Por - Publicado el 07-08-2015

1.
Quedaba en el jirón Camaná en el centro de Lima, a algunos metros del Queirolo en el cruce con el jirón Quilca. La librería «china» cuyo nombre oficial creo que era librería «Amauta» se especializaba en vender publicaciones chinas: «Pekín (luego Beijing) informa», China Reconstruye, libros de historia, literatura e idioma chino (mandarín) y por supuesto, obras de Mao Zedong, Marx, Engels, Lenin y Stalin. Tal vez provoque decir que era la versión china de la librería «Cosmos», especializada en libros soviéticos. Pero era totalmente diferente. La librería «Cosmos» era una suerte de «La Familia» de libros soviéticos. En la librería china uno entraba a los interiores y al parecer había otra librería de venta de libros antiguos, principalmente peruanos. Allí se vendían varios libros y folletos publicados por universidades públicas y prensa partidaria o casi partidaria. Recuerdo un título: «Las luchas campesinas en el contexto semifeudal del oriente de Lucanas» de Félix Valencia, que rápidamente encuentro aquí. O publicaciones a mimeógrafo sobre historia social peruana como esta, que conservé a través de los años. La librería china a diferencia de la convencional y soviética «Cosmos» tenía un aura netamente contracultural (palabra poco usada a comienzos de los ochentas).

Cuando me daba mis vueltas por ahí ya había pasado la época en que «Pekin informa» publicaba artículos sobre cómo utilizar el pensamiento Mao Tsetung para cultivar hortalizas (ver al respecto este fragmento de Artemón Ospina). Ahora «Beijing informa» se dedicaba a promover las reformas dengxiaopinguistas. En cada número se hacía algún anuncio de alguna nueva reforma o simplemente se anunciaban cambios y más cambios, como que por primera vez en China se publicarían las obras de García Márquez (el ensoberbecimiento con el poder o la soledad de algunos personajes de Gabo no eran bien vistos en la China previa a las reformas, pues al parecer sonaban a situaciones que alguien podía vincular con el presidente Mao).

2.
«¿Cómo puedes leer esos libros que venden en la librería china?» me dirían algunos compañeros de estudios de la Católica, principalmente de sociología. Las lecturas «in» entonces eran las recomendadas por Manuel Piqueras, Sinesio López, Rolando Ames o Guillermo Rochabrún, que incidían en una desconstrucción del «marxismo de manual» difundido por la Unión Soviética o la China maoísta. Encabezaba su lista bibliográfica teóricos como György Lukács y Antonio Gramsci, quienes sí habrían ofrecido una entrada al verdadero marxismo, el de los manuscritos económico-filosóficos, el del joven Marx, por oposición al viejo Lenin. El nivel intelectual estaba indudablemente del lado de todos estos profesores, varios de ellos (candidatos a) parlamentarios por la Izquierda Unida, por oposición al dogmatismo y a la precariedad intelectual de la panfletería a mimeografo de un hueco del centro de Lima.

3.
Los años noventas se devoraron de un solo bocado a los años ochentas. Éstos quedaron como un intermedio democrático en coexistencia con una sangrienta guerra. En ese trance ocurrió que la librería «china» cedió el lugar a una librería de libros antiguos, que hasta ahora está ahí. Ya nada de libros chinos. También se le cayó la estrella al marxismo «intelectual» de la Católica, no menos afectado por el derrumbe soviético que el marxismo «de manual» de la universidad pública. Varios de los seguidores de los políticos-profesores ya no estaban en Gramsci o en los manuscritos. Ni siquiera en el cura Gustavo Gutiérrez. Más bien estaban en la tecnocracia fujimorista. Sus lumbreras tampoco estaban en una producción intelectual contestataria, por no decir revolucionaria. Con la caída soviética, no tenía ningún sentido seguir atacando al marxismo de manual en nombre del verdadero marxismo ortodoxo, a la Lukács. Más bien tocaba defender la democracia, ya no ante una izquierda despectiva con ella, sino ante una derecha recalcitrante.

4.
Siempre me quedó la duda de si había perdido mi tiempo al leerme la historia de la guerra del opio, la revolución democrática de Sun Yat-Sen, la derrota del movimiento obrero en Shanghai, los cinco tesis filosóficas de Mao Zedong o los cuentitos de Lu Xun (quien, mire Vd., resultó ser el padre de la literatura moderna china). O de hacerme una idea de la geografía china y su variedad étnica. Admito que era algo muy árido y lejano a una reflexión útil al Perú de esos años en comparación con las agudas y excelentemente escritas exposiciones teóricas gramscianas o lukácsianas, como que también las leí con gran interés. Sin embargo, curiosamente lo que aprendí sobre China fue un conocimiento mucho más transferible y útil para mí que otros conocimientos sociológicos o filosóficos. Resulta que China ya no era el país cerrado y dogmático de la revolución cultural, que exportaba «Pekín informa», sino un país cuyos ciudadanos eran estudiantes, académicos y profesionales en todo el mundo. Fuera del Perú me tocó estudiar con compañeros chinos, luego tuve colegas chinos y luego alumnos chinos. «Oye, ¿y tú cómo sabes eso de mi país? No conozco aquí a nadie que sepa esas cosas». Y les explico, ante su incredulidad, que su país alguna influencia tuvo sobre mi país. Con la emergencia de China como potencia y parte del sistema capitalista mundial, el saber sobre China es mucho más transable que el saber sobre discusiones marxistas ya desactualizadas.

5.
El primero de mayo, si bien rinde homenaje a ocho hombres ejecutados en Chicago, es una fecha desapercibida en los Estados Unidos. En la cafetería de la universidad me encuentro con mi colega Wei, economista especializado en organización industrial, con quien nunca hablé mucho de política. Estamos almorzando, cuando de repente pasa un nutrido grupo de estudiantes chinos, con hartas banderas rojas de China. «¿Y eso, Wei, por qué es?». «Ah», me responde, «es que hoy es primero de mayo, y esa es una gran fiesta nacional en China». Y añade, con una sonrisa picaresca, «es que somos una república de trabajadores, ¿sabes?». Le respondo pensando en la antigua librería del jirón Camaná: «sí, Wei, lo sé muy bien».

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Por - Publicado el 07-07-2015

[Post aparecido antes en Facebook, aquí]

Las reuniones de los dirigentes de la CGTP con funcionarios de la embajada de los EEUU y sus sistemáticos informes sobre sindicalismo y política peruana que vimos en este post no son nada fortuitos. Van de la mano con su política de trabajo conjunto con agencias gubernamentales y sindicales de los EEUU.

La dirigencia de la CGTP funciona ahora como funcionaba la dirigencia de la CTP en los 50s y 60s del siglo pasado. Lo que ocurría en esos años está ocurriendo ahora pero ya no sólo con la CTP sino también con la CGTP. Es un gran viraje en la historia del movimiento obrero peruano. Es un «sindicalismo libre» disfrazado de sindicalismo clasista, que se pierde en reuniones tripartitas, y, peor aún, que desgasta al movimiento obrero perdiéndolo en propugnar una Ley General del Trabajo que consagra la precariedad laboral.

El «Solidarity Center» de la AFL-CIO es una de las cuatro ramas de la National Endowment for Democracy, NED, (las otras son son el CIPE, Centro Internacional para la Empresa Privada, el NDI, Instituto Nacional Demócrata, y el IRI, Instituto Republicano Internacional). Canaliza fondos públicos de los EEUU. La NED ha sido denunciada hace mucho de ser una tapadera más de la CIA.

Ver cómo las prácticas de la NED con la AFL-CIO son denunciadas en este post.

Esta agencia lleva tiempo metida en el sindicalismo peruano, «formando líderes», con fondos de la National Endowment for Democracy y USAID, en total coodinación con la dirigencia de la CGTP.

Tiene ya más de una década de trabajo coordinado de la dirigencia de la CGTP con el «Solidarity Center» en la formación y capacitación de nuevos líderes como en la formulación de estrategias sindicales a nivel nacional:

«The new leaders in the agriculture federation were trained by SC staff and the leadership of the General Confederation of Workers of Peru (Central General de Trabajadores del Peru -CGTP) on their duties and responsibilities.»

«Training sessions for the leaders of FENTAGRO by SC staff and CGTP leadership resulted in a new model for future trainings for newly elected officers.»

«During subsequent months, the SC and partner confederation, CGTP, convened meetings of the regional federations, local unions, and eventually, the national agricultural workers’ federation, FENTAGRO, to conduct and analyze education, media and advocacy actions taken at the local level and coordinate strategies for the national level. This process resulted in a second
version of the advocacy plan»
Documento de USAID sobre el «Solidarity Center» y sus actividades en el sindicalismo peruano

Supuestamente «promoviendo los derechos laborales en el país»: PERU Y ESTADOS UNIDOS PROMUEVEN LOS DERECHOS LABORALES EN EL PAÍS

Y no sólo capacitan líderes. También participan de los congresos de los trabajadores:

INVITADOS INTERNACIONALES:
SAMANTHA TATE – Representante para Perú, Ecuador y Bolivia / American Center for International Labor Solidarity, AFL-CIO (Centro de Solidaridad).

Tienen a dirigentes de la CGTP en eventos del «Movimiento mundial para la democracia», aquí.

Y hasta el presente, en que incluso celebran las movilizaciones de los jóvenes para derogar la «Ley Pulpín».

«All four confederations are formally coordinating to take the issue to the meeting, and together with the global union Public Services International, the Solidarity Center is working to prepare the labor delegates for a united front to advocate on this key Peruvian labor issue at the ILO.»

______
Imagen tomada de:
EL MOVIMIENTO OBRERO. HISTORIA GRÁFICA NO. 3. 1940-1956: POR LA DEMOCRACIA
Basombrio I., Carlos y Wilson Sagástegui L.
Lima, Tarea, 1982.

La hemos comentado antes en este post.

Uno de los autores de este libro, Carlos Basombrío, que antes denunciaba, en los términos que se pueden apreciar en el texto, al imperialismo estadounidense, se convirtió en un peón más del mismo.

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Por - Publicado el 25-06-2015

Por Jorge Rendón Vásquez

Recuerdo aún la animada conversación de un carpintero de talla pequeña e hirsuto pelo pajizo y el hermano de mi madre, un desgarbado estudiante de derecho crónico ganado por la poesía. Eran las seis de la tarde y los operarios ya se habían ido del taller. Con la mirada centellándole de inteligencia y seguridad, el carpintero decía:

—La derecha y la izquierda, amigo, nacieron en el Gólgota cuando crucificaron a Cristo. Gestas, el mal ladrón, fue colocado a la izquierda de Cristo, era el rebelde; y Dimas, el buen ladrón, a la derecha, quien arrepentido, se puso de parte del poder y ganó la postrera estima de Cristo.

Mi tío farfulló algo y se abstuvo de replicar, posiblemente por no encontrar nada en su provinciana alforja de historia o porque intuía que en esto su habitual contertulio tenía razón.

Años después, buscando material para un trabajo de Derecho Constitucional en la universidad de San Agustín, hallé que la división política entre derecha e izquierda era más reciente. Había surgido en los debates de la Asamblea, durante la Revolución Francesa de 1789. Los partidarios del rey Luis XVI se situaron a la derecha del presidente y sus adversarios a la izquierda. La derecha, por lo tanto, defendía el conservadurismo o el mantenimiento del orden establecido, y la izquierda, el cambio. Y así quedaron ambas expresiones. Más tarde, esta dicotomía, promovida con un maniqueísmo intencionado, dividió las opiniones políticas en solo dos grandes campos: la derecha y la izquierda. El bipartidismo: republicanos y demócratas; conservadores y liberales, conservadores y socialdemócratas, reproduce en cierta forma esa división que facilita su alternancia en el poder por el voto inducido de ciudadanos manipulados por la educación y el poder mediático. De hecho, las demás opciones quedan excluidas. No son compatibles con el sistema, y terminaban siendo deglutidas o eliminadas por esos grupos, aunque en ciertos momentos algunas rompan esos diques artificiales, ya estén en uno u otro lado.

A partir de la década del ochenta del siglo pasado, la derecha fue identificada con el neoliberalismo en sus diferentes grados, y la izquierda con la oposición a aquélla, leve, mediana o radical, aunque salvaguardando el sistema capitalista. La izquierda, ese tipo de izquierda, en el poder ha puesto en práctica, sin embargo, medidas neoliberales más extremadas que las acometidas por la derecha.

Los contestatarios del capitalismo para cambiarlo del todo han sido confinados al campo de la ultraizquierda donde se han minimizado hasta serles imposible alcanzar alguna presencia en la conducción del Estado.

En el Perú, hasta la instauración del gobierno de Velasco Alvarado las opciones políticas eran identificadas por los nombres de los candidatos a la presidencia de la República, aunque contaran con agrupaciones políticas inscritas. La excepción a esta regla eran los partidos Aprista, Comunista y Socialista, a los que sólo de modo circunstancial se les catalogaba como de centro al primero y como de izquierda a los segundos.

