Por - Publicado el 05-11-2019

1. En el futuro recordaré el pasado
Mario Vargas Llosa no baja de cierto nivel narrativo. Es indiscutible que tiene tablas, pluma, cancha. Pero en «Tiempos recios» no ha dado el do de pecho que dio en desempeños anteriores. Es una narración omnisciente tan fragmentada como repetitiva, como para que el lector fije ideas, con autohomenajes como las leonciopradinas «torneadas piernas» e incluso homenajes nada menos que a García Márquez:

«Cuando, mucho tiempo más tarde, en su exilio itinerante, su memoria pasaba revista a esos escasos tres años y medio que estuvo en el poder, Jacobo Árbenz Guzmán recordaría como la experiencia más importante de su gobierno aquellas semanas de abril y mayo de 1952 en que presentó su anteproyecto de Reforma Agraria al Consejo de Ministros, para luego someterlo al Congreso de la República.»

(“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”)

2. ¿Dónde está Wally?
En todas sus novelas siempre está presente hablando de sí mismo. Si no directamente, a través de un/a personaje. Esta vez no está en Urania hablándole desde afuera. Está repartido entre varios personajes y como no logra plasmar una transmutación creíble, se sale del formato literario para entrar al formato cuasi-periodístico y «dar la cara» en una desubicada y tensa entrevista con una muy profesional Marta Borrero. Una cosa rara. Un epílogo crónica en que pierde la sutileza narrativa para entremezclarse con una personaje. El arroz le queda con mucho concolón por debajo y muy al dente por arriba. En este trabajo hay novela, pero la mejor pluma está en los diversos pasajes en que se franquea y asume una prosa histórica-periodística.

3. Tiempos diferentes
A diferencia de La Fiesta del Chivo en que la CIA está presente pintada con tenues colores impresionistas, en este trabajo la CIA está pintada con colorinche caribeño. La Fiesta del Chivo es del 2000 en que había una incipiente Internet, recién arrancando los navegadores y la desclasificación de archivos de la CIA. No había blogs y difusión de información como ahora en el 2019 en que la intervención de la CIA en Guatemala es inocultable, como sí se pudo ocultar la intervención de la CIA en República Dominicana, la conspiración para matar a Trujillo. Vargas Llosa pasa de la insinuación en clave literaria a mandarse de hacha con una hipótesis que asume por completo: que la CIA y Trujillo intervinieron para asesinar a Castillo Armas. A estas alturas ya no cuadra venir a decir que se trata de una licencia narrativa propia de una ficción literaria. Lo de antes ya no cuela.

4. Estados Unidos: tú que estuviste siempre bien
La novela de Vargas Llosa sobre Guatemala no podía ser sólo sobre la caída de Arbenz y la intervención de la CIA. Qué aburrido y qué poco Vargas Llosa que hubiera sido. Tenía que ser sobre cómo se bajaron a Castillo Armas, como tuvo que ser sobre cómo se bajaron a Trujillo. Son los Estados Unidos cometiendo la gran torpeza de preparar ese golpe militar contra Árbenz, pero finalmente redimidos porque también intervinieron para bajarse a Castillo Armas. En La Fiesta del Chivo no era tan extrovertido con esa tesis, pero esta vez sí la dibuja con meridiana claridad. Si los Estados Unidos apoyaron a Montesinos y Fujimori, finalmente apoyaron su caída. Si apoyaron a Pinochet – otra «torpeza», luego apoyaron su salida. Hay una ida, pero también hay una vuelta. La cagan, pero la arreglan. Lo malo cambia y finalmente, sin justificarlo, y aún criticándolo, acaba por dar lugar a una apertura. Uno no tiene por qué mojarse con lo malo, pues puede criticarlo y nunca aceptar que es parte del mismo proceso que uno sí apoya.

5. Justicia de novela
El pinche embajador macartista se muere en Tailandia en un accidente automovilístico y Castillo Armas muere emboscado por su propio círculo íntimo. Tanta indignación cede lugar a un alivio en el lector. Vargas Llosa recuerda al explorador de «La Rosa Púrpura de El Cairo» que entra y sale de la película con gran curiosidad por la vida real. Es imposible no vincular este discurso con la biografía de Varguitas y su vida de simpatizante comunista, criticando las intervenciones de los Estados Unidos y volviéndose castrista, pero luego volteándose en 180 grados y saltando a la palestra política en plena guerra fría como adalid de la democracia y la libertad, pero siempre entendiendo a su yo de juventud. De ahí la admiración que cause en los/as renegados/as de la izquierda. Alguna vez, en plena guerra fría, en los 1980s, Vargas Llosa diría que el apoyaba al capitalismo y a la democracia porque si bien éstos cometían muchas injusticias y tenían muchos defectos, como era un sistema abierto todo podía cambiar, a diferencia del comunismo que era un sistema cerrado. La justicia y el alivio en sus novelas es la que él predica políticamente. Con Aznar, Rajoy, Piñera, Uribe, Duque, Peña Nieto, Mesa, Macri, Vizcarra, Kuczynski, Humala, García, Toledo.

6. «Arbenz no era comunista»
No, no lo era. Pero ¿a quién le importó? Los campesinos explotados en Guatemala y en el Perú tampoco lo eran, pero ¿dónde estuvieron quienes iban o van de demócratas y los liberales para apoyarlos? Respuesta: con los terratenientes explotadores. En América Latina no hay ni hubo una burguesía antimperialista y antifeudal. Quienes siguieron y siguen ese camino antimperialista y antifeudal fueron y son combatidos por la gente que Vargas Llosa apoya desde mediados de los 1970s. El discurso que redime y se opone a las atrocidades de antaño no sólo no se puede despercudir de aquéllas, sino que acaba por ser el discurso reaccionario del presente. ¿Qué dijo Vargas Llosa ante el arequipazo, baguazo, o cajamarcazo? Apoyó a todos los gobiernos de turno. Incluso se peleó con gente amiga más crítica ante gobiernos que él apoyó con todo, notablemente el de Humala. Y por el otro lado, por supuesto que no vio nada positivo en gobiernos que se metieron con las Fruteras actuales, que hicieron reformas redistributivas y de empoderamiento de los más pobres.

7. «el gringo raro que no se llamaba Mike»
Es muy poco creíble que la CIA se limitara a incentivar a sus peones domésticos mediante sobrecitos misios de un actante en una intervención tan tangencial como la que bosqueja Vargas Llosa. La protección otorgada a Marta Borrero y cómo le responde a Vargas Llosa cuando éste le pregunta directamente por la CIA sugieren una relación mucho más orgánica e involucrada. En los Estados Unidos no es legal hacerle outing a un espía. A partir de que en Grecia asesinaran a el jefe de estación de la CIA en el Perú de 1972 a 1975, se dio una protección legal para estos espías. Para que Borrero le responda esas preguntas a Vargas tiene que haber una desclasificación de información debidamente autorizada. Sin eso, es ilegal que Borrero le dé cualquier indicio a Varguitas. Con tanta cercanía con el Departamento de Estado es inconcebible que Varguitas no estuviera más enterado.

8. Tempora rigida
La última novela de Vargas Llosa es liante, enroscada; no es antimperialista, como parece que alguien ha leído tal vez dejándose liar. Es de personajes débiles, que no se hacen más fuertes por Vargas Llosa narrando todo desde ellos/as. Si fuera una película más que escenas con diálogos habría una voz en off que cuenta la mayor parte de la historia, con harta repetición y recopilación, al estilo de «Detectives Médicos». Faltó más de digestión de algunos personajes. Bien hubiera podido suplir la información incompleta con el uso de la imaginación y la pluma y hacer gala de una opción preferencial por la literatura, que era lo esperable en él. No era para dejarlo ahí, limitado por lo fáctico. ¿Se asustó por la amenaza de Marta Borrero de vérselas con sus abogados? Algo pasó, pero parece que quedó atrapado por la indecisión entre su yo ficcional y su yo cronista, su yo escritor y su yo político. Y hasta parece que fue el segundo el que más le salió del fondo.

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Por - Publicado el 11-08-2019

Por Jorge Rendón Vásquez

 

De cuando en cuando y cada vez con más frecuencia se escucha a algunos políticos, de la gama que podría denominarse contestataria de sus pares en el control de los poderes Legislativo y Ejecutivo, clamar por una nueva Constitución que sería, para ellos, el talismán portador de la maravillosa virtud de resolver todos los problemas económicos y sociales de nuestro país. En su decir, el procedimiento para este cambio sería una asamblea constituyente.

Es cierto, hay razones para un cambio radical de la actual Constitución. El problema es cómo y cuándo se convocaría una asamblea constituyente, aspecto capital sobre el que esos políticos guardan silencio.

En la actual Constitución se ha previsto dos procedimientos para reformarla: a) la aprobación de una ley de reforma constitucional por mayoría absoluta de los miembros del Congreso (la mitad más uno), ratificada por un referéndum; y b) la aprobación de la ley de reforma en dos legislaturas ordinarias sucesivas por una mayoría superior a los dos tercios del número legal de congresistas (art. 206º). La reforma puede ser total o parcial. La experiencia muestra que las reformas emprendidas han sido sólo parciales y ninguna por el primer procedimiento. Los grupos mayoritarios instalados en el Congreso jamás han pensado en una reforma total ni en un referéndum.

Todas las constituciones del Perú han previsto su reforma sólo por la decisión del Congreso de la República; ninguna por una asamblea constituyente. Y, sin embargo, todas las constituciones han sido aprobadas integralmente por asambleas constituyentes conformadas por mayorías de representantes que, de un modo u otro, expresaban los intereses de la oligarquía blanca. Las elecciones para conformar estas asambleas fueron convocadas por gobiernos de facto que se legalizaban con esas elecciones. Así sucedió con las constituciones de 1920 (gobierno de Leguía y su golpe del 4 de julio de 1919), de 1933 (gobierno de Samanez a consecuencia del golpe de Sánchez Cerro del 22 de agosto de 1930), de 1979 (gobierno de Morales Bermúdez que hizo lo que había previsto el gobierno de Velasco) y de 1993 (gobierno de Fujimori resultante de su golpe del 5 de abril de 1992), una zaga que reprodujo nuestra univoca tradición del siglo XIX en este aspecto.

Al observar este paisaje histórico, se constata con nitidez que las relaciones políticas, originadas en las relaciones económicas, determinan las relaciones jurídicas de las cuales la Constitución es el pináculo mandante de la organización jurídica del país, o, dicho en otros términos: la realidad económica y social impone siempre a la superestructura legal sus necesidades y conveniencias, o más claramente aún, lo real estructural determina lo ideal normativo.

Quienes entonan el ritornellode un cambio total de la Constitución, con más frecuencia cuando se acercan las elecciones, ¿plantean un procedimiento pragmático para llevarlo a cabo?

Ninguno, y hay razones para suponer que nunca se han formulado esta pregunta, por interés o desconocimiento.

El hecho de que ninguna Constitución haya previsto su reforma total por una asamblea elegida revela, sin un ápice de duda, la confiscación a las mayorías ciudadanas del ejercicio de su poder constituyente. En otros términos, los autores de las constituciones les han dejado a los ciudadanos sólo la función de votar periódicamente para la conformación de los poderes Legislativo y Ejecutivo y los gobiernos regionales y locales, y los han obligado a delegar en los representantes al Congreso la posibilidad de cambiar sólo algunos artículos de la Constitución. De hecho, han excluido la posibilidad de cambiarla integralmente.

Supongamos que en estos momentos, con un Congreso dominado por ciertos políticos que actúan a favor de la oligarquía capitalista y encubren la corrupción de sus amigos y aliados, algún representante plantease la elección de una asamblea constituyente. Como esta asamblea no está prevista en la Constitución, tendría que presentar antes un proyecto de ley de reforma constitucional para incluirla, firmado por no menos de seis representantes. La presidencia del Congreso remitiría este proyecto a la comisión de Constitución y, con toda seguridad, de allí no pasaría y terminaría en el archivo.

Por lo tanto, para incorporar en la Constitución los artículos pertinentes a una asamblea constituyente, no quedaría otro camino que esperar las próximas elecciones y obtener en ellas una mayoría consistente de parlamentarios comprometidos con el proyecto de una reforma constitucional por una asamblea constituyente que sería convocada en virtud de una ley o de un referéndum.

Otro tema es el contenido de una nueva constitución.

Y en esto no es admisible improvisar ni proponer ligerezas y, menos aún, lanzarse a ofertas asistencialistas y promesas demagógicas.

Están en juego los derechos fundamentales de las personas, por una parte, y la organización del Estado, por otra. Y esto quiere decir tocar, en primer lugar, la estructura económica y, a partir de esta, las superestructuras política, jurídica y cultural, asuntos de especialistas y de una jerarquización de valores en cuyo nivel más elevado se encuentra en la ideología y, como desarrollo de esta, en proyectos concretos que se prolongan como actos de ejecución.

Este contenido debería responder al tipo de sociedad reformada que queremos y tendría que expresar el pacto social celebrado por los ciudadanos, cuya manifestación formal es el texto de la Constitución.

Su debate y definición es también el procedimiento para llegar a ella.

¿Podemos prepararnos para ese momento?

¿No deberían tener lugar ya conferencias y asambleas locales para comenzar a definir lo que el pueblo quiere y que este se instruya en el conocimiento de sus derechos y deberes? ¿No deberían los jóvenes de las universidades impulsar tales actividades y capacitarse en su ejercicio y, apartando a los políticos del gran dinero, a los aventureros y oportunistas, incluso autotitulados de izquierda que sólo buscan los elevados y abusivos sueldos de congresistas, promover el surgimiento de nuevas mentes y nuevos rostros dispuestos a jugarse por los cambios que nuestra realidad requiere?

Ningún cambio social sobreviene milagrosamente o dictado por el azar.

De empantanarse el camino legal por la acción de la oligarquía capitalista y sus políticos de alquiler y sus aliados conscientes e inconscientes o por la ignorancia y desinterés de las mayorías electoras manipuladas, la alternativa tal vez la ofrezca nuestra inveterada tradición en estos lances.

Chi lo sa ?

(9/8/2019)

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Por - Publicado el 17-07-2019

Breve reflexión sobre la homofobia, la discriminación de género y el rol de Sunedu

Colaboración

[Hemos recibido la presente colaboración. Es una voz que merece ser escuchada.]

Hace cinco años, decidimos crear la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) para reformar un sistema universitario peruano que se encontraba en una situación preocupante de informalidad y baja calidad – características principales de las “universidades chifa”; queríamos reformar un sistema que no aún no puede garantizar niveles adecuados de acceso a la educación superior y que promueve la privatización y elitización de la universidad. Sin embargo, en el camino nos topamos con “nuevos” problemas y caímos en la cuenta de que la universidad no es un espacio seguro, pues salieron a la luz casos en los que docentes, alumnos, y/o cualquier otro miembro de la comunidad universitaria, habían acosado y hostigado alumnas, compañeros, maestras, etc. Además, “descubrimos”, también, que la comunidad universitaria es diversa, pero en su diversidad no se reconoce a los, las y les alumnes de la comunidad LTGBIQ+ y, al negar su existencia, la universidad pasa a formar parte y reproduce un sistema que violenta, oprime y sanciona a personas por su derecho a expresar libre y abiertamente su identidad.

