Por - Publicado el 10-06-2021
En toda crisis hay una oportunidad de algo mejor. La crisis económica, pandémica, social y política le ofrece una oportunidad al Perú. Es la oportunidad de hacer un verdadero pacto social.

En el Perú hay una herencia oligárquica muy fuerte que ha continuado con 30 años de neoliberalismo. No se acepta la alternancia política ni a gente de izquierda en los gobiernos. La derecha gobierna sin fisuras ni interrupciones. Eso tiene que desmontarse. Tenemos que saber a dónde queremos ir. Necesitamos un gobierno institucional, cabeceado política y social, regionalmente. El gobierno con sede en Lima tiene que convertirse en un gobierno representativo del Perú en términos de composición y dedicación. El gobierno tiene la sede en Lima, pero no es el gobierno de Lima, exclusivo de un estrato socioeconómico.

Todo pacto social necesita dos partes. Una vez que la agenda de cambio no es la estatización ni la expropiación ni la abolición del capitalismo, ¿de qué se trata entonces? Pues de cumplir con lo prometido y hacer una economía mixta, una economía popular con mercados, con regulación, políticas públicas a favor de los más vulnerables y de impulso de sus emprendimientos, con un estado con coparticipación en empresas estratégicas, derechos laborales, socioambientales. Todo lo que ha venido reclamando el Perú profundo. Queda por ver si los poderes fácticos aceptan esta posibilidad de avanzar a un esquema más cercano a los pactos sociales europeos o de países vecinos.

El gobierno de Castillo tiene que ser por sobre todo un buen gobierno. Esto es, que cumpla con sus promesas esenciales, de cambio social, pero también un gobierno en que la economía funcione, haya crecimiento y alivio de las necesidades insatisfechas de la población.

El gobierno de Castillo tiene que desmontar la acusaciones infundadas de la derecha de en el Perú llegó el comunismo. Los agentes económicos verán cómo se desinflan las acusaciones de la derecha, cómo no se tocan los ahorros, ni los de los bancos ni los de las AFPs, cómo las expectativas se recuperan y vuelve el optimismo por una economía. Y todo esto tiene que ser hecho entendiendo que no habrá «hoja de ruta» a la Humala. No habrá derechización ni desacato a las compromisos electorales.

El gobierno de Castillo tiene que arrancar con la reactivación con salud. Un relanzamiento de la economía popular que vaya de la mano con la vacunación masiva.

La vacunación masiva tiene que priorizar a los maestros y maestras para que así se acelere la reanudación de las clases presenciales en las escuelas. Esta reanudación va de la mano con una economía reactivada y con que la economía familiar tenga un respiro con los niños asistiendo a clases de forma segura.

El gobierno de Sagasti con su ministro Waldo Mendoza han tenido una política inmóvil en lo económico. Con una política expansiva por el gobierno de Pedro Castillo, la economía se verá reactivada y la gente observará un cambio.

El gobierno de Castillo tiene que llevar a cabo una política económica expansiva en sus primer año y medio. Pero una vez que la economía sea puesta en marcha, tiene que observar la prudencia fiscal y monetaria.
La política monetaria durante gobierno de Castillo tiene que ser independiente, pero alineada con el objetivo de la reactivación económica.

El gobierno de Castillo tiene que plantear una vía legal y aceptable para una Asamblea Constituyente que elabore una nueva constitución.
El gobierno de Castillo tiene que cancelar los proyectos Conga y Tía María. Tiene que hacerlo en forma seria, técnica y legal. Con asesoría de primera e internacional si es necesario.

El gobierno de Castillo tiene que renegociar los contratos del gas de Camisea y el litio de Puno. Igualmente en forma seria, técnica y legal.
El gobierno de Castillo tiene que sacar adelante los proyectos extractivos viables, con licencia social, que haya por lo tanto cumplido con la consulta previa y los estándares socioambientales.

El gobierno de Castillo tiene que hacer una amplia alianza de izquierda y de centro. En el contexto actual la ultraderecha está enardecida y hará una guerra política, económica y social desde el antes de la toma de mando. Es importante aislar a estos sectores recalcitrantes.

El gobierno de Castillo durará cinco años. No más. Si hace un buen trabajo, puede ocurrir que en 2026 la ciudadanía elija nuevamente a un gobierno de izquierda. Pero, incluso si hace un buen trabajo, puede ocurrir que no. En ese caso, habrá alternancia y el gobierno de Castillo dejará un legado de cambios que la población apreciará.

Su legado será lo más importante que deje al pueblo peruano.
Aquí hay una gran oportunidad para el pueblo peruano. No se la puede dejar pasar.
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