La velada oposición al gobierno de Velasco Alvarado de los grupos afectados por la Reforma Agraria y las expropiaciones de determinadas empresas de significación estratégica para el desarrollo económico impulsó la conformación de ciertos grupos políticos, algunos de los cuales enarbolaban como ideario la revolución social. Estos grupos eclosionaron oponiéndose al gobierno militar de Morales Bermúdez y, consolidados como partidos y movimientos políticos, intervinieron en las elecciones para la Asamblea Constituyente de 1978. En ese momento, el Partido Popular Cristiano (28% de la votación) era identificado como de derecha; el Partido Aprista (37%) como de centro; y un conjunto de partidos con difusas propuestas favorables a la población de menores recursos que los había elegido como de izquierda (34%). Fue el máximo porcentaje alcanzado en elecciones por esta llamada izquierda.

A pesar de sus trampas, la Constitución de 1979 que aprobaron estos movimientos políticos por tramos podría ser clasificada como de izquierda.

En adelante la izquierda perdió fuerza. Muchos de sus dirigentes se pasaron a la derecha o al establishment. Los que se quedaron en sus agrupaciones continuaron sin definir un proyecto económico, social, cultural y jurídico, necesario y viable, incapacidad que la mayor parte de sus votantes advirtió y los determinó a abandonarlos, buscando otras opciones.

El vacío dejado por la izquierda fue ocupado desde 1990 por una nueva clase de políticos aventureros, calificados por cierta prensa como francotiradores. En realidad, son pequeños lobos derechistas disfrazados de corderos, desplegados sobre las mayorías oprimidas, postergadas y despreciadas con vagos ofrecimientos, contingente en el cual ingresa la cúpula del Partido Aprista. Es el ciclo de los Fujimori, Toledo, García y Humala y de sus huestes parlamentarias que compraron sus candidaturas. Una vez en el poder del Estado, todos ellos, despojándose de sus disfraces populares, han gobernado sin escrúpulos para el capitalismo y la corrupción, contra los ciudadanos que los eligieron. La derecha económica y política y los intereses extranjeros los prefieren, por su eficiencia en el trabajo sucio. Frente a ellos, los residuales grupos de izquierda se han empequeñecido más aún y no han alcanzado representación nacional, salvo algunos de sus dirigentes que, mimetizados en las listas de los francotiradores, han logrado colocarse como congresistas.

Cierto número de dirigentes de izquierda, que han podido llegar al control de los gobiernos regionales y municipales y de algunas universidades, se han alineado también con el neoliberalismo y la corrupción. La vigilancia de la Controlaría y del Ministerio Público, concentrada sobre ellos y ciega y sorda ante los políticos y funcionarios de la derecha, ha pescado a algunos con las manos en la masa.

Observando este panorama, vuelvo a la elucubración del carpintero y no la encuentro tan fantasiosa. Los buenos ladrones, es decir, los más hábiles en la depredación del país, la expoliación de los trabajadores, la corrupción y la evasión de su responsabilidad civil, administrativa y penal, pertenecen a la derecha. Los malos ladrones, que imitan a los otros y se dejan atrapar, están en la izquierda.

Y las mayorías sociales, hacia las que se vuelcan de nuevo los políticos de derecha, los aventureros y los improvisados conglomerados de izquierda en víspera de las elecciones del próximo año, siguen sin aprender esas siniestras lecciones de la historia. Creo que quienes así lo vemos tenemos la obligación moral de construir otra opción: dialéctica, factible, leal y esperanzadora, y proponérsela.
(25/6/2015)

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Por - Publicado el 08-06-2015

De verdad que da curiosidad en saber cómo le iría a la izquierda peruana si le hace caso a las recomendaciones del politólogo Steven Levitsky en su artículo Una nueva izquierda. Pero sería un experimento muy caro. Ahora esta autoridad de la National Endowment for Democracy diseña ingenierilmente la izquierda de sus sueños.

Veamos:

«El viejo discurso anticapitalista y antiimperialista no gana elecciones en el Perú (los peruanos mayoritariamente apoyan al libre comercio y la inversión extranjera), pero la izquierda no tiene que ser anticapitalista. La izquierda es redistributiva. Busca utilizar al Estado para reducir la desigualdad.»

Para comenzar es totalmente falso que «los peruanos mayoritariamente apoyan al libre comercio y la inversión extranjera». Eso será lo que dicen las encuestas que hacen los politólogos, pero a la hora de las Congas y Tías Marías el rechazo en el Perú a esa «inversión» es mayoritario, con movilización más. Lo mismo ocurre con «el libre comercio». ¿O no se acuerdan del baguazo y la gran protesta amazónica de 2009 y cómo el gobierno de García vendía que se necesitaban leyes de la selva para el TLC con los EEUU? De hecho, previo a la firma del TLC diversas organizaciones recolectaron firmas para que se haga un referéndum y el JNE lo rechazó. De haberse hecho ese referéndum se exponían a un rotundo rechazo electoral al TLC.

Segundo, el discurso anticapitalista y antimperialista no ha sido usado por ninguna fuerza política en el Perú en ninguna elección reciente. Quien tuvo ramalazos de usarlo fue Ollanta Humala en el 2006 y le fue mucho mejor que a toda la izquierda. Cuando en Ayacucho se supo que venían tropas de los EEUU, Humala encabezó el rechazo social, obligando al gobierno a dar marcha atrás. No es que el antiimperialismo sea una bandera que no prenda en la gente. Lo que ocurre es que a través de sus movidas y comidas de coco la embajada logra neutralizar todas las posibles expresiones antimperialistas. Si hasta Verónika Mendoza votó a favor a la presencia militar de los EEUU en el Perú. Si el tronco de los intelectuales de Tierra y Libertad, el grupo Propuesta Ciudadana, es financiado por USAID. No sorprende que las banderas antimperialistas hayan desaparecido.

Es curioso que en la página siguiente del artículo de Levitsky, salga el artículo de la periodista Claudia Cisneros «El capitalismo como objeto de culto» en relación a la matanza de Bagua y la imposición de regímenes pro-inversión. Dice Cisneros «Eso es aceptar el capitalismo, no como una posibilidad de desarrollo, sino como un objeto de culto que se pretende imponer. Es la violencia bajo el disfraz de la inversión.»

Que la izquierda sea redistributiva no quiere decir que no sea cuestionadora del capitalismo y sus contradicciones. Levitsky escribe como si el capitalismo fuera un sistema incuestionable al cual haya que defender. Por favor.

Luego Levitsky plantea tres cambios:

  1. jubilar a la vieja guardia,
  2. abandonar símbolos como la bandera roja y el puño en alto, y
  3. dejar de lado a los obreros y campesinos, inexistentes y pocos, respectivamente, y dirigirse a la clase media baja. En el Perú «la mayoría dejó de ser pobre».

Ayayay.

Lo único de sensato y obvio es jubilar a la vieja guardia, que efectivamente fracasó (aunque esto tendría que hacerse con menos desdén y aprendiendo también de ésta). Lo de los símbolos es francamente accesorio. Hace tiempo que la izquierda no usa la bandera roja. La bandera ahora es verde (TyL). Y hasta el MOVADEF tiene una bandera azul.

El tema de fondo aquí es a qué sectores se orienta la izquierda y qué programa va a levantar.

«Un discurso enfocado exclusivamente en los costos del neoliberalismo, y que no ofrece nada a los que se beneficiaron del boom pero que aspiran a más (más seguridad económica y física, más participación, más justicia, más y mejores servicios públicos) gana pocos votos en los sectores populares urbanos. Y sin los sectores populares urbanos, la izquierda no va a ningún lado.»

dice Levitsky.

Antes de analizar la visión de la realidad peruana de Levistsky digamos que si el programa de la izquierda va a ser continuar el neoliberalismo con ajustes, la estrategia de Levitsky es la correcta. Si el programa de la izquierda va a ser desmontar el neoliberalismo, la estrategia de Levitsky es más de lo mismo.

Señores y señoras, en el Perú el neoliberalismo ha podido continuar gracias a políticos que engañan al pueblo, que prometen que lo van a desmontar y que lo continúan. Lo que ha pasado con Humala, su volteada, puede volver a pasar ahora con partidos que se llaman de «izquierda», que aprovechen la coyuntura favorable de cambios para prometerlos y luego voltearse.

A alguna izquierda tal vez le pueda ir bien electoralmente; el problema es qué pasa cuando llegue al gobierno. ¿Vamos a tener otra vez a gente como Yehude Simon y Salomón Lerner, premieres de García y Humala respectivamente, haciendo continuismo y llegando a reprimir al pueblo como ocurrió en Amazonas y Cajamarca? ¿Serán caras nuevas como Glave, Tejada y Mendoza las que ocupen ese lugar? ¿Represión «justificada» tipo La Parada, pero a nivel nacional?

La visión del Perú de Levitsky no difiere del discurso oficial: ya no hay obreros, ya no hay campesinos, harta clase media, la mayoría no es pobre, «el neoliberalismo ha cumplido sus promesas» (Vergara). Lo que ocurre es que la procesión va por dentro. Los asalariados (buena parte de ellos considerados como «clase media») han sido totalmente obviados e invisibilizados y su descontento por salarios estancados o creciendo lento y su precariedad laboral es manifiesta. La movilización contra la «ley Pulpín» demostró cuán sentidos eran los reclamos en este sector social. Sí hay obreros, si hay empleados explotados. El canto de sirena de darles la espalda para apoyar a los empresarios no es nada nuevo. Lleva ya tres décadas y ha fracasado.

Sobre los campesinos, que son pocos. Serán pues pocos, pero ¿quiénes son los que se movilizaron más activamente en la mayores protestas sociales de los últimos años? ¿Quiénes se movilizan para proteger las lagunas de la megaminera Yanacocha? ¿Quiénes están sufriendo la represión ahora en el Valle del Tambo? ¿Qué son los aymaras que marcharon sobre Puno en 2011? Serán pocos, pero muchísima gente los apoya.

Para la izquierda histórica no es nada nuevo hacer frentes sociales pluriclasistas en que se incluyan a las clases medias. Se los han hecho con mucho éxito en diversos países, incluso en el Perú. Nadie ha pensado que en un país de baja salarización relativa como el Perú los cambios sociales sólo lo van a hacer los obreros. El tema es qué programa tiene ese gran frente. Lo que plantea Levitsky so pretexto de renovacion es más de lo mismo: neoliberalismo y más neoliberalismo. Es decirle a la izquierda: «ustedes ya perdieron; tienen que dejar de ser lo que son».

Como para desconfiar. ¿Por qué tanta gente que NO es de izquierda está tan interesada en darle «línea» a la izquierda? Y la respuesta está en que la única forma de garantizar el continuismo neoliberal es adulterar a las fuerzas que buscan un cambio.

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Por - Publicado el 20-05-2015

Por Silvio Rendon1

Lo dijeron Favre y Quijano en la mesa del IEP en cargamontón a Arguedas en 1965. Lo repitió Favre a mediados de los 1980s, influyendo en la senderología posterior, particularmente en la de Carlos Iván Degregori. Y luego la idea se sacralizó en la CVR a comienzos del presente siglo. El Perú se había “desindianizado”. Ya no hay indios. Éstos se habían “cholificado” y convertido en “cholos”.
Sin embargo, las identidades indígenas que siempre estuvieron ahí hoy son asumidas por indígenas, mestizos y hasta por blancos. Ocurre algo totalmente negado por los trabajos de prominentes intelectuales, sin que exista una intectualización crítica al respecto. Se hace como si estos fenómenos sociales, identitarios, conformaran con las predicciones de sociólogos y antropólogos, muy homenajeadores de Arguedas y Mariátegui, pero intelectualmente virulentamente anti-indigenistas y distantes de sus legados. Pero, ¿cómo una vital identidad aymara, quechua, chanka, awajún y tantas otras va a ser compatible con la tesis de la “desindianización” de Favre o con la tesis de la “cholificación” de Quijano? Estos intelectuales dijeron tajantemente que había un cuadrado y maltrataron a quienes dijeron que había un círculo. Ahora que la realidad muestra un círculo, ¿cómo alguien puede pretender que estos intelectuales, por más vacas sagradas que sean, hayan tenido razón? Si sólo se prestara atención a sus análisis científicos tendríamos que reconocer sus grandes desaciertos como megapatinadas2

Efectivamente, en el Perú, principalmente en Lima, a diferencia de Bolivia y Ecuador, hubo una intelectualidad “progresista”, limeña, que desde los sesentas furibundamente combatió que se señale la existencia de una identidad indígena en el Perú. Mientras en Bolivia y Ecuador florecía la afirmación indígena, en el Perú florecía la afirmación de ser “cholo”. El “cholo soy” reemplazaría al original “colla soy”. Esta misma intelectualidad un buen día despertaría y, viendo la vitalidad de los movimientos indígenas de Bolivia y Ecuador, se preguntaría por qué no hay tal cosa en el Perú.