Ante esto, dedicaremos las próximas líneas a los siguientes dos argumentos: (i) el sistema universitario peruano reproduce condiciones de acoso, hostigamiento y agresión para las mujeres y la comunidad LGTBIQ+, especialmente las universidades “evangelizadas”[1]; y (ii) la Sunedu, a través de las Condiciones Básicas de Calidad (CBC), solo contempla la nivelación de condiciones materiales y de investigación entre las universidades, esto en consonancia con la lógica capitalista y neoliberal que subsume internacionalmente a la universidad como institución, lo que (in)directamente termina por reproducir estas condiciones aquí denunciadas.

Espada habéis temido, y espada traeré sobre vosotros

Consideramos que es preciso comenzar reconociendo que un craso y muy común error que se comete al analizar el “neo”consevadurismo en el Perú es considerar que estos grupos actúan solo en contraposición y como reacción a los movimientos progresistas; por ejemplo, de ahí la trillada y errada frase de que no eran antiaborto o no estaban en contra de la “ideología de género”, sino hasta que el debate irrumpió en Latinoamérica. Así, es preciso reconocer que la irrupción de estos grupos en la educación peruana, básica, secundaria, técnica y/o superior, como la de ConMisHijosNoTeMetas, no es reciente, sino data de una serie de proyectos confesionales de inicios y mediados de S.XX, los cuales, a pesar de las diferencias, la descentralización y la tendencia a la proliferación, tienen como discurso y arquetipo común “la defensa de la familia cristiana”, lo que se traduce en la idea biologizante y bipartita de que solo existe hombre/papá-mujer/mamá cristianos como sostén y fundamento de la sociedad. Teniendo en cuenta esto, prosigamos con un breve recuento de la institucionalización de la homofobia y discriminación hacia la comunidad LGTBIQ+ en la universidad peruana.

Como primer caso, tenemos al rector de la Universidad Católica San José, exFacultad de Teología Pontificia y Civil, el P. Carlos Rosell de Almeida, quien en una serie de videos institucionales de la UCSJ expresa abiertamente que la “ideología de género” es “la peor de todas las ideologías”, incluso por encima de otras tales como el nazismo (Video Ideología de Género – Cap.1: ¿Qué es una ideología?) –cabe agregar que he descargado todos los videos en caso de que los borren de su canal en Youtube.

Además, afirma en el Cap.3 y Cap.4 que la “ideología de género” sería un “Conjunto de ideas donde se afirma que se puede escoger el género independientemente del sexo biológico”, la cual “atenta contra la persona humana” y estaría basada en cuatro principios i) ruptura entre sexo biológico y género, ii) libertad absoluta para elegir el género, iii) validez de todo tipo de relaciones sexuales, iv) ataque contra la diferenciación sexual. Además, esta debe contrarrestarse mediante “acompañamiento a personas con desorientación sexual”, siendo estas “homosexuales y bisexuales”. No olvidemos que el rector de la Universidad Católica San José ha despotricado en contra de la reivindicación de género en cuanta ocasión ha podido. Por ejemplo, para el año 2017, se pronunciaba de la siguiente manera:

«Cuánto daño está causando la ideología de género, que promueve lo antinatural, lo anormal, lo irracional, destruyendo así a la persona humana, al matrimonio y a la familia.”

Como segundo caso, tenemos a la Universidad Peruana Unión, universidad licenciada por Sunedu que cumple 100 años de vida institucional este 2019. Como decía líneas arriba, la irrupción del adventismo y otras confesiones en la educación no es reciente y la UPeU es prueba de ello. Comenzó en 1919 como un Instituto Industrial en Miraflores, luego en 1946 pasó a ser Colegio y consiguió el título de universidad en 1983 bajo la denominación de Universidad Unión Incaica – el nombre alude a la visión arcaizante de inicios del s. XX que tenían personalidades adventistas como Manuel Zúñiga Camacho y Fernando A. Stahl[2].

En el Reglamento del Estudiante Unionista, aprobado por la Resolución N°2268-2016/UPeU-CU del 24-11-16, es decir, ya con Sunedu en dos años de funcionamiento, se dictaminan los siguientes artículos. (También prohíben los memes y las sesiones de espiritismo, magia y ocultismo).

Artículo 46.22: Insinuar o inducir o publicar la práctica de sexo libre o la liberalidad en las relaciones sexuales contrario a los principios y valores de la UPeU.

Artículo 47.8: Manifestar conductas antifemeninas o antimasculinas […], para obligar o inducir a mantener una relación sentimental y otras conductas análogas en el contexto de una preexistente o finalizada.

Artículo 46.3: Usar ropas, reiteradamente, que mantenga descubiertas partes del cuerpo inapropiadamente, tales como: ropas transparentes, escotes pronunciados, minipolos, “bodys”, minifaldas, “hotpants”, “putishort” y pantalones ceñidos.

Sobre el primero, independientemente de lo que se entienda por “sexo libre” o “liberalidad en las relaciones sexuales”, estas dos frases hay que interpretarlas en el marco de lo “contrario a los principios y valores de la UPeU”. Es decir, los estudiantes LGTBIQ+, además de enfrentarse día a día a una institución que reprime su identidad, serán castigados por el hecho de ser con 36 horas de trabajo formativo (pp. 36-37); y, sobre el segundo, en caso un estudiante manifieste conductas “antifemeninas o antimasculinas”, será suspendido hasta dos semestres académicos (cometer plagio amerita menor castigo para la UPeU). Por último, el tercer artículo, aunque más general para la discusión de este artículo, nos recuerda que la represión y el rechazo no se limitan al acto sexual, sino a la identidad en sí, siendo esta construida también a través de la vestimenta. Cabe agregar que disposiciones como esta no son única de la UPeU, y, por el contrario, son más comunes de lo que podríamos imaginar. Por ejemplo, en los últimos dos años, la Universidad Tecnológica de los Andes y la Universidad Nacional Amazónica han sido cuestionadas e investigadas por Sunedu, debido a la prohibición de ingreso a sus estudiantes por motivos de vestimenta. Estos decretos afectan derechos fundamentales como la no discriminación, la libre circulación, y contravienen al artículo 100.9 de la Ley Universitaria.

100.9 Ingresar libremente a las instalaciones universitarias y a las actividades académicas y de investigación programadas.

Regresando a la UPeU, se encuentra la maestría en “Ciencias de la familia” con mención en terapia familiar. Este programa tiene un corte mucho más “profesional”, ya que es dirigido a psicólogos, trabajadores sociales, médicos (también a ministros religiosos) y mantiene estar “enfocado en el desarrollo de competencias terapéuticas sistémicas con alto nivel académico y profesional”; destacan en el plan de estudios el curso obligatorio de “Fundamentos Teológicos, Éticos y Culturales de la Vida Familiar”

Por otro lado, la Católica Santo Toribio de Mogrovejo (USAT) tiene su propia versión en la “Maestría en Persona, matrimonio y familia”, creada en colaboración con la “Comisión de Familia y Defensa de la Vida” y presentada de este modo:

“la familia (…) es la revelación al hombre de la identidad del hombre.(…) El Estado, como ocurre en la mayoría de países, tiene la labor de proteger y resguardar a la familia como la base de la sociedad dándole una protección especial; sin embargo, hoy en día podemos apreciar cómo el debate sobre la trascendencia de la familia y el matrimonio ha ido aumentando en razón de políticas públicas y nuevos discursos que no hacen sino atentar contra éstas instituciones, poniendo en riesgo no solo su status jurídico, sino la misma esencia de la persona. Intentando contribuir a la institucionalidad de la familia, lanzamos como universidad una Maestría con enfoque interdisciplinario a nivel del Perú y de Latinoamérica”

Este programa es incluso más explícito en su retórica sobre la supuesta crisis en la institucionalidad de la familia en la actualidad, y en su misión activista defensora. Asimismo, el énfasis en el perfil del egresado se basa más en la intervención social (proyectos sociales, políticas públicas, investigación) que los ejemplos anteriores. Tal como las otras maestrías, también utiliza conceptos antropológicos, psicológicos, etc., que entremezcla con cursos tales como “Teología del cuerpo y de la familia” y “Moral matrimonial”.

Para finalizar, tenemos a la Universidad de Piura, la cual posee un instituto especializado llamado Ciencias para la familia, con programas de cursos de extensión, e incluso una maestría en “matrimonio y familia”, aprobada por Sunedu, la cual presenta a la familia como una institución en crisis:

“La familia no solo es la célula básica de la sociedad, sino la escuela de humanidad más importante, la fuente y origen del amor incondicional. (…) Sin embargo, muchas de las actuales fuerzas sociales, económicas y culturales vienen debilitando un adecuado entendimiento de su valor y fundamentos.”

Las principales salidas profesionales que mencionan son la investigación en ciencias de la familia, la docencia, el diseño de políticas familiares y la formulación de proyectos sociales; un perfil sumamente académico y orientado al activismo. Su currículo cuenta con cursos tales como “Biomedicina de la sexualidad conyugal y de la concepción” o “Antropología de la persona y la condición sexuada”, entre otros; además, utilizan lenguaje antropológico, psicológicos, biomédico, etc. dentro de su plan de estudios. Asimismo, esta universidad es mucho más “recatada” que las dos previamente discutidas, en su Reglamento de Medidas Disciplinarias para Alumnos no contempla casos como la UPeU ni tampoco tiene un espacio en las redes sociales para proferir discursos de odio.

Algunas ideas finales

Como hemos visto, estos programas sirven así un doble propósito: por un lado, se forman activistas/investigadores abnegados a una agenda religiosa y, por otro, el ámbito académico en el que operan funciona como una forma de validar socialmente estas visiones. Así, la academia como la legitimadora social de valores puede prestarse claramente como una herramienta en una “guerra cultural”, un contexto en el que el Perú claramente se encuentra sumergido.

De esta manera, la reforma universitaria y las CBC no pueden solo basarse en tratar de nivelar el sistema universitario peruano y denegar el funcionamiento de las universidades que incumplan o no alcancen dicho piso común. La Sunedu (conjunto con Minedu), no puede declararse en contra de violencia de género al aprobar disposiciones tales como la Resolución Ministerial N° 380-2018-MINEDU, la cual establece los lineamientos obligatorios para la atención de quejas por hostigamiento sexual, pero, al mismo tiempo, no hacer nada en contra de la homofobia institucionalizada en la universidad peruana y aprobar la creación de maestrías que atentan contra el derecho humano básico a no ser discriminado. La autonomía universitaria no puede ser utilizada para seguir reproduciendo discursos de odio.

No basta con Resoluciones y defensores universitarios, la reforma universitaria debe buscar también la eliminación de toda forma de opresión y discriminación en la universidad; caso contrario, la tan ansiada “educación de calidad”, no es, sino homofóbica. Es necesario un compromiso cabal con una cultura de igualdad y respeto a las diferencias en todo el sistema universitario peruano.

Links de referencia:

https://larepublica.pe/sociedad/1260224-madre-dios-sunedu-pronuncia-prohibicion-prendas-provocaticas-universidad

https://www.upeu.edu.pe/archivos/reglamento_estudiante_unionista.pdf

https://manoalzada.pe/feminismos/abancay-universidad-tecnologica-de-los-andes-discrimina-a-estudiantes-por-vestimenta

http://cybertesis.unmsm.edu.pe/bitstream/handle/cybertesis/3113/Nu%C3%B1ez_nh.pdf?sequence=1

https://www.upeu.edu.pe/archivos/planes-posgrado/Maestria-ciencias-de-familia-mencion-terapia-familiar.pdf

http://www.usat.edu.pe/posgrado/mpmf_chiclayo/

http://www.usat.edu.pe/posgrado/mpmf_chiclayo/

http://udep.edu.pe/icf/

http://udep.edu.pe/posgrado/lista/?t=posgrados

http://udep.edu.pe/icf/mmf/

[1] Entiendo por universidad “evangelizada” a toda universidad nacional cuyo rector, personal administrativo, docente, o cualquier puesto con la suficiente capacidad, promueve o dictamina reglamentos y conductas afines al conservadurismo católico, adventista y/o de otras confesiones.

[2] Para mayor información, recomiendo la siguiente tesis.
http://cybertesis.unmsm.edu.pe/bitstream/handle/cybertesis/3113/Nu%C3%B1ez_nh.pdf?sequence=1

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Por - Publicado el 01-05-2019

Por Jorge Rendón Vásquez

El Primero de Mayo no es un feriado más. Tampoco es el día del trabajo, como quisieron ciertos predicadores aplaudidos por el poder empresarial. Es el día de los trabajadores por un acuerdo de la Primera Internacional, que Carlos Marx fundara, adoptado en una sesión de 1889, para recordar el día en que comenzó la huelga de los obreros de Chicago y a sus dirigentes ajusticiados en Chicago por haber reclamado el reconocimiento de la jornada de ocho horas.

El 4 de mayo de 1886, mientras una multitudinaria manifestación obrera se reunía en la plaza Haymarket de esa ciudad para reclamar esta jornada, una mano aleve arrojó una bomba que derribó a un policía y a cierto número de obreros. Como si hubiera estado esperando esta señal, un cuerpo policial cargó violentamente contra los manifestantes, matando e hiriendo a numerosos asistentes. Siguió un proceso penal contra los organizadores de la manifestación que concluyó con la condena a la horca de cinco de ellos por un jurado de vecinos seleccionados adecuadamente. Con esta condena, el capitalismo quiso, no sólo castigar a quienes reclamaran, sino, además, escarmentarlos.

Pero se equivocó en sus cálculos. Sus estrategas no pudieron advertir, y tal vez tampoco suponer, que las incontenibles olas de la historia los barrerían como pequeños seres animados.

Porque, a partir de ese momento, aciago para los que fueron inmolados, quedaron consagrados para siempre los derechos sociales como una realidad inmanente y trascendente de la sociedad contemporánea. Sus efectos fueron los siguientes:

1º. El Primero de Mayo de 1889, marca el punto de quiebre de la economía capitalista, basada hasta entonces en el juego de la libre oferta y demanda de la fuerza de trabajo, como sucedía con las demás mercancías. La adopción legal de la jornada de ocho horas, que numerosos estados tuvieron que admitir a continuación, fue el comienzo de un capitalismo regulado por la intervención estatal, un capitalismo reformado que estaría, en adelante, obligado a pagar no menos que los mínimos establecidos legalmente y a sujetarse a la duración máxima del trabajo diario, semanal y anual, es decir a respetar los derechos sociales que habían nacido con la jornada de ocho horas. Es cierto que antes hubo algunas normas sobre menores, pero eran magras y los gobiernos se abstenían, por lo general, de aplicarlas.

Luego, los gobiernos tuvieron que reconocer a la organización sindical como la entidad que, en representación de los trabajadores de las empresas o de las actividades económicas, contrataría con los empresarios las condiciones de la remuneración y del trabajo. La primera de estas leyes fue la francesa de 1884.

Siguieron otros derechos laborales y los seguros sociales.

Con la Constitución alemana de Weimar de agosto de 1919, el segundo gran pacto social de la historia contemporánea, los derechos sociales se institucionalizaron definitivamente como una condición esencial de la existencia de la sociedad. Unas semanas después, la Organización internacional del Trabajo aprobó como su primera convención el reconocimiento de la jornada de ocho horas.

