Por - Publicado el 07-04-2006


Nadine Heredia: candidata a primera dama de perfil alto. La única, prácticamente.
Con Flores no hay «primer caballero»;
García no muestra mucho a Pilar (¿por qué? ¿No va con la imagen del «nuevo Alan»?
Paniagua mismo ha tenido un perfil bajo en esta campaña
Martha y Susana, hacen campaña solas. En fin, sólo hay una «primera dama» en campaña.

Leemos a Martín Tanaka o a Romeo Grompone del IEP en Argumentos 2. Nos ofrecen diversas desmitificaciones de diversos lugares comunes que se han venido diciendo en esta campaña. En particular, Romeo en una entrevista en La República critica

«cuando se dice que los que optan por Ollanta Humala no tienen la misma capacidad racional que los que apoyan a otros candidatos»

Sería un voto racional y para entenderlo habría que entender las grandes divisiones sociales y raciales que hay en el Perú. Seguro que así es, pero pongámonos a pensar en el tema racial en esta campaña. Veamos

  1. A diferencia de Toledo, Humala no se presenta como un «cholo de oro». También a diferencia de Fujimori, quien aludió al tema racial y explotó sus «ojitos chinitos» en la campaña, Humala no habla de sus facciones.
  2. Es evidente que Ollanta Humala es un mestizo limeño, a diferencia de Flores o García, blancos limeños ellos. En la cara de Humala se pueden ver reflejadas las caras de la mayoría de peruanos. Lo mismo ocurre con la cara de Nadine Heredia, en que se pueden ver reflejadas las caras de la mayoría de mujeres peruanas.
  3. Y efectivamente, aun cuando Ollanta Humala no toque el tema, con su discurso nacionalista descafeinado, a diferencia del discurso del padres, los electores ven en él a un mestizo en ascenso en contra de los blancos del statu quo.

El tema racial es crucial. Las cosas se ven muy diferentes según el filtro que se tenga. En EEUU en el juicio de O.J. Simpson la mayoría de los blancos ve a un hombre negro que está siendo juzgado por matar a su esposa. En cambio, los negros ven a uno de los suyos, a un hombre afroamericano siendo linchado por el statu quo blanco. Los blancos estaban en contra de OJ, a pesar de que la policía de Los Angeles suele falsificar pruebas contra los negros e hispanos y que el policía Mark Fuhrman no quiso responder a la pregunta directa sobre si falsificó pruebas. Los negros estaban a favor de OJ, pues veían a un policía racista y resentido sembrar pruebas falsas contra un afroamericano exitoso.

¿Cómo es la cosa en el Perú? Efectivamente, los mestizos pueden ver en Humala lo mismo que los afroamericanos veían en OJ: uno de los suyos en ascenso, acusado por los blancos de siempre, esa minoría de personas que siempre ha gobernando en el país. Ya no hay Belaúndes, Garcías, ni Barrantes aglutinadores y con ideologías mínimamente definidas. La cosa ahora va por símbolos: «el baile del chino», «Pachacútec Toledo», «amor por el Perú», «reggaetón». Después de una década de fujimorismo, los criterios éticos e ideológicos en el Perú han quedado completamente debilitados: fue la época de la yuca y de las coimas filmadas en video. Denunciar a una persona por violaciones a los derechos humanos o vinculacines con el régimen de Fujimori no le quita nada. Tal vez hasta le ponga.

Pero no pensemos que la cosa es tampoco tan simple. Ollanta Humala es más sofisticado que eso. Es un candidato que habla, que dice cosas, que contesta. Mucho más que Fujimori en 1990 y que Toledo en el 2000 y el 2001. Es el outsider más fuerte que hemos tenido hasta ahora. Algún aprendizaje ha habido en el electorado peruano. Con su discurso descafeinado y dirigido a los sectores medios (a los cuales pocos pertenecen en realidad, pero que una mayoría piensa que pertenece) ha llegado a ser puntero en la primera vuelta. El discurso radical ya lo puso el padre y el hermano. Ollanta Humala, después de los reviros del padre con su fascista «etno-naciónalismo», no necesita decir más nada al respecto. Le basta con presentarse centrista, sonreir junto a su señora y desmarcarse de su núcleo familiar de origen. Y para demostrarlo y señalizar una visión integradora antes que racial, no tiene problemas con poner a blancos en puestos de perfil alto en su campaña. El deslinde que otros candidatos hicieron después de haber ganado las elecciones, Ollanta Humala lo ha hecho antes.

Así es. Humala está en el mejor de los mundos. El tema racial está y no está. Lo insinúa para la mayoría mestiza y ni lo menciona para la minoría blanca.

¿Los cholos al poder?
Lo esencial no suele ser lo que vemos…..

Actualización: El artículo de Javier Torres, ¿Tempestad en los Andes? trata de explicarnos por qué
en las zonas rurales Humala tiene tanto apoyo. La razón tendría muy poco que ver con temas raciales:

Si uno quiere, puede seguir creyendo que los ciudadanos de las zonas rurales veían a Fujimori como un gobernante ilegítimo, pero pensando de esa manera no entenderemos que la incapacidad del proceso democrático, iniciado en el año 2000 con la caída de Fujimori, para responder a los reclamos y demandas de los pobres del país, ha sido una de las principales razones que ahora permiten a Ollanta Humala generar la ilusión de que él podrá canalizarlas, presentándose, al igual que aquel, como el caudillo que con mano firme y dura pondrá en orden nuestro país.

Mano firme y al que asome la cabeza, duro con él, Fidel, Fidel. Lamentablemente, no sólo la democracia vista hasta ahora no ha respondido a los reclamos de los pobres. Las propuestas electorales de los partidos tradicionales, ensimismados en sus entornos inmediatos, son poco creibles como para despertar entusiasmo en los pobres del país…

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