El tema da para una reflexión más extensa. En el presente post me limitaré a establecer un hilo conductor entre tres hitos que marcan la continuidad del concepto de “desindianización” en las ciencias sociales en el Perú: la mesa del IEP de “Todas las sangres” de 1965, la senderología de Henri Favre de mediados de los 1980s, y el informe final de la CVR. Como ya he escrito un post sobre la mesa redonda del IEP y sobre la CVR y los quechuahablantes en que trato la «desindianización», pondré el énfasis en los trabajos de Favre en los 1980s. La visión alternativa a la de estos intelectuales es evidentemente la de Arguedas en los 1960s y de Flores Galindo en los 1980s.

Ocurre que en los 2000s esta intelectualidad radical desaparece o queda marginalizada. El debate sobre la CVR se limita a un debate electrónico epistolar en los meses posteriores a la publicación del informe final. Es un debate soslayado por las ciencias sociales mainstream posteriores.3 Hoy por hoy en el Perú predomina claramente el legado intelectual de Quijano, Favre y Degregori, no el legado intelectual, alternativo, de Arguedas y Flores Galindo, aunque éstos hayan sido más acertados que aquellos. Sin embargo, también suele ocurrir que los debates intelectuales entran en estado de latencia hasta que un buen día son retomados. A ver si ocurre, pues.

1. La desindianización en la mesa del IEP
Este punto lo he desarrollado en el post 1965. Arguedas: “¡No! Yo he mostrado lo que he vivido”, por lo que aquí simplemente daré algunas pautas al respecto.

En contraposición a la visión del Perú de Arguedas, Henri Favre tajantamente niega que haya indios en el Perú de los 1960s:

Yo he vivido 2 años, 18 meses en Huancavelica en una región del área del doctor Arguedas y no encontré indios, sino campesinos explotados.

Más aún, no los hay desde hace años:

Esta novela describe una estructura de castas: de un lado el indio, de otro lado mestizos con blancos, la casta dominante; que a mi parecer, ha desaparecido y ha desaparecido desde hace años en el conjunto de la sierra peruana.

Esta idea es complementada por Aníbal Quijano:

Yo estoy trabajando en este momento sobre el liderazgo del movimiento campesino y he recorrido durante el año pasado algunas de las zonas más afectadas por el movimiento campesino. Yo no he encontrado sino un líder indio dentro de todos los sindicatos cam-pesinos que yo he conocido. De manera que no existe liderazgo indio en el movimiento campesino de este momento. Aparece sólo por excepción y sólo de manera totalmente aislada y el líder indio está ya, él mismo en proceso de cholificación. No creo por eso que sea viable una solución indígena al problema campesino en este momento.

Ya no hay indios. Hay cholos. Ni siquiera hay dirigentes campesinos indios, y los que podría haber ya están en proceso de cholificación.

Por entonces, mucho de la investigación que hacen científicos sociales extranjeros, apoyando a algunos peruanos, se centra en las actitudes del campesino y del indígena a la modernización, vista como una solución a la posibilidad de un levantamiento campesino. Ver 1950s-1960s, Vicos: la intervención antropológica, 1950s-1960s: Richard Patch y el reglaje antropológico y 1960s: el financiamiento del Pentágono y el IEP. Tiempos de la Guerra Fría, los estudios no eran siempre explícitos en vincular los estudios sobre las comunidades indígenas y campesinas con sus actitudes ante un movimiento insurgente. Las guerrillas de 1965 no lograron implantarse sólidamente en el campesinado y fueron rápidamente cercadas y reprimidas. Dos décadas después, con una reforma agraria de por medio, las ciencias sociales se replantearían muy explícitamente el estudio de las comunidades campesinas e indígenas en relación a sus actitudes hacia un movimiento insurgente. Surgía así la senderología.

2. La desindianización en la senderología
Henri Favre en un artículo traducido para Quehacer de DESCO («Sendero Luminoso y horizontes oscuros», Edicion Quehacer 31, Septiembre-Octubre de 1984, p. 25.) con la contundencia ya expuesta en la mesa del IEP asegura que la ideología senderista es «un maoísmo mariateguizado» e implanta la idea que la masa social más sensible al mensaje senderista es «el poblador rural descampesinizado y desindianizado»:

Así, una comunidad rural cuanto más campesina y más india es y mayor la altitud en la que se sitúa, tanto menos receptiva parece a Sendero. A la inversa: cuando una comunidad rural es menos campesina, menos india y de menor altura, se muestra más sensible al mensaje senderista.
Estos semi-campesinos que encontramos en todos los extremos del Perú como mineros, ambulantes, obreros de construcción o de trabajos públicos, según las oportunidades de empleo que se puedan ofrecer, constituyen el terreno fértil sobre el que prospera Sendero en Ayacucho. A tenor de la fórmula consagrada por el maoísmo, representan el agua en que evoluciona el pez insurreccional, es decir el cuadro senderista de base: el poblador rural descampesinizado y desindianizado.

Cuando Favre plantea esta tesis en el Perú hay una gran atención al llamado «sector informal» no sólo a nivel intelectual, sino también en políticas públicas y en la cultura masiva. Es la época los créditos «chicha» y el «pan popular de Alan García, promovido con música de los Shapis.

Así, veinte años después de la mesa del IEP, Favre ya no sólo no ha visto indios en el Perú, sino tampoco campesinos. Una persona no puede ser campesino y obrero o campesino y comerciante. No. Si es obrero o comerciante, deja de ser campesino. El análisis es tajante y excluyente. Y tampoco es que se «proletariza», sino que se «descampesiniza». Se define a la persona según su situación de salida, no su situación de llegada, lo cual refuerza que la persona sale de todo lo que la definía y no llega a nada que le dé una nueva definición social. En la visión de Favre, la gente «deja de ser» algo, no «pasa a ser», deviene en, algo nuevo. Y como en todo, la visión del intelectual impregna su propia clasificación de los fenómenos identitarios.

Y más aún, no sólo hay «desindianizados» y «descampesinizados» «no integrados» y «cholificados», sino también una «lumpen intelligentsia» conformada por los «cholos» egresados de las 35 universidades que había entonces, que «no encuentran ya oportunidades que correspondan a su nivel de calificación».

Las escuelas primarias y secundarias «cholifican» a tantos si no a más indios que en el pasado; a pesar de esto el «cholo» ya no llega a insinuarse en la pirámide social para escalar luego sus peldaños.

Y todo esto desemboca en Sendero Luminoso:

Así Sendero resulta del encuentro detonante de una lumpen «intelligentsia» y de un medio «cholo» que, en su mayoría, no se resigna a permanecer al margen del cuerpo social.

Estos indios convertidos en «cholos» universitarios sin oportunidades son pues una «lumpen intelligentsia».

Si Abimael Guzmán es una lumpen intelligentsia, tal vez también lo haya sido el antropólogo Efraín Morote Best (¿y todos los que fueron profesores en la Universidad San Cristóbal de Humanga? ¿Degregori y Tapia también?) o el mismo Arguedas. Es una expresión muy despectiva hacia la intelectualidad de las universidades públicas peruanas. Algunos intelectuales serían una verdadera «intelligentsia», como los del IEP tal vez, y otros serían unos lúmpenes. Muy en la onda de la mesa del IEP en que se maltrataría a quien podría ser también un «lumpen intelectual». Una lógica de desmerecimiento, por lo demás muy arraigada en intelectuales limeños y extranjeros.

Este artículo de Favre es un trabajo de tipo apreciativo, basado en información que todo el mundo manejaba en esos años. No es un trabajo de campo hecha con criterios científico-sociales formales. Es un discurso en que se exponen tesis antiguas de su autor, de hacía veinte años, aplicadas al contexto de guerra insurgente-contrainsurgente que vivía el país.

Estas tesis tajantes fueron complementadas con dos entrevistas, también en Quehacer («Una larga agonía. Conversando con Henri Favre.» 1988 Quehacer 54, p. 48-58). En una el antropólogo Carlos Iván Degregori, quien al momento del primer artículo de Favre sobre Sendero, aún no había trabajado el tema de Sendero, es invitado a ser su entrevistador junto con el periodista Raúl González, quien fue el primer «senderólogo» peruano.

– Degregori: Lo que muchos decían por esos días era que ello se debía a que Sendero era un movimiento andino, mesiánico, una especie de heredero de la utopía andina. ¿Usted comparte esas opiniones?

– Favre: Yo trabajé varios años en los Andes, en comunidades campesinas e indígenas, y tengo muchas dudas sobre la pertinencia de la llamada teoría de «lo andino» que se asume y postula sobre todo en alguno medios intelectuales criollos, de Lima. De lo que trata es de una mitificación del mundo andino, y creo que ello e debe a qu ciertos intelectuales, tal vez debido a sus orígenes, étnicos, raciales, sienten cierto malestar en la sociedad actual y se resisten a aceptar el enorme movimiento de aculturación que se produce en el país aproximadamente mente desde 1940 y que se acelera a fines de los 60.
(…)
Ustedes van cualquier comunidad de Ayacucho o Huancavelica o de Puno y se van a encontrar con que lo que quiere la gente es dejar de ser indígenas, tener acceso al castellano a través de la escuela.
(…)
y ahora hay intelectuales limeños que quieren enseñar a esa gente su propia lengua quechua. Recuerdo lo que sucedió cuando se oficializó el quechua en 1975. Yo estaba en Yauyos; la gente rechazaba la medida porque pensaban que se les iba a impedir acceder al castellano, cuando ellos luchaban ‘hacía décadas para poder aprenderlo. ¿Por qué razón en la sierra los grupos dominantes locales, las aristocracias terratenientes, trataban de impedir que los campesinos aprendieran el castellano y les prohibían hablarlo. El bilingüismo en el Perú, hasta no mucho, no fue una práctica de los campesinos sino de los terratenientes, capataces y mayomos. A quienes sostienen la ideología de lo andino los compararía con aquellos que hablan de la Lima que se va. Parecen decir: la sierra que se va, el indio que se nos escapa… Esa mitificación del mundo andino oculta un rechazo a reconocer los cambios que han ocurrido en el país y que producen la negación de la bipolaridad andino-costeño, indígena-criollo, es decir, de las categorías tradicionales que están desapareciendo en el Perú…

Favre, al igual que hizo con Arguedas, repite esta muletilla de autoridad:

Yo trabajé varios años en los Andes, en comunidades campesinas e indígenas, y ……………..

Recopiemos lo que le dijo a Arguedas:

Yo he vivido 2 años, 18 meses en Huancavelica en una región del área del doctor Arguedas y……………..

Y no será la última vez que lo haga.

Según Favre «dejar de ser indígenas» es «tener acceso al castellano a través de la escuela». Y tiene su propia versión de la historia peruana según la cual los terratenientes prohibían a los «indios» hablar no quechua, sino castellano. Lo que está muy bien establecido históricamente es que los terratenientes no querían que los indígenas SE EDUQUEN, no que no hablen castellano per se.

Y como hizo con Arguedas en pared con Quijano, acusa quienes sostienen lo que él llama «la ideología de lo andino» de pasadistas, comparándolos con los reaccionarios «que hablan de la Lima que se va». Desde luego que estaba atacando a la propuesta encabezada por Alberto Flores Galindo, acaso el intelectual más brillante de los ochentas.

En una tercera entrevista en Quehacer («Desexorcizando a Sendero. Entrevista concedida a la revista Que hacer, Lima, DESCO, n.42, 1986) Favre le ratifica a Raúl González su tesis sobre la desindianización y descampesinización. Hay una masa que no está nada, que es caldo de cultivo del senderismo:

Se trata de aquella masa difícil de calcular, pero sin duda considerable, de provincianos desarraigados, de campesinos descampesinados y de indígenas cholificados que han sido arrancados de sus tierras pero que no consiguen integrarse en la estructura general de clases, Y que saben que no tienen ninguna posibilidad de acceder a ella.

A todos esos individuos que no son campesinos ni obreros, ni rurales ni urbanos, ni andinos ni criollos, que tienen tan poca identidad social como cultural y que están a la deriva en la anomia, Sendero les ofrece una estructura, normas, valores. A sus frustraciones exacerbadas, una ejecutoria. A su vida inútil, un sentido. Es poco más o menos lo que he escrito en 1983. Insisto en ello y lo suscribo.

Años después, Favre escribiría una crónica personal sobre la mesa redonda del IEP y Arguedas (Henri Favre, ‘José María Arguedas y yo. ¿Un breve encuentro o una cita frustrada?’, Socialismo y participación 74 (Junio 1996); pp. 107-111.). Allí, justificaría su posición contra Arguedas y ratificaría su furibundo rechazo y hasta patologización de la «utopía andina»:

«Todas las sangres había hecho renacer otra vez esa «utopía andina» a que se aferran desde siempre, en periodos de incertidumbre, todas las nostalgias peruanas.»