2º. La jornada de las ocho horas y los derechos sociales que le siguieron fueron un gran triunfo de las ideologías de liberación de los seres humanos de la explotación, la ignorancia y la indignidad de su dependencia. Sin ellas, los trabajadores no habrían tenido consciencia de su identidad como una clase social explotada por el capitalismo ni de su fuerza social. En el planteamiento originario de la jornada de ocho horas coincidieron el marxismo y el anarquismo. Ambas corrientes ilustraron a sus simpatizantes sobre la necesidad de conquistarla y les insuflaron la confianza requerida para exigirla y finalmente obligar a los gobiernos a reconocerla. Quedó así patente, como una verdad axiomática, que las clases trabajadoras desprovistas de ideología son como cuerpos sin mente, son objetos de la historia y no actores de ella.

3º. La jornada de ocho horas se alza también como el comienzo del divortium acuarium de la lucha social, porque con derechos sociales los trabajadores se inclinan más a conquistarlos y defenderlos por la vía de las reformas dentro de un régimen de democracia, alejándose, más o menos, de la revolución social que les daría, supuestamente, todo al abolir al capitalismo. Es lo que ha sucedido en el mundo. Desde la conquista de la jornada de ocho horas, la revolución social no ha sido la regla del cambio social, sino la excepción. Más aún: en el futuro, el socialismo no sería imaginable ni posible si no estuviera acompañado de derechos sociales, como derechos ya adquiridos por las clases trabajadoras.

4º. Por su finalidad, los derechos sociales se asemejan a los grandes inventos y descubrimientos logrados por la humanidad en los dos últimos siglos. Están destinados a la satisfacción de determinadas necesidades y a un standard de vida al que unos y otros tienden. El petróleo, la energía eléctrica, la energía atómica, la electrónica, la informática y cuanto medio de producción y de consumo son hoy generales, tienen todos como finalidad el servicio de los seres humanos y de la sociedad. Sin esos bienes materiales y culturales y sin derechos sociales la existencia humana es cada vez más impensable.

Para celebrar el Primero de Mayo no basta, sin embargo, sólo remontarse al pasado, en cuyos intersticios sería posible mimetizarse, halagando a los trabajadores, aunque buscando, en realidad, detener la marcha de la historia. Es preciso mirar al futuro. En el Perú, la jornada de ocho horas llegó a los cien años el 15 de enero de este año; mucho tiempo; es ahora arcaica. Se debería ya adoptar la semana de cuarenta horas.

(Palabras del autor en el acto organizado por el Presidente de la Comisión de Trabajo y Seguridad Social del Congreso de la República el 29/4/2019 en el salón Raúl Porras Barrenechea.)

Un comentario

Por - Publicado el 22-04-2019

En los ochentas había un programa de TV llamado «Cámara Escondida». Una vez trajeron a un galán de novela venezolana y le pusieron un supuesto mago que supuestamente hizo levitar un cenicero. El cenicero, por supuesto, no se había movido, pero todo el mundo en el set aplaudió. El galán también aplaudió claramente por compromiso, obviamente sin ver nada de la levitación. Luego le preguntaron qué pensaba de lo que había visto y el tipo tartamudeó sin saber qué decir, hasta que le desvelaron la broma.

Cuando me dicen que Alan García era un buen orador y un buen político, me siento como ese confundido galán que siempre vio el cenicero inmóvil en la mesa. Nunca vi a un buen orador ni a un buen político. En tiempo real era un tipo insoportable y nada convincente. Sus discursos siempre me parecieron una payasada, incluso los más «intelectuales» como su monólogo sobre el «trapecio andino» al iniciar su primer gobierno.

Tuve la primera noticia sobre él cuando fue constituyente. Me pareció un matón, un provocador formado en el almácigo partidario. Hasta entonces su mayor logro mediático fue que la suegra de Andrés Townsend le aplaudiera la cara en el local del Apra en Lima. Luego me enteraría de su participación en los desmanes del 5 de febrero de 1975.

Muerto Haya de la Torre y fracasado el intento electoral de Armando Villanueva en 1980, el Apra se depura de su ala más derechista representada por Townsend, y asume una retórica socialdemócrata con apoyo internacional de la socialdemocracia alemana. Alan García es la persona de ese viraje que despercude al Apra de su imagen oligárquica creada en las convivencias prevelasquistas. Alan García intenta canalizar el sentido común de izquierda en el Perú y le funciona en cierta medida. Pasa a la segunda vuelta en 1985 con Alfonso Barrantes que malversa el voto izquierdista negándose a competir con García en la segunda vuelta. García logra el apoyo de la izquierda barrantista que lo apoya en la estatización de la banca. Pero también se gana el rechazo de la mayoría de la izquierda en las masacres de los penales en 1986, a un año de iniciado su gobierno. Muy temprano se sabe de su responsabilidad en esas masacres, como en todas las que ocurrieron en el Perú en esos años. Con eso la mayoría de la izquierda legal deja clara su irreversible posición contra García. El mismo MRTA, que le había dado una «tregua» al gobierno de García, se radicaliza en su contra. A su vez, García se tira más a la derecha y organiza un escuadrón de la muerte, probadamente con apoyo de Corea del Norte e instructores de la CIA. Lejos de ser un socialdemócrata de frente popular francés, es un socialdemócrata represor y carnicero a lo Friedrich Ebert.

Su intento de estatización de la banca ocurre en pésimo momento y fuera de cualquier consideración económica o social. Logra más en crearle oposición que en ganarle apoyos. García nunca fue capaz de hacer un ajuste ordenado de la economía. Fue obnubilado por su poder pasajero y nunca asumió la función pública con responsabilidad. Fue un angurriento arribista que entró a saquear los recursos públicos sin ninguna consideración social o nacional. Quiso ser apoyado por todos y acabó siendo repudiado por todos.

García acabó con un activo rechazo popular y si algo logró terminalmente entonces fue evitar el triunfo de Vargas Llosa. Pero no pudo evitar que el programa de éste sí triunfara, lo cual le ganó una investigación que hubiera ocurrido cualquiera que hubiera sido el gobierno de los 1990s. Entonces debió ser investigado y juzgado, pero logró escaparse de la justicia y que las acusaciones prescribieran. Muchos no se acuerdan, pero Alan García renunció al Apra, a pedido de sus propios compañeros que pidieron disculpas al pueblo peruano por las fechorías de este ladrón. Para escaparse primero solicitó la nacionalidad colombiana y al parecer le fue concedida, pero luego al quemársele la protección del vecino país escapó a Francia. Allí se la llevó fácil con la protección de un corrupto como Mitterand. Fue un exilio dorado, con la plata desfalcada al pueblo peruano. Y encima quedó como un perseguido político.

Su regreso al Perú fue un aprovechamiento del vacío que dejó la destrucción de instituciones a manos del fujimorismo. A pesar de todas sus delitos, las fuerzas opositoras al fujimorismo le dieron cabida al Apra en el pacto de gobernabilidad. Rápidamente los avezados de este partido se dedicaron a poner sus banderolas delante de las manifestaciones de los jóvenes contra el fujimorismo. No era un movimiento liderado por alguien, sino empujado por la gente que necesitaba a alguien al frente. Ese alguien fue Toledo, pero ya para la dinámica electoral, la experimentada y aceitada maquinaria y la coyuntura le dio una escalera de intención de voto a García, que casi le gana a Toledo. Entonces Alan García competía por el mismo espacio. Cuando vino el fenómeno humalista, en cambio, ya se trató de una oposición frontal y García capitalizó la ineptitud electoral de los sectores más conservadores. Entonces tuvo mucha suerte. Con algo se sentido común de estrategia electoral, la hizo, cosa que era mucho pedir para Lourdes Flores. En condiciones normales, aquellas que paradójicamente rara vez se dan en el Perú, no la hacía. Con eso García enterró su discurso contra el neoliberalismo e hizo una reedición de la alianza Apra-UNO, esta vez con el fujimorismo. La historia rimaba otra vez. García asumía el rol de soberbio implementador del neoliberalismo, con corrupción y masacres. Viró en lo económico, de la heterodoxia a la ortodoxia, mas no en la corrupción y en la represión a mansalva, ambas tolerables y bienvenidas por la reconstituída oligarquía. Ya no era el Alan García arribante, era el Alan García arribado e integrante orgánico de las clases dominantes.

No sólo la oligarquía lo vio como opción ante un Humala chavista, sino la ex-izquierda caviarizada, que desde su primer gobierno se había ampliado hasta hacer emulsión con sectores de la derecha llamada liberal. Ese grupo de amigos con estela social lo potabilizó decisivamente, primero con la CVR, que limitó su responsabilidad en las violaciones de derechos humanos de su primera gobierno a lo político, quitándole lo personal (a diferencia de Fujimori que sí encontrado responsable político y personal). Y luego fue con su abierto apoyo en la segunda vuelta, manteniendo perfil bajo sobre las denuncias en su contra pero poniendo por todo lo alto las denuncias contra Humala. La CNDDHH claramente estuvo más activa en denunciar a Humala que a García. Salomón Lerner, ex comisionado CVR, anunció públicamente su voto por García. Lo apoyaron sin mucho disimulo. Ya en su gobierno, otra excomisionada de la CVR, Sofía Macher, fue parte del Consejo de Reparaciones, dependiente de Jorge del Castillo y la ex-Rodrigo Franco Nidia Vilchez. García llegó hasta donde llegó debido a que administró sopesadamente sus alianzas y concesiones a sectores disímiles. No fue tan diferente a predecesor Toledo ni a su sucesor Humala: lo económico para los oligarcas y lo social para los viarcas. Estos dos sectores se atacan y se odian, pero toman la misma lechecita en el platito que les da el gobierno de turno postfujimorista.

Pero ya no era un García fibroso, sino uno adiposo. Un García que a pesar de la jactancia de decir que era su oficio evitar transferirle el poder a quien él no quería, lo tuvo que hacer. Si Humala se volteó después, por supuesto que no fue por García. Era un García de mayor masa corporal, pero con el aura achicada incluso entre quienes se dejaban deslumbrar por su locuacidad.

Los tiempos habían cambiado. En la época de la internet si García robaba desde el día uno, se sabía desde el día uno. Eso pasó con la reconstrucción de Pisco. Ya había un recuento de conflictos sociales y de los muertos en ellos. Todo eso se supo ni bien ocurría. Ya no se tenía que esperar al fin de semana a que un equipo especial de TV fuera a Accomarca, como ocurrió con esa masacre en su primer gobierno, transmitida en programa politico de domingo a colores a un conmocionado Perú. Ahora se transmitía en directo, con redes sociales mostrando los videos que la televisión evitaba. Ahora había chuponeos con audios reproducidos en cada teléfono celular, como ocurrió con las denuncias del faenón. Pero no había hiperinflación, no había guerra insurgente-contrainsurgente. García salió tranquilo de la presidencia, beneficiado dos veces por el desafío chavista: primero para ganar las elecciones y segundo para gobernar. García tuvo que relanzar los programas sociales, apagados desde la crisis asiática y rusa. Corrió tabla en la ola de la reducción de la pobreza de evidente contenido antichavista preventivo. Sin esas políticas el sistema no era viable en un país ubicado en una región que viraba a la izquierda.

Ya en el llano, evitó que el humalismo lo investigara. El fortalecido fujimorismo, reincubado en su gobierno, le devolvió la mano y lo protegió. Destrozó la comisión que lo investigó en el congreso. Pasó piola por un tiempo. Con el poder judicial controlado se acabó de cargar a la comisión del congreso. Quienes lo denunciaron por acoso sexual y hasta violación, apristas ellos, tampoco lograron que sus denuncias avanzaran. Nunca, pero nunca, nadie logró que avance nada en términos de acusaciones por violaciones a los derechos humanos. Puras declaraciones sin aterrizaje práctico legal. Todo lo de su primer gobierno quedó prescrito o entrampado. Y por supuesto, los casos de corrupción prescribrieron. Las violaciones a los derechos humanos no eran nada. Al fin y al cabo, gente como Toledo, Rospigliosi y luego Humala estaban en lo mismo. Los muertos en conflictos sociales son legales. No generan acusaciones. Esa fue la innovación del postfujimorismo: formalizar esas muertes. Lo único que le quedaba pendiente a García era la corrupción, donde él tampoco era singular: era lo mismo que con Toledo, Kuczynski, Humala o Villarán. La crisis sistémica regional que trajo la caída de Odebrecht fue devastadora en el Perú. En otros países, la relativa mayor fortaleza institucional hace que la corrupción no devaste tanto. Corruptas y todo, las instituciones continúan. En cambio, en el Perú uno a uno fueron cayendo los expresidentes postfujimoristas, cada uno con su mafia. Y García no fue la excepción. Fue la estocada final de su desinflada.

García ya tenía muchísimas nuevas banderillas en el lomo. Quedó como un probado doctor bamba, es decir, como un farsante y un mentiroso. No era doctor. Pero se suponía que había ido al extranjero por muchos años a estudiar. Entonces, ¿qué había hecho? Luego quiñó irreversiblemente su aura de buen polemista y orador con su alianza con Lourdes Flores y su deslucida campaña electoral en que Olivera se lo almorzó y le dijo lo que todo el Perú quería que le dijeran en la cara pelada. Nadie pudo protegerlo de ésa. Otro Perú, otra coyuntura. La estocada de gracia se la dio Odebrecht, que dio los indicios suficientes para encerrarlo como se hizo con tantos/as otros/as, por cierto, con el abierto apoyo de García y sus seguidores. Nadie le cree que podría cobrar 100 000 dólares por una conferencia a una empresa que había sido beneficiada en su gobierno. El mecanismo estaba ya bien visto para pasar piola esta vez.

Con su intento de fuga a Uruguay Alan García ya era una figura derrotada, un rey ahogado a la espera del jaque final. Ni siquiera le funcionó esa jugada. Una rápida movilización de congresistas de izquierda al Uruguay le atajó el escape. Los tardíos congresistas alanistas llegaron tarde al país platense. Al parecer, intentó conseguir el asilo en otros países y tampoco le funcionó. Fue devuelto al Perú e impedido de salir al extranjero. Después de la detención de otros políticos, principalmente de Keiko Fujimori, y antes de Humala y Heredia, estaba claro que esta vez García no se escapaba. Se intentó sacar a fiscales y se sacó a un juez, pero no se salvaba de que lo detuvieran.

Todavía hay gente que no cree que Alan García se suicidara, que está vivo y escapado. Eso dice mucho del rechazo y la desconfianza a su persona en el Perú. Muchos lo consideran una suerte de genio del mal. Un embajador de los Estados Unidos no va a decir por las puras que García tenía un «ego colosal». Alguien así a sus casi 70 años puede preferir un final planificado y a su manera que un derrumbe terminal de su imagen. García ahorita estaría vivito en la carceleta, posiblemente ante la indiferencia de los mismos desubicados que han salido a aplaudir su féretro. El suicidio de García es un robo final al pueblo peruano, pues es el intento de crear el mito de alguien heroico y martirizado, que por supuesto que García nunca fue. Tal vez no les funcione con mucha gente, pero puede que sí les funcione con algunos/as, comenzando con su familia y amigos, y se forme la dinastía García, así como antes hubo la dinastía Prado, creada por Mariano Ignacio Prado.

García tuvo razón en una cosa, en que tiene «un pequeño sitio en la historia del Perú». Lo tiene: en la historia de la corrupción en el Perú.

