Por - Publicado el 08-02-2020

Pitufos, pigmeos, enanos, se ha dicho de las agrupaciones políticas luego de las recientes elecciones congresales. Pues bien, esto no es nada nuevo. Ya había ocurrido en las elecciones de 2016.

En el 2016 sólo una agrupación obtuvo votación de más de 10& de los electores hábiles, sólo dos obtuvieron dos dígitos como porcentaje del voto emitido, y sólo tres obtuvieron dos dígitos como porcentaje del voto válido. Todas las demás agrupaciones obtuvieron menos del 10% de los votos.

En el 2020 sólo una organización obtiene dos dígitos del voto válido; ninguna agrupación logra dos dígitos del voto emitido y menos del voto posible. Es decir, en el 2020 se pronuncia un fenómeno que ya había ocurrido en el 2016, pero al que posiblemente se le prestó menos atención por la traducción del voto fujimorista en muchos más escaños que su fuerza porcentual.

En el 2016 aparte del fujimorismo, todos los otros partidos eran débiles. Hoy el fujimorismo también lo es y todos son débiles.

 
Figura 1. Elecciones congresales 2016 y 2010

En el 2016 sólo seis organizaciones lograron entrar al congreso. De ellas PPK desaparece del mapa (es difícil atribuirle continuidades en el PM o en el partido en que se metió Sheput), Fuerza Popular se derrumba y Acción Popular va al alza.
Si se mira, adicionalmente, a las agrupaciones que se presentaron en estas dos elecciones se aprecian cosas interesantes.


Figura 2. Votacion comparada

El Frente Amplio se presentó en 2016 en realidad como una alianza electoral. De ahí salió Nuevo Perú que hizo su propia bancada. Si se compara la votación del FA en 2016 con la suma del FA y JP en 2020, no se aprecia una variación mayor de un punto porcentual. Su intención de voto, bajo cualquier número, pues mas o menos se mantiene.

Algo similar ocurre con Alianza Popular, en 2016, que fue la alianza entre el Apra y el PPC. Si se compara la votación de esa alianza con la de estos dos partidos en 2020, la cifra va por ahí, bajo cualquier métrica.

Por su parte, Democracia Directa, que no pasó la valla entonces ni recientemente, mantiene votación, absoluta y relativa.

Los números son pequeños, pero permiten discernir continuidades, bolsones de aceptación.

Aquí hubo dos partidos que reventaron: el fujimorismo que ha dejado ir un 15% de los votos posibles y 18% de los votos emitidos y PPK que ha dejado ir 9% de los votos posibles y 11% de los votos emitidos. En suma un 24% de los votos posibles y un 29% de los votos emitidos. Acción Popular sólo se ha llevado a lo más 4% de los votos emitidos y 2.5% de los votos posibles. El grueso de la explosión de estos dos partidos, principalmente el fujimorismo que demostró tener más continuidad, ha ido por pedacitos a agrupaciones que no tenían presencia en el 2016, como el FREPAP, PM, UPP, PP y Somos Perú.

Es muy prematuro saber si la explosión del fujimorismo es un fenómeno transitorio, si se recupera, o permanente, si el fujimorismo ya fue. Como en un año hay elecciones regulares y ha habido un trasvase disperso, salpicaduras con ventilador, esta explosión tiene las de ser algo transitorio. A veces los partidos ceden terreno, pero luego vuelve con fuerza a batallas más decisivas. Ocurrió con Acción Popular que se abstuvo de participara en las elecciones a la constituyente de 1978 y luego ganó las elecciones de 1980. O con Ollanta Humala que se abastuvo de participara en las elecciones regionales de 2010 y luego ganó las elecciones nacionales y congresales de 2011.

En conclusión, los partidos “enanos” no son de ahora. Estuvieron ahí todo el tiempo, tan “enanos” antes como ahora. Acción Popular, la supuesta excepción al enanismo sólo ha crecido moderadamente. Ocurre que ahora hay más “enanos” porque dos “gigantes” se han derrumbado y han generado mayor dispersión. De alguna manera, eso era lo que se quería: debilitar al fujimorismo. Cual el aprendiz de brujo que destroza la escoba mágica que trae baldes de agua, ahora se tienen varias escobitas que cargan muchos baldes de agua como antes lo hacía la escoba grande.

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