En este artículo Favre presenta a un Arguedas autoritario y arrogante:

Cuando le fui presentado, me miró de arriba abajo y dijo con irónica condescendencia: «Así que ¿usted es el que va a estudiar a los indios de Huancavelica?» Y se alejó luego, sin escuchar la embarazada respuesta que debí de balbucear.

Y más aún, acusa a Arguedas de sonsacarle información sobre su trabajo antropológico para escribir una novela:

Arguedas eludió todas mis preguntas, y no conseguí, en definitiva, sino la confidencia de que lo que yo le contaba le serviría para escribir una novela cuya trama, según me dijo, y había urdido.

Las tesis de Favre sobre Sendero contribuyeron a un viraje tanto intelectual como político, en particular en la izquierda peruana. La senderología inicial, del Diario de Marka, Quehacer y Raúl González y los senderólogos estadounidenses David Scott Palmer y Cynthia McClintock, mostraban a un Sendero Luminoso asentado en un campesinado pobre, con potencial de expansión en el campo y en la ciudad, resultado de una estructura social polarizada y desigual. En tal sentido el fenómeno senderista era una rebelión principalmente campesina. A ello Favre oponía la tesis de una descampesinización y una desindianización que limitaban la expansión insurgente. Sendero era fruto de la anomia de sectores «des», desestructurados en todo, sin identidades fuertes en nada.

El contexto para la difusión de estas tesis fueron la expansión senderista de Ayacucho a otras regiones, los años iniciales de García en el gobierno con una imagen reformista y «progresista», como la definición de la izquierda legal en contra de caminos insurrecionales. Favre fue también muy explícito sobre este tema. Según él, «el MRTA no es sino un grupo terrorista sin base social», mientras Sendero es un movimiento insurreccional. Según Favre, la izquierda legal consideró la lucha armada como una vía posible y en competencia con Sendero:

Para Sendero la situación óptima es la de una polarización política entre ellos y un gobierno militar represivo que obligaría a mucha gente, en particular a la de los movimientos del centro y de la izquierda, a pasar a la insurrección, es decir, a integrar las filas de Sendero. Le teme a la IU, pero creo que más a las nuevas estructuras militares que estan constituídas, como al MRTA, o, dentro de poco, a las milicias anunciadas por el PUM… Sendero no quiere competidores. La Izquierda Unida lo es y lo son también las organizaciones militares y paramilitares de la izquierda mencionadas.

Casi dos décadas después la CVR, con todo el mandato para investigarlas, evitaría hablar de «las organizaciones militares y paramilitares de la izquierda».

TesispolemicaCIDFavre
1988: Henri Favre y su «tesis polémica».
Carlos Iván Degregori, invitado a entrevistar a Henri Favre junto a Raúl González.

Henri Favre es el primero en proponer una tesis fuerte opuesta a la visión de Sendero liderando una rebelión campesina, producto de la pobreza en la sierra ayacuchana, cual sugerían El Diario de Marka, los reportes de Quehacer del mismo Raul González y, basados en estas fuentes, los primeros trabajos de los senderólogos estadounidenses como David Scott Palmer y sobre todo Cynthia McClintock. La visión de Favre abre las puertas a los trabajos senderológicos posteriores, principalmente de Carlos Iván Degregori.

Favre además de ser antropólogo es consultor de gobiernos, instituciones internacionales y corporaciones multinacionales, aquí. Al igual que los científicos sociales franceses Alain Touraine y François Bourricaud, fue una suerte de consejero de Alan García durante su primer gobierno (Era el lado intelectual del apoyo a García de la socialdemocracia francesa, de su amigo François Mitterand, como que también lo tuvo de la alemana. La masacre de los penales en Lima en 1986 ocurre en pleno encuentro de la «Internacional Socialista».). Sus tesis coincidieron con la definición de una parte de la izquierda legal en los ochentas en contra de caminos insurreccionales. De hecho fueron la semilla intelectual para esta definición que si bien fue minoritaria en los ochentas, acabaría por ser mayoritaria, prácticamente la unica, dentro de la izquierda durante los noventas y especialmente en la primera década del presente siglo con la CVR.

3. La desindianización en la CVR
En el post Los quechuahablantes y la CVR he comentado sobre el análisis de la CVR sobre los quechuahablantes. Básicamente es la misma tesis de Favre y luego Degregori consistente en negar el carácter indígena de los militantes senderistas: son «desindianizados» y «descampesinizados». Sin embargo, esta «desindianización» se limita en precisión a los senderistas y emerretistas sin quedar claro si los quechuahablantes a los que se refiere el texto son también «desindianizados». Casi dos décadas después, los insurgentes se convierten en victimarios y se añade un nuevo cruce de conceptos. Ahora los conceptos de «indio» y «campesino», o más precisamente «desindianizado» y «descampesinizado», se cruzan con los conceptos adoptados por la CVR de «victimario» y «víctima».

Así, se establece una diferencia entre un victimario «desindianizado» y «descampesinizado» y una víctima ¿indianizada? y ¿campesinizada?. El único indicador utilizado para establecer esta diferenciación tan poco sustentada es que los senderistas y emerretistas no eran predominantemente quechuahablantes a diferencia de las víctimas de la guerra en zonas predominantemente quechuahablantes. Pero como ya vimos en el post anterior la información sobre los subversivos es una muestra muy particular: los sobrevivientes encarcelados.

En la composición social de los grupos alzados en armas, resulta minoritaria la proporción de quechua hablantes, de acuerdo a la información brindada a la CVR por los subversivos recluidos en las cárceles.

Con la CVR, la idea inicial de Favre sufre una mutación. Si para Favre, Sendero representa una insurrección armada con una clara base social «no integrada», para la CVR el arraigo social de Sendero se limita a un sector social mucho más reducido, de jóvenes:

Los subversivos generalmente fueron jóvenes mestizos de origen provinciano, con altos niveles educativos y expectativas sociales incumplidas, que vieron frustradas sus expectativas de realización personal debido a la crisis económica del país y el freno de la modernización de la sociedad tradicional.

La información presentada confirma claramente que ni Sendero Luminoso ni el MRTA tuvieron una militancia de origen predominantemente indígena. Pero esto no quiere decir que su composición social carezca de un perfil étnico y social preciso. El grueso de los militantes de ambas organizaciones pertenecieron a un sector social compuesto mayoritariamente por jóvenes mestizos, provincianos y con altos niveles educativos, recientemente descampesinizados y desindianizados.101 Se trata de jóvenes que ya no pertenecían más al mundo campesino e indígena de sus padres, pero que tampoco habían logrado insertarse plenamente en los ámbitos modernos de la sociedad urbana.

Como ya señalé, esta afirmación final no tiene un sustento cuantitativo: variables que indiquen el orígen social y étnico de los presos por terrorismo, su “descampesinización” y su “desindianización”, o su inserción “en los ámbitos modernos de la sociedad urbana”. Añadiré aquí que tampoco tiene un sustento cualitativo, en los numerosos testimonios recolectados por la CVR. Esta afirmación se basa en el siguiente pie de página:

7 Resultan representantivos de esta corriente los siguientes trabajos: Favre (1984, 1989); Manrique (1985, 1986, 1989a y b, 1995, 1996); Stern (1999); Degregori (1985, 1989 y 1991); Degregori, Coronel y Del Pino (1996).

Muy poco valor agregado. La CVR, en un capítulo crucial, en el cual analiza explícitamente el aspecto étnico de la guerra insurgente-contrainsurgente, basa una conclusión importante no en su propia investigación, sino en elaboraciones hechas muchos años antes de creada la CVR, siendo el trabajo más antiguo, precisamente el de Favre citado aquí, quien establece esta idea-fuerza planteada ya en la mesa del IEP del cargamontón a Arguedas. Como vimos, el trabajo de Favre de 1984 es más apreciativo que el resultado de una investigación de campo. No es una tesis sustentada en estudios de casos o estadísticos. Ni antes ni después. Es un trabajo en que esencialmente repite lo que ya le espetó a Arguedas en la mesa del IEP de 1965.

Hay, pues, una continuidad en el discurso de los intelectuales que le hicieron cargamontón a Arguedas en el IEP en los 60s, particularmente Favre, la senderología de los 80s y finalmente el discurso de la CVR. Sin embargo, es la continuidad de UN discurso, en contraposición a otro dicurso, cual es el de Arguedas en los 60s y el de Flores Galindo en los 80s. Que en el presente siglo no haya exponentes visibles de la talla de estos dos intelectuales, los mejores de su época, ha contribuído a crear la imagen que el discurso de la CVR es el único posible, sin discursos alternativos, más que el de la derecha más recalcitrante o el discurso senderista de los ochentas. Es bueno prestar atención a que existe un «casillero vacío» en la intelectualidad peruana más connotada del presente, una tradición intelectual trunca, esperando continuidad en la juventud actual.

Mientras tanto, la «modernidad» o el «progreso», señalado por algunos intelectuales como razón de pérdida de identidad indígena, no han impedido que los propios indígenas peruanos hayan vivido un vibrante despertar identitario.

La gente «sigue siendo» como decía Arguedas, no «deja de ser» como decía Favre.

Protesta-Aymara
2012. Protesta aymara. ¿Desindianizados?
Fueron a la escuela, saben castellano, algunos son profesionales, usan email, migraron, viajaron, vieron, y siguen siendo aymaras.
Imagen tomada de aquí.

  1. Agradezco a AT por apoyarme con la documentación usada en el siguiente post. []
  2. En el post Pueblos originarios e izquierdas originarias he abordado el tema de la presencia de la identidad indígena en el Perú, supuestamente inexistente o abandonada. []
  3. Notoriamente Raúl Wiener cuestiona el discurso y las cifras de la CVR, pero una década después declaró que no quiso continuar el debate porque de sus críticas se colgaron los enemigos de la verdad histórica». Entonces declaró: «Cuando entendí esto, me retiré del debate. Porque con cualquier diferencia, el Informe de la CVR es un texto de gran valor. Un paso adelante para un Perú diferente.», aquí, 2012. []
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Por - Publicado el 18-05-2015

Por Jorge Rendón Vásquez

A mi compu llegó, rebotando, el pronunciamiento de un grupo de “profesores universitarios y especialistas en defensa de la jurisprudencia constitucional sobre el despido”, publicado a comienzos de mayo en un diario.

Sus veinte firmantes, además de su ideología, están unidos un común origen: proceden de la Universidad Católica (de Lima), en la que se han formado o de la que son profesores. Constituyen, por lo tanto, un grupo profesional para quienes los que salen de otros centros de formación (por ejemplo de la Universidad de San Marcos) no existen o no llegan a su nivel (exageradamente autovalorado) para aludirlos.

Les preocupa que el Tribunal Constitucional, con su actual composición y acatando la presión de los empresarios y la gran prensa, pueda inclinarse a revocar el pronunciamiento que sobre la terminación del contrato de trabajo sin causa justa emitiera en 2002, en el caso de los trabajadores de la Telefónica, que se viene aplicando por los jueces. “A través de las figuras del “despido incausado” y “fraudulento” –dicen‑, el TC tutela al trabajador frente a despidos que vulneran este derecho (derecho al trabajo), expresamente reconocido en el artículo 22° de la Constitución.”

Pero, rechazan la estabilidad en el trabajo a la que llaman “absoluta”, en los términos siguientes: “Dicha jurisprudencia no ha restablecido, como se afirma equivocadamente, la estabilidad laboral absoluta pues esta supondría que todo trabajador despedido arbitrariamente debe ser repuesto, lo cual no sucede pues la ley prevé en este caso sólo el pago de una indemnización.”

En consecuencia, para ellos, el artículo 27° de la Constitución, que prohíbe el despido arbitrario y cuya correcta interpretación hizo el Tribunal Constitucional en esa histórica sentencia, carece de razón de ser, y, por el contrario, el artículo 34° del Decreto Legislativo 728, que dispone el pago de una indemnización cuando el despido es incausado, sigue en vigencia, pues es la omnipotente “ley”, de rango mayor a la Constitución.

¿De dónde han sacado los firmantes de ese comunicado la expresión “estabilidad laboral absoluta”?

¿De donde va a ser? De la doctrina de derecha más aberrante que la inventó para aterrorizar a los empresarios y notificar a los trabajadores que no insistan en reclamar un absurdo absoluto. Para esta doctrina, que como se ve les han plantado a los firmantes como sacro dogma de concreto armado, el trabajador despedido sin causa sólo debe tener derecho a una indemnización. Si el empresario la paga, el asunto se termina (y el abogado cobra sus honorarios).

¿Hay estabilidad laboral absoluta?

