Por - Publicado el 10-11-2015

1.
La opresión del pueblo indígena es anterior y mucho más dura que la opresión del proletariado marxista. Es una opresión genocida que no se ha detenido desde que se inició.

Las ideas anarquistas, marxistas y apristas son las primeras ideas seculares que en el Perú se proponen la liberación de los pueblos indígenas de su opresión. La opresión de los pueblos indígenas tiene las mismas causas que la opresión del proletariado marxista, el afán de lucro.

El liberalismo en el Perú no es una ideología que haga carne en los pueblos indígenas. Más bien el liberalismo concomintante a la revolución industrial y a las revoluciones estadounidense y francesa es la ideología de los terratenientes primario-exportadores costeños. Es una ideología de opresión, no de liberación.

Antes de las ideas seculares, las ideologías de liberación en el Perú eran ideas religiosas y utópicas. Ese fue el “marxismo” previo al marxismo en el Perú. Un proceso que tampoco es una excepción histórica. Un proceso similar ocurre en otros contextos. El mismo cristianismo fue la ideología de los esclavos que luchaban contra los amos romanos. La Reforma llamada protestante fue la expresión de la burguesía en lucha contra el sistema feudal amparado por el clero papista.

2.
A mediados de los años 1980s, Alberto Flores Galindo tuvo la visión de entender la continuidad histórica de la lucha emancipatoria de los pueblos indígenas en lo que él llamó la «utopía andina». La secuencia de las rebeliones indígenas son una fuerza histórica que continúa en las rebeliones del presente siglo e incluyen la insurgencia de Sendero Luminoso y el MRTA. Como ambos movimientos fueron derrotados y se evidenciaron rasgos autoritarios, opresivos e inhumanos en sus accionares, el planteamiento de Flores Galindo cayó en desgracia también. Sin embargo, Flores Galindo nunca puso las manos al fuego por ninguno de estos dos movimientos. Él, como otros, apostó por una revolución en el Perú, pero no la que Sendero o el MRTA proponían, sino por una revolución que emergiera de las grandes masas. En la medida en que veía que Sendero y el MRTA tenían cierta influencia en ellas, consideraba a estos movimientos como parte de este proceso. En realidad, Flores apostaba por una revolución que surgiera de los partidos a los que él estaba cercano, como los de la Izquierda Unida, principalmente el PUM, que tenían gran influencia en la Confederación Campesina del Perú. Se imaginaba un desborde campesino impulsado por estos sectores que imprimiera otra dinámica a la insurgencia que Sendero Luminoso había iniciado. Esta fue, por cierto, la apuesta inicial del MRTA, que apostaba convertirse en el «brazo armado» de la Izquierda Unida. Y esta apuesta no sólo existía, sino que era la mayoritaria en la Izquierda Unida. Por eso es que ésta se divide en Huampaní, donde la minoría barrantista sale de este frente acusando a la mayoría en forma muy explícita de ser «vanguardista-militarista». Tan es así que partidos como el PUM y hasta el mismo PC-U, presionados por sus juventudes radicalizadas, forman sus propios «brazos armados». Esta es una parte de la historia peruana, que ni la propia CVR, conformada por ex cuadros de estos partidos, se ha animado a desvelar. Así son los conflictos de intereses.

3.
¿Por qué no se da pues esta insurgencia izquierdaunidista?

Por un lado, estos intentos son detectados y contenidos por las fuerzas del orden en plena etapa de preparación. La Izquierda Unida estaba muy infiltrada y era relativamente fácil anticiparse a sus acciones. Por el otro, el golpe al MRTA en Molinos y los golpes a la cúpula de Sendero Luminoso le quitan a la insurgencia el aura de triunfo. Un intento de reemplazar a una «insurgencia mala» por una «insurgencia buena» queda mellado con la derrota de la «insurgencia mala». No hay nada que reemplazar. En tal sentido, Flores Galindo sí entendió que a pesar de todo, Sendero y el MRTA abrían las puertas a un proyecto insurgente que podía depurarse, crecer y triunfar. Pero su derrota era la derrota también de esta posibilidad. A esto se sumó la permanente campaña de asesinatos de parte de Sendero Luminoso contra las autoridades y dirigentes de la Izquierda Unida, e incluso los enfrentamientos armados con el MRTA. Sendero no era una insurgencia inclusiva políticamente. Ahí se fue la apuesta de Tito. Y terminó de rematarla que las izquierdas, divididas en Huampaní, apoyaran al unísono a Fujimori, e incluso asumieran responsabilidades de gobierno en 1990. Lejos de una revolución, estas izquierdas apostaban por la defensa y preservación del sistema.

