Por - Publicado el 14-11-2015

[Me quedó largo el análisis del ensayo de Carlos Iván Degregori «Del mito mariateguista a la utopía andina», por lo que publicaré dos posts al respecto: el presente dedicado a los trasfondos del debate entre Alberto Flores Galindo y Carlos Iván Degregori y un siguiente post dedicado a analizar directamente los argumentos en el ensayo de Degregori.

Posts de la presente serie:
2. Del mito revolucionario al mito oenegista
1. Apogeo y caída de la utopía andina

Algunos post relacionados, publicados antes en este blog:
El indómito Flores Galindo
Arguedas en el IEP, la senderología y la CVR
La polémica Flores-Degregori (libios contra zorros)
Mariátegui, Arguedas y Flores Galindo]

1. La tardía y desencaminada vendetta de Degregori
Francamente decepcionante el ensayo de Carlos Iván Degregori en que critica duramente a Alberto Flores Galindo «Del mito mariateguista a la utopía andina». Es un ensayo con sabor a berrinche y vendetta de un Degregori fastidiado por una mención crítica de Flores Galindo al primer trabajo intelectual fuerte de Degregori, como por la crítica al «mito del progreso» de Degregori, por la mordaz ironía de Flores sobre el IEP, al cual recientemente se había incorporado Degregori, como ocupando «el lugar intelectual que antes tenía el Instituto Riva Agüero», además del duro debate dentro el PUM entre «libios» y «zorros». Degregori sobrereacciona «con sangre en el ojo» por la reseña de Flores, con la camiseta del IEP puesta y con puntillosas atingencias llenas de verborragia ideológica a diversos párrafos de las páginas finales del «Buscando un Inca» de Flores Galindo. Degregori levanta un par de puntos sustanciales, pero también, llevado por la bronca, se enfrasca en cuestiones accesorias como prescindibles acusaciones retóricas a Flores Galindo, de misti, antiandino, congelado en el tiempo, desorientado, perdido, etc.

Se entendía que Degregori evitara publicar este ensayo con Flores Galindo en agonía, evitándole así un sinsabor en momentos personales aciagos. Pero después de muerto Flores, habiendo circulado el texto entre sus estudiantes y allegados del IEP, ¿por qué Degregori no publicó este texto tan descalificador para el gran público y lo guardó por un cuarto de siglo para publicarlo recién después de su muerte? ¿Para evitar una reacción en su contra de parte de los seguidores de Flores Galindo?¿Para dejar que el pensamiento de Flores Galindo se extinga por cuenta propia? ¿Para tener más publicaciones que lo ubicaran intelectualmente en mejor posición en relación a Flores? ¿Y por qué publicarlo y no dejarlo inédito como lo había dejado en los últimos años? A lo largo de la presente serie de posts sobre este tema intentaré responder a estas preguntas. Lo que es claro es que el gesto de supuesta elegancia de Degregori de no publicarlo al gran público contribuyó a consolidar su visión entre sus seguidores, sin ninguna discusión con los seguidores de Flores Galindo, quienes, si bien le rendían culto, se iban crecientemente distanciando de sus planteamientos para adoptar los propugnados por Degregori.

2. Debatir ignorando las respuestas del oponente
La cosa comienza con que Degregori se había picado por una mención crítica de Flores Galindo al trabajo de Degregori en coautoría con Nicolás Lynch y Cecilia Blondet «Conquistadores de un nuevo mundo» de 1986, aquí. Flores Galindo criticaría que los autores confundieran a los migrantes en Lima con los habitantes del Bronx, Nueva York. Flores Galindo añadiría una crítica más específica a Degregori, su idea expuesta en Del Mito del Inkarri al mito del progreso, de un creciente reemplazo del viejo mito del Inkarri por el mito del progreso. La frase de Flores Galindo que a Degregori le molestó fue

«Curiosamente la formulación más sugerente en contra de lo andino proviene de un intelectual de izquier­da. Carlos Iván Degregori ha planteado que en la cultura popular peruana, a partir de los años 50, se habría producido una especie de revolución mental: el mundo tradicional sustituido por el nacimiento de una moder­nidad popular. Se refiere así a que «el viejo mito de Inkarri va siendo reemplazado de manera creciente por otro: el mito del progreso.»
Prólogo a Carlos Arroyo. Encuentros. Historia y movimientos sociales en el Perú. Lima, Memoriangosta, 1989. pp. 9-21.

Este párrafo está citado por Degregori en «Traspié entre dos estrellas», que es el prólogo a «Del mito mariateguista a la utopía andina», publicado como Volumen V de las Obras Escogidas de Degregori.