En el trabajo dependiente la estabilidad nunca es absoluta. Si la fuera, el trabajador no podría ser retirado del empleo aunque cometiera falta grave o se invalidara para el trabajo, o la empresa tuviera graves motivos que le impidieran continuar la labor encomendada. El único caso de estabilidad absoluta sería el del dueño de la empresa registrado como trabajador de ésta, que no podría despedirse a sí mismo, salvo que estuviera loco. (Lo cito en mi libro Derecho del Trabajo individual). La estabilidad laboral, en consecuencia, siempre es relativa. El trabajador debe permanecer en el empleo mientras no haya una causa justa para despedirlo. Es la regla central de la utilización de la fuerza de trabajo ajena. Esa causa debe ser tipificada por ley por su importancia, como en el Derecho Penal. No puede quedar librada a la voluntad del empleador ni a la del juez. El efecto jurídico de este derecho del trabajador es su retorno a su puesto con el goce de los salarios caídos si el empleador no prueba la causa justa. Es un derecho del trabajador y no del empleador. Si fuera del empleador, éste podría despedirlo cuando quisiera y cambiar la reposición en el trabajo por el pago de una indemnización. Ejecutando su derecho, el trabajador puede decidir cobrar la indemnización en lugar de ser repuesto con el goce de las remuneraciones no pagadas.

Estos preceptos doctrinarios tan claros fueron asumidos por el Decreto Ley 18471, del 11 de noviembre de 1970, emitido por el gobierno del General Juan Velasco Alvarado, que yo redactara y propusiera. Luego se les incorporó en el artículo 48° de la Constitución de 1979. Han subsistido en la legislación, pese a los retrocesos de esta durante los períodos de gobierno que siguieron hasta que el de Fujimori los eliminó con el Decreto Legislativo 728 de 1991 y la Ley 26513 de 1995. En gran parte, fueron restablecidos por el Tribunal Constitucional en su sentencia mencionada, con una exacta interpretación gramatical y lógica de los artículos 27° y 22° de la Constitución actual.

Es natural que para los firmantes del “pronunciamiento”, la estabilidad en el trabajo nunca haya existido en el Perú, dominados por su animadversión y desdén hacia el régimen cuasi socialista de Velasco Alvarado. Uno de ellos se creyó su inventor cuando Alan García lo llamó para ser ministro de Trabajo, en su primer gobierno. (En realidad fue la CGTP con los dirigentes de entonces quienes la exigieron). Luego se le pasó el sarampión. Tres de ellos, en concierto con lo abogados patronales, aprobaron la erradicación de la estabilidad laboral del proyecto de Ley General de Trabajo que elaboraron a pedido del primer ministro de Trabajo de Ollanta Humala (proyecto tan adorado por los actuales dirigentes de la CGTP y de otras centrales sindicales). No se sabría si los chancacazos recibidos por ese exabrupto los han impulsado a la mezquina concesión que creen haber hecho con su pronunciamiento, con el cual se presentan ante el público como una tropa de samuráis listos a batirse por contrato, pegando unos gritos desaforados como técnica psicológica para asustar a sus adversarios. La verdad es que los samuráis de cinematógrafo y sus émulos nunca han asustado a nadie. Los últimos reales desaparecieron con la revolución industrial Meijí, hacia mediados del siglo XIX, cuando ya nadie requería sus servicios.

Como todos los derechos sociales, la defensa de la estabilidad es un deber de los trabajadores y, en particular de los trabajadores con conciencia de su condición, de su clase y de su poder si se unieran. La acción de los juristas que asumen su defensa por convicción ideológica, y no por conveniencia crematística, los ayuda y mucho, aunque sean pocos. (“Son pocos, pero son …”).

(18/5/2015)

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Por - Publicado el 31-03-2015

Por Jorge Rendón Vásquez

Acto primero

Esopo fue el más grande moralista del mundo. Se supone que vivió entre los años 620 y 560 a.C. Fue esclavo de un filósofo y luego liberto. Enseñaba contando fábulas, las que han pasado a la posteridad gracias a Herodoto, Aristófanes, Aristóteles y Platón.

Se dice que cuando los habitantes de una ciudad griega le escucharon contar su fábula de la cigarra y las hormigas se rieron a más no poder. Pero, luego de unos días, cuando comprendieron lo que había querido decirles, Esopo tuvo que salir corriendo.

En su fábula del lobo y el cordero en el arroyo, que transcribo, reprueba la prepotencia y la arbitrariedad de los fuertes contra los débiles.

Miraba un lobo a un cordero que bebía en un arroyo, e imaginó un simple pretexto para devorarlo. Así, aún estando él más arriba en el curso del arroyo, lo acusó de enturbiarle el agua, impidiéndole beber. El cordero le respondió:

—Pero si sólo bebo con la punta de los labios, y además estoy más abajo y por eso no puedo enturbiarte el agua que tienes allá arriba.

Viéndose burlado, el lobo insistió:

—El año pasado injuriaste a mis padres.

—¡Pero entonces yo ni siquiera había nacido!

El lobo dijo para concluir:

—Ya veo que te justificas muy bien, mas no por eso te dejaré ir, y siempre serás mi cena.

Moraleja: Para quien hacer el mal es su profesión, de nada valen argumentos para no hacerlo. No te acerques nunca donde los malvados.

Acto segundo

El 9 de diciembre del año pasado, la Cámara Baja del Congreso de los Estados Unidos aprobó una ley por la cual se le ordena al Presidente Obama prohibir la entrada a Estados Unidos y congelar sus bienes a funcionarios venezolanos acusados de dirigir o asistir en actos de violencia o abusos serios contra los derechos humanos, arrestos o causas judiciales contra manifestantes antigubernamentales en Venezuela, y declarar a Venezuela como una amenaza para la seguridad del gobierno norteamericano.

El 18 de diciembre Barack Obama firmó el decreto de ejecución de esa ley.

Venezuela no ha afectado de manera alguna la seguridad interna o externa de Estados Unidos.

Para los gobernantes de este país nada importa si la afecta o no. En Venezuela —dicen— se ha reprimido a algunas personas con las cuales ellos simpatizan y cuyos actos contra el régimen legal venezolano apoyan.

El gobierno venezolano replica que esas personas están siendo acusadas y juzgadas de conformidad con las leyes de Venezuela, un asunto inherente a su jurisdicción.

—¡Eso no tiene, la menor importancia! —responden los congresistas norteamericanos—. Los actos de las autoridades venezolanas son ilegales, porque nosotros así lo declaramos. Y, punto.

Ni ley internacional, ni lógica jurídica.

Estamos ante una reedición de aquella fábula de Esopo, quien se reencarna en la opinión y el sentido común de la mayor parte de ciudadanos del mundo.

Las sanciones indicadas sólo pueden ejecutarse en el territorio de Estados Unidos. Por ahora. Podrían ser, sin embargo, el preludio de una escalada para devolverle el gobierno a las clases propietarias venezolanas, ansiosas por recuperar el poder de superexplotar a los trabajadores y campesinos. Como el desastroso antecedente de la Bahía de Cochinos o la debelación de los golpes de Estado contra el gobierno venezolano podrían repetirse si una fuerza armada de esa derecha recalcitrante se lanzase a otra tentativa, podrían estar pensando en una invasión directa de los marines. (¡Elemental, mi querido Watson!)

Acto tercero

Una intervención militar en frío no cae bien, ni siquiera en Estados Unidos. Hay que preparar a su opinión pública que se transmuta cada cierto tiempo en electorado. Pero no sólo allí. Hace falta hacerlo en Latinoamérica, donde hay opinión formada sobre la no injerencia de un Estado en los asuntos internos de otro, sobrepuesta a ciertas reglas de la Carta de la OEA favorables a Estados Unidos.

De hecho, las mayorías sociales de Latinoamérica rechazan la conducta de Estados Unidos con Venezuela, posición expuesta legalmente en las declaraciones de CELAC y UNASUR. La OEA, conducida ahora por el uruguayo Luis Almagro como Secretario General (excanciller del Presidente José Mujica, y electo por 33 votos y 1 abstención) no podría adoptar una decisión justificando alguna agresión de Estados Unidos a Venezuela.

Para los estrategas de la derecha golpista venezolana y sus auspiciadores de los Estados Unidos, el socavamiento del gobierno de su país, constitucionalmente elegido, es, en primer lugar, un asunto mediático. Tienen que insistir en este ámbito, moviendo sus piezas más importantes, entre las cuales cuentan con el marqués Mario Vargas Llosa. Es de suponer que su control haya llamado a este invernal escritor con instrucciones precisas. Un aspecto de su plan fue el Seminario del 26 y 27 de marzo en la Universidad de Lima, financiado por una Fundación Internacional por la Libertad. A veinte invitados especiales, furibundos enemigos de cuanto representa mejora y alegría para los trabajadores y sus familias, les pagaron todos los gastos de movilización, alojamiento y comida, sin descartar algún estipendio. Plata es lo que más tienen. Este seminario, al cual asistieron unos cuantos invitados nacionales que entraban y salían, transcurrió sin pena ni gloria en la opinión de las mayorías sociales. El engreído marqués —acostumbrado a que los políticos se le agachen— ha de estar renegando, y su control ha debido reprenderlo de manera desconsiderada.

No llama ya la atención que sus lambiscones, incluidos los mimetizados en la pretendida izquierda, compartan esa frustración. No han cesado de alabarlo y dedicarle páginas y páginas en los periódicos y revistas en los que pueden escribir, escudando su adhesión a él y a su posición política en sus loas sin freno ni justificación a su producción literaria.

Caída del telón.

(31/3/2015)

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Por - Publicado el 30-03-2015

En el último número de “Hildebrandt en sus Trece” el politólogo Carlos León Moya publica un artículo titulado “El mito Flores Galindo”. Allí el autor asegura que Alberto Flores Galindo ha sido presentado por sus seguidores como alguien mitológico e inalcanzable, con veneración y “adulación silenciosa”. Esta actitud contradiría lo que el propio Flores Galindo reclamara, que «se le pierda admiración y respeto» a su generación y que el pensamiento crítico se ejerza también sobre ella. Para “salir del atolladero” el autor del artículo afirma que las 17 cartas de Alberto Flores Galindo publicadas hace cinco años constituyen a su juicio una «gran revelación». Flores Galindo habría sido alguna vez un ser obsesivo y nervioso, con limitaciones de dinero y afecto y con errores de ortografía, que crítica a la doble moral de la academia limeña y raja del historiador Heraclio Bonilla.

Tonterías.

El autor está más en comidillas y en plan de troleos restrospectivos y póstumos. Desde luego que no sale de ningún supuesto atolladero ni desmitifica nada. La evidencia que presenta no le da para jactarse de ninguna “gran revelación”. Por favor. Eso no es ejercer ningún “pensamiento crítico” sobre nada ni es desmitificar a alguien que, para comenzar, ni siquiera está mitificado.

Los planteamientos de Flores Galindo fueron demolidos duramente por Carlos Iván Degregori, sin que los seguidores del primero hicieran mucho por defender a su maestro o a sus tesis. Y se podría haber dicho mucho. Hoy Flores Galindo es un florero, no un mito. Quien hoy está mitificado más bien es Degregori. Nadie critica sus planteamientos, y menos nadie se mete con su vida privada, como sí se atreven a hacer con Flores Galindo (y con, por ejemplo, Arguedas, a quien rompiendo toda ética profesional, hasta le publican la correspondencia con la psicóloga). Tal vez en algunos años alguien se anime a escribir alguna tesis o libro sobre la vida privada, y en particular sobre la orientación sexual, de Degregori. Y no nos sorprendamos de que los seguidores de Degregori, supuestamente tan progresistas, reaccionen ante ello con indignación similar a la de algunos apristas cuando un escritor se atrevió a escribir sobre la homosexualidad de Haya de la Torre.1 Tabú.

El pensamiento crítico que Flores Galindo reclamaba para su generación iba por otro lado. Flores criticaba el adocenamiento de su generación y su desencanto del horizonte revolucionario y socialista, en el cual él tercamente insistía. Para Flores el fracaso de los socialismos reales no era en absoluto una razón para renunciar al socialismo y a la revolución. El muro de Flores cayó mucho antes que el muro de Berlín y sin embargo Flores no se desencantó de nada. La fortaleza socialista y revolucionaria de Flores no venía de ninguna experiencia extranjera venida a menos, ni tampoco se ató de manos en idealizar a Sendero Luminoso. Flores Galindo era un historiador y su fortaleza venía de la propia historia peruana, de su análisis y comprensión de largo plazo. Flores rechazó duramente las tesis del “otro sendero”, del “desborde popular”, de los “conquistadores de un nuevo poder” y de buena parte de la producción intelectual de los años ochentas asumida por intelectuales otrora revolucionarios. Era una producción que pintaba un avance capitalista que traía progreso y democracia al Perú, ubicándose en buena cuenta de furgón de cola de un relanzado pensamiento neoliberal encabezado por Hernando De Soto.

Pero Flores Galindo no se quedó allí. Se metió con su base material:

“Está de por medio también la incorporación de todos nosotros al orden establecido. Mientras el país se empobrecía de manera dramática, en la izquierda mejorábamos nuestras condiciones de vida. Durante los años de crisis, debo admitirlo, gracias a los centros y las fundaciones, nos fue muy bien y terminamos absorbidos por el más vulgar determinismo económico.”
Reencontremos la dimensión utópica

La cosa no va para nada por que Flores haya sido obsesivo, nervioso y de mala ortografía. Hay en él una invitación a pensar colectivamente sobre un problema real, de importancia para el país.

