Por - Publicado el 28-04-2013

[Este post salió en mi página de Facebook, aquí.]

Hoy varios columnistas se han puesto a opinar sobre economía. Comencemos por RM Falacias, quien aquí: Empresas Públicas, ¿por qué no? escuelea sobre economía sin que éste sea precisamente su tema. Veamos algunos de sus lugares comunes que nos brinda.

«Cuando se crea una empresa se crea un riesgo. Se puede perder o se puede ganar. Si se gana, todos felices. Cuando se trata de privados, el Estado se lleva 30% de la utilidad solo por Impuesto a la Renta. Pero si se pierde ¿quién es el que pierde? Si el privado pierde, lo hace solo. Si el Estado pierde, pierde toda la sociedad. La pérdida no la asume un particular, sino que se socializa. ¿No es acaso mejor ser un socio que se lleva 30% sin asumir ningún riesgo?»

La autora no dice las cosas completas. Si la empresa es estatal. el estado se lleva, gane o pierda, el 100% de la utilidad (la utiilidad puede ser negativa). Si la empesa es privada, el estado se lleva el 30% de la utilidad, si ésta es positiva y 0, si la utilidad es negativa.

La autora sólo se pone en el escenario de pérdida, no de ganancia. Podría haber dicho. «Si el estado gana, gana toda la sociedad. Y es mejor ganar 100% que ganar 30%.»

Y tampoco es cierto que si el privado pierde, lo hace solo. El estado también pierde porque deja de recibir impuestos. ¿Acaso que las empresas extractivas sean privadas implica que una caída de los precios internacionales no perjudica al estado peruano? Es decir, es falso que la privatización cubra al estado totalmente del riesgo existente en una actividad económica. El estado y con él la sociedad en su conjunto siguen corriendo riesgos.

El argumento de la autora, que expone cual maestra de escuela que se lo explica por quinta vez a su alumnito, sobre el riesgo es también inexacto. No hay ninguna inversión estatal o privada que no implique algún riesgo. Y si se quiere darle rentabilidad a un dinero, no hay otra forma que asumir algún riesgo. Sin embargo, en el caso de Petroperú ocurre que el negocio petrolero es un negocio de riesgo relativamente bajo. Es una actividad basada más en la extracción de una renta ya existente que en la innovación.

Entonces, si el estado peruano puede ganar 100% en vez de 30%, a riesgo bajo, ¿por qué dejar ese negocio peruano a empresas estatales extranjeras?

«El segundo problema a resolver es el del botín político.»

El ejemplo que usa la autora es el manejo de Petroperú durante el primer alanismo. ¿Por qué no usa como ejemplo los faenones durante el segundo alanismo? ¿Que las empresas sean privadas acaso evitó faenones, aceitadas, irregularidades y corrupción, en empresas como Petrotech (a la cual la pedagógica autora estuvo/está vinculada ), Doe Run, Discovery? ¿La retracción del estado de la economía evitó los botines políticos de los voraces alanistas a quienes la plata les llegó sola?

«El tercer problema es más bien un mito. El militarismo peruano extendió la idea de que existían sectores “estratégicos”, ya sea para la defensa o para el desarrollo y que estos debían estar en manos del Estado. Nada de esto es cierto. No hay ninguna estrategia en administrar malos servicios públicos esenciales, infraestructura básica o cualquier industria.»

¿Nota el lector alguna sustentación o sólo ve que la autora niega el enunciado que intenta refutar sin mayor argumento que su palabra? Claro que hay sectores estratégicos, por seguridad nacional. ¿Cuál fue la experiencia histórica de que empresas chilenas exploten el salitre boliviando? Cuando Bolivia les subió el impuesto al quintal de salitre, Chile los invadió. ¿Acaso países como los EEUU permiten que empresas iraníes controlen sus puertos? Tampoco es cierto que una mayor «integración económica» disminuya las tensiones internacionales. El dogmatismo de un supuesto mercado libre hace que alguna gente no tenga ojos para ver estas simples realidades (esas son las derechas que graciosamente acusan a las izquierdas de dogmáticas e ideológicas).

«El cuarto problema es el de los subsidios a los precios. Las empresas públicas son populares por dos razones. La primera, como hemos explicado, por ser potenciales agencias de empleo para sectores desempleados. Pero en segundo lugar, porque subsidian. Es decir, trabajan a pérdida para llevar un precio falso pero popular, por lo general a quienes menos lo necesitan. »

Un subsidio puede otorgarse sea la empresa pública o privada. Que la empresa sea estatal sólo facilita la implementación del susbidio, pero tampoco tanto. Es también fácil que el estado dé subsidios incluso si la empresa es privada. Pero lo más grave de este argumento no es eso.

Tanto le gusta a la derecha repetir su discurso contra los subsidios que en este caso no se percata de algo evidente: si algo ocurre con la gasolina no es que el consumidor reciba precios subsidiados, sino que buena parte del precio que paga el consumidor final son IMPUESTOS. Si la política pública es beneficiar al consumidor, no se estaría precisamente dando subsidios, sino reduciendo impuestos. ¿No es esto algo que deberían celebrar quienes gustan de autoetiquetarse de «liberales»?

«El quinto problema son las consecuencias económicas de esta política. El Estado quiebra pero ¡sorpresa! nunca cierra. Sigue operando. ¿Cómo cubre sus pérdidas entonces? Con tributación, deuda pública o con emisión inorgánica. Es decir, inflación y endeudamiento.»

La autora anuncia vacas flacas si el Perú llega a tener una ENAP, ECOPETROL o PETROBRAS, en sus respectivos países totalmente compatibles con el modelo neoliberal y con la estabilidad macroeconómica. Basada en sus argumentos tembleques se apresura a concluir que el estado pierde, que habrá un botín político, que habrá subsidios masivos, etc., etc. y por lo tanto habrá crisis económica como con Alan García 1.

En fin. Allá quienes le crean.

Mi comentario final es que el neoliberalismo no tiene la fuerza que tuvo a finales de los 80, ante las corruptelas, hiperinflación y desmanejo económico de Alan García. Hoy sus argumentos son los mismos de entonces, repetidos ad nauseam. No se han actualizado. En tiempos de Petrobras siguen peleándose con el primer alanismo (con la adicional ironía de tener a Alan García como su líder). Sus voceros no se ponen a tono con la experiencia de dos décadas de la gente que ya vivió el modelo privatista y no está conforme. El neoliberalismo oligárquico es un cuchillo desafilado que ya no corta; sólo sirve para untar mermelada.

El consenso económico, social y político se ha revertido. Hoy el neoliberalismo está a la defensiva como un lobo asediado por una presión social que ya no sabe cómo contener. Su caída en el Perú es cuestión de tiempo.

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  1. Apogeo y decadencia del neoliberalismo en el Perú » Gran Combo Club
    24-03-2014 - 11:21

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