Por - Publicado el 09-05-2014

Los editoriales de El Comercio no dejan de patinar. Llegan al arco y se fallan el gol (su ideología les impide anotar).

Veamos.

1. Contra los programas sociales
En Crecer es incluir. Es esencialmente por el crecimiento que hoy somos menos pobres y menos desiguales citan evidencias que indican que la pobreza baja fundamentalmente por el crecimiento y no por los programas sociales o la reducción de la desigualdad. Aquí tienen de donde agarrarse (esas son las jugadas de lujo con las que llegan al área rival)

Sin embargo, de esta constatación saltan a una conclusión que no se deduce (ese es el gol que se fallan):

«Dicho de otra forma, cada dólar que se invierte en infraestructura o en eliminar las trabas y regulaciones que vienen desacelerando la inversión privada parecen ayudar mucho más a los pobres a salir de la pobreza (y al país a ser menos desigual) que cada dólar en que se aumenta los presupuestos de los programas sociales asistencialistas.»1

Esta afirmación sobre «cada dólar» (¿por qué no cada sol, que es la moneda nacional?) no se deduce en absoluto de la constatación de que el crecimiento es el que principalmente explica la reducción de la pobreza. Es un contrabando ideológico total, que apunta a que el gasto social, tildado de «asistencialista», sea redirigido a beneficiar la inversión privada.

¿Nos quieren decir que un dólar aportado por los contribuyentes peruanos ayuda más a un niño pobre si se lo gasta en una carretera a una minera que si se lo gasta en un libro escolar que va directamente a ese niño? ¿En base a qué?

El crecimiento puede estar explicando mucho de la reducción de la pobreza, pero porque el crecimiento ha sido grande, no porque cada punto de crecimiento tenga mucho poder en reducir la pobreza (y menos cada dólar invertido). Para eso hay otra medida que es la elasticidad crecimiento-pobreza, que según García y Céspedes (2011) es alrededor de 1, es decir, un punto más de crecimiento implica una reducción de la pobreza de 1 punto. De ahí no se deduce nada sobre dónde se debe invertir cada dólar.

El Comercio sigue con la idea de que la redistribución es «asistencialismo», no un derecho ciudadano por vivir en sociedad y que la única productividad de un país viene de la «inversión privada», léase las grandes empresas a las que está vinculado, no la inversión privada surgida de los más pobres. Un niño pobre también hace «inversión privada» esforzándose por aprender, pero no la puede hacer sin apoyo público, en educación, salud, alimentación, infraestructura. Para El Comercio eso no es inversión, es asistencialismo. El apoyo público que llegue al pobre apoyando a la minera mediante infraestructura. Eso, supuestamente, es lo más directo y duradero: darles el dinero público a las grandes empresas y que ellas lo chorreen a los pobres como dinero privado.

¿En serio se creen que los programas sociales son inútiles y quieren que las grandes empresas se agarren el dinero presupuestado para éstos? ¿Quieren estirar la pita y que haya una revolución en el Perú? ¿Tanto se creen sus propias decadentes alucinaciones?

Como diría Pierre Joseph Proudhon: «si la revolución no existiese, la reacción la inventaría».

Adelante, señores. Polaricen. Después no se quejen.

2. Contra la preocupación por la desigualdad
El Comercio sigue también con el discurso ideológico de desmerecer cualquier preocupación por la desigualdad (que sería «envidia a los ricos», «resentimiento», etc.), y ridículamente desliga y contrapone la preocupación por la desigualdad de la preocupación por la pobreza:

«lo que tendría que importar es la pobreza más que la desigualdad (el mismo Webb, hablando sobre el fenómeno de migración del campo abierto a los pequeños pueblos lo ha puesto elocuentemente: “La gente no emigra por desigualdad, emigra por pobreza”)»

Esta frase es digna de Bullard o Pasquel. A ese nivel está cayendo el ex-venerable Webb.

