre.
  • El sistema político no representaba en absoluto a los campesinos, quienes no votaban y por lo tanto no contaban. Una campaña electoral era una competencia por atraer a una mínima parte de la sociedad cusqueña. Las medidas políticas y económicas que podrían beneficiar a los campesinos no eran las que atraían los votos que los partidos necesitaban. Y eso valía para todos aquellos partidos que participaban en el minúsculo juego electoral. Intentar cambiar este sistema arbitrario dentro de los márgenes de este sistema era buscar la cuadratura del círculo.
  • Hugo Blanco sirvió de catalizador para expresar un sentimiento que ya existía y era generalizado. En aquella época no había las ONGs o partidos que hoy sirven de catalizadores. Más aún, hoy campesinas como Hilaria Supa directamente representan a sus comunidades en el congreso. Y no se amilanan ante nadie, ver La congresista quechua y el rey español. Mucho se ha avanzado.
  • La difusión de la innovación política sigue las reglas de la difusión de cualquier innovación. Se trata de una externalidad de ideas, no apropiables. Alguien adopta una actitud y otros lo siguen, hasta que todos lo hacen, ver Espartaco en el Perú.
  • ¿Por qué esta conquista de derechos tan básicos fue impulsada por gente radicalizada, de izquierdas, colectivista? Era el derecho a tener contratos laborales libres,  a la propiedad de la tierra, a un sistema jurídico y policial imparcial, a la educación, y tantos otros derechos. No era mucho pedir. ¿Por qué los demócratas no defendieron estos derechos? Desde luego que los oligarcas dictatoriales eran parte de este sistema, impulsores y beneficiarios del mismo. Eran los señores feudales peruanos, los rentistas de la tierra.

    Los autodenominados «liberales» peruanos no eran otros que los mismos terratenientes. Liberales para que el estado no intervenga en su contra, pero sí a favor de ellos. Liberales para que el país se organice según su ventaja comparativa, la agroexportación, pero no para que los contratos laborales con sus siervos sean libres. Era un liberalismo «picapiedra», con mucha modernidad externa, pero con cuartos de máquinas basados en mano de obra servil. Una actitud que parece seguir muy viva en el Perú actual. Capitalistas modernos e ilustrados para afuera, terratenientes feudales y carajeadores en el fondo.

    El APRA había dejado hace mucho tiempo sus banderas de cambio social. Más aún, muchos de sus dirigentes cusqueños eran terratenientes. Estaban en plan de legalizarse, aliados de la oligaquía pradista gobernante, y en buenas migas con el gobierno americano. Todo lo contrario a su discurso fundacional. Sin embargo, por este mismo viraje el APRA produjo un gran desencantamiento de muchos de sus seguidores que resultaron ser mucho más radicalizados y anti-sistema que los mismos supuestamente muy peligrosos comunistas.

    Los comunistas, como hemos visto, se movían con una gran inercia, por lo que fueron desbordados por las masas campesinas y la estrategia de huelga campesina de Hugo Blanco. Una dura discrepancia entre las izquierdas que bajo diversas formas, ideologías y personajes subsistiría en las décadas posteriores: por un lado, una estrategia más confrontacional y por el otro una estrategia dentro de los márgenes que da el sistema, ver algo en ¿Se opusieron las izquierdas peruanas a “las reformas”?.

  • La revolución de Fidel Castro dio nuevos bríos a toda una generación que vio en ella un camino para cambiar la injusta realidad. No había un sector democrático, que luchara por la ciudadanía de los campesinos pobres, por su derechos civiles y políticos, por su derecho a la propiedad tierra, por su derecho a relaciones laborales equitativas, todas reivindicaciones capitalistas. La revolución castrista dio una señal equivocada que reforzó que todas estas demandas se encarrilen por el camino comunista y anti-capitalista, con lo que a la larga no les hizo ningún bien. Era comprensible que un mega afuerino («outsider») tuviera tamaño impacto, dado que los insider no estaban por la labor de cambio social. Paradójicamente, a pesar de sus palabras, las acciones de los supuestos radicales anti-sistema (feudal) estaban reforzando al sistema (capitalista). Dicho de otra manera, sí eran anti-sistema, pero anti un sistema feudal e injusto, no anti un sistema capitalista más equitativo. Las iniciativas de reforma agraria desde arriba, vendrían después, con Belaúnde y la Alianza para el Progreso, pero fracasarían estrepitosamente…

Curiosamente, todos estos aspectos parecen seguir muy presentes en el Perú actual: el Perú post-velasquista de este siglo parece tener muchas cosas en común con el Perú pre-velasquista del siglo pasado.

huamanticatierraymuerteneira1.Emiliano Huamantica, comunista cusqueño.
Caretas, fuente de la imagen, lo calificó en 2005 de «El Inca olvidado», aquí.

Encabezó en el Cusco las protestas contra Pedro Beltrán y tuvo fricciones con Hugo Blanco, quien acabó por irse a La Convención a impulsar la organización de los campesinos más pobres. Fue soldado del Ejército Peruano, obrero textil y sindicalista, luchó contra la dictadura de Odría y organizó los sindicatos obreros cusqueños y en todo el sur del Perú.

2.Impresionante imagen de los campesinos en tomas de tierras, portada del libro de Hugo Neira. Imagen tomada de aquí, El estándar social.

