Por - Publicado el 05-08-2013

Se habla mucho de un «enfriamiento» económico debido a la desaceleración del crecimiento de la economía mundial. Es un enfriamiento que nos llega de afuera. Una economía abierta como la peruana, desde luego que es más vulnerable a los shocks externos que una economía cerrada. Si elegimos ser el vagón de una locomotora externa, lindo es cuando la locomotra va rápido, pero obviamente iremos lento si la locomotora va lenta.

Lo curioso es el discurso de las autoridades económicas, tipo Banco Central y MEF, como de los lobbistas proempresariales, que tratan de enfrentar el enfriamiento con más «reformas estructurales» como las de los noventas, es decir, del fujimorismo, con más concesiones a las grandes empresas (leyes de expropiaciones, facilidad para las concesiones extractivas, trámites rápidos, etc, etc.). Es decir, proponen remedios que poco tienen que ver con la enfermedad y más aún: son medidas estructurales para crisis transitorias. Más sirven como «pruebas de amor» para el desconfiado sector megaprivado que para relanzar la economía peruana.

Esta reacción contrasta con el frenazo de 2009, producto de la crisis financiera en los EEUU, que afectó mucho más a la economía peruana que el «enfriamiento» de 2013. Entonces la reacción de las autoridades económicas peruanas, particularmente de Luis Carranza, fue de responder al frenazo con un «plan de estímulo»: si cae la demanda externa, se compensa con una expansión fiscal interna, es decir, se pone en práctica una política contra-cíclica que ataca el problema, no una política de «reformas estructurales», como de las que se habla ahora (una supuesta «reforrma» del estado, de la salud, etc), que si dan resultados, no será en forma inmediata. Pero claro, como los EEUU, principalmente Ben Bernanke desde la FED, daba el ejemplo con políticas anti-crisis, en el Perú y en otros países de la región se hacía lo mismo. Hoy EEUU deja de lado las políticas expansionistas, y el Perú también las deja, a pesar de que siguen teniendo sentido para la situación específica que se vive.

Los tiempos han cambiado, la economía de los EEUU lentamente se va recuperando, ya no se necesita una política reactivadora; consecuentemente Bernanke anuncia el fin del plan de estímulo. Pero el mundo sigue desacelerado y un Perú receptor de shocks externos puede verse en crisis. Nadie sabe si la desaceleración es transitoria o permanente. En cualquier caso, si se va a hacer algo, tiene sentido pensar primero en políticas anti-crisis, contra-cíclicas, de reactivación, antes que en «reformas» que apunten a reforzar el modelo primario-exportador tal cual viene siendo implementado, y que no dan resultados inmediatos. Si la crisis no es transitoria sino permanente, por ejemplo, se viene abajo el precio del oro, en lo que habría que pensar es en reforzar algún otro producto de exportación (si la crisis es puntual en algún producto) o en reforzar el mercado interno (si la crisis es general a buena parte de las exportaciones). En este último escenario, no tiene ningún sentido que el gobierno se desespere imponiendo proyectos como el de Conga u otros, pensando que son la solución al enfriamiento.

En tal sentido Castilla ha sido mucho más conservador e inmovilista que un expansivo y activista Carranza. Castilla está presionado por un sector megaempresarial talibán con lo que considere estatismo, por lo que Castilla tiene que dar señales de que cualquier reactivación pase por el sector privado, es decir, tiene que dar un buen clima para la inversión. Además, es un negador del enfriamiento en una actitud avestrucesca. Y como lo niega o no quiere hacer nada fiscal contra el mismo, pues se dedica a medidas supuestamente «estructurales», fuera del tiesto y de poca efectividad para atajarlo. Carranza no tenía el estigma de ser parte de un gobierno anti-inversión, por lo que tenía mucho más margen para expandir el gasto público (que finalmente igual iba a la construcción y por lo tanto al sector megaprivado).

En suma, el enfriamiento económico está sirviendo de excusa para imponer proyectos megaextractivos. Éstos no son la solución al enfriamiento, sea éste temporal o permanente. Se ha quitado de la agenda reactivar la economía usando los excedentes públicos para inversiones públicas, en educación, salud, infraestructura pública, políticas sociales universales, etc. Ahora la agenda es que el dinero público sirva para apoyar a las megaempresas. Desde el punto de vista del manejo económico, Humala ha resultado mucho más conservador que García. El activismo económico de este gobierno es para las grandes empresas, no para las grandes mayorías.

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Comentarios a este artículo

  1. CARLOS dijo:

    Siempre la estrechez de capacidad intelectual manifiesta cuando no se puede resolver los problemas de manejo economico siempre girando sobre lo mismo cuando rompemos modelos y seguimos nuetro propio destino somo mineros somos agricultores industriales que somos que necesitamos problema numero uno en el mundo el agua desiertos secos lucha contra el cambio climatico soluciuon crear bosques selvasia la tenemos los medios faltan desiciones el amazonas hacia la costa agua energia electrica un mega proyecto de verdad.