Supongamos que todo el Perú es parejamente pobre, es decir, hay pobreza y no desigualdad, ¿emigraría la gente de una región pobre a una región igualmente pobre? El abc de la economía de la migración es que la gente migra de regiones pobres a regiones ricas, lo cual es fundamentalmente explicado por diferencias en ingresos esperados (además de los costos pecuniarios y no pecuniarios de la migración), lo cual es desigualdad. Entonces, ¿“La gente no emigra por desigualdad, emigra por pobreza”?

Y más aún, añadiría que la gente emigra de regiones internamente más desiguales a regiones internamente más iguales, donde hay más movilidad social y económica. Históricamente el burgo europeo atraía a los siervos de la gleba no sólo porque había mayores ingresos, sino porque allí la gente encontraba mayor igualdad que en la polarizada ruralidad feudal.

Según Webb «la desigualdad es un tema más intelectual que de la gente». Una Webbada:

» — ¿La desigualdad podría ser una de las razones de la migración?

La gente no emigra por desigualdad, migra por pobreza. La gente no está pensando “él está allí y yo acá, eso no me gusta”. Eso de la desigualdad es un tema más intelectual que de la gente. Y es una veta política. Los políticos la usan. Mucho más que la envidia es el deseo de salir adelante de uno mismo lo que impulsa la migración.»
“La gente no emigra por desigualdad, lo hace por pobreza”. Entrevista a Richard Webb (El Comercio, 07 de mayo de 2014)

Es como decir que la inflación/el tipo de cambio/la economía mundial/etc. «es un tema más técnico que de la gente», por lo tanto se trata de fenómenos que no influyen en sus decisiones económicas. Más bien uno de los supuestos de la economía neoclásica y de las expectivas racionales es que los agentes tienen información perfecta. Más bien los agentes económicos saben más que el técnico y el intelectual. Es decir, esos migrantes, pobres y quechuahablantes saben más que Webb.

Pero claro, más que cualquier supuesto económico o consecuencia profesional prima el clasismo, el desprecio y la subestimación al pueblo peruano, particularmente a los más pobres.2

Chay doctorcitos mana yachasqamanta rimachkanku.

  1. «Lo anterior, aún sin tomar en cuenta que la manera en que uno sale de la pobreza por efecto de las transferencias de, digamos, el programa Juntos, es sustancialmente diferente de la manera en la que uno sale de la pobreza porque, por ejemplo, ya tiene acceso a una conexión eléctrica que le permita iniciar una cadena de frío para conservar lo que produce y a un buen camino que le permita luego conectarlo con una mayor demanda. En la primera forma, uno está fuera de la pobreza solo en cuanto y en tanto la voluntad estatal quiera y pueda seguirle manteniendo ahí con sus transferencias; en la segunda, el mango de la sartén del bienestar está mucho más en las manos de la persona que lo ha alcanzado.

    En suma, tanto el gobierno que quiere ayudar a los pobres a salir de una manera real de su condición actual, como el que quiere reducir la desigualdad, debería tener una prioridad frente a aquellos: darles crecimiento.»
    Crecer es incluir. Es esencialmente por el crecimiento que hoy somos menos pobres y menos desiguales

    []

  2. Jorge Frisancho en Richard Webb y la desigualdad expone argumentos similares a los presentes:

    «¿qué se puede decir de la idea de que quienes se fijan en el asunto de la desigualdad lo hacen «por envidia», y que la actitud correcta para «la gente» es la de «querer salir adelante uno mismo», sin mirar a los demás? ¿Y qué, por último, de la idea de que los temas «intelectuales» no son los de esa «gente» a la que repetidamente alude Webb?

    Se puede decir mucho, la verdad. Pero creo que basta con subrayar esas expresiones, maravillarse de su elitismo y su torpeza, y pedirle a Webb que la próxima vez lo piense un poco mejor. «

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Comentarios a este artículo

  1. Mónica dijo:

    Silvio, esta nota esta genial. A veces es un gusto leerte. Envio un abrazo.

    Mónica