García ha evidenciado una vez más cómo se forma la clase dominante en el Perú: robándole al pueblo. La plusvalía marxista es demasiado sofisticada para una economía rentista corrupta. Es mucho más simple que eso.

La lucha contra la corrupción es la lucha contra la clase dominante corrupta, que desde su poder perpetúa la exacción del dinero del pueblo y la apropiación de los recursos públicos para el propio bolsillo.

La corrupción no es una enfermedad del sistema: es el sistema. La clase dominante es corrupta, la corrupción conduce a la clase dominante. La vida y muerte de Alan García lo demuestran a cabalidad.

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Por - Publicado el 31-03-2019

Maximalismo
Es un paquete de reformas ambicioso que implica un montón de cambios constitucionales y legales. Han propuesto una megareforma, maximalista, una suerte de «programa máximo», las «tesis de abril» del sistema político. Hemos pasado de cuatro preguntas puntuales en el referéndum a un cambio total del sistema político, de partidos y electoral, sin que por esto el sistema tampoco cambie mucho. Se tienen que cambiar muchísimos artículos de la constitución y de las leyes, para que finalmente no necesariamente cambie mucho como resultado.

Dese luego que tal maximalismo implica que existan supermayorías en el congreso o ya de frente una asamblea constituyente.

Son cuatro bloques de cambios constitucionales y ocho bloques legales, en todal doce paquetes que implican cambiar en total 52 artículos de la constitución. La constitución de 1993 tiene 206 artículos. Casi la cuarta parte del articulado. Hartito.

Ya puestos en el maximalismo revolucionario-permanente, ¿qué tal si ya de una vez cambiamos TODA la constitución, también la parte económica y todo lo demás? Es decir, si se va a hacer tamaño esfuerzo de cambios legales fundamentales, ¿qué tal cambiar cosas que son tan o más importantes?

En términos de representación de la reforma, tamaña reestructuración del estado no debería provenir exclusivamente de una comisión de sabios. Tendría que haber un mecanismo de consulta democrática. Y tendrían que priorizarse los cambios más importantes que sintonicen con las necesidades de la ciudadanía.

Reglamentarismo
Veamos ahora los cambios propuestos.

Estamos ante un enfoque reglamentarista del problema. Es como pensar que la calidad del fútbol peruano va a mejorar porque promovamos tener mejores árbitros y mejores arbitrajes.

La razón principal porque los llamados partidos son arrejuntamientos no es porque las leyes electorales están mal, que lo están. Las grandes ideologías que los animaban se han venido abajo y tampoco se han visto como necesarias para que el sistema funcione después de la guerra insurgente-contrainsurgente y la victoria neoliberal. No por haber «mejores» leyes electorales va a haber mejores partidos. Ya se ha visto cómo las leyes electorales se han cambiado tanto en el fujimorismo como en el postfujimorismo y sin resultados en mejorar la calidad partidaria y representativa.

En el Perú no hubo «sistema de partidos». Hubo caudillismo y gobiernos de la oligarquía que no necesitó de partidos para gobernar con comodidad. Con el autogolpe de Fujimori se volvió a la normalidad como diría Martín Adán ante el golpe de Odría. No fue un colapso de algo consolidado. Por eso es que no hubo recuperación posterior. Volvió la oligarquía, volvió el gobierno de mandar sin contrapesos, volvió la chacra.

En el documento de la comisión Tuesta se pone como problema la caída de la votación de «los partidos», según ellos, AP, el PPC, el Apra y la izquierda. Tienen, claro está, una concepción fija de «los partidos». El fujimorismo tiene ya tres décadas de existencia, Alianza para el Progreso existe desde el 2001. El castañedismo lleva en elecciones desde el 2000. Hay nuevos partidos, tampoco tan diferentes a los anteriores. Han intentado hacer leyes para contener este fenómeno, pero las leyes electorales no pueden contener los fenómenos sociales. Mucho voluntarismo politicista pensar lo contrario. La representación que se tiene emerge de la realidad social, un hecho tan simple de entender que no se expresa por ningún lado en la propuesta Tuesta.

De las firmas a la militancia
En cuanto a medidas específicas, la propuesta de eliminación de las firmas para inscribir partidos deja claro que tal mecanismo ha sido un fracaso y ha generado muchos más problemas que los problemas que quería solucionar. Se trató de limitar el número de organizaciones subiendo la valla de firmas y sólo se logró crear un mercado de alquiler de membretes. Gran fracaso. Más aún, la dinámica política de alianzas y posturas políticas se ha tenido que adaptar a la búsqueda de la inscripción. Nuevo Perú está en banda tragándose el sapo de buscar alianzas con Yehude Simon o con Vladimir Cerrón, ante su fracaso en conseguir la inscripción propia. El moradito Guzmán, en cambio, logró pasar la valla de las firmas con lo cual nomás ya es un referente político gravitante en la política nacional. La pregunta es si cambiando de un sistema firma-céntrico a un sistema militancia-céntrico al menos se alivia este problema.

La comisión Tuesta propone que los partidos nacionales tengan un requisito de militancia de 0.075% de los ciudadanos que sufragaron en las últimas elecciones al congreso. En el 2016 hubo 18 751 264 votos válidos al congreso. Entonces estamos hablando de 14063 militantes. Para las «organizaciones políticas regionales» se pide el 1% de los ciudadanos que sufragaron en las últimas elecciones regionales. Es decir, si una región tiene, digamos, 1 500 000 electores/as, se piede el 1% que es 15 000, mil más que para un partido nacional. Regiones muy pobladas como Piura y La Libertad tienen como 1 300 000 electores. Es claro que se facilita la entrada de partidos nacionales y se pone relativamente más difícil la entrada de partidos regionales.

Hay una visión sesgada que ve a los movimientos regionales como «fragmentación». Se confunde la calidad de estos movimientos, que sí es un problema, con su naturaleza regional, que no tiene por qué serlo.

La intención de desplazar el logro para los partidos de la recolección de firmas a su capacidad de organizar militancias. Queda por ver si esto logra su objetivo. La propuesta en sí es interesante. Como ejemplo, nuevo Perú debería poder inscribirse bajo esta nueva regla. También el MOVADEF.

Las vallas para la cancelación de la inscripción van el mismo espíritu de la legislación existente en la actualidad, al igual que las reglas sobre asambleas internas y elección de representantes y candidatos.

Insistencia en la bicameralidad
La insistencia en la bicameralidad es alucinante, sobre todo por los motivos que exponen. Pretenden descalificar una votación en un referéndum nada menos que con encuestas de IPSOS, GfK y el IEP y argumentos contextuales, que la ciudadanía votó en contra por circunstancias puntuales, pero que ésta en realidad sí apoya la bicameralidad:

«Seg(m una encuesta nacional aplicada en enero de 2019 por el Institute de Estudios Peruanos (IEP) para la Comisi6n de Reforma Politica18, un 57,7% de los encuestados votaron en contra de reinstaurar la bicameralidad en el referendum pasado, mientras que un 24% vot6 a favor. Sin embargo, cuando se les pregunt6 si apoyarlan la bicameralidad en caso se tratase de la propuesta original el Presidente -es decir, sin las modificaciones introducidas por el Congreso-, el voto en contra de la bicameralidad cae en un 15%. Mas importante aun, ante la pregunta sabre el retorno a la bicameralidad sin reelecci6n del actual Congreso, el 48,8% del total de la muestra encuestada y un 45% de quienes afirmaron haber votado en contra de la bicameralidad en el pasado referéndum, afirmaron estar a favor de la misma. Es evidente entonces que detrás del rechazo de la poblaci6n a la bicameralidad existieron otros factores que no necesariamente se vinculan con el mismo sistema.» p. 75. [texto copiado y pegado del original].

Esta argumentación, repetida por Rosa María Palacios, es inaceptable. Es una manipulación de lo que votó la gente. Que se haga otro referéndum si se quiere restaurar la bicameralidad. El mismo Tuesta escribió antes de ser nombrado para esta comisión que este era un punto muerto.

Eliminación del voto preferencial
Otras medidas son la eliminación del voto preferencial, para eliminar las campañas personales, y la votación al congreso en la segunda vuelta, para que el voto se concentre en los dos partidos que pasan a la segunda vuelta. Llevan años con estas dos propuestas. Ya he escrito en contra de ellas. El voto preferencial permite que la ciudadanía decida mejor a sus representantes y no los partidos que seguirán siendo arrejuntamientos. Eliminar el voto preferencial no tiene por qué mejorar la representación. En vez de hacer campaña, los candidatos ponen el esfuerzo en tener mejores ubicaciones en la lista. Alivia un poco el circo electoral, pero no tiene por qué mejorar la representación política. El voto al congreso en segunda vuelta genera por donde se lo mire una concentración del voto y beneficia a los partidos con candidatos a la presidencia. Ya hay vallas electorales para que exista una mínima representación. ¿Cómo hubiera sido el congreso electo en 2016 si las elecciones congresasles eran en la segunda vuelta? Definitivamente el fujimorismo habría tenido más de lo que tuvo. Y tambien PPK, a costa de los otros partidos rivales, lo cual no tenía por qué mejorar la representación política. Si el país es variado políticamente, mejorar la representación política es que esa variedad esté reflejada en su congreso. La reforma va en el sentido de anular o limitar tal variedad.

Financiamiento, inmunidad y fortalecimiento de la presidencia sobre el congreso
Otro cambio importante es el financiamiento público a los partidos. Esto es positivo y continúa la política de espacios políticos gratuitos conquistada al gobierno de Morales Bermúdez.

Otro cambio es la limitación de la inmunidad parlamentaria, lo cual es positivo, y la prohibición de ser candidato/a a quienes cuenten con con sentencia condenatoria en primera instancia por delitos dolosos cuya pena sea mayor a 4 años.

Luego hay cambios que denotan escaldadura por la caída de Kuczynski y van destinados a evitara que se repita. Se facilita la insistencia para que el presidente tenga más poder sobre el congresoy se elimina la vacancia por permanente incapacidad moral del Presidente de la Republica y se limita la cuestión de confianza.

A nivel regional, según la comisión, nivel «subnacional» se propone una versión suave del «ganador se lo lleva todo», con un «premio a la mayoría» de cuarenta por ciento ( 40 % ) de escaños del Consejo Regional a la lista ganadora, en caso ganara la elecciñon con menos de dicho porcentaje. Va pues en la misma línea de la idea concentradora y limitadora de la voluntad popular.

Ley seca y encuestas
Otra medida es la eliminación de la ley seca y la prohibición de encuestas. La eliminación de la ley seca es sensata. Que cada quien asuma su responsabilidad. Al menos Tuesta como Tanaka proceden de organizaciones que hacen encuestas, como la PUCP y el IEP. No es muy diferente a que un empresario minero haga propuestas sobre las leyes mineras que directamente lo beneficien. Hay aquí un conflicto de intereses. Y yendo al tema de fondo, lo que se necesita con las encuestadoras políticas en épocas de elecciones no es una medida puntual que les dé más poder, sino una mayor regulación en la medida en que su producto informativo tiene una gran externalidad que afecta los resultados electorales. Alfredo Torres de IPSOS era un salitero del SIN y fue denunciado por manipular encuestas a su antojo, notoriamente en la elección a la alcaldía de Lima en participó Hurtado Miller por el fujimorismo. Esta reforma, con todo lo ambiciosa que es, para nada incluye a las encuestadoras como parte del problema. Algún estándar de veracidad se les tiene que exigir. Por ejemplo, que publiquen sus datos después de algún tiempo de publicación, o que los encuestadores se abstengan de jugar a ser líderes de opinión, como hace actualmente Alfredo Torres. Tienen el doble rol de promover opiniones y de medirl su impacto en la sociedad.

Voto militar, voto extranjero, voto indígena
Otra medida es el voto de los militares, de lo cual no se ha hablado mucho. Es una medida positiva, que pasa por una reforma constitucional. El personal militar representa un porcentaje importante de la población (no de la ciudadanía, porque precisamente no es ciudadano) y tiene que participar políticamente con las mismas reglas que todo el mundo. Sobre esto también he escrito alguna vez, a favor.

Otra medida es que los/as ciudadanos/as en el extranjero tengan una circunscripción electoral propia. Esto es mejor a que esos votos vayan para Lima. Pero lo ideal es que cada ciudadano en el extranjero tenga una circunscripción en el Perú, y vote en las elecciones nacionales y regionales por su circunscripción. Un andahuaylino o una pucallpina residente en el extranjero votaría por los representantes de su región. No es que sea algo difícil de llevar a la práctica.

Otra medida es que el congreso tenga un/as representante indígena. Es un avance, pero un representante indígena, apabullado por todos los demás congresistas, no es suficiente ni posiblemente la mejor manera de que exista una mayor representación indígena.

Hay muchos más cambios, que evidentemente ya tenían listos los integrantes de la comisión, principalmente Tuesta. En tres meses no se investiga nada; sólo se concentra lo que ya se tiene. Vizcarra, al elegir a Tuesta y las otras personas de la comisión, obviamente en coordinación con Tuesta, quien ya había asesorado a la presidencia, ya había elegido el tipo de reforma que iba a hacer. Ya la AC Transparencia había sacado un documento de una docena de propuestas que han sido recogidas por la comisión Tuesta.

Balance
Como balance, la principal medida positiva es que se eliminan las firmas y se pasaría a un sistema partidario basado en la militancia acreditada. Este cambio es relativamente sencillo de hacer, no implica grandes cambios constitucionales como los otros y podría funcionar en abrir el sistema político. Los otros cambios ya son más problemáticos y el costo-benficio político suena a negativo. Por eso, Vizcarra parece haber encarpetado la megareforma de la comisión Tuesta. Pero encarpetar el paquetazo total de Tuesta no quiere decir que no tenga sentido concentrar las fuerzas en algunas reformas puntuales de alto impacto. Se puede hacer algo aún, lo menos costoso y de mayor beneficio. La bicameralidad ya fue rechazada en referéndum e implica un cambio constitucional. Eso se encarpeta, al igual que las otras propuestas que impliquen algo similar.

Un subproducto seguramente involuntario de haber propuesto una megareforma es que se pone sobre el tapete la necesidad de una nueva constitución. Si la cuarta parte de tu carro no funciona y la tienes que cambiar, claro que vas a ponerte a pensar en dejarlo y comprarte otro. Ese es un mensaje latente que deja esta comisión.

P.S.1. El documento final de la comisión Tuesta tiene 404 páginas. No es por supuesto posible comentar todo. Si fuera necesario, seguiremos comentando en otros posts o en comentarios.

P.S.2. Por cierto, el documento publicado por Tuesta en Scribd

https://www.scribd.com/document/402545061/CANRP-Informe-Completo

no pone las cosas fáciles para la lectura. Es un escaneo de páginas impresas que hace difícil la discusión (como copiar y pegar textos para citarlos y debatirlos) y sobre todo no tiene un índice a las 350 páginas de anexos, que son la mayor parte del documento y es donde están los proyectos de leyes específicas.