El lector o la lectora puede leer el texto completo de Flores Galindo. Como se aprecia, Flores Galindo ofrece una detallada crítica a Degregori, en la que además aclara su postura sobre la utopía andina y responde a muchas de las críticas que se le hacían. Por eso, el historiador Ricardo Portocarrero, discípulo de Flores Galindo, publicó este texto como una respuesta al politólogo del IEP Martín Tanaka, identificado con las posiciones de Degregori. Una respuesta a la críticas a Flores Galindo repetidas por los seguidores de Degregori.

Efectivamente, Flores Galindo expone muy solventemente los temas de fondo en debate:

en la cultura andina coexisten tanto la esperanza en el progreso como la vuelta al pasado, a veces de manera conflictiva y en otras ocasiones, conviviendo hasta en el interior de un mismo individuo. (…)La cultura andina es, de otro lado, el reclamo de la escuela, el entusiasmo por el cemento y la calamina, la esperanza en la migración a Lima.

Y le responde directamente a Degregori

Degregori supone que la migración es una ruptura con el pasado. En parte sí, pero las conexiones con esa tierra que queda atrás se mantienen través del parentesco, las instituciones regionales, el regreso periódico a la comunidad. Nuestra época, cuando supuestamente se produce el ocaso de lo andino, es también la época en que la organización comunal se propala por todos los Andes. Mientras desaparecen los gamonales y las haciendas, las comunidades llegarán hasta cerca de 5,000 (reconocidas). En la ciudad, las asociaciones de provincianos serán el soporte social que hace posible la reproducción, en el medio urbano, de la reciprocidad y la ayuda mutua. Es prematuro, a veces, dar por muerto al pasado. ¿Volver atrás? El desafío que implican ideas como la utopía andina es la posibilidad de encontrar un camino propio: esa explosiva aleación entre lo nuevo y lo viejo que Mariátegui resumió al hablar de la «heterodoxia de la tradición». Pero, ¿se trata de proponer una síntesis o de elaborar un proyecto radicalmente nuevo?

Flores Galindo deja ahí la pregunta. Para entender a este historiador es crucial advertir que lo importante en él son las preguntas que deja, más que las respuestas que no tenía, ni pretendía tener.

Y un punto acertado de Flores: el contrabando de la defensa del capitalismo en el Perú so pretexto de defensa de la «modernidad»:

Se corre el riesgo de que, al elogiar la modernidad, estemos haciendo una velada defensa del capitalismo. Por eso resulta imprescindible introducir en la discusión la perspectiva socialista.

Degregori, que conoce bien este texto de Flores Galindo pues admite que fue este texto el que tanto le molestó, resalta que Flores Galindo lo critica por estar en contra de lo andino in toto como «demasiada generalización» y «una homogenización inaceptable», pero ignora del todo los argumentos, críticas de fondo y respuestas de Flores Galindo. Degregori se mecharía directa y exclusivamente con «Buscando un Inca», sin aclaraciones posteriores.

Si el lector o la lectora lee el texto completo de Flores Galindo y su crítica a Degregori, notará también que Flores no se despeina ni arrebata con Degregori. Lo critica sin retórica ni alusiones personales. Muy diferente será la sobrereacción de Degregori contra Flores

3. «Le faltaba calle»
En «Traspié entre dos estrellas», su prólogo a su ensayo de crítica a Flores Galindo, Carlos Iván Degregori lo trata con mucha condescendencia, como un tardío entusiasmado en las ideas revolucionarias en un contexto de desilusión con el pensamiento de izquierda. Remataría su condescendencia en una de sus últimas entrevistas proclamando ante sus seguidores que a Alberto Flores Galindo “le faltaba calle”. En una palabra Degregori trata a Flores Galindo como una suerte de “chibolo Pulpín”.

Este tipo de especulaciones y alusiones ocurren casi un cuarto de siglo de publicado “Buscando un Inca”, cuando el horizonte revolucionario y utópico de Flores Galindo ha caído en desgracia y es más bien el pensamiento de Degregori el que reina. Sin embargo, las cosas no ocurren así en tiempo real, en los años 80s, cuando los términos del debate y la ubicación de los contendientes son muy diferentes.

Lejos de ser Flores Galindo alguien “sin calle”, en los 80s es más bien Degregori quien recién hace sus pininos como un intelectual con propuesta. Flores Galindo estaba mucho más establecido tanto política como académicamente.

En el plano político, las tesis de Flores Galindo fueron más influyentes, como que fueron adoptadas por la mayoría del PUM, donde también militaba Degregori. En cambio la corriente de Degregori quedaría en minoría y saldría del partido para apoyar electoralmente a Alfonso Barrantes y luego disgregarse totalmente, pasando por la colaboración con las fuerzas armadas contra Sendero Luminoso.

