Por - Publicado el 06-11-2017

Por Jorge Rendón Vásquez

Ese día comenzó la revolución bolchevique rusa. Era el 24 de octubre de 1917, según el calendario juliano entonces utilizado en Rusia, y el 7 de noviembre de ese año en el resto del mundo, según el calendario gregoriano.
Fue el resultado de un proceso de conocimiento y de un acto de voluntad de Lenin.
El proceso de conocimiento consistió en su encuentro ininterrumpido con la dialéctica que Hegel había descubierto como la causa del movimiento y la transformación de las ideas, y que Marx situó en el campo de la realidad material: el universo, la sociedad y la conciencia.
Desde que tuvo uso de razón política siendo muy joven, Lenin se enfrascó en el estudio de la Lógica, la Fenomenología del Espíritu, la Filosofía del Derecho y otros trabajos de aquel filósofo alemán, y de las obras de Carlos Marx y Federico Engels en las que desarrollaron sus descubrimientos conceptuales e ideas a partir de la Ideología Alemana y el Manifiesto Comunista. Los leía y comentaba durante los largos años que sufrió prisión en Siberia y vivió exiliado fuera de Rusia por la persecución de la Ojrana, la temible policía política del zarismo. De esas reflexiones han quedado sus Cuadernos Filosóficos con sus comentarios y notas. De la dialéctica decía: “La condición para el conocimiento de todos los procesos del mundo es su «automovimiento», en su desarrollo espontáneo, en su vida real, es el conocimiento de los mismos como una unidad de contrarios. El desarrollo es la «lucha» de contrarios” ; lucha que origina pequeños y sucesivos cambios cuantitativos que, en cierto momento, dan lugar a un cambio cualitativo.
Lenin nunca dejó de estudiar la evolución dialéctica de la realidad económica, social, política y cultural de Rusia y Europa, buscando e identificando sus términos contrarios; y es posible que haya percibido, en cierto momento, que él podía ser el impulsor de un cambio cualitativo en Rusia. Todos sus actos fueron dictados por esta concepción que le permitió vislumbrar los momentos en que su contribución, como ideólogo de la clase obrera y dirigente del partido Bolchevique que había creado, podía ser una parte del motor de la historia, del “automovimiento” de la sociedad.
La voluntad de hacer de Lenin se asociaba estrechamente a su concepción filosófica. Pero, ¿cómo podría contraponerse al capitalismo y a su democracia construida para manipular al pueblo y entronizar a los políticos que lo servían?
La idea surgió de los propios medios obreros en 1905, tras la revolución burguesa para la instauración de una democracia a la europea a raíz de la derrota del ejército ruso por el Japón. Luego de una huelga por mayores salarios, un grupo de obreros constituyó en Petrogrado un primer consejo (soviet en ruso), al que pronto adhirieron los delegados de más de cincuenta empresas, convirtiéndose en un pequeño poder deliberante frente a la duma zarista. Viendo claramente lo que ese soviet representaba, Lenin hizo aprobar en el partido Bolchevique que sus militantes se integraran a él. Estaba entonces en Estocolmo, muy cerca de Petrogrado. En octubre, el soviet, reunido en el Instituto Politécnico, llegó a agrupar a los delegados de unos 200,000 obreros, el 50% de la ciudad. La consigna de Lenin fue difundir la idea de la revolución proletaria para abatir al gobierno, frente a la oposición de los mencheviques y socialrevolucionarios. Trotsky fue el gran orador de esas jornadas. Mientras tanto el gobierno seguía disolviendo las manifestaciones a balazos. El sepelio de los obreros muertos fue anunciado por el soviet, pero ante el propósito del gobierno de reprimir la manifestación con una masacre y un pogromo de judíos, Trotsky tuvo que pedir la suspensión del acto. La huelga cesó, y el soviet se disolvió. Quedó, sin embargo, como experiencia de una nueva forma de democracia.
En 1914 estalló la Primera Guerra Mundial a la que Lenin se opuso, calificándola de carnicería emprendida por las potencias imperialistas en su disputa por los mercados. En cambio, los socialdemócratas apoyaron a sus gobiernos.
Las matanzas y la miseria acarreada por la guerra, sobre todo entre las clases trabajadoras y los campesinos, de donde salían los soldados que se mataban mutuamente en los campos de batalla, generó poco a poco un sentimiento hostil a la guerra.
En febrero de 1917 estalló una revolución en Petrogrado que depuso al zar e impuso un gobierno burgués. Pero Kerensky, su jefe, y los partidos burgueses continuaron la guerra. La resistencia obrera se acentuó y poco después se organizó un soviet de obreros en esta ciudad que eligió como sede el instituto educativo Smolny, al que se sumaron otros soviets de campesinos y, luego, de soldados. Era un poder paralelo que renacía, cobrando día a día más importancia. La consigna de Lenin fue entonces: “Todo el poder a los soviets”. En abril, Trosky llegó a Petrogrado, y Lenin en mayo.
En el soviet, la mayoría, compuesta por delegados de los partidos Menchevique y Socialrevolucionario, se opuso a esa propuesta y planteó la integración de los grupos representados a la asamblea constituyente, impulsaba por el gobierno de Kerensky. Pero, perdieron apoyo, que ganó el grupo bolchevique. El soviet eligió a Trotsky como su presidente. Desde fuera, Lenin, en la secretaría general del partido Bolchevique, seguía instando a la revolución, consigna que Trotsky difundía con sus discursos y movilizándose de una fábrica a otra y de un cuartel a otro.