Tal vez a alguien le sirva este índice de los anexos, para de frente ir al proyecto de ley sin buscarlo:

p. 9. Cuadro de Reformas

  1. p.51 Reforma constitucional 48 artículos.
  2. p. 113 Reforma ley de elecciones
  3. p. 137 Reforma ley de organizaciones políticas
  4. p. 142 Idem
    5a. p. 159 Idem
    5b. p. 211 idem
  5. p. 249 Reforma constitucional Voto militar Art 34
  6. p. 269 Reforma legislación electoral
  7. p. 283 Reforma constitucional Inmunidad. Art. 93
  8. p. 301 Reforma ley de elecciones
  9. p. 329 Reforma ley de elecciones regionales
  10. p. 363 Reforma ley de gobiernos regionales
  11. p. 379 Reforma constitucional Mandato regional y municipal. Art. 191 y 194

p. 400. Anexo 3 y 4. Reuniones de la comisión. Documentos revisados. Aportes recibidos.

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Por - Publicado el 23-03-2019

Por María Sosa Mendoza

La Comisión de Ética Parlamentaria recomendó al pleno suspender por 60 días a la congresista del Frente Amplio María Elena Foronda. Se la acusa por haber contratado en su despacho a Nancy Madrid Bonilla, quien -resaltan los miembros del grupo de trabajo-  es una exsentenciada por el delito de afiliación a un grupo terrorista, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).

Madrid Bonilla, como aseguró en un primer momento la legisladora de izquierda, cumplió la pena de 18 años en cárcel que le fue impuesta (rebajada a 16 años por buena conducta) y su situación, al momento de ser contratada, se alineaba a todos los requisitos establecidos en Reglamento Interno de Trabajo para laborar en el Parlamento.  

Recordemos que entre el  27 de julio de 2017 hasta el el 14 de mayo de 2018, lapso en el que la Nancy Madrid se desempeñó como personal de la congresista del Frente Amplio, no existía ninguna disposición legal y/o administrativa que impidiera a una persona sentenciada por terrorismo ser contratada en el sector público. Aquella prohibición de ingresar o reingresar a prestar servicios en el sector público para los condenados por el delito de terrorismo recién se estableció el 18 de junio del 2018, mediante la Ley 30794.

Los argumentos de quienes condenaron aquel vínculo laboral son básicamente los mismos y se resumen en que Foronda, con aquella acción, “demuestra una conducta que no tiene ningún compromiso con los referidos valores que inspiran al Estado Democrático de Derecho pues le da su confianza a quien en su momento quiso destruirlos”, tal como se lee en la denuncia reconocida en la Comisión de Ética con el número 109-2016-2018/CEP-CR, impuesta por el legislador Héctor Becerril.

La congresista acusada, al inicio del escándalo mediático, fue categórica en su defensa. Ella apelaba al derecho humano de toda persona a poder reinsertarse a la sociedad después de haber cumplido una condena, principio que se encuentra estipulado en el artículo 139 de la Constitución (“22. El principio de que el régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y reincorporación del penado a la sociedad.”).  Sin embargo, sus declaraciones fueron variando conforme la opinión mediática y, por ende, la pública desaprobaba su accionar. “Legalmente la señora está en capacidad para poder reinsertarse. ¿Si fue un error cometer esta acción [contratarla]? Tendremos que evaluarlo”, señaló después.

Teniendo en mente que lo que será materia de evaluación en este caso no tiene que ver con un marco legal, sino con uno ético y moral; queda preguntarnos si en este caso se cometió alguna falta o error de aquella índole y por qué fue así.

La acusación

Foronda Farro es acusada por haber infringido los artículos Nº 1, 2 y lo dispuesto en el literal f) del artículo 4 del Código de Ética Parlamentaria. Estos literalmente señalan:

Artículo 1. En su conducta, el Congresista da ejemplo de su vocación de servicio al país y su compromiso con los valores que inspiran al Estado Democrático de Derecho.

Artículo 2. El Congresista realiza su labor conforme a los principios de independencia, transparencia, honradez, veracidad, respeto, tolerancia, responsabilidad, democracia, bien común, integridad, objetividad y justicia. El principio de la independencia debe entenderse dentro de la lealtad al grupo político a que pertenezca.

Artículo 4. Son deberes de conducta del Congresista los siguientes:
f) Responsabilizarse por todo documento que firma y sella.

Como se lee, los dos primeros artículos no son contundentes en evidenciar falta alguna en este caso y pueden ser interpretados según la subjetividad de cada legislador. Incluso se le podría dar la vuelta al asunto sin ningún problema. Por ejemplo; ¿No sería contrario al Estado Democrático de Derecho el condenar al ostracismo y negar cualquier posibilidad de desarrollarse normalmente a un grupo humano que ya pagó por sus penas? En contra del respeto, tolerancia, responsabilidad, bien común, integridad, objetividad y justicia, podríamos agregar.

En el  inciso f) del artículo 4, habría posibilidad de aterrizar la denuncia si es que en alguna parte del Código de Ética se estableciera explícitamente la prohibición de contratar a exsentenciados por un delito predeterminado (terrorismo). Esto, por supuesto, no sucede. Se cae en la misma ambigüedad.

El reportaje

Buscando contundencia y lucidez, recurrimos entonces, a lo que fue el inicio de todo: “Una exemerretista en el Parlamento”, el reportaje que emitió Panorama el 13 de mayo del 2018.

Aquel trabajo de investigación tiene como responsable a la periodista Karina Novoa y la principal (y única) fuente a la que se recurre para evaluar los hechos es al exmagistrado de la Sala Penal Antiterrorista, Marcos Ibazeta. Cuestionar o no la imparcialidad  de Ibazeta, así como la base de sus inferencias, depende de cada uno. Aquí un par sus declaraciones, para insumos en el análisis:

  • “Que al enemigo público del Estado, que ha cumplido condena, que no ha cambiado, lo metemos dentro del sistema a destruir a quienes quiera destruir… oiga, eso no resiste ningún análisis lógico” (minuto 5.50)
  • “Resulta que nuestras cárceles ni a los comunes resocializa, menos a los terroristas que tenían el control de los penales” (minuto 6.23)

Por supuesto, la periodista deja constancia reiteradas veces de que se buscaron las declaraciones de Foronda y Madrid Bonilla, quienes son evasivas y hasta agresivas. Me animo en este punto en presentar mi apreciación personal: Tienen miedo.  

Otro punto que ocupa varios minutos es la supuesta imprecisión de la ex trabajadora del Congreso en su declaración jurada para prestar servicios al Estado, con respecto a su no adeudamiento a  este. Los hechos que se detallan son los siguientes: A Madrid Bonilla se le impuso una reparación civil de 10 mil soles en el 2006, que no fue cancelada hasta 10 años después, cuando la Procuraduría Especializada en delitos de terrorismo embargó sus bienes y cobró el monto íntegro. Sin embargo, se resalta en el informe, por la demora en el pago, se  generaron intereses que nunca fueron cobrados.

Novoa se ocupa de resaltar “¿Cómo se puede trabajar en el Estado, y cobrar un sueldo de él, si se tiene deudas con este?”. El magistrado Ibazeta apunta en el mismo sentido cuando declara: “Si yo quiero trabajar en el Estado no debo tener incompatibilidad, o intereses contrapuestos. Entonces, si el Estado es mi acreedor por un delito, yo lo tengo que resarcir y no pago la indemnización civil, ¿cómo es que voy a pasar para el Estado, cobrándole un sueldo cuyos fondos vienen de los impuestos que pagamos todos los peruanos? Seguimos beneficiando al agresor. Estas cosas solamente pasan en el país”.

Pero hay un punto que solo se menciona de paso y que ambos ignoran en sus análisis: Todavía está pendiente que “el jurado correspondiente” fije el monto exacto de la deuda de Nancy Madrid. Es decir, aún no se le ha precisado cuánto debe pagar. Convendría preguntar, ¿de quién es la falla en este punto?

Es más, en el supuesto que jurídicamente sea Madrid Bonilla quien haya cometido una falta debido a “la imprecisión” en su declaración jurada, se hace evidente un error en la formulación de la denuncia. Si esa es la infracción, debería ser otro el nombre del reportaje. “Una deudora del Estado en el Parlamento”, podría ensayarse. Con toda seguridad los descubiertos serían muchísimos más.

Llama la atención, también, que se repare en quien es la pareja de la extrabajadora: “Su esposo es otro conocido para la Dircote, Edward Enrique Chahua Huamán, sentenciado también a 18 años de prisión por terrorismo. Fue presentado por la Policía junto a Cárdenas y Madrid. Chahua es abogado y no ha pagado ni un sol de la reparación. Ambos deudores del Estado y sin necesidades económicas, por lo menos aparentemente”, se escucha decir a la narradora. ¿Es delito tener un vínculo matrimonial (o de otro tipo) con un expresidiario?

Finalmente, el trabajo periodístico resalta- en un intento de contextualizar y reforzar la imputación- que el 3 de mayo Foronda Farro se abstuvo en la votación de la ley que prohíbe laborar en el sector público a los condenados por terrorismo o por apología del terrorismo. “No podría ser de otra manera, si ella misma llevó a trabajar a esta sentenciada por terrorismo al Congreso de la República, ganando dinero de todos los peruanos”, se añade. Aquí la lógica es correcta. Tiene mucho sentido que la congresista del Frente Amplio, al contratar a una ex sentenciada por el delito de terrorismo, no avale la ley que prohíbe a los sentenciados por terrorismo o apología a trabajar en el sector público. Es una cuestión de coherencia con sus principios (correctos o no). Cabe precisar que la congresista aclaró que el día de la votación no estuvo presente en el Parlamento debido a que se encontraba en una reunión con el entonces primer ministro César Villanueva.

Con la aprobación de la ley que impide trabajar en el Estado a los sentenciados por terrorismo se cerró la discusión sobre si es correcto o no que aquellas personas puedan reincorporarse con normalidad a la vida civil. Si es ilegal, es malo. Muchos trabajadores han sido despedidos y a otros se les ha cerrado las puertas.

En cambio, el caso de la congresista Foronda, anterior a la aprobación de aquella norma, da espacios para la argumentación y el debate.

¿Dónde estuvo la falta?

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Por - Publicado el 08-02-2019

Entrevista a Marco Teruggi, sociólogo y periodista argentino en Venezuela (Hecha el 3 de febrero de 2019)

Por Roxana Loarte

Hace seis años que viajó a Venezuela. Desde entonces su oficio de cronista le dio la oportunidad de conocer de cerca el proyecto bolivariano y la compleja realidad que afronta el pueblo venezolano. El año pasado presentó en Argentina, y hace poco en Colombia, su último libro Mañana será historia. Diario urgente de Venezuela. Una publicación donde narra las historias jamás contadas de la vida en los barrios y campos, el día a día frente a la guerra económica, los errores del gobierno, pero sobre todo su esperanza en Chávez y el sueño bolivariano de una patria libre para los venezolanos.

Casi a fines de enero de este año, Venezuela volvió a las portadas de los diarios. Hoy el país llanero se disputa entre dos gobiernos; uno elegido en las últimas elecciones de 2018 y el otro autoproclamado con apoyo de EE.UU. Las siguientes semanas serán decisivas para Venezuela y América Latina. Esta semana, el Grupo de Lima se reunió e hizo un llamado a la FANB (Fuerza Armada Nacional Bolivariana) para respaldar a Juan Guaidó, por su parte António Guterres; secretario general de la ONU, emitió un comunicado donde decía que no se sumarán a ninguna iniciativa internacional (en relación a la propuesta de México y Uruguay) para mediar en la crisis venezolana. Mientras las amenazas de Donald Trump, su consejero de seguridad; John Bolton, su secretario del Departamento de Estado; Mike Pompeo, continúan a través de las redes.

Es un panorama difícil y cada vez más cercano a una intervención militar que desencadene una guerra sin precedentes para el continente. Sin embargo, la guerra política en los medios de comunicación internacionales existe y se agudiza. ¿Quién dice la verdad o la falsea? Es un dilema que saca chispas en las redes sociales y los medios. Marco Teruggi observa con atención este fenómeno y nos explica cómo se muestra el ambiente en el país, las posibilidades del gobierno de anteponerse a la injerencia, y desmitifica las noticias alarmistas que circulan por los medios peruanos y latinoamericanos de una supuesta crisis humanitaria. Lea la entrevista y saque usted sus conclusiones. Como dice Teruggi en su libro; nadie pretende ser objetivo en Venezuela, esté de un lado u otro.

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Libro Mañana será historia. Editorial Sudestada de Argentina.

¿Cuál es la situación en estos momentos en Venezuela, después de escuchar la declaración de la ONU y el Grupo de Lima?, digamos ¿qué puedes percibir en las calles, mercados, barrios; lugares que retratas en tu libro?

En términos generales podemos decir que se vive una situación de varios tiempos superpuestos. Por un lado; un tiempo internacional con los anuncios de quienes están conduciendo los ataques contra Venezuela que se transmiten a través de redes sociales, canales internacionales. Estoy hablando de los principales dirigentes hoy de la administración de Trump. Bolton, Pence, Pompeo, por ejemplo. Un mundo en las redes sociales de la derecha que sigue lo que le dicen los que están afuera, y un mundo de la cotidianidad marcado por las dificultades económicas que se explican por varias razones. Una tensa calma producto de que la mayoría de la sociedad está consciente de lo que está pasando, y se espera a que algún elemento se desencadene en cualquier momento. Entonces son varias las temporalidades juntas donde pasado los primeros días de violencia que hizo la derecha del 21 al 24 de enero, desde hace aproximadamente 8 días, no se viven episodios violentos. La violencia que arma la derecha es a través de grupos contratados para eso, armados, y evidentemente en estos momentos no está en su plan activarlos. Por lo tanto, no lo han hecho. Así que contrariamente a lo que muestran las grandes agencias de noticias internacionales, no hay ni movilizaciones masivas clamando a Guaidó ni una sociedad enfrentada en las calles sino un intento de montar un gobierno paralelo afuera y un gobierno real, electo, que continua su función, su tarea como gobierno y ve cómo hace frente a esta estrategia de golpe de estado que evidentemente ya no es ningún secreto, está siendo planificada, dirigida y orientada desde los EE.UU.

¿El gobierno bolivariano previó que habría un bloqueo por parte de EE.UU. y la UE? El anuncio de John Bolton y Steven Mnuchin, respecto a las sanciones contra la petrolera PDVSA, y el impedimento para el retiro de dinero del Banco del Reino Unido va recrudecer la situación, aún más que la guerra económica. Se conoce ¿qué medidas va tomar el gobierno de Maduro?

Desde el 2014 hay un marco jurídico en EE.UU. para llevar adelante los diferentes ataques, ellos dirían sanciones, pero son ataques. En el intento de montar el gobierno paralelo de afuera está acompañado del intento de la asfixia en la economía. Para ello han atacado, para congelar, bloquear 7 mil millones de dólares, es decir robarlos, y luego hacer un intento de que el dinero que entre por venta de petróleo a Citgo -que es una empresa de la cual forma parte PDVSA y también otros accionistas como los rusos- que ese dinero vaya a otras cuentas, o sea también robárselo para quedarse con parte del dinero como han hecho en el caso de Libia y a su vez financiar su propia estrategia de guerra. O sea, le roban a Venezuela para financiar el golpe. Ante eso están evaluando medidas todavía no ha habido declaraciones. Todo indica que van a reforzar las alianzas con sus otros socios, pienso en China, Rusia, Turquía, Irán; o sea el espacio donde han ido conformando alianzas de varios tipos entre ellas las económicas.

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Conversatorio con Marco Teruggi en Argentina.