  1. Y aquí el relato se basa en el texto ya citado en otros posts del ex-director de Correo Gonzalo Añi Castillo. []
  2. Añi Castillo cuenta que la influencia de Hugo Blanco en el Cusco habría provocado las iras de Emiliano Huamantica, dirigente comunista cusqueño, quien se esforzaría por cerrarle el paso. Hugo Neira en «Tierra y Muerte» cuenta cómo Huamantica le indicó a Pedro Beltrán que se fuera del Cusco. «¿Y Vd. quién es?, preguntó con sorpresa Beltrán al oir su orden de expulsión. «Yo soy Emiliano Huamantica», replicaría el comunista cusqueño. Blanco era mucho más terco y también cusqueño para dejarse expulsar. La actitud de los comunistas contra Blanco, según relata Añi Castillo y Víctor Villanueva, no era sólo motivada por discrepancias ideológicas, sino también por su posición de clase. Muchos eran intelectuales de clase media, distantes de los campesinos, y si algo más cercanos a los terratenientes locales.

    «Al nacer la huelga de Chaupimayo, la misma que halló eco en otros medios, que también se lanzaron a la huelga indefinida, los comunistas hicieron coro con los gamonales y acusaron a Hugo Blanco de provocador. en el fondo querían seguir sometiendo a los trabajadores de los valles a las eternas, interminables reclamaciones judiciales, patrocinadas por sus tinterillos; sentían el temor de utilizar la huelga como un medio de conquistar las reivindicaciones que ellos tanto pregonaron»., Añi Castillo, Historia secreta de las guerrillas p. 57.

    Los choques entre trotskistas y comunistas no eran nada triviales []

  3. quien usa comillas, pero sin indicar el/la autor/a. Podrían ser las palabras de Hugo Blanco []
  4. Hablando con un amigo sociólogo me comenta que la caída de las haciendas se debió a su monetización, una explicación más económica que no se contrapone a la acción de las movilizaciones campesinas. Cuando se ve las imágenes de los alemanes derrumbando el muro de Berlín, no se ignora que hubo causas económicas subyacentes a la caída del comunismo. []
  5. Recuerdan un poco a lo que ocurre en España con la guerra civil contada desde el bando republicano, en que se mantienen las versiones históricas encontradas, las más pro-comunistas, las más pro-trotskistas, las más pro-anarquistas, las más orwellianas, etc. []
-

Enlaces a este artículo

  1. Sin tetas no hay populismo »
    23-04-2009 - 10:36
  2. Hugo Blanco 4: Cusco-La Plata-Cusco » Gran Combo Club
    03-10-2009 - 1:58

Comentarios a este artículo

  1. Arturo Gómez dijo:

    Qué excelente artículo, Silvio. Visitaré y exploraré este blog con más frecuencia!

    Saludos.

  2. Silvio Rendon dijo:

    Que bueno que te guste. Yo también leo mucho tu blog. La historia es crucial para entender el presente.
    Saludos,
    Silvio

  3. Antonio Suarez Moncada dijo:

    Querido Hugo: ¿Donde quedaron el sub-arrendire, el allegado, el suballegado, el comunero, obligados a prestarse sucesivamente trabajo gratuito, lo que sería el viejo nucleo de la economía rentista que define Richard Webb para todas las actividades economicas llamese feudal, gamonalista, esclavista o como se quiera que viene desde la encomienda, donde la crueldad corría por cuenta del recaudador indio al servicio del encomendero? ¿Se refiere a lo mismo Rene Dumont: «Cuando en estos últimos años luchaba contra el latifundismo sudamericano y contra los usureros indios que arrendaban sus tierras, tenía frente a mi a los explotadores de los campesinos, frenos «absolutos» para el desarrollo de su país, enemigos del progreso, en suma.» ¿No son los acopiadores indios de lana de Alpaca, loa compradores-engordadores de reses famélicas, los compradores de papa, maíz, etc.los actuales frenos para el desarrollo agrario sin olvidar al Banco de Crédito y Cervesur que hoy en día ponen al borde de la quiebra a los cultivadores de los algodones-bandera del Perú, pima y tanguis fijando precios que benefician a los hilanderos de modo exorbitante? Es oportuno releer a Dumont que dijo esto en la Introducción de su descarnado análisis del Africa post-colonial «la independencia no es para nosotros, sino sólo para la gente de la ciudad» le decían en el Congo, en mayo de l961.El libro «El Africa negra ha empezado mal» aparecio en castellano en l966. ¿No ha sido nuestro facilismo castrista y nuestra «semi-educación» (Ismael Frias dixit) lo que todavía nos impide entender al Perú y a Alan García? Antonio Suárez.

  4. mario luglio dijo:

    SEÑORES, MUCHO QUE ESCRIBIR, PERO SERA REAL TODO LO QUE SE DICE?
    HABRIA QUE PREGUNTAR A SOBREVIVIENTES QUE VIVEN ACTUALMENTE, Y QUE CUENTEN SU VERSION, NO VAYA A SER QUE ESTEN VIVIENDO UNA NOVELA A SU PROPIA VERSION.
    GRACIAS
    MARIO LUGLIO

  5. Hector Huacac borda dijo:

    para algunos la historia es como un cuento pero par los hijos de esas personas no lo es caso mio por ejemplo mi padre falllecio muy joven al haber participado en esa lucha al contraer litmaniasis en la montaña pero me siento orgulloso de ser hijo de esa persona por que hizo historia

  6. Hector Huacac borda dijo:

    mi padre se llamaba octavio huacac pero por estar metido en esa lucha se cambio de nombre a Antonio Huacac Leon y asi estan muchos hijos de muchos hombres que lucharon por una libertad y por sus propias tierras causachun chaupimayo A cuna de la revolucion agraria