Por ejemplo:

“El capitalismo no necesita de ese mundo andino, lo ignora. Se propone desaparecerlo. Sobre todo ahora que tenemos nuevamente un discurso liberal, repetitivo y dirigido contra las formas de organización tradicionales. Dispone de instrumentos y posibilidades que antes no tenía.”

Totalmente acertado. Se vio bien clarito con el discurso de “la utopía arcaica” de Mario Vargas Llosa y se ve en la actualidad.

Y pioneramente Flores señalaba:

“Hay que discutir el poder, entonces no hay que discutir la producción y los mercados, sino también dónde está el poder, quiénes lo tienen y como llegar a él. Cuestionar el discurso liberal. Los jóvenes lo pueden hacer. Muchos somos viejos prematuros.”

Pero muchos de estos “viejos prematuros” lejos de cuestionar este discurso liberal, siguieron por el camino socialdemócrata de buscar un “acercamiento entre socialismo y liberalismo” (“Sí, pues, socialdemócrata” sería el título de un artículo de Degregori publicado en la revista “Sí”, aceptando el calificativo de socialdemócrata, atribuído en debates a su organización política).

Después de dos décadas y media de neoliberalismo, buena parte de la izquierda se ha alejado totalmente de los planteamientos de Flores Galindo. No hay “dimensión utópica”, sino oportunismo y transfuguismo. Si vamos a señalar algún atolladero real, habría que comenzar por ahí.

P.S. Más al respecto en: La polémica Flores-Degregori (libios contra zorros), Mariátegui, Arguedas y Flores Galindo y Pueblos originarios e izquierdas originarias.

  1. Algo así para nada es irrelevante en entender a una persona. Aquí el problema es la opresiva y oscurantista sociedad peruana, que condenó y condena a mucha gente a vivir su vida en las sombras. En el caso de Haya es alucinante que se considere su homosexualidad como un defecto y su claudicación ante la oligarquía como una virtud, cuando las cosas son al revés. A Haya se le debería reconocer por haber sido capaz de vivir su vida privada como quería y dirigir un partido de masas en una sociedad totalmente conservadora, y se le debería criticar por renunciar a su programa antioligárquico primigenio. []
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Por - Publicado el 22-03-2015

Por Jorge Rendón Vásquez

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Estimados lectores:

Si los hechos no se documentan su recuerdo puede desaparecer o durará sólo el tiempo que quienes intervinieron en ellos o fueron sus testigos los conserven en su memoria. Este aserto vale tanto para los hechos personales y familiares (documentos, cartas, fotografías), como para los de grupos más extensos.

Viene al cuento a raíz de una andanada contra los derechos laborales, protagonizada con ciertos dirigentes sindicales y políticos empeñados en remachar el despojo de un conjunto de derechos laborales llevado a cabo en los períodos de Fujimori, Toledo, García y Humala. Su modus operandi es clamar por la aprobación de un proyecto de Ley General del Trabajo, —consensuado por ellos en un 85%— que formalizaría ad semper ese despojo.

El Capítulo sobre el Trabajo de la Constitución de 1979 incluyó un conjunto bastante completo de los derechos laborales que los trabajadores habían alcanzado hasta ese momento. Algunos tenían su origen en huelgas suscitadas desde comienzos del siglo XIX, muchos habían sido dados por el gobierno del General Juan Velasco Alvarado —debidas a mi iniciativa— y otros surgían de propuestas personales o institucionales. Pero tras casi todos se levantaba como trasfondo la lucha de los trabajadores, sus privaciones cuando los arrojaban al desempleo; la prisión, torturas, deportación y muerte de muchos de sus dirigentes y militantes y de estudiantes e intelectuales identificados con ellos. Generosamente, todos luchaban por las clases trabajadoras, entendidas como un conjunto conceptual opuesto dialécticamente a las clases opresoras. Era su acción desinteresada, moralmente limpia y entregada a una causa que los trascendía.

Ese Capítulo no apareció en la Asamblea Constituyente por generación espontánea.

En mi libro Derecho del Trabajo, Introducción (Lima, Editorial Tarpuy, 1988) relato la manera cómo fue redactado y aprobado y quiénes aportaron el texto que sirvió de base a los debates de la Comisión de Trabajo, del que salieron muchos de los artículos que conforman este Capítulo. Sin el convencimiento y decisión de los dirigentes de entonces de la CGTP este Capítulo sería inexplicable. Eran otros dirigentes. Muchos de ellos se habían fogueado en la clandestinidad y las prisiones. Estábamos en la misma onda y compartíamos un mundo conceptual que habíamos aprehendido desde jóvenes y del que nunca nos apartaríamos.

Los documentos que transcribo a continuación documentan ese momento de la historia del Perú.

(22/3/2015)

 

Numeral tomado de mi libro Derecho del Trabajo, Introducción (Lima, Editorial Tarpuy, 1988)

 

119.- Elaboración y aprobación del Capítulo Del Trabajo de la Constitución de 1979.- La alianza de hecho del Partido Aprista con el Partido Popular Cristiano no pudo funcionar en la preparación y aprobación del capítulo Del Trabajo por la enorme presión de los representantes de la izquierda, y, principalmente, de quienes eran también dirigentes sindicales, los que, a su vez, expresaban con su presencia e intervenciones la enorme  presión e inquietud de las clases trabajadoras peruanas.

La parte que de la Carta Constitucional debía ser dedicada a las relaciones laborales fue encomendada a la Comisión Nº 12 de “Trabajo y Derecho Sindical”, que estuvo integrada por  4 representantes del Partido Aprista Peruano: Romualdo Biaggi Rodríguez quien la presidió, Julio Cruzado Zavala, Secretario General de la Confederación de Trabajadores del Perú, Luis Negreiros Criado y Josmell Muñoz Córdova; 2 del Partido Popular Cristiano: Rubén Chávez Guevara y Miguel Angel Arévalo del Valle; 1 de la Unidad Democrática Popular: Ricardo Díaz Chávez; 1 del Partido Comunista Peruano: Isidoro Gamarra, Presidente de la Confederación General de Trabajadores del Perú; 1 del Partido Socialista Revolucionario: Miguel Echeandía Urbina; y 1 del Frente Obrero Campesino Estudiantil: Juan Cornejo Gómez.

Como primer paso, esta Comisión pidió a las organizaciones de empleadores, a las confederaciones sindicales de trabajadores, a representantes del Fuero Privativo de Trabajo, del Ministerio de Trabajo y de la Oficina Regional de la OIT, y a algunos profesores universitarios que le expusieran sus opiniones. Las exposiciones se hicieron verbalmente con algunas sugerencias escritas. Sólo la CGTP presentó un proyecto íntegro del articulado que a su juicio debería contener la Constitución en materia de relaciones de trabajo,[1] documento que fue utilizado por la Comisión como material de trabajo inicial. En el momento de la redacción del articulado, los dirigentes sindicales de izquierda, y entre ellos el Presidente de la CGTP, apoyado por el Secretario General de esta organización Eduardo Castillo Sánchez, quien también era constituyente, les plantearon a los representantes sindicales apristas la necesidad de coincidir en un texto que, al margen de las diferencias partidarias, fuese favorable a los trabajadores. La respuesta de los representantes indicados fue positiva, y ellos tramitaron en el seno de su partido el apoyo de un vasto sector de él a los artículos que se iban redactando en la Comisión por consenso entre los representantes del aprismo y de la izquierda, a diferencia de lo que sucedía en las demás comisiones en las que la izquierda había sido aislada. El texto así elaborado fue luego entregado a la Comisión Principal, donde los representantes del Partido Aprista lo respetaron, salvo en cuanto a algunas modificaciones y agregados.[2]

El proyecto de Constitución fue terminado de aprobar por la Comisión Principal el 29 de marzo de 1979, y publicado de inmediato en “El Peruano”. El 1ro. de abril del mismo año comenzó el debate en la Sesión Plenaria. El capítulo Trabajo fue discutido en la 33º sesión, el 19 de abril. Vuelto a la Comisión Principal, para examinar las sugerencias, ésta los trató en sus sesiones del 20 y 23 de abril.[3]  Las adiciones introducidas en este momento fueron: la declaración de que el Estado reconoce al trabajo como fuente principal de la riqueza, en la forma referida; un acápite a solicitud de Roger Cáceres Velásquez del Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos, estableciendo que a nadie puede obligarse a prestar trabajo personal sin su consentimiento y sin la debida retribución, como lo decían las Constituciones de 1920 y 1933, (en la sesión plenaria Javier Diez Canseco había manifestado ya antes que no había en el proyecto del Capítulo Trabajo ningún artículo que prohibiera el trabajo gratuito); el señalamiento de que la igualdad de remuneración entre el hombre y la mujer por igual trabajo, que ya estaba en  el proyecto, se refiere al trabajo  prestado en idénticas condiciones al mismo empleador; la declaración de que la ley organiza el sistema de asignaciones familiares a propuesta del representante Roger Cáceres Velásquez en la sesión plenaria con la oposición del Partido Popular Cristiano; la prescripción de los derechos sociales a los quince años de la terminación del contrato de trabajo propuesta por Alaiza Grundy del Partido Popular Cristiano, oponiéndose a Josmell Muñoz del Apra, quien había postulado la imprescriptibilidad de los derechos sociales; la sindicalización de los trabajadores no dependientes de una relación laboral propuesta por Roberto Ramírez del Villar del Partido Popular Cristiano recogiendo una intervención del representante del Partido Unión Nacional Manuel Adrianzén Castillo en la Sesión Plenaria, quien pidió que se extendiera el derecho de sindicalización a los trabajadores independientes;[4] y la apertura de un nuevo capítulo sobre la función pública propuesto por Roberto Ramírez del Villar, quien presentó el proyecto de artículos adicionales a los que ya se hallaban contenidos en el proyecto.

Inmediatamente después, el texto del Capítulo Trabajo, a excepción de un artículo, fue aprobado en la Sesión Plenaria del 23 de abril. Los artículos aprobados por mayoría lo fueron por el voto coincidente de los representantes del centro y de la izquierda, salvo los referentes a la disolución de las organizaciones sindicales por acuerdo de la Corte Suprema, y el mandato de sujetar el ejercicio de la huelga a la ley en que algunos representantes de la izquierda prefirieron abstenerse. El artículo sobre la creación de un banco de los trabajadores, iniciativa de Julio Cruzado Zavala, fue introducido en una última sesión del mes de julio.

[1] El Autor preparó este proyecto, a pedido del Secretariado de la CGTP. Una gran parte de lo que fue luego el Capítulo Del Trabajo de la Constitución se halla en este proyecto, como las reivindicaciones fundamentales de los trabajadores peruanos en ese momento.

[2] El representante del Partido Aprista Romualdo BIAGGI así lo reconoció en la sesión plenaria al tratarse del proyecto del Capitulo “Del Trabajo” de la Comisión Principal, en los términos siguientes: “nosotros reconocemos —y lo declaramos de modo público— que la Comisión Principal de Constitución ha recogido, si no en su totalidad, por lo menos en un porcentaje apreciable los principios y los conceptos que sustentan la ponencia presentada por la Comisión Especial Nro. 12 que me corresponde el honor de presidir por decisión de esta Asamblea […] Esta Comisión, además de su conformación multipartidaria con la presencia de personeros autorizados de sus respectivas colectividades políticas, tuvo la suerte singular de reunir en su seno a esclarecidos líderes sindicales y profesionales vinculados por mucho tiempo a los quehaceres del derecho social.” Diario de Debates de la Asamblea Constituyente, T. IV, pág. 171, sesión del 19/4/1979.

[3] Véase Libro de Actas de la Comisión Principal, pág. 357 y ss.

[4] Diario de los Debates, t. IV, p. 177.

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Por - Publicado el 22-03-2015

Por Silvio Rendon S.

Los actuales dirigentes de la CGTP finalmente les dieron nivel oficial a las calumnias que habían venido deslizando desde años contra mi padre, el Doctor Jorge Rendón Vásquez. En su última «Asamblea Nacional de Delegados» emitieron una «MOCIÓN POR LA UNIDAD SINDICAL DE CLASE Y CONTRA LOS ENEMIGOS DE LA CGTP» en que se manifiesta entre otras cosas lo siguiente.

Que el abogado Jorge Rendón Vásquez y otros abogados vienen distribuyendo información falsa y sesgada sobre la CGTP y su dirección nacional, entre algunos sindicatos que son sus clientes, como en algunos espacios públicos y redes sociales; con adjetivos que lindan con la acusación de supuesta traición de la dirección nacional de la CGTP a los intereses de los trabajadores.
(…)
Que los hechos anteriormente descritos, se articulan a las acciones de algunas personas y grupos que vienen animando la formación de una quinta central sindical, para debilitar más el movimiento sindical y popular organizado y para lo cual están promoviendo la anarquía y pretendiendo suplantar el rol de los sindicatos y lograr la desafiliación de bases y federaciones de nuestra central.