En tus informes por redes sociales das a entender que la Ley de Amnistía, que promueve la derecha opositora, lo está difundiendo a las fuerzas militares como un intento de sabotaje, ¿qué posibilidades hay que prospere y qué hace el gobierno para evitar cualquier conspiración o traición?

La derecha logra (la derecha, o sea quienes están mandando, siempre es bueno recordar los que no están en Venezuela) construir un presidente 2.0 que no tiene territorio ni poder real. Logran sanciones, ataques económicos y financieros. Logran que varios países no los reconozcan, eso genera todo un cuadro, de avanzada, de trincheras, pero necesitan efectivamente una acción de fuerzas más cercana a Nicolás Maduro y en ese cuadro las FF.AA. son un punto clave. Clave en tanto para derrocar a Maduro, porque si se mantienen unidas es muy difícil.

En un plano, la ley de la amnistía la remontan hasta 1999. Es decir, se quieren perdonar todo lo que han hecho y perdonarse lo que van hacer. Después hay todo un trabajo por redes sociales con cuentas que quieren mostrar que hay soldados que no reconocen a los generales, un trabajo de algunos que se alejan y dicen que reconocen a Guaidó. Un trabajo psicológico de atemorizar a la FANB para que no pelee, como el mensaje que tenía Bolton en su carpeta, y después ataques armados concretos como los que hubo la semana pasada a dos cuarteles de la guardia nacional bolivariana que es un cuerpo de la FANB.

Es evidente que hay un plan organizado por parte del gobierno de EEUU y ciertas potencias europeas confabuladas con países latinoamericanos como el gobierno peruano, y si bien el fondo de todo esto es político, hay un tema de ilegalidad con la autoproclamación de Guaidó, ¿se vio alguna medida legal, constitucional o en alguna corte internacional?

Todo esto estaba preparándose. Entonces, hay un debate sobre lo legal, evidentemente, pero bueno, es un intento de golpe, por lo tanto, la legalidad es una forma para construir narrativa y hacer pasar algunas acciones ilegales por legales, pero eso no está en el marco de la ley. Ante eso hay una situación de qué hacer, porque es complejo, digamos pensar en una acción porque seria echarle más gasolina al fuego, pero por otro lado tampoco se puede dejar avanzar un cuadro de esta naturaleza.

Y sobre el último anuncio de Maduro…

Lo que indicó Maduro en esta movilización del 2 de febrero es que están pensando en convocar a nuevas elecciones legislativas. Habría que ver qué efecto tendría, que tipo de posibilidades para estabilizar el cuadro o qué tipo de posibilidad de frenar el avance. Pero yo diría que estamos en una ofensiva final por lo menos así lo hace saber EE.UU. contra Venezuela; entonces hay cuestiones que pasan a segundo plano. El mismo Bolton anunció que va enviar ayuda humanitaria, aunque Maduro no quiera, por lo tanto, la cuestión de la legalidad es una cuestión que decidió EE.UU. para hacer sus acciones en contra camuflando. Por parte del gobierno también se va intentar trabajar sobre eso, pero con la consciencia de a qué se está enfrentando uno.

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Marco Teruggi en Venezuela.

En los medios peruanos, la mayoría; por no decir todos, asumen como presidente interino a Juan Guaidó. Las noticias que circulan van desde la compleja situación en Venezuela, la ayuda humanitaria, las manifestaciones y hasta la vida de la esposa de Guaidó y los perfiles de ambos como líderes de la lucha por la libertad. Te menciono esto porque en tu libro analizabas el tema el discurso mediático, esto sucede en varios medios latinoamericanos, ¿qué reflexión merece?

En este contexto hay una permanente disputa que se da a través de las redes sociales y del whatsapp centralmente con rumores, falsas noticias que tienen por objetivo de instalar una serie de ideas fuerzas que se viralizan, como fue el caso, de que la fuerza armada reclutaba niños o que tenía detenido niños para generar olas de impacto internacional, de cara a criminalizar y agudizar si se quiere el trabajo internacional contra el chavismo y a su vez generar pánicos internos. Son varios elementos combinados, entonces siempre hay que tener mucho cuidado, porque hay muchas matrices que se van trabajando. La derecha tiene mucha arquitectura para meterse en el mundo de las redes sociales y lograr este tipo de efectos. Luego, se comprueban que no son reales. Por ejemplo, en el caso de los adolescentes que se supone secuestrados por la FANB para ser reclutados por la fuerza. Nunca hubo ningún familiar que dijera algo así. Pero forma parte de la lógica del ataque, hay una dimensión que tiene que ver con golpear, digamos la psiquis, la subjetividad. Y se sabe que una mentira en un momento justo, en una estrategia justa, puede luego desencadenar en otro tipo de acciones. En ese sentido hay que tener mucho cuidado con el manejo de la información que va circulando, siempre chequear, buscar la fuente, ver quién la emitió. Digamos que es una ola que tiene por objetivo desinformar en masa para justificar acciones.

Por último, la organización Nuevo Perú, liderada por Verónica Mendoza -quien simpatizó con el gobierno bolivariano cuando fue congresista, y luego siendo candidata presidencial reculó y dijo que existía una dictadura- se pronunció hace unos días en contra de la intervención, pero no dejó en claro su percepción sobre Maduro. Esto generó un problema de discrepancias entre sus dirigentes y simpatizantes, ¿qué puedes decirme de esto? La coyuntura en Venezuela puso a más de una organización que se asumía de izquierda en la cuerda floja, y está pasando en varios países latinoamericanos.  

Creo hay muchas maneras de pararse no siendo funcional a ellos como por ejemplo en términos diplomáticos de López Obrador, quien plantea que él no se va a meter en asuntos de otros países porque respeta la autodeterminación y tiene una política exterior soberana y no es quien para decidir quién fue presidente. Lo que no implica que apoye a Maduro, sino que entiende cuáles son las variables que están en juego. Acá no estamos debatiendo si gusta o no Maduro, sino que hay un intento de golpe de estado, que no tiene por objetivo hacer un gobierno mejor, sino una gran revancha. Un proceso de saqueo principalmente económico, pero un gran castigo contra la sociedad venezolana. Lo que implicaría persecuciones y variables más. Sobre ese punto hay una trampa, un acorralamiento de muchos sectores, que, calculando sus posiciones en términos electorales, terminan escondiéndose de una postura que no es tan compleja como denunciar que hay un intento de golpe de estado en Venezuela conducido por los EE.UU., independientemente de lo que se piense de Maduro. Por lo tanto, esto es un asunto planificado y como tal hay que denunciarlo, porque lo que hacen en Venezuela, se lo pueden hacer a cualquier país.

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Por - Publicado el 29-01-2019

Homero Quiroz Cabañas
María Sosa Mendoza

[Esta entrevista iba a salir en otro medio, pero no pudo salir. Ante ello, el autor y la autora de la entrevista como el entrevistado gentilmente accedieron a que salga en el presente espacio.S.R.]

Olfer Leonardo Fernández no teme polemizar. Una entrevista centrada en la violencia política que vivió el Perú en los ochenta y sobre la apuesta del Movadef por la reconciliación en la actualidad, no le genera mayores conflictos. Tampoco temores, algo bastante común en personajes de distintas disciplinas, a la hora de pronunciarse sobre el tema. Al artista, sumergirse en este debate, le dibuja una sonrisa. “Está bien comenzar a hablar de ello”, puntualiza.

Últimamente ha ganado notoriedad por haber logrado una sanción a la Municipalidad de Lima que asciende a 66 400 soles. El caso se remonta al 2015, cuando Luis Castañeda Lossio decidió borrar cuatro de sus murales ubicados en el Centro Histórico: ‘Latidos’, ‘Yakumama’, ‘Cultura Lima’ y ‘Aire’. En ese entonces, el exalcalde justificó su accionar resaltando el vínculo del escultor con el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef). Olfer replicó sin dudarlo: “Sí, simpatizo con el Movadef […] En concordancia con ello, también apuesto por una Amnistía General y Reconciliación Nacional”.

¿Cómo entiendes el arte? ¿El arte tiene un fin en sí mismo?

Yo creo que todo tiene un fin, no solo el arte.

¿No compartes la idea de “el arte por el arte”?

Para mí esa es una visión muy burguesa. Desde que se generó, el arte siempre ha querido comunicar algo. Las pinturas murales en las catacumbas, en los inicios del cristianismo, por ejemplo, trataban de demostrar el proceso de la transición de la resistencia de los cristianos. Aquello fue algo que se desarrolló en la clandestinidad, para generar conciencia. El arte como arte, como objeto de gozo, no existía antes. Antes era una necesidad, un todo; como una casa donde la gente respira cotidianamente. El arte se divide después, en el Renacimiento, entre artistas que generan arte para un grupo, deja de ser parte de una necesidad colectiva.

¿Cuál es el fin de tu obra?

Yo trato que mis propuestas, de una u otra manera, revuelvan la historia; revuelvan temáticas tabúes, cuestionen y generen interrogantes. Yo no doy respuestas, no me interesa darlas. Yo, con mis obras, quiero generar interrogantes. La respuesta la consigue la gente que las ve.

¿Qué tanto influyeron tus padres en tu arte?

Me han influenciado mucho. Mis padres son artistas plásticos  pero de caballete. Tengo un cuestionamiento a la técnica que siguen. Aunque reconozco que, con su trabajo, de alguna forma, denuncian la historia que han vivido. Pero, para mí, el tema pasa por el hecho de que usan una técnica burguesa, donde tú inviertes tanto con una pintura al óleo y no todos tienen acceso por el costo. Yo opté por el mural porque justamente no quería repetir ese proceso.

¿Tus padres eran comunistas?

Mis padres son marxistas-leninistas-maoístas, además ellos trabajaron muy de cerca con Félix Rebolledo. Mi padre, sobre todo, hizo murales con él en Cañete. Hicieron un trabajo muy profundo. Mi madre hace su tesis sobre el mural que hace mi padre con el maestro, es ahí cuando conoce a mi papá. Mi madre es alumna de Félix Rebolledo. Entonces, siempre creyó que el arte debía seguir a las causas de la población, que ayudan en los procesos históricos donde las masas se rebelan para transformar la sociedad.

Ella fue quien creó en ti ese interés en seguir la lucha de los pueblos…

Así es. Ella fue la que más me inyectó la idea de que el arte es un martillo para generar conciencia. Mi padre también lo planteó, pero mi madre para mí ha sido muy determinante en esas cuestiones.

¿La técnica del mural también es parte del mensaje que buscas dar a la sociedad peruana de posguerra?

Tomo todas las herramientas presentes en el arte para poder tener una propuesta. El mural es lo que me ha marcado, por el discurso que tengo, pero yo soy escultor. Pero no solo ello, en la actualidad estoy preparando el guión para una película; entonces no es que yo me centre solamente en el muralismo.

¿Es legítimo que toda ideología tenga una expresión en el arte?

Sí, todas las artes tienen ideas. Quien tiene el arte generalmente es un grupo de poder. Si tú ves el arte egipcio,  logras ver el poder del emperador en las pirámides. En los portales que hacían los romanos en sus campañas de guerra sucede lo mismo. Se levantaban para representar el poder de la victoria. Cuando Túpac Amaru empezó la rebelión, también hizo pintar muchos cuadros de su proceso subversivo.  Esa fue una forma de generar visibilidad de todo lo que en ese momento sucedía. Todas esas  pinturas después fueron destruidas por los vencedores, los españoles.

Al estar erigido en ideas, ¿se justifica la censura de algún tipo de arte?

No creo en la censura, yo creo que deberían estar todas, que convivan o se enfrenten, que se cuestionen. Ese es el motor. Mientras más ideas haya en el ambiente, la gente sabrá decidir lo que es mejor.

¿Ese arte hegemónico que describes sigue siendo preponderante en la actualidad?

Actualmente el arte pasa a ser mercancía; uno compra y vende, y lo encierra en un determinado lugar. En eso yo no comparto. Tiene que ver con el desarrollo de la burguesía, porque es la burguesía la que desarrolla al individuo artista, que está sobre todas las cosas y que te vende obras.

¿Cómo te defines artísticamente?

¿Cómo me considero? Yo no me puedo juzgar, al final me va a juzgar la gente. Yo trato de ser lo más transparente y consecuente. El arte para mí es algo antropológico, se trata de recoger fuentes y testimonios diferentes e ir enlazando ideas.

Y políticamente, ¿cómo es que llegas a identificarte con el Movadef?

Yo me identifico porque creo que el proceso peruano debe ser contado desde diferentes aristas. Desde los insurrectos, desde los familiares, desde los militares. Para mí se trata de un total. No es que yo esté en un grupo. Pretendo ver un total, y de ese total yo hago un diagnóstico y una interpretación. En esta sociedad de posguerra no ha existido una comunicación de todos los partícipes de la guerra. Lo que pretendo contar son esas historias. En mis futuros proyectos audiovisuales yo quiero recoger el testimonio de un guerrillero, de un familiar y de un paramilitar.

El arte de Sendero Luminoso en las prisiones, ¿cómo lo concibes?

Es arte de guerra, propaganda. Es una cuestión que tiene que ver con su historia y sus procesos.

¿Ha cambiado tu posición con respecto al Movadef y Sendero Luminoso desde que mantienes contacto con distintas comunidades debido a los proyectos de memoria que desarrollas? Es decir, después de conocer un poco más sobre las atrocidades propias del conflicto.

Me ha hecho un ser más profundo, más analítico. En mi postura más personal yo creo que la historia de exterminio va por el lado del Ejército, de las fuerzas del estado. Trato de entender también cómo estas comunidades —que si bien no me dicen si fueron o no parte del proceso de la guerra desde una posición insurrecta— quieren ver ahora su historia. Trato de que las obras murales o visuales canten a la vida desde un hecho traumático, pero que aún sigue luchando por tener sus necesidades básicas cubiertas. Y eso tiene que ver con el proceso de la reconciliación.

Tu trabajo suele centrarse en procesos subversivos y en la guerra de los ochenta…

Lo que marca mi trabajo es la historia, la historia del pueblo. Me llama la atención la idiosincrasia del pueblo peruano y latinoamericano, que todo el tiempo está transformándose. Ese es mi tema. Yo no represento solamente la guerra interna; hablo del Inkarrí, de Túpac Amaru, la resistencia de los ychsmas​ … y así. Mi trabajo no se encierra en algo

En trabajos como el del Inkarrí busco expresar una tradición del mito. Una personaje  descuartizado que  unirá su cuerpo , sus extremidades con la cabeza en algún momento de la historia. La última guerra es la del comunismo, claro está, pero los descuartizados en guerras son de antes del 80. Yo no puedo ser mezquino y solo circunscribirme a 30 años; sería faltar a mi propia historia. Yo tengo que ir más allá. Si bien lo último es lo más polémico hay que ir más allá. No hay una comisión de la verdad de las luchas del 50, 40, 30 o 20; de los fusilados de Rumi Maqui tampoco, por citar algunos ejemplos.

En esa línea, tus obras no parecen llamar a un proceso de reconciliación. La representación que sueles hacer en tus murales están relacionados con un proyecto que se une a un mito de insurrección, de lucha de los pueblos.

