Por - Publicado el 06-09-2008


Hace unos meses, en un debate sobre la piratería, Jesús Cossío comentaba:

Suponiendo que tengamos dinero para pagar esos precios (mejor dicho, pagar

los sueldazos de los gerentes y subgerentes de las compañías distribuidoras):

¿olvida Salas los filtros con que los intermediarios –distribuidores

cinematográficos, librerías, compañias de discos- restringen el acceso a la

producción cultural mientras nos inundan de artefactos culturales mediocres?

Mi respuesta es que el desarrollo económico y los derechos de autor garantizan que los productos culturales alternativos y excelentes se mantengan vivos y tengan un espacio asegurado en el mercado: por un lado, los consumidores tienen acceso a ellos; por otro, los productores pueden vivir de su trabajo y continuar en su lucha contracultural. Además ¿por que «los sueldazos» de los gerentes deben ser un problema para nosotros? Cada compañía debe saber cuánto merecen ganar sus gerentes y si sus sueldos están en relación con sus capacidades. Si Jesús Cossío de verdad cree que los gerentes «se la llevan fácil», él podría demostrar que puede hacer un mejor trabajo cobrando menos.

Ahora que se sabe que REM viene a Lima (lo leí primero aquí; véase la inclusión de nuestra capital en su gira aquí), me parece obvio que se confirman dos tesis:

a) Que es el desarrollo económico lo que mejora el intercambio cultural. REM es una súper banda y las súper bandas no pueden darse el tiempo de ofrecer conciertos en países donde no hay gente con capacidad para pagar sus servicios. Las políticas antiliberales nos empobrecen y, por tanto, nos aíslan, reducen la demanda cultural y la oferta se termina restringiendo a los productos comercialmente menos riesgosos y, normalmente, más idiotizantes. Las políticas liberales, en cambio, nos enriquecen y permiten que la demanda cultural de calidad se amplíe.

b) Que es falso que los intermediarios boicoteen las voces contraculturales. Las empresas intermediarias entre el artista y el público desean, como cualquier empresa, hacer dinero y poco les importa el contenido del mensaje. Si REM vende, traerán a REM, sin importar que se trate de una de las bandas de rock más exigentes, más audaces y más contraculturales de nuestra época.

REM es una muestra de que entrar en el negocio de la industria cultural no tiene que significar venderse, ni suavizarse, ni dulcificar el estilo para hacerse más asequible al público. No faltará quienes lo hagan (y ya no vale la pena admirarlos) pero la experiencia de súper bandas como REM demuestra que la obstinación, la intransigencia, la rebeldía, son altamente rentables. Otro ejemplo: una vez que los Beatles alcanzaron la cima del éxito, su música, en lugar de hacerse más comercial, se hizo más compleja, más áspera y más exigente.

Yo he tenido la fortuna de asistir a un concierto de REM dos veces. Y las dos veces me encontré con una banda dotada de una poderosa energía, de una carga de vitalidad creativa y de una fuerza contracultural que ya quisieran tener algunos artistas y bandas de rock peruanos que se autocalifican de punks, que apenas balbucen algunos lemas y no pueden emerger de unos cuantos acordes.

Quienes puedan hacerlo, acelérense y compren sus entradas; demuestren que hay un público alternativo a los Grupos 5, los enriques iglesias, los luis migueles y otros «artistas» que llenan los auditorios con mucha gente y con música complaciente e inocua. Y prepárense para saltar, saltar, saltar y dar el aplauso más largo de sus vidas.

Abajo, la canción que en 1989 cambió mi vida. Como dijo Lou Reed, «life was saved by rock and roll»:





Y aquí otra de «las más bellas romanzas de la época» que le canta «a la risa y al ridículo» como escribió Rodolfo Hinostroza (otro grande).

Foto del ahora trío REM tomada de aquí.

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