Y resuelven:

Rechazar y combatir en todos los espacios, marcando a fuego, de manera contundente contra todos los intentos personales y de grupo por dividir el movimiento sindical de clase.

Rechazar y combatir de manera específica, la acción antiunitaria y anticegetepista que desarrolla el abogado Jorge Rendón Vásquez y otros en el movimiento sindical. Alertando a los sindicatos de base a no dejarse engañar por las acciones del citado personaje y otros abogados mercantilistas.
(…)
Reafirmarnos en la más amplia unidad sindical de clase y en contra de todo intento divisionista de la central sindical fundada por José Carlos Mariategui. El que divide al sindicalismo de clase, traiciona los intereses de los trabajadores y trabajadoras del país.

No son acusaciones nuevas de parte de la camarilla que dirige la CGTP. Las han venido lanzando extraoficialmente a través de sus comunicadores, Carlos Mejía y José Chahua, dos burócratas sindicales dedicados al sicariato mediático.

Esta moción de la dirigencia de la CGTP ha sido ya respondida por mi padre en este mismo blog, ver Respuesta a un amenazante comunicado de los dirigentes de la CGTP (quien también le ha respondido al vocero de la CGTP José Chahua aquí), como por el Partido Socialista de los Trabajadores del Perú (PST) también declarado «enemigo» por los dirigentes de la CGTP, ver aquí. Esta moción también ha sido criticada duramente por el ex-secretario general de la CGTP Gustavo Espinoza, aquí.

Esto es para mí un tema personal. Mi padre no pertenece a ninguna organización política que pueda hacer frente a una condena tan absurda de parte de un grupo organizado. Es una persona independiente que sólo cuenta con el apoyo de sus familiares, amigos, colegas, ex-alumnos y trabajadores, como de toda persona que simpatice con sus criterios. Se ha ganado esta suerte de excomunición de parte de la camarilla de la CGTP por escribir, y por muchos años, en contra de la «Ley General del Trabajo». Sus artículos son conocidos y muy claros. Constituyen una exposición detallada de motivos por los cuales esta ley es lesiva a los intereses de los trabajadores. Ver este cuestionamiento a la Ley General del Trabajo y esta carta abierta a los dirigentes de la CGTP. Estas críticas al proyecto de LGT fueron también hechas por el ex secretario general de la CGTP Valentín Pacho, quien lo calificó abiertamente de proyecto neoliberal, ver Cambio o Maquillaje.

Los dirigentes de la CGTP y sus asesores, conocidos abogados laboralistas, ex funcionarios toledistas, que han estado detrás de la «consensuada» «Ley General del Trabajo» tallereándose a las bases sindicales sobre lo bueno que es esta ley, han rehuído todo debate de tipo jurídico o político. En vez de una abierta confrontación de ideas han recurrido al liquidacionismo y a la calumnia, lanzados al público a través de los mencionados sicarios mediáticos.

Y no sólo las han oficializado, sino que sus calumnias van aumentando y volviéndose cada vez más amenazantes A esta camarilla hay que hacerle el pare en su liquidacionismo. Ver la siguiente intervención de una sección de la CGTP:

CGTPLimaprv

Inaceptable. Dado que he construído el presente espacio, desde luego que me siento obligado a decir algo en mis propios términos, y es a lo que he dedicado el presente post. A responder a las inverosímiles calumnias que han lanzado ahora oficialmente contra mi padre.

1. «Jorge Rendón Vásquez guardó silencio durante la dictadura fujimorista»

José Chahua, funcionario de la CGTP:

– Parece que Rendón sabe de esa viejas tretas y las uso muy bien durante la dictadura fujimoristas cuando desapareció, en momentos que los trabajadores eran asesinados y despedidos y fue la central una de las organizaciones de resistencia ¿Dónde estuvo Rendón?

– Y disculpa Rendón, no represento a la CGTP, ni hablo por nadie. Soy un trabajador que considera fundamental la defensa del gremio. Así que este debate es entre tú y yo, si es que no decides esconderte, cómo lo hiciste durante la dictadura fujimorista.

– Que tu padre se escondio en la dictadura es una gran verdad.

– Por supuesto que he leído las barbaridades del Rendón y conozco de sus servicios que prestó a la dictadura militar y cómo se escondió durante la dictadura fujimorista, cuando las cosas eran complicadas y la CGTP ponía los muertos.

Carlos Mejia, funcionario de la CGTP:

– Me parece que el punto de José Chahua no es ese. Sino la disonancia entre ser revolucionario en tiempos de Velasco y guardar estruendoso silencio en los 90s cuando estaba Fujimori.

José Chahua, esta suerte de aprendiz de Goebbels que se alucina Aquiles retando a Héctor, desde luego que es parte de la camarilla de la CGTP. Basta hacer una búsqueda en Google con las palabras «José Chahua Departamento de Prensa y Comunicaciones de la CGTP», aquí, para que se vea cómo esta persona es la encargada de la propaganda de la camarilla que dirige la CGTP.

Es totalmente falso que mi padre guardara «estruendoso silencio» durante el fujimorismo. Mi padre se pronunció tajantemente en contra de los decretos fujimoristas, dentro de lo que es su especialidad, el derecho laboral. Escribió artículos y libros condenando los decretos fujimoristas, la privatización de la seguridad social y salió a a dar el debate con los abogados patronales. Difícilmente los actuales abogados que asesoran a la CGTP podrían exhibir una trayectoria de defensa de los derechos laborales más extensa que la de mi padre, incluso en los años noventas.

Y más aún, aquí pongo a disposición de los lectores un folleto dirigido a los trabajadores que mi padre escribio en 1993 expresando fundamentadamente su rechazo al sistema de AFPs.

JRVAFPs

Este documento está disponible aquí.

¿Se quedó callado?

De ninguna manera.

En 1993, en plena dictadura fujimorista cuando ésta supuestamente tenía un gran apoyo social, mi padre estaba dando la batalla contra la privatización de la seguridad social en el Perú.

Preguntémonos más bien dónde estaba Mario Huamán en ese año. ¿Luchando contra el fujimorismo? No. Estaba tan alterado que «se le escapó» un certero balazo en la cabeza de su cuñado y luego estaba cumpliendo una condena de un año de cárcel suspendida. Muy raro que la dictadura fujimorista que controlaba el poder judicial y que asesinó a Pedro Huillca fuera tan generosa con este dirigente sindical, que sacó barata su supuesta negligencia. Cuando a Huamán en setiembre de 2008 la prensa le sacó el asunto, durante el segundo gobierno de Alan García, su defensa fue decir que el disparo fue casual y que su hermana ya lo había perdonado. Sólo un año, y de cárcel suspendida y condicional (más 500 soles de reparación a los familiares de su víctima) por un «homicidio culposo», así se trate de una negligencia criminal, es muy poco. Apristas como Mauricio Múlder aseguraron que la pena había sido tan corta gracias a una negociación que hizo Mario Huamán con Vladimiro Montesinos. Definitivamente los partidarios de Alan García y la prensa patronal tenían razones para socavar así a Huamán en el 2008, pero eso no quita que la conducta de Huamán en 1993 y su corta condena sea muy sospechosa. En los años siguientes a 1993 en la dirigencia de la CGTP Huamán fue el brazo derecho de José Luis Risco, que luego salió del armario de la abierta derechización. Nadie se derechiza así de la noche a la mañana. Todo muy sospechoso. Y esta es la gente que en su legitimación como dirigencia utiliza copiosamente los nombres de los dirigentes sindicales asesinados.

2. «Jorge Rendón Vásquez apoyó la dictadura de Velasco»

José Chahua:

– ¿Se ve que extraña la dictadura militar, a la cual él sirvió con beneplácito, y donde se aprobaban las normas al garrotazo sin derecho a réplica? Para la CGTP la democracia es fundamental para el desarrollo de los trabajadores y la obtención de sus reivindicaciones.

– El pasado militarista de Rendón, le hace olvidar que en una democracia hay intereses en conflicto, y que la CGTP es un actor, al igual que los sindicatos empresariales, y que sólo las reglas democráticas pueden resolverlo.

– Ah verdad! A ti a tu padre les gustan las dictaduras militares, sorry. No hay nada nuevo en tu refrito.

Mi padre trabajó en el gobierno de Velasco precisamente dando leyes a favor de los trabajadores como la ley de estabilidad laboral de esos años. Que desde el empresariado o la derecha se venga a cuestionar este trabajo, que solo benefició a los trabajadores, se entiende. Pero ¿qué significa que desde la dirigencia de la CGTP, que apoyó y fuertemente a Velasco, salgan con estas acusaciones?

Nomás recordemos cómo la CGTP apoyaba a Velasco. Aquí va una foto de 1970, tomada de la revista Caretas (ver serie de fotos aquí):

CGTPVelasco

Ocurre que ha habido un gran cambio dentro de la dirigencia de la CGTP. Esta no es la CGTP de Isidoro Gamarra y Pedro Huillca, sino la CGTP de José Luis Risco y sus delfines, como Mario Huamán, gente turbia que se ha resignado al poder del neoliberalismo.

Y más aún, lo que esta actitud renegada de la propia historia de la CGTP sugiere es que esta camarilla simplemente rechaza la ley de estabilidad laboral promulgada por el gobierno de Velasco. Asesorada por abogados toledistas esta camarilla antivelasquista prefiere la Ley General del Trabajo consensuada «democráticamente» precisamente por sus asesores laborales, que elimina la estabilidad laboral y consagra la tercerización y los services. Hay aquí un tema de fondo que veremos abajo.

3. «Jorge Rendón Vásquez promueve el divisionismo»

Carlos Mejía:

– ¿Estamos ad portas de una nueva central sindical? ¿Es esa la verdadera estrategia de Rendón Vásquez? En todo caso, resulta lamentable que compañeros y compañeras que siempre tuvieron las puertas abiertas y el apoyo solidario de la CGTP, pero nunca quisieron exponer abiertamente puntos de vista, prefieran armar tienda aparte sin mayores razones que las ambiciones de un abogado en el otoño de su vida, que busca el reconocimiento que cree merecer.

– Lo que me queda claro es que efectivamente Jorge Rendón Vásquez (abogado) y el entusiasta grupo del PST (obviamente troskistas) promueven con sus acciones y grandilocuentes discursos, la formación de una nueva central sindical. Es su derecho, claro está, pero para hacerlo deberían formar nuevos sindicatos antes que tratar de separar sindicatos de la CGTP.

José Chahua:

– no vale la pena tomar en consideración las dudas de Rendón porque no tienen el propósito de promover el debate, sino de ocultar un resentimiento profesional contra la central y obvio, eso concatena con potenciales clientes sindicales y ayuda a profundizar el divisionismo.

La camarilla de la CGTP habla de divisionismo fomentado por Jorge Rendón Vásquez: «las ambiciones de un abogado en el otoño de su vida, que busca el reconocimiento que cree merecer».

Ridículo.

¿Una persona les va a dividir la organización? ¿Tan peligrosa es esta persona que tienen que condenarla en una asamblea nacional de delegados? No se lo creen ni ellos.

Lo que ocurre es que la camarilla de la CGTP está siendo muy cuestionada dentro del movimiento sindical, incluso dentro de la propia CGTP. Hay muchos importantes sindicatos que no están de acuerdo con la estrategia de la CGTP para el movimiento sindical con sus pocos resultados que mostrar. Es muy evidente. Mi padre ha estado escribiendo fundamentadamente contra el proyecto de Ley General del Trabajo, y hay trabajadores que lo leen y escuchan. Aquí va una foto en un reciente evento celebrado por sindicalistas que cuestionan a la camarilla de la CGTP:

JRVdebate

El gran problema para la camarilla no es Jorge Rendón Vásquez, sino la bases sindicales descontentas con la conducción de la CGTP. Estas bases sindicales, si la camarilla sigue con sus actitudes excluyentes y liquidacionistas, podrían tomar su propio camino. Así ocurrió a fines de los 1960s con los sindicatos clasistas que no encontraron cabida en una inoperante CTP y refundaron la CGTP, que comenzó muy pequeña, pero que llegó a ser la principal central sindical del Perú, un prestigio que la actual camarilla está dilapidando.

4. «Jorge Rendón Vásquez es un abogado mercantilista»

Carlos Mejía:

– La crisis del sindicalismo significó para muchos de esos abogados simplemente un cambio de giro, un reacomodo de oficina, perder algunos asistentes, hacer más asesorías individuales y menos negociaciones colectivas. Pero para la CGTP representó el asesinato de muchos dirigentes como Walter Alarcón, Hilario Ayuque, Saúl Cantoral, Enrique Castilla y claro nuestro Pedro Huilca Tecse.

– las ambiciones de un abogado en el otoño de su vida, que busca el reconocimiento que cree merecer.