Lo que pasa es que el pueblo siempre lucha. La lucha de clases es inherente a la población. El pueblo nunca se queda de brazos cruzados frente a lo que pasa. Lo ves en Las Bambas, en Conga, en todos los procesos mineros. Siempre hay una explosividad.

¿Cómo entrelazar lucha de clases y reconciliación?

Lo que pasa es que la insurrección, como yo la entiendo, tiene que ver con la rebelión frente a las necesidades incumplidas, el pueblo con sus organizaciones político militares, como el PCP quisieron subertir ese orden. La reconciliación es que ambas partes asuman su responsabilidad

Te refieres a un Estado, no a un gobierno determinado…

Claro, es el Estado como total. Donde no hay educación ni trabajo, es el Estado el que genera heridas, porque no llega, no cumple. Para un camino hacia la reconciliación nacional tiene que cumplirse los derechos fundamentales del pueblo y derogar las leyes antisubersivas, dejando atrás la política de odio y venganza de los vencedores.

Volviendo a las polémicas que han despertado tus trabajos ¿Recuerdas cuál fue la primera de tus obras que generó cuestionamientos?

Una verdadera polémica causó “Amnistía General”, que hice en Buenos Aires, porque hablaba de presos políticos y de la necesidad de una amnistía general, para policias, civiles y militares. A partir de ahí, empezaron a revisar mis obras de Huanta, de Ayacucho, de Putis y de otros lugares.

El texto de María Eugenia Ulfe y Sebastián Muñoz, “Los murales de Olfer”, publicado en la revista Argumentos ¿qué te pareció?

Un acercamiento, pero todavía no hay una profundidad de lo que pretendo. Salvo para conjeturar en el tema de persecución y presos políticos. Gonzalo Portocarrero lo quiso hacer, pero se perdió en el psicoanálisis y no quiso entender mis objetivos. Hizo comparaciones con otras obras del Chako, Argentina  , murales de otros lugares , descontextualizando todo. Creo que no ha habido todavía una madurez de análisis.

Eso fue lo que pasó con el exalcalde Castañeda también. Trató de mezclar cosas y descontextualizarlas. Confundió a un personaje con otro y con eso trató de censurar todas las obras. Han querido forzar las cosas, pero hasta ahora nada. A mí me han dicho varias veces que en mis obras hay apología, pero no está demostrado qué, cuándo, cómo y dónde.

Has asegurado que en ninguno de los murales que realizaste en el Cercado de Lima intentaste plasmar a Abimael Guzmán. ¿Retratar a Abimael Guzmán es hacer apología al terrorismo o se necesita de otro factor para clasificarlo de tal modo?

Yo creo que toda obra que se haga sobre una persona condenada por el delito de terrorismo va a ser cuestionada porque hay una condena y las leyes antisubversivas en el Perú se aplican, desde mi punto de vista, de forma criticable.

No hablamos de un plano legal, sino de uno más personal. ¿Retratar a Abimael Guzmán necesariamente es ensalzarlo?

Yo no lo sé. Tiene que ver el cómo, el dónde y de qué forma. Se debería analizar el contexto, ya que es un tema muy sensible, y más con las nuevas leyes que quieren generar. Bajo la lógica del Estado, sin duda, ya que es una persona con doble condena perpetua. Es un personaje muy cuestionado y admirado, pero es parte de nuestra historia. La gran cuestión es que se debe poder contar nuestra historia completa, sin exagerar nada y tratando de ser fiel a los testimonios, pero para el Estado eso sería otra cosa.

En una entrevista de televisión comentabas que otros artistas habían pintado a Abimael Guzmán, en cambio tú aún no lo has hecho. Coméntanos de esos artistas que han pintado a Guzmán.

Bueno, Marcel Velaochaga tiene un cuadro que se llama “Los funerales de Atahualpa” [2005], que ha sido censurada en varias oportunidades. Él presenta al Doctor Abimael Guzmán parado, y con el puño en alto, al costado del cuerpo yacente de Atahualpa. Es un cuadro que causó polémica. Muchos lo relacionaron con Buscando un Inca de Flores Galindo; sin embargo, cuando conversé con Marcel me comentó que no pensó en ello; más bien estaba intentando representar la historia del Perú en miniaturas. A mí me pareció muy interesante. Creo que es una obra muy importante para el arte contemporáneo. Además de esa pintura hay muchos dibujos y mucha gráfica.

Entonces, ¿por qué no lo has pintado tú aún?

Mira, estoy pensando en una obra que vincule a muchos líderes y prisioneros políticos de todo el mundo. Tuve la oportunidad, por ejemplo, de pintar en Chile al líder de las Panteras Negras Mumia Abu-Jamal. Y quiero pintar a Abdullah Öcalan, presidente del Partido de los Trabajadores de Kurdistán. Estoy buscando un espacio dónde pintar a diferentes prisioneros políticos del mundo. Yo creo que allí podría ser. Tengo varios proyectos en mente sobre el tema de prisioneros políticos y desaparecidos. Por ejemplo, la masacre de prisioneros políticos y guerrilleros que se dio en Trelew (Argentina), me gustaría relacionarla con la masacre de El Frontón, son proyectos que convergen. Por otro lado, he entrado también al tema de los mitos; pero todavía son eso, proyectos.

Por los proyectos que mencionas parece que empezarán a salir a la luz nuevas representaciones sobre los ochenta que, en cierta medida, harán retroceder a la versión del Estado en las batallas por la memoria. Después de haber impuesto su visión por décadas, parece que el Estado y las Fuerzas Armadas empiezan a perder terreno.

No sé si pierden terreno, más bien creo que existen diversas versiones que están tratando de contar la historia de una manera profunda. Si eso hace que pierda terreno pues será consecuencia de ello, pero no puedo afirmar algo que todavía no veo, yo solamente trato de que lo visual refleje algo de lo que está empañado.

¿Qué sentido le das a la destrucción del llamado Mausoleo de Comas?

Es parte de la persecución. Lo que pasa en el llamado Mausoleo de Comas es destruir todo tipo de memoria. Es una visión fascista de querer que no existan espacios donde la gente reflexione sobre quiénes fueron, qué hicieron. Es perseguir huesos.

¿Por qué le haces un homenaje a los muertos de El Frontón y al Mausoleo en Chupaca y no en Comas?

Yo quise pintar las paredes donde se encontraban los nichos de Comas. Mi intención fue pintarlo ahí o en el frontis del cementerio. Tenía los diseños y todo. No se pudo hacer por cosas de coordinación. Entonces no impulsé esa propuesta. Cuando se empezó a agudizar el tema de que iban a destruirlo dije: “bueno, voy a hacer algo vinculado”. Lamentablemente en el tercer día del pintado se da la destrucción, por eso decidí modificar el diseño. Antes la niña entregaba unos nichos, ahora la niña reconstruye los nichos. Es como si estuviera armando un rompecabezas. El mural ya no tenía sentido si ya habían sido destruidos los nichos.

¿Y por qué son mujeres las protagonistas del mural de Chupaca?

Porque son los familiares, son nietas. Una niña está con un hueso de un abuelo o un tío que tiene un agujero de bala en la frente. Son niñas reales, de unas fotos. Una niña de ciudad y otra de la sierra.

Nos gustaría volver al tema de la reconciliación, la posguerra y tus murales, porque nos parece que allí está el centro de la polémica. Todas las representaciones que se han hecho sobre el posconflicto y que tratan de mostrar lo que pasó en este periodo han sido controversiales. Ninguna de esas representaciones incita a la guerra o hace apología del terrorismo creo que no hay mejor argumento frente a ello que el juicio que acabas de ganarle a la Municipalidad de Lima, y por lo que Somos te dedica un especial; sin embargo, pensemos en “Los retablos” de Edilberto Jiménez, en las “Tablas de Sarhua” exhibidos en el LUM, etc., han generado debates, y acusaciones de apología por cierta prensa y por un grupo de la población afín al fujimorismo y a la versión de los militares.

Yo creo que hay una censura. Para contar los últimos 30 años de la historia del Perú tiene que estar filtrado por la versión del Estado. La memoria, la clasificación de los buenos y los malos, los monstruos y los cucos que dan terror y, por tanto, no deben ser visibilizados ni en el arte. Esa es la visión oficial.

La reconciliación sólo se dará si ambas partes, el estado y los que se levantaron en armas asuman su responsabilidad, en ese sentido recalcó que hubo una política genocida por parte del estado en tiempos de guerra.

Todo ese discurso se mantiene mientras el pueblo está olvidado y el Estado sigue de espaldas. Para mí la reconciliación se dará cuando el Estado realmente cumpla con las necesidades del pueblo, sus derechos fundamentales. La reconciliación tiene que ver con todo lo que le ha faltado. Yo me reconcilio contigo y ahora realmente te voy a dar todo lo que no tienes. Esa es la manera de entender la reconciliación.

Y también están incluidos ahí los exsenderistas.

Claro, todos los que fueron parte de la guerra.

En el llamado mausoleo de Comas, había una escultura con una mano que sujetaba al mundo. ¿Qué interpretación tienes sobre esa representación? ¿Sabes quién talló esa escultura?

Mira yo no sé quién lo ha hecho. Me imagino que lo habrán hecho en la cárcel. No lo sé, pero creo que más que control, tiene que ver con el hombre que transforma la sociedad y el planeta. No sé si es un mundo, pero una esfera que representa un planeta sobre una mano, yo creo que la mano del hombre es el origen de la transformación de todo. Lo veo así.

¿Crees que el contexto ayuda a visibilizar tus murales? Estoy pensando en el contexto de los 70. Si tú fueras un muralista de esa década, tal vez tu obra no tendría el impacto que genera ahora.

Bueno, la persecución ahora es mayor; sin embargo, más allá de la época, lo que yo trato de retratar es la injusticia. Para mí es una injusticia que nuestra población no pueda ver su historia de una forma más profunda.

Ahora bien, entremos al plano de las víctimas. La defensa frente al ataque por las tablas de Sarhua, por ejemplo, argumentó que se trataba de una representación de las víctimas de ese distrito de Víctor Fajardo (Ayacucho).

Para mí eso es cobardía. Muchas comunidades campesinas, de una u otra forma, fueron parte del proceso de la guerra. Fueron bases de apoyo algunas , otras no claro. El tema es que a la víctima se la presenta como a sujetos desvinculados del proceso de insurrección. Eso, en la actualidad, expresa también un doble moral,  pero trato de entender el miedo, los traumas que hay en muchos y la victimización de otras ; hay mucha gente que ha sido parte del proceso subversivo.

Pero la víctima, como diría Todorov, tiene un estatus moral superior frente a los victimarios.

Mucha gente se hace la víctima; para llegar a serlo, para ser aceptado, reniega de sus procesos. Pienso, por ejemplo, en José Carlos Agüero que tiene que renegar de su pasado y de sus padres para ser aceptado en un círculo intelectual burgues.

Sobre el mural de Chupaca, dices que son nietas de personas que murieron en la guerra. Eso me lleva a pensar que te preocupa la posición de los hijos y los nietos frente al accionar de sus padres.

Claro, pero es simbólicamente. Sin embargo, sí, son hijos y nietos.

¿Son víctimas?

Yo no los veo como víctimas, sino como personas que son parte de la sociedad y que tuvieron familiares que lucharon por la transformación social. Ellos son consecuencia de ese proceso.

¿Pero los muertos en El Frontón no son víctimas?

La palabra víctima es muy estéril. Creo que uno sabe lo que va a pasar después que asumes una posición crítica frente a todo. Ahora vale acalarar que en la matanza de los penales hubieron comunistas y personas que no lo eran. Mucha gente presa no estaba procesada, por ejemplo el profesor Félix Rebolledo estaba a una semana de salir en libertad.

Estoy pensando en los hijos y nietos. ¿No son víctimas acaso de un proceso de guerra? Pienso, por ejemplo, en ese estigma que cae sobre ellos, sobre aquellos que no vivieron en ese contexto.

Yo conozco hijos que no han renegado de lo que hicieron sus padres. Ellos están orgullosos. Conozco a muchos de ellos.

Entiendo eso; sin embargo, pensemos en el caso de los muertos en los penales y en sus familiares, ¿no son víctimas del Estado, que violó sus propias leyes para eliminar a sus padres, y de una sociedad que los estigmatiza?

Yo creo que ellos son consecuentes con la memoria, porque el luchar por un espacio donde ellos puedan ir a llorarles o a pensar en ellos, es su derecho. Más que un derecho de las víctimas es un derecho como seres humanos, como ciudadanos.

En todo caso, ¿cómo entender el papel de los abogados del Afadevig y del Movadef en esta caracterización de víctima por la que están luchando en este momento?

Yo creo ellos están luchando por el derecho humano de tener un espacio dónde morir más que por la victimización.

Pero, ¿es más importante tener un espacio, ahora ya derrumbado, que la memoria en sí misma?

Es que tener un espacio donde depositar los restos te da la oportunidad de decir “él está acá por tal cosa”. Entonces, per sé ya sabes por qué asumió tal reto. Al final es hasta un diagnóstico individual.

¿No crees que el Afadevig y el Movadef están desviando un poco su pelea? Es decir, podrían volcar su lucha más en la literatura, en la historia y la memoria. En el arte te tienen a ti como representante, pero en los otros planos tienen aún una producción menor.

Cuando yo empecé a pintar no lo hice pensando en el Movadef, sino porque tenía la necesidad de hacerlo. El Movadef se crea en el 2009, yo pinto desde el 2001.

No obstante, tu producción está relacionada con el Movadef. O al menos los medios te sindican esa relación.

Lo relacionen o no es problema de ellos. No me hace daño. Sí me guío por muchas propuestas del Movadef. Las investigo, las estudio, las analizo. Me sirven para tener más claridad en muchos aspectos, pero cuando hice los murales de Huanta, por ejemplo, lo hice antes de que se cree el Movadef. Cuando el Movadef se crea me da mayor entendimiento de muchas cosas. Yo hablaba de la memoria desde otra visión antes que se creara el Movadef. Es decir, el Movadef no me dice lo que tengo que hacer. No es así. No funciona así. Lo que sí he propuesto al Movadef, hace ya mucho tiempo, es hacer murales a escala nacional e internacional sobre muchos temas, sobre su línea programática.

¿Te han apoyado en ese proyecto?

En algunas cosas sí, en otras no. Lamentablemente no he tenido tiempo para coordinar muchas cosas. Sin embargo, siempre consulto. Hablaba, por ejemplo, durante horas con el Dr. Fajardo y el Dr. Crespo, porque me parece que son personas que tienen una claridad y un análisis muy importante. Entonces, trato de buscar fuentes, no solamente con dirigentes, sino también con bases, con familiares, tanto del Movadef como de otros espacios, de otros partidos políticos.

Coméntanos un poco más sobre tu proyecto de los murales de Huanta. ¿Cómo nace?

Nace porque trataba, de alguna forma, de conocer la experiencia ayacuchana. Cuando tomaron la escuela de Bellas Artes en el 2007, yo me fui a Ayacucho para hacer un reconocimiento. Buscaba testimonios para películas. Y, como parte de mi investigación, salieron los murales. Conocí al alcalde de Huanta de ese momento, Edwin Bustillos. Él fue el que me encargó de hacer los murales. Antes de eso yo había estado en Cuba. Había estado investigando allí, así como haciendo proyectos y talleres. Entonces me contactó por ahí, gente que estuvo en Cuba, con el alcalde ayacuchano. Es así que pinto mis primeros murales sobre la memoria.

