Por - Publicado el 23-03-2007

«¡A ver cadete! ¿Dónde están sus pruebas?»

Leo el post Bryce, Matos Mar, los pongos de Gustavo Faverón. Da para mucho, pero me quedaré en los temas de mi ventaja comparativa y en lo que señalé en un par de posts. Mi tema central es la falta de recambio, el enquistamiento en el poder, la falta de rotación en algunas instituciones. Es un problema real donde parte del problema del enquistamiento en el poder es el abuso del poder, como el consistente en beneficiarse del trabajo de los subordinados. Ese era mi ángulo al tema. No era vincularlo al tema de los prominentes plagios desvelados en los últimos días. Pero claro, veo que se pueda establecer una conexión como la que Gustavo legítimamente realiza.

Haré sí el siguiente paréntesis (ya que el tema de Gustavo es el plagio):

El tema del plagio es de lo más triste. Yo mismo tuve un problema una vez: una vez leyendo el trabajo «Gamarra: Formación, estructura y perspectivas» de Ramón Ponce y editado por la Fundacion Friedrich Ebert, me encuentro con una serie de líneas muy familiares, prácticamente iguales a las que yo había escrito un trabajo titulado «Competitividad, Tecnología y Tamaño» como informe de investigación para Fomciencias (era una beca para investigadores jóvenes). Le escribí una carta al autor de este trabajo con copia a su editor, la Fundación Ebert y a la institución que me había becado para hacer este trabajo. La primera respuesta fue de rechazo: ¿cómo me voy a copiar?, «la técnicas que utilizo en mi libro no son de tu invención», «ya te he puesto en la bibliografía» (me había puesto en la bibliografía, sí, pero sin ninguna referencia directa en el texto principal). Tuve que enviarle copias de las páginas de su libro con las líneas copiadas de mi trabajo subrayadas en amarillo fosforescente y las copias de mi propio trabajo (que quedó finalmente como inédito), una vez más con copias a las insticiones mencionadas. Lo que le pedía a este autor es que ponga unas pinches comillas y que me cite en las siguientes ediciones del libro; y que en la edición en circulación ponga a manera de fe de erratas un papelito donde se me diera crédito a mi trabajo. En sea época (1992-1993) ya había INDECOPI, pero yo estaba en el extranjero, por lo que no me iba a meter en todo el tema legal que todo esto podía implicar. Por eso, hice un planteamiento tan suave. La siguiente comunicación de este autor fue de reconocimiento que las líneas de su libro provenían de mi trabajo. Me explicaba que la culpa de todo la tenía su asistente que no se fijó bien (ya un clásico en el género literario «no-me-copié-¿ya?») y me agradece por señalarle el error ajeno con una frase (cito de memoria) «si Vd. no nos avisa, no nos llegamos a dar cuenta del error. Gracias». Había resultado que alguien de la Fundación Ebert (¿un evaluador anónimo?) había obtenido mi informe de investigación inédito y se lo había pasado a este señor para que lo use como material en su libro. En fin, efectivamente, en los libros en circulación en las librerías se añadió una hoja a manera de fe de erratas señalando a mi trabajo como fuente de los varios párrafos copiados. Ahí quedó la cosa y, dadas las circunstancias, lo dejé ahí. No es que me creyera las explicaciones que me dieron, ni que no me hubiera planteado ir más allá. Tal vez alguien podría decir que no me defendí lo suficientemente bien. Siempre es difícil defenderse de un plagio como de cualquier abuso de poder. Como espectador de «La ley y el orden» entiendo que a veces tienes que llegar a acuerdos antes que irte a juicio.

Cierro el paréntesis.

Como en los comentarios al post de Gustavo alguien pide más material sobre el caso «Desborde», pues ahí están los/as protagonistas y sus experiencias para quien esté interesado/a. No es difícil recoger sus testimonios, como yo en su momento lo hice. De hecho creo que los/as propios/as protagonistas nos tendrían que decir algo: «no, eso no fue así» o «sí, así fue». Sin embargo, sospecho que al estilo de «La ciudad y los perros», ningún «así fue» serviría de nada para quienes viven en la negación…

Lo dejo ahí.

«Vd. puede confesar lo que quiera, pero no le van a hacer caso. Es más fácil resucitar a su amigo que hacerle cambiar de opinión al ejército»

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