Esta «teoría» de la camarilla de la CGTP, repetida en la vergonzosa moción de la asamblea de delegados de la CGTP, es risible y revela ignorancia y prejuicio. La actividad principal de mi padre por años fue la docencia en la Universidad de San Marcos. Su base material principal no estaba ni está en la asesoría jurídica a nadie. No perdió ningún asistente ni tuvo que hacer más asesorías individuales ni nada de lo que especula la camarilla. Mi padre se dedica desde hace ya varios años a la literatura. Ha escrito varios libros de cuentos y dos novelas, más un reciente libro testimonial sobre la revolución de Arequipa de 1950. La labor de asesoría jurídica que tanto le preocupa a la camarilla que dirige la CGTP es principalmente, que yo sepa, a sindicatos mineros del sur del Perú, que conocen de la trayectoria y competencia profesional de mi padre en su especialidad. Son estos sindicatos los que han contactado a mi padre en búsqueda de asesoría. No es mi padre el que anda buscando a sindicatos para ninguna agenda de nada, como acusa la camarilla de la CGTP.

Y por cierto, dos cosas más sobre este último punto. Es verdaderamente grosero e innecesario que Carlos Mejía y José Chahua escriban con tanto desprecio contra mi padre que ni siquiera pueden referirse a él como «doctor». «El abogado Jorge Rendón Vásquez» escribe temprana e irrespetuosamente Carlos Mejía hace ya tres años, y su colega José Chahua igual y hasta más grosero y matonesco. En cambio a sus asesores los tratan así: «Dr. Alfredo Villavicencio» (Mejía, aquí), «Dr. Javier Neves» (Chahua, aquí). Todo vale en la estrategia liquidacionista de los dirigentes de la CGTP.

Y segundo, es verdaderamente manipulador que ambos propagandistas en redes sociales utilicen a los mártires de la CGTP para defender la actual posición a favor de la Ley General del Trabajo de parte de la camarilla que dirige la CGTP. Es difícil imaginarse a combativos dirigentes, mencionemos nomás a Saúl Cantoral, refrendando una ley que consagra la tercerización y los services. Y es además ignorante de parte de Mejía poner en esa lista a «Walter Alarcón», que es un sociólogo que alguna vez estuvo en el IEP. La inercia oenegista de Mejía. Fue Javier Alarcón el dirigente sindical desaparecido durante el gobierno de Alan García, ver aquí.

Hasta aquí las acusaciones directas contra mi padre. Vayamos ahora a

Algunos temas de fondo

1. Por qué la dirigencia de la CGTP, guiada por sus asesores, apoya el proyecto de Ley General del Trabajo

En enero de 2012 el Dr. Alfredo Villavicencio Rios, que había sido vice-ministro con Toledo les hace esta presentación a los dirigentes de la CGTP PPT LGT FINAL Resumen 23 01 2012 vFinal

AlfredoVillavicencioCGTP
Imagen tomada de Carlos Mejía, aquí.

Como se puede apreciar, es una presentación en que se presenta a la Ley General del Trabajo como algo muy conveniente para los trabajadores.

En marzo de 2012 Carlos Mejía escribe, aquí, muy favorablemente sobre este proyecto y asegura que dada la correlación de fuerzas «esta propuesta es lo mejor que se puede lograr»:

Gracias al Dr. Alfredo Villavicencio, miembro de la Comisión de Expertos, puedo alcanzarles el documento en cuestión. Es de lectura obligatoria para dirigentes, delegados y sindicalistas. En verdad, cualquier trabajador y trabajadora más o menos preocupado por su futuro debería leerlo.

Ciertamente, tal como anda Doña Correlación de Fuerzas, esta propuesta es lo mejor que se puede lograr. Sus méritos no son pocos y pueden hacer la diferencia. Huelgas eficaces, negociación por rama, libertad sindical garantizada, fin de los despidos a dirigentes sindicales, no son poca cosa. Si Arquimedes buscaba un punto de apoyo para mover la tierra, pues esta LGT podría ser nuestro punto para empezar a mover las cosas por aquí.

Como me decía un viejo sindicalista: Dadnos negociación por rama y libertad sindical. El resto, lo haremos nosotros.

Si esta es la posición de los dirigentes de la CGTP, que «esta propuesta es lo mejor que se puede lograr», ¿qué tal si la defienden abiertamente y salen a explicarla al público en general y en particular a sus bases sindicales? ¿Qué tal si los abogados que los asesoran, no sólo se dedican a hacerles presentaciones internas y «talleres», sino también salen a debatir con otras personas que cuestionan esta ley?

Otro abogado que asesora a la dirigencia de la CGTP, parte del equipo que «consensuó» la Ley general del Trabajo es el ex ministro de trabajo de Toledo Dr. Javier Neves, aquí, con su fotito más:
SUTTP

Estos dos asesores, de formación socialdemócrata, ambos de la Universidad Católica, al parecer suscriben la agenda de flexibilización laboral y aprueban eliminar la estabilidad laboral de las leyes peruanas. Eso es lo que les inculcan y refuerzan a la dirigencia de la CGTP, como se puede ver en la presentación adjunta. Les hacen creer que eso es lo mejor que pueden lograr. Acaso simplemente rechacen la estabilidad laboral; tal vez crean que la estabilidad laboral es inconveniente para los trabajadores, siguiendo el discurso de los empresarios. Ya otros «ideólogos» de la dirigencia de la CGTP como Carlos Mejía justificarán tal adopción de la Ley General del Trabajo en términos que «la correlación de fuerzas» no es favorable a los trabajadores, dentro de una concepción en que los logros para los trabajadores se obtienen «democráticamente» en «mesas de diálogo» con los empresarios.

¿De qué «correlación de fuerzas» hablan estos señores? Desde luego que si medimos la correlación de fuerzas que hay dentro de una «comisión de expertos» llena de abogados empresariales donde sólo hay dos abogados que asesoran a los trabajadores, se trata de una correlación de fuerzas desfavorable. Pero ésa no es la correlación de fuerzas en el movimiento social. Miremos nomás cómo la gran y persistente movilización de los jóvenes logró la derogación de la «Ley Pulpín», con los dirigentes de la CGTP yendo a remolque.

En los años ochentas, el gobierno de Belaúnde lanzó la «concertación» a cargo de Alfonso Grados Bertorini, ministro de trabajo de entonces. El movimiento sindical era muy claro en que no podía haber «concertación» laboral con un modelo económico neoliberal. La CGTP, entonces asesorada por mi padre, acabó retirándose, finalmente, de la «comisión tripartita» de Grados, luego de una gran presión de diversos sindicatos, que en cada manifestación pública coreaban «la lucha está en las calles y no en la Tripartita». Pasó lo mismo con los dirigentes indígenas que se movilizaron en lo que acabó en el «baguazo» de García, Cabanillas y Simon: entendieron que las mesas de diálogo son mecidas y optaron por una gran movilización nacional con el fin de derogar los «decretos de la selva». Los dirigentes de la CGTP, resignados a que la LGT «es lo mejor que se puede lograr», no lo han entendido aún o no lo quieren entender.

2. Los dirigentes de la CGTP han abandonado el sindicalismo de clase para adoptar un sindicalismo genuflexo con la patronal
No es ningún secreto que los dirigentes de la CGTP reciben un fuerte apoyo principalmente de Comisiones Obreras de España. De ahí sus movilizaciones a la embajada de España en apoyo a sus financiadores.

Es una CGTP financiada con dineros de Comisiones Obreras de España. Estos dineros no proceden de las cotizaciones de los trabajadores españoles, sino que son dineros públicos, de los contribuyentes europeos; son fondos de la Unión Europea destinados a «apoyar» al sindicalismo en el Perú. Desde luego que apoyan el sindicalismo genuflexo que estamos viendo: que lleva década y media siendo cómodamente mecido en comisiones tripartitas que no conducen a nada positivo para los trabajadores.

Las finanzas del sindicato se sustentan en un porcentaje elevadísimo (muy superior al 70 %, variando cada año) gracias a las subvenciones de muy variado tipo que recibe CCOO de la patronal y de los diversos gobiernos (europeo, estatal, regional, municipal) y de muchas instituciones, justificadas por presencia en reuniones de los dirigentes sindicales, pago de cursos de formación, aporte de las arcas públicas (por ejemplo de los Presupuestos Generales del Estado CCOO recibe cada año más de 10 millones de euros). Aunque la forma más perversa de recogida de fondos por CCOO es una cantidad por cada trabajador despedido que pagan las empresas a los sindicatos que firman, facilitando los despidos, el expediente de rescisión de contratos (justificado este dinero por los gastos jurídicos del sindicato en la tramitación del expediente). Es decir que si hay más despedidos el sindicato cobra más (y no son pequeñas cantidades, son en total millones).

A parte de ello CCOO recibe, cada año, para “invertirlos” directamente en Latinoamérica, cientos de millones de euros de la UE (Unión Europea) fundamentalmente, justificados como “Proyectos de Ayuda”, también llamados Proyectos de Solidaridad, que después se pagan en formas muy diversas, cursos de formación (¿con qué contenido?), anuncios en las publicaciones de los sindicatos latinoamericanos (por ejemplo en la segunda página del órgano mensual del PIT-CNT de Uruguay, y en el boletín de la mujer de la CGT de Perú) o como ayudas para hacer Congresos o comprar locales para la actividad sindical.

Quim Boix: La dirección de CCOO es hoy parte del poder corrupto burgués

Leer completo el artículo de Quim Boix, totalmente crítico con las prácticas corruptas de Comisiones Obreras en España. Esta es una ventana por la cual los gobiernos de la Unión Europea influyen en el Perú a través de sus sindicatos.

Y no sólo eso. A Carlos Mejía le cayó esta dura crítica desde México por pronunciarse a favor de la «unidad» con la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL). El «sindicalismo libre» fue un engendro de la CIA en la época de la guerra fría.

Carlos E. Mejía, empleado o funcionario (¿?) del Instituto de Estudios Sindicales de la Confederación General de Trabajadores de Perú (CGTP), publicó el 1 de agosto de 2006, en la propia tribuna de la CGTP (www.cgtp.org.pe), un artículo expresando algunos “apuntes sobre el debate de la unidad sindical internacional”.

El presente artículo es una crítica a esos “apuntes”. Mejía no solamente hace el juego a las corrientes de la derecha, repitiendo mecanicistamente la argumentación de las cúpulas sindicales pro-imperialistas, sino que ofende la trayectoria y sacrificio de los sindicalistas clasistas y revolucionarios, en Perú y en el mundo. Tales opiniones son injustas e inmerecidas. Por ello, desde México, con base en nuestra trayectoria de lucha obrera sostenida durante décadas, presentamos los siguientes comentarios.
La falsa “unidad” de la CIOSL

Estamos pues ante una dirigencia totalmente distanciada del sindicalismo revolucionario que algún día enarboló la CGTP. Es una dirigencia oenegizada y capturada políticamente por una línea oportunista de derecha.

3. El problema político
Y a nivel político este cuestionamiento ocurre también dentro del partido que dirige la CGTP, el Partido Comunista Peruano que edita «Unidad». Ver por ejemplo, aquí o aquí o aquí. Este partido no es el partido de Jorge del Prado, sino un partido de oscuros dirigentes ganados por el oportunismo. Desde otros partidos de izquierda siempre se ha visto a este PC como «revisionista» (desde el maoísmo) o como «estalinista» (desdel el trotskismo). Bueno, pues no son ni lo uno ni lo otro. Son un grupo de oportunistas, totalmente derechizados y resignados al poder del neoliberalismo, cuestionados por los propios militantes del PC-U.

¿En qué acabará todo esto? Tal como va la dirección del PC-U y de la CGTP, este partido y esta central sindical van camino a desaparecer. Lo que queda del PC-U va camino a asimilarse a otras corrientes políticas y la dirigencia de la CGTP va camino a asimilarse a las ramas sindicalistas de las socialdemocracia internacional, salirse de la Federación Sindical Mundial y afiliarse a la Confederación Sindical Mundial, donde está afiliada Comisiones Obreras de España.

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Textos de
Carlos Mejía: aquí, aquí y aquí.
José Chahua: aquí, aquí y aquí.

Textos de Jorge Rendón Vásquez, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí.

Un texto mío: Los dirigentes de la CGTP con el Poloff de la embajada de los EEUU

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Dos sicarios mediáticos que fungen de «ideologos» de la CGTP. Imágenes y textos tomados de Jornal de Arequipa, aquí y aquí.

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«La CGTP no ha apoyado la Ley General del Trabajo». «Se consensuó un debate, no una ley», niegan los voceros de la dirigencia de la CGTP, cuando ni bien se derogó la «Ley Pulpín» se subieron al carro de relanzar el proyecto de Ley General del Trabajo con la consigna: «¡Ahora vamos por la Ley General de Trabajo!»
Huamán agachadito ante Humala.

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Mario Huamán gigante dirigiendo a las masas.
Un gracioso «culto a la personalidad» de Huamán de parte de sus seguidores.
Necesita pues este tipo de apoyo.
Imagen tomada de aquí

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