En el plano académico, un simple indicador: Flores Galindo acaba su licenciatura en 1971 y su doctorado en 1984. Degregori recién acaba su licenciatura en 1983 y su doctorado en 2005. A mediados y fines de los 80s era Flores Galindo quien tenía una sólida producción e influyente trayectoria intelectual, no así un tardío Degregori, quien recién en 1986 recién tiene un libro en que se esboza algún tipo de propuesta, con su nueva posición ex-izquierdista.

La condescendencia de Degregori con Flores Galindo, es la condescendencia con que el converso descreído mira al que todavía tiene fe en la revolución. Es posible y aceptable a comienzos del presente siglo, en que los planteamientos de Flores Galindo han quedado marginalizados y abandonados incluso por quienes los secundaron. Recientemente, Nelson Manrique, cercano intelectualmente a Flores Galindo en los 80s y entonces ácido crítico de Degregori, celebraría el «le faltaba calle» de Degregori, aquí. Este tipo de expresiones hubieran sido imposibles en los años 1980s, dado el mayor peso político y académico de Alberto Flores Galindo. El horizonte izquierdista entonces era mucho más fuerte que ahora.

4. Los mitos en conflicto
El libro que Degregori publica en coautoría con Cecilia Blondet “Conquistadores de un nuevo mundo: De invasores a ciudadanos en San Martin de Porres,” (1986) proviene de un proyecto auspiciado por la Fundación Ford. Este libro forma parte de una corriente intelectual de los años 80s, que junto con la producción de Hernando de Soto, Fernando Villarán, Jürgen Golte y Norma Adams, entre otros, exaltan el emprendedurismo de las clases populares antes que su situación de explotación. Son las clases populares las que hacen un “desborde popular”, un “otro Sendero”, microempresario, que se constituye en una alternativa social y política al statu quo.

Alberto Flores Galindo es muy crítico con esta corriente intelectual. Entiende que es un afluente del neoliberalismo en el plano intelectual. Le hace una mención crítica, que pasaría desapercibida en el conjunto de la obra de Flores Galindo, si no es porque ésta es muy mal recibida por Degregori. Flores se metía con el debut intelectual de Degregori. Y además se metía con su cubil, que el IEP ocupaba el lugar intelectual que ante tenía el Instituto Riva Agüero. Esto, como me consta, les había molestado a todos los intelectuales del IEP.

Efectivamente, los caminos de ambos intectuales se bifurcan radicalmente. Lo que parece ser una fisura entre dos intelectuales de izquierda, se ensancha con los años.

Mientras Alberto Flores Galindo gana el premio Casa de las América y publica «Buscando un Inca» en Cuba, Carlos Iván Degregori publica con el auspicio de la Fundación Ford de los Estados Unidos.

Mientras Alberto Flores Galindo se centra en denunciar al estado en «Violencia y Campesinado», Carlos Iván Degregori se conviverte en un senderólogo, centrado en denunciar a Sendero Luminoso, y auspiciador explícito de una alianza de la izquierda con las fuerzas armadas contra Sendero.

En La polémica Flores-Degregori (libios contra zorros) hemos discutido más sobre este debate. En futuros posts, volveremos sobre esta bifurcación de caminos, en particular sobre el camino seguido por Degregori.

5. Los hondos y mortales desencuentros en el ojo propio
En realidad el MIR Tapia del cual era parte Degregori se queda sin bases políticas. Pierde la batalla partidaria ante la mayoría dirigida por Javier Diez Canseco y opta por apoyar a Alfonso Barrantes. Finalmente este sector resuelve su desencuentro con las clases populares pasando de ser intelectuales de partido a ser intelectuales de ONG, como vimos en Del mito revolucionario al mito oenegista. Desde estas organizaciones no gubernamentales es que realizan una labor ideológica y de asesoría a entidades estatales, particularmente militares, en su lucha contra la insurgencia de Sendero Luminoso y el MRTA. Desde 1990 las izquierdas se oenegizan y fracasan en todo intento electoral posterior, por lo que recurren a alianzas e incorporaciones a otros partidos, como la UPP o el humalismo o a asumir un rol «técnico» ministerial. El gran «camino de las masas», opuesto como alternativa al camino minoritario «varnguardista-militarista», no funciona para estos sectores. Las clases populares votan por Fujimori, a quien apoyan. Como dirigentes de izquierda no la hacen, pero sí como directores y funcionarios de ONG, asesores, ministros, comisionados de la CVR. Paradójicamente, se aplica para este sector la idea de hondos y mortales desencuentros con las clases populares que se resuelve mediante una asimilación al sistema que antes cuestionaron, una «huída hacia adelante» dentro del sistema, que gustoso los recibe. Nótese que esta asimilación se produce a comienzos de los 1990s en pleno gobierno fujimorista, tema sobre el cual volveré en posts venideros.