Tras la experiencia huantina empiezo a conocer Putis y demás zonas donde hubo masacres. Eso me marca para seguir una propuesta visual que pueda ir en la línea de la denuncia; pero, al mismo tiempo, buscando visibilizar a la gente que sigue luchando para vivir dignamente. Es decir, me niego a ver a las personas como gente que vive del dolor, sino todo lo contrario. Intento mostrar a gente que, a pesar de haber sido marcada por el dolor, sigue viviendo de una manera digna, y sigue luchando por sus derechos. Se trata entonces de un cambio de enfoque de lo que se mantiene como víctimas, contraria a cómo lo ven las ONG en su constante traficar con la memoria y los derechos humanos.

Queda claro tus denuncias contra el accionar del Estado y el Ejército, pero no has denunciado aún las masacres del denominado “Ejército Guerrillero Popular”.

Es que no he encontrado esos testimonios directos. Si es que los encuentro los haré.

Pero es ampliamente conocido, por ejemplo, la masacre de Lucanamarca.

No he ido aún a Lucanamarca. Sí me gustaría ir allá a investigar y recoger fuentes. Cuando llegue seguro haré un trabajo relacionado a eso. Y me gustaría hacerlo de manera profunda.

Cuéntanos un poco más de tu obra “Mamá esperanza”. Dices que es la que más ha resistido al paso del tiempo. ¿Cómo ha sido vista esta obra?, ¿ha sido criticada?

Mira, surge cuando radicaba en Ayacucho, donde ocurre una protesta de muchas mujeres que tienen familiares detenidos y desaparecidos. Fue una protesta muy grande en la plaza de Huanta y estas mujeres se sentaron con sus banderolas.

¿Esas mujeres son reales?

Sí. Muchos registramos en fotografías esa movilización. Cuando me encargaron pintar un muro, yo les dije que quería hacer un mural en homenaje a ellas. El alcalde estuvo de acuerdo. Y trabajamos. Pasó el tiempo, y cuando unos cineastas querían hacer un documental de mis obras, fuimos a Ayacucho a entrevistar al nuevo alcalde y a ver en qué forma se encuentran los murales, y ahí es cuando la autoridad nos comenta que había ido la Dirección Contra el Terrorismo (DIRCOTE) a borrar los murales. Y el alcalde se puso reacio y les dijo “no puedo borrarlo yo. Bórrenlo ustedes, con su propio presupuesto, si tanto les interesa”. Y los otros estaban como alterados y dijeron “no, pero tú eres la autoridad, tú tienes que borrarlo, porque estos murales son apología”. Él les respondió: “pero ¿dónde está la apología?” Y los otros le dicen: “es apología porque habla de la reconciliación y eso tiene que ver con las propuestas senderistas”. Y el alcalde les dijo: “bueno, es la interpretación de ustedes”. Ojo que era otro alcalde. No era el que me contrató.

Bueno, no lograron borrar los murales, porque no solo era “Mamá Esperanza”, eran todos los murales de Ayacucho. Cuando regresé, me cuentan todo eso y me piden que les cuente por qué hay toda esta repercusión. Bueno yo les digo que estaban tratando de censurar toda mi obra bajo el concepto de apología. Pero, como no han logrado demostrar tal cosa, seguirá siendo parte de una campaña. Al final la autoridad huantina me dijo: “me gustaría que restauremos el mural”

¿Dejaron maltrecho al mural?

Ya estaba desgastado por el sol, por el tiempo. Duró 10 años. 10 años después me contrataron y lo volví a pintar. La gente se acercaba cuando pinté. Se acercaban a contarme su experiencia. Las campesinas se acercaban trayéndonos fruta, como una forma de expresarnos su cariño hacia lo que hacíamos. Para mí eso es lo más digno. Más que me paguen, que la gente del pueblo, la gente que tiene algo ahí, sea parte de uno.

Cuando se produce la destrucción del Mausoleo mucha gente comenzó a debatir sobre aquello en las redes, ya sea a favor o en contra. Entre esas voces estuvo, por ejemplo, la del escritor Diego Trelles, quien cuestionó duramente a las legisladoras Marisa Glave e Indira Huilca, por autodenominarse de izquierda y votar a favor de la destrucción.  Glave, en respuesta a Trelles, aseguró que el Afadevig tenía planeado enterrar en el Mausoleo a Abimael Guzmán. Nadie llegó a refutar su justificación. ¿Qué opinas de eso?

Mira, me has hecho recordar a la entrevista que le hace la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) al Dctr. Abimael Guzmán. Él les pregunta: “yo quiero saber, señores, que va a pasar cuando yo fallezca. ¿Qué van a hacer con mi cuerpo?” La respuesta es el silencio. No hay una respuesta concreta. Lo que yo creo es que toda persona tiene el derecho de tener un espacio físico dónde morir. Es parte de descansar en paz. Nadie tiene por qué ensañarse con el Cuerpo, sea Fujimori, Cipriani o Abimael Guzmán. Y lo que ha pasado en Comas es cómo el enemigo se ensaña con el muerto, con los huesos y la presencia física.

Resulta curioso que mientras tú hablas de no negarle el derecho de entierro a nadie, personas como Glave, Huilca y los defensores de Derechos Humanos enarbolan frases como “ni olvido ni perdón”.

Sí, es una estupidez. Es una frase hueca.

Pero la frase en el Perú se usa más contra el PCP-SL y no contra el Ejército, como sucede en Argentina o Chile.

La sociedad peruana con su clase dirigente es una sociedad ultraconservadora y de derecha. Me parece bastante particular cómo, en la sociedad peruana, el tema de la historia de la guerra es tan hermetizado frente a Chile, Argentina o Colombia. Mira, en Chile, me pasó algo curioso. Me invitaron para un proyecto grande, dirigido por los comunistas chilenos del Frente Patriótico. Cuando pintaba a los guerrilleros con sus fusiles, la gente estaba a la expectativa. Se notaba una población orgullosa. Hay como una memoria de orgullo y de dignidad, por lo que representa esa guerrilla. Yo decía: “Wow, cómo en esta sociedad hay toda una visión diferente de lo que representa este grupo armando”.

Pero claro, son historias distintas

Claro, acá ha sido más radical. Acá ha sido la toma del poder. Ahí, en Chile, no era tanto la toma de poder, era más bien acabar con la dictadura. Por eso la sociedad peruana, me refiero a la gran burguesia tiene mucho miedo.

¿Qué proyectos tienes a futuro en este campo de la memoria?

De la memoria, no sé todavía. O sea, tengo diseños, pero no sé cuál va a salir primero.

¿Pero siempre en la línea que plantea la reconciliación nacional y la amnistía?

Hay temas que abarcan eso, pero también muchos otros, como la familia, por ejemplo. Incluso tengo proyectos que tienen que ver con temas ecológicos y los animales. Yo creo que uno debe ser versátil en la creación.

Una cosa final, ¿por qué crees que el diario El Comercio recién empieza a escribir de manera distinta sobre ti. La nota que apreció en su revista Somos, por ejemplo, trata de resaltarte como artista y no como miembro del Movadef.

Yo me imagino que por el tema legal. Estoy batallando para poder tener más derecho como artista, contra la censura y por recuperar mis obras en general. Entonces creo que ponen de lado mi posición filosófica y tratan de ver mi lucha legal. Lo veo más por ese lado. Pero eso no va a quitar que yo siga con mi propuesta y mi discurso. Yo voy a seguir pintando siempre lo que me he trazado como meta. A mí me da igual si El Comercio u otro medio se interesa en mis proyectos. Si lo hacen, bien, si no igual. Yo no los necesito.

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Por - Publicado el 12-01-2019

Por Jorge Rendón Vásquez

Hace cien años, el 15 de enero, el gobierno estableció la jornada de 8 horas, tras una huelga general que había empezado días antes.

Lima y Callao despertaban entonces al capitalismo industrial.

Las empresas textiles, de electricidad, fundición, comerciales y bancarias y los talleres artesanales se reproducían.

En ese momento, Lima tenía unos 176,000 habitantes y comprendía el Cercado, los Barrios Altos y Bajo el Puente, un espacio en el cual ocho líneas de tranvías eléctricos aseguraban la circulación urbana, a las que se añadían una a Chorrillos y otra al Callao.

Para hacer funcionar estas empresas sus propietarios reclutaban trabajadores, en su mayor parte mestizos, que vivían en pequeños cuartos de viejas casas y callejones, muchos de ellos inmigrantes provincianos. Los puestos de oficina fueron cubiertos por vástagos de las familias blancas venidas a menos.

Era un capitalismo emergente que, como uno de sus efectos, turbaba la quietud mayestática, monástica y estéril de Lima, heredada del virreinato.

Los obreros ingresaban a sus centros de trabajo muy temprano y salían unas doce horas después; y parecía no importarles ser explotados tanto. Estaban contentos; tenían de qué comer ellos y sus familias, y sus hijos iban a las escuelas primarias. Algunos leían los periódicos, revistas y libros que se distribuían en Lima. En suma, se asimilaban a la vida urbana, tan distinta y paupérrima para ellos, pero mejor y alentadora de esperanzas que la existencia feudal, bucólica y pueblerina que habían dejado atrás.

El promotor intelectual de la jornada de ocho horas

Manuel González Prada había retornado de Europa en mayo de 1898. Seis años antes, su esposa y él habían partido a Francia luego de intuir que sus discursos iconoclastas habían tocado fondo y serían leídos en adelante, tal vez, sólo como piezas literarias. Volvía cargado con la materia más explosiva y peligrosa para el establishment: la ideología anarquista, que cuadraba bien con su rechazo a las arbitrariedades y los abusos del Estado oligárquico y mostraba la realidad de la explotación de los trabajadores.

Sus discursos se orientaron, por lo tanto, a ilustrar a quienes podrían ser los actores de un cambio fundamental en el Perú.

En 1906 publicó su primer artículo sobre la jornada de 8 horas y continuó esta campaña con otros que dio a conocer en los años siguientes al celebrarse el 1º de Mayo. Varios de los trabajadores más instruidos de Lima se le acercaron, y él los recibió en su casa, afable y familiar. Les expuso lo que pensaba y promovió sus intervenciones para llevarlos al convencimiento de que no eran sólo esclavos asalariados, sino, sobre todo, personas cuyo intelecto debía cultivarse para comprender que formaban una clase social distinta y aspirar a la libertad que los derechos sociales podrían darles. De esas lecciones entre estantes colmados de libros salió, como una tarea concreta para ellos, el planteamiento de la jornada de 8 horas y la convicción de que podrían conquistarla. El periódico La protesta, publicado por el trabajador anarquista Manuel Caracciolo Lévano se aplicó a difundir este planteamiento.

Manuel González Prada no pudo ver la culminación de sus enseñanzas. Falleció repentinamente el 18 de julio de 1918.

La gran huelga por la jornada de 8 horas

En diciembre de ese año, el grupo de trabajadores anarquistas discípulos de Manuel González Prada movilizó a sus compañeros de Lima y exigió al gobierno el establecimiento de la jornada de 8 horas. Invocaron como causa inmediata que en la Ley 2851, de protección de las mujeres y los menores, que acababa de aprobarse, se había dispuesto para ellos esta jornada, y reclamaban su extensión a los demás trabajadores. El gobierno de José Pardo rechazó de plano esta petición y reprimió las manifestaciones obreras. Pero la agitación se extendió. El comando de lucha de los trabajadores, cuyo núcleo estaba constituido por Nicolás Gutarra, Adalberto Fonkén y Carlos Barba, llamó a la huelga general, y esta orden fue acatada por la mayor parte de trabajadores. El lunes 14 de enero la paralización en Lima, Callao y Vitarte era casi total, y la represión de las manifestaciones obreras por la Gendarmería y el Ejército se hizo más violenta, medida complementada con la clausura del diario El Tiempo, en cuyas páginas José Carlos Mariátegui informaba día a día la evolución del conflicto y alentaba a los trabajadores con sus artículos de opinión.

Pero el gobierno tuvo que ceder, y al día siguiente expidió el decreto supremo, que firmaron el presidente José Pardo y su ministro de Fomento M. A. Vinelli, estableciendo la jornada de ocho horas en todas las actividades.

Este fue el único derecho social de gran importancia alcanzado por los trabajadores del Perú gracias a la adopción por sus dirigentes más destacados de una ideología que lo postulaba, a la difusión por estos de su necesidad y a su firme y perseverante movilización. Fue también la primera gran conquista social de los mestizos contra el poder blanco.

Hacia la semana de 40 horas

Cien años después el Perú es otro.

Lima tiene más de 10 millones de habitantes y sus urbanizaciones inmediatas avanzan hasta Lurín, Chosica y Ancón. En el gran mercado que es el Perú de ahora, las empresas capitalistas se han multiplicado, y año tras año llegan más inversiones. Grandes cargueros desbordantes de containerscon mercancías de todo el mundo arriban al Callao y a otros puertos del país, y se van colmados de productos peruanos; en numerosas empresas la producción se ha potenciado con la introducción de máquinas y procesos más eficientes y el concurso de trabajadores mejor formados; el transporte de personas y bienes por tierra y aire sigue expandiéndose a pasos agigantados; gran parte de las operaciones bancarias ha sido delegada a cajeros automáticos; en más hogares son de uso común los enseres de procedencia industrial; los vehículos automotores se han hecho más accesibles a muchos y congestionan las ciudades; y todo el mundo se comunica y trabaja con computadoras y celulares.

Sin embargo, la jornada de 8 horas y la semana de 48 persisten por la imposición de una norma que, aunque fue una innovación necesaria hace cien años, hoy es arcaica.

A diferencia de ella, la mayor parte de la normativa en otros campos ha sido renovada y, en ciertos casos, cambiada totalmente.

 ¿Por qué esta adoración a una jornada conservada como una norma sacra cuando ha sido abandonada en muchos países del mundo?

Evidentemente, porque la mayor parte de trabajadores peruanos desconoce las ideologías creadas para su liberación o porque aquellas en las que creían languidecen, y se dejan estar a la espera de un milagro que nunca llegará. Han olvidado o ignoran que constituyen un clase social que unida podría ser la fuerza de contención más potente del poder empresarial.

La expoliación del trabajo asalariado en una jornada y una semana ahora excesivas, desgastantes y estresantes, es una fuente de enriquecimiento suplementario de los empresarios y un subsidio a los consumidores de los bienes y servicios que ese trabajo suministra. Los trabajadores tienen derecho a un mayor tiempo libre.

Una posición racional en este campo y en este momento es, por consiguiente,la adopción de la semana de cuarenta horas, un nuevo límite que la ley podría establecer y se hallaría por debajo del máximo señalado por la Constitución, mientras se le da a esta un nuevo texto en este aspecto.

Hace cien años, los abogados empresariales pronosticaban que muchas empresas quebrarían si se adoptaba la jornada de ocho horas. Nada de esto sucedió. Demostrando que seguían gozando de buena salud, las empresas siguieron haciendo utilidades, tras adaptarse a la nueva jornada laboral.

De establecerse la semana de 40 horas ocurriría otro tanto. El tiempo de trabajo global se redistribuiría entre los trabajadores en aptitud de trabajar, sin suscitar problemas que no pudieran ser solucionados por los aparatos productivo y estatal. 

(12/1/2019)

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