4.
En base a esta derrota y a una imagen de triunfalismo y recuperación del sistema en crisis, creada entre 1990 y 1992 con Fujimori y sus reformas neoliberales, es que el discurso de Flores Galindo pierde la centralidad que tuvo en las ciencias sociales peruanas a mediados y fines de los ochentas. A esto se suma un ambiente político e intelectual, incluso en las izquierdas, visceralmente contrario a considerar a la revolución como una posibilidad. Todo este proceso ocurrió, además de todo, en el contexto de la derrota del comunismo soviético, que hizo caer en desgracia a todas las ideas comunistas y socialistas, incluso, paradójicamente, a aquellas que habían sido muy críticas del comunismo soviético.

Así es que la utopía andina y la insurgencia histórica de los pueblos indígenas quedaron soterradas, y desplazadas por otras ideas de apoyo al sistema, como «el otro sendero», «el desborde popular», «el mito del progreso». El sistema imperante fue presentado como un sistema que evolucionaba y traía bienestar e inclusión a los pueblos indígenas. Por lo tanto, no era un sistema que debía ser derrotado, sino defendido.

5.
Pero a pesar de esta caída en desgracia de corto plazo, los planteamientos de Flores Galindo en el largo plazo, como señalé en El indómito Flores Galindo, siguen siendo válidos:

Flores criticaba el adocenamiento de su generación y su desencanto del horizonte revolucionario y socialista, en el cual él tercamente insistía. Para Flores el fracaso de los socialismos reales no era en absoluto una razón para renunciar al socialismo y a la revolución. El muro de Flores cayó mucho antes que el muro de Berlín y sin embargo Flores no se desencantó de nada. La fortaleza socialista y revolucionaria de Flores no venía de ninguna experiencia extranjera venida a menos, ni tampoco se ató de manos en idealizar a Sendero Luminoso. Flores Galindo era un historiador y su fortaleza venía de la propia historia peruana, de su análisis y comprensión de largo plazo. Flores rechazó duramente las tesis del “otro sendero”, del “desborde popular”, de los “conquistadores de un nuevo poder” y de buena parte de la producción intelectual de los años ochentas asumida por intelectuales otrora revolucionarios. Era una producción que pintaba un avance capitalista que traía progreso y democracia al Perú, ubicándose en buena cuenta de furgón de cola de un relanzado pensamiento neoliberal encabezado por Hernando De Soto.

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Enlaces a este artículo

  1. Los mitos en conflicto: Degregori contra Flores Galindo (2) » Gran Combo Club
    16-11-2015 - 18:36

Comentarios a este artículo

  1. Kenny dijo:

    «La fortaleza socialista y revolucionaria de Flores no venía de ninguna experiencia extranjera venida a menos…» Alusión al Amauta Mariátegui?

  2. pepe mejia c. dijo:

    No menciona al MIR de Luis de la Puente Uceda, que inicio la lucha armada en 1962,tenia planeado, tomar el gobierno.
    El gobierno revolucionario del general Juan Velasco A, que realizo cambios estructurales de la sociedad reforma agraria, nacionalizaciones, comunidad industrial,despues de 40 años la izquierda le reconoce, que fue un gobierno para la mayoria de peruanos. La falta de un partido politico, instituciones, base social, han sido la causa,del fracaso, de este modelo.

  3. Luisa Nancy Velásquez O´Brien dijo:

    ¿Estas izquierdas deseosas de liberar a los pueblos oprimidos del Perú, representados por la población indígena, estaban conformadas por jóvenes de diferentes estratos socio-económicos? Llama la atención que el grupo minoritario que provocó la división de la Izquierda en Huampani, y que frustra la utopía andina de una insurgencia liberadora estuviese liderada por Barrantes Lingan, en sus inicios aprista, y luego contrario a toda revolución armada.