6. GEIN intelectual
Muchos «libios» que chocaron con Degregori por el debate en el PUM entre «libios» y «zorros» hoy le reconocen a Degregori virtudes de tolerancia y de no guardarles rencor por haber sido ellos tan mordaces con Degregori. El «libio» y ex asesor de la CCP Victor Caballero lo elogia porque «nunca reclamó nada, ni guardó rencores», aquí.

Cuando lo volví a ver en el IEP sentía un poco de vergüenza cruzarme con él porque recordaba la mordacidad con que a veces nos referíamos a su poca participación en reuniones partidarias, a su comportamiento huidizo de reuniones interminables y repetitivas en las que nos agotábamos. En cambio, cuando él me veía se ponía a conversar con alegría, con espíritu inquieto, valorando lo que se le decía.

Lo que ocurre es que gente como Caballero había abandonado las posiciones radicales de antes y había seguido un camino político similar al de Degregori. Caballero sería funcionario de la PCM durante el baguazo y Conga, totalmente abocado a criminalizar a los dirigentes sociales, ver aquí. Degregori recibiría con los brazos abiertos a quienes habían seguido su camino de asimilación y defensa del sistema. Esta misma bienvenida haría Degregori con alguien tan conflictivo y crítico con él como el historiador Nelson Manrique. En 1990, Degregori se lamentaba «Nelson Manrique ni me habla». Yo le preguntaría «¿Y por qué?». Degregori respondería «Es que hemos militado juntos». Efectivamente, en esos años Manrique se mantenía en posiciones radicales, mientras Degregori estaba por la defensa del estado. Sin embargo, con el tiempo quien cambiaría de posición no sería Degregori, quien se consolidaría en su derechización, sino Manrique quien vallejianamente había llegado a seguir el mismo camino de Degregori. Normal que lo recibiera también con los brazos abiertos.

Sin embargo, en toda esta magnanimidad de Degregori, hoy queda claro lo que estaba ocurriendo: simplemente había preferido disparar a la cabeza de la corriente intelectual radical, cual era Alberto Flores Galindo. Una táctica a la GEIN, de capturar «High value targets» (metas de gran valor). No se mete duramente con Manrique ni con otros como se mete con Flores. Lejos de pelearse con todos, la mayoría «libia» del PUM, opta por darle duro a Flores, con su texto difundido entre sus seguidores, a la vez que se «reconcilia» y entra en acuerdos con los seguidores de éste. Efectivamente, Manrique sería un gran defensor del discurso intelectual de la CVR, decisivamente influído por las elaboraciones de Degregori. En los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI el debate entre Flores Galindo y Degregori es pura curiosidad intelectual, un debate sin mayor trascendencia. El triunfo de Degregori es total. Si bien había perdido la batalla en tiempo real, había acabado por ganar la guerra.

7. Degregori bebiendo chicha en el cráneo de Flores Galindo
En los años 1990s, con las izquierdas desradilizándose y retrocediendo políticamente, no tiene mucho sentido pelearse públicamente con Flores Galindo por «Buscarse un Inca». Es mejor «let sleeping dogs lie» (dejar que los perros sigan durmiendo). A Degregori le basta con circular el trabajo entre sus estudiantes y más bien consolidarse como senderólogo, escribiendo a favor de los «Comités de Autodefensa». Es recién a mediados y fines de los 2000 con una cierta reemergencia del pensamiento izquierdista en el Perú, que vuelve a haber interés en los plantamientos de Flores Galindo y por lo tanto en la crítica de Degregori a Flores. Para entonces, Degregori ya es un consolidado académico, con varios textos publicados y un doctorado. Es un reconocido intelectual que ha dirigido e inspirado a la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Desde esa posición triunfante, lamentablemente, tiene gestos poco elegantes con Flores Galindo, de una jactancia propia del nuevo rico intelectual, tanto en «Traspié entre dos estrellas» como en la entrevista que le concede a dos de sus seguidores. Una actitud tipo Aquiles arrastrando el cadáver de Héctor delante de los troyanos o se dice que hizo Atahualpa bebiendo chicha en el cráneo de su hermano. Ambos acabaron mal.

[Continuará. En la segunda parte del presente post analizaré el ensayo «Del mito mariateguista a la utopía andina». Verlo aquí.]

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