Por - Publicado el 15-04-2013

Levitsky, muy interesado él en «darle línea» a la izquierda (¿por qué?), sigue con sus argumentaciones tramposas y falaces, ver Dilemas Para la Izquierda .

Ahora recurre a la vieja falacia del tercero excluído, o el «falso dilema», consistente en presentar dos opciones como si fueran las únicas posibles.

Ejemplos Wikipedia:

– «¿Reelegirá usted al partido en el gobierno, o le dará alas al terrorismo?».

– «¿Está usted con nosotros, o con las fuerzas del mal?».

Según él, la izquierda peruana tiene dos y sólo dos opciones: o es «una izquierda más liberal o social democrática» o es «una izquierda muerta».

Buen intento, Steven.

Pero esa no es la única trampa. Tiene un par más.

1. Por un lado, Levitsky dice que «Santos tiene algo de razón» en rechazar «ser la izquierda que la derecha necesita», para al final descalificar la idea como «infantil».

No es creíble que alguien que honestamente acepta algo como razonable lo acabe descalificando como infantil. Se advierte que Levitsky hace una finta argumentativa-pedagógica, pretendiendo acompañar la preocupación izquierdista por cubrir el espacio contestatario, arguyendo que los partidos «necesitan una marca». Pero luego ridiculiza la posición de Santos porque el conservadurismo limeño rechaza la radicalización. Juega insinceramente con las preocupaciones izquierdistas como el gato con el ratón.

2. Por un lado, Levitsky pregona que «construir una organización es difícil. Requiere años de trabajo, y muchas veces no rinde frutos inmediatos.» Por el otro, explica que «en una democracia, la izquierda necesita votos. Santos no los tiene, sobre todo en Lima.»

¿En qué quedamos? Si el objetivo es construir una organización y una corriente política fuerte, la izquierda no tiene por qué ganar la primera elección que se plantee, rebajando su agenda para contentar a los sectores sociales conservadores. La izquierda puede cubrir el espacio político no representado, que es SU espacio político histórico, de los sectores más contestatarios, que forman parte de un movimiento social al alza. Estos son, además, los sectores más maltratados por políticos que, uno tras otro, deshonran sus promesas. ¿Le conviene a la izquierda seguir el camino de esos políticos? Sería suicida. Por otro lado, que la izquierda logre un número de congresistas como los tuvo Humala en 2006, así no gane las elecciones nacionales, sería un gran avance, pues la representación del movimiento social en el congreso en 2011 es peor que la de 2006. Tan erróneo como plantear que la izquierda se coma todo de un solo bocado es utilizar que no lo puede hacer para justificar su derechización.

Pero no sólo es que estamos ante un camino inconveniente para la izquierda. El mismo dilema planteado por Levitsky no corresponde a la realidad. Es totalmente irreal presentar a la izquierda como si fuera Humala en las segundas vueltas de 2006 y 2011, optando entre mantenerse radical o «moderarse». Por favor. La acumulación de fuerzas comienza siempre en los sectores más receptivos, no en los más desconfiados. Cuando la izquierda logre una cierta masa crítica el dilema sobre moderación-radicalización podrá estar en el orden del día.

Concluiré señalando que Levitsky no es el único que anda muy alborotado intentando «orientar» a la izquierda desde fuera de ésta con sesudos seudo-argumentos. Hay toda una avalancha de lobbistas intelectuales, muy interesados ellos en que la izquierda siga por cauces «modernos», «moderados», «socialdemócratas», «liberales», es decir, derechistas. Quieren más de lo mismo. No tienen suficiente con lo ocurrido en las últimas décadas y que destruyó a la izquierda: la masiva derechización de izquierdistas que constituyen la verdadera «izquierda muerta».

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