La situación hizo crisis cuando el gobierno de Kerensky se preparó para trasladar su sede a Moscú, lo que significaba, como lo hizo notar Trotsky, que Petrogrado quedaría inerme frente a las tropas alemanas. Esto justificó la constitución por el soviet de un comité militar revolucionario para defender la ciudad. En el comité central del partido Bolchevique no había, sin embargo, unidad de criterio en cuanto al desencadenamiento de la revolución. Kámenev, Zinoviev, Ríkov y otros se oponían, propugnando, en cambio, acudir a la asamblea constituyente. Finalmente, Lenin y Trotsky lograron que la mayoría aceptara sus propuestas, y Trotsky se lanzó a organizar el golpe de Estado. Una infidencia de Kámenev y Zinoviev, deslizada en el periódico del partido, sobre la inminencia de la revolución, la puso en peligro. Pero Trotsky logró sortear la dificultad en el soviet, y el 24 de octubre emitió una orden al comité militar y a los marineros del crucero Aurora para actuar. Esa noche los Guardias Rojos y los regimientos regulares bajo su comando ocuparon el Palacio de Taúrida, sede del gobierno, las oficinas de correos, las estaciones de ferrocarril, el Banco Nacional, las centrales telefónicas, las plantas de energía eléctrica y otros servicios. Kerensky huyó en el automóvil de una embajada.
Al día siguiente, el soviet de Petrogrado, al que se presentó Lenin, aprobó la toma del poder por el voto de los delegados bolcheviques y de otros grupos que adhirieron a esa posición contra los delegados más recalcitrantes de los mencheviques y socialrevolucionarios. Se aprobó también un mandato para hacer la paz y el decreto de entrega de la tierra a los campesinos que había preparado Lenin, y se conformó el nuevo gobierno. A propuesta de Trotsky se le denominó Consejo de Comisarios del Pueblo. Fue integrado por dirigentes del partido Bolchevique con Lenin como su presidente.
La revolución, el cambio cualitativo en la sociedad rusa que tanto había estudiado Lenin y a la que había dedicado su vida, era un hecho, aunque no todavía irreversible.
Unos días después un grupo de soldados halló en los sótanos del Palacio Real una gran cantidad de botellas de vino y vodka, y decidieron probar un trago al que siguieron otros. Pronto muchos otros soldados y obreros los imitaron, buscando en las bodegas de otros palacios y residencias. Fue una borrachera general que duró varios días y contagió incluso a los soldados enviados por el nuevo gobierno para acabar con ella. Los trabajadores, los soldados, los campesinos y el lumpen se alegraban a su manera, hasta que el gobierno dispuso verter al río Neva el vino y el vodka restantes.
Para neutralizar el frente alemán, el nuevo gobierno se vio obligado a firmar la paz de Brest-Litovsk como un mal necesario y a costa de pérdidas territoriales.
Siguió la socialización de los grandes medios de producción masivamente. Y, entonces, apareció un problema mayor. Los bolcheviques no estaban preparados para administrar y hacer marchar las empresas estatizadas. Lenin mismo no había pensado en eso con la intensidad aplicada al cambio de la sociedad que acababa de realizarse. Además, muchos obreros se resistieron a trabajar, sintiéndose dueños de las empresas.
Mientras tanto la guerra se asomaba. Los ejércitos blancos, azuzados y financiados por las potencias imperialistas, atacaron, y Trotsky, como comisario de Defensa, tuvo que desplegar toda su inteligencia, movilización, elocuencia y energía en la organización del Ejército Rojo, cuya composición fue renovada con la incorporación de jóvenes trabajadores. Mientras se combatía para salvar la revolución, se decretó la conscripción para el trabajo, como parte de una política de comunismo de guerra.
La disolución de la propiedad terrateniente por la reforma agraria, que se ejecutó de inmediato en cada aldea, hizo aparecer unos 25 millones de pequeñas propiedades en la inmensidad de la estepa y la taiga rusas.
Para sobreponerse a la disminución de la producción industrial y agraria y la parálisis de muchas empresas, Lenin, a propuesta de Trotsky que veía muy claramente la realidad de la economía como soporte de la campaña bélica, hizo aprobar en 1920 la Nueva Política Económica que consistió en la devolución de una gran parte de las industrias nacionalizadas a sus antiguos propietarios, y la producción se reactivó
El 22 de mayo de 1922, Lenin sufrió un ataque cerebral que lo incapacitó totalmente. Falleció el 21 de enero de 1924.
Tras el alejamiento de Lenin, sus sucesores en la dirección del partido Bolchevique y del gobierno soviético abandonaron el análisis dialéctico de su propia realidad. La oposición de las clases sociales se daba en otros países y pueblos, y no en el suyo. Luego, Stalin y quienes lo rodeaban impusieron una burocracia partidaria en el control del Estado, que devino clase dominante, fiel a su jefatura y a su persona.
Por orden de Stalin, León Trotsky fue asesinado el 20 de agosto de 1940, en su casa de Coyoacán, México, luego de un atentado en mayo de ese año en el que participó el pintor comunista David Alfaro Siqueiros.
Las contradicciones entre la clase dirigente y los trabajadores llevaron finalmente a los países socialistas a un cambio cualitativo a fines de la década del ochenta y comienzos de la del noventa del siglo pasado.
La revolución rusa de noviembre de 1917 quedó como una efeméride en el panorama de la historia, una esperanza frustrada para los trabajadores que sirvió, sin embargo, como un catalizador de los cambios a favor de los trabajadores en los países europeos, cuyo nivel de vida se elevó más que el de los trabajadores de la Unión Soviética.
(6/11/2017)

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