Por - Publicado el 05-03-2013

En el Perú entre los académicos siempre ha estado de moda lanzar conceptos sui generis y poseros («cholificación», «modernización tradicionalista», «sub-acumulación», «cholo-comunismo», «mercantilismo», etc.). Sin embargo, Levitsky es un serio candidato a llevarse el Oscar en el género. Ahora en El populismo limeño lanza el concepto de «populismo mudo». Los revocadores serían nada menos que populistas, anti-oligarcas, etc., como Humala hace algunos años, pero con otro estilo, el estilo mudo. Los castañedistas y alanistas serían en esencia lo mismo que las demandas según él «populistas» del Perú no limeño y los gobiernos de Ecuador y Bolivia. Al final, Levistky pone en juego, una vez más, su identificación entre chavismo y fujimorismo.

1. Levitsky sólo se refiere al discurso de Marco Tulio y de Múlder, de resaltar que Villarán es una «pituca». No habla del otro discurso que presenta a Villarán como una pantalla para los «aliados radicales» de Patria Roja, el Partido Comunista, Tierra y Libertad, etc. Ese es el discurso de Juárez, Benavides, PPK, Butters, Santillana, M, Correo, El Comercio, La Razón, Expreso, varios canales de televisión, etc. Ese discurso, mayoritario mediáticamente entre los revocadores, ¿también es «populista mudo»?

2. Dice Levitsky:

«Los populistas utilizan un discurso maniqueo que divide la sociedad entre el pueblo y la oligarquía (o en términos peruanos, la pituquería).»

Bueno, en los EEUU el discurso es entonces más «maniqueo» y más «populista», pues allí la división es entre el 1% ultra-super-rico y el 99% de la población, cuya participación en el ingreso nacional ha venido cayendo desde la época de Reagan.

Todos los políticos, no importa de qué orientación, hablan a favor de la «clase media», del ciudadano de a pie, pues allí estan los votos, y en contra de algún tipo de élite. La diferencia es que los más de izquierda hablan contra una élite económica (los mega empresarios transnacionales y sus lobbies), mientras los más de derecha hablan contra una élite política («los burócratas de Washington», los sindicatos, las asociaciones de defensa de consumidores).

Pero claro, la élite política, en todos los países del mundo y en todo momento, es chancay de a veinte comparada con la élite económica. En el caso del Perú los caviares tendrán apellidos de abolengo y fenotipos caucásicos, pero no tienen el poder ni económico ni político que detentan los verdaderos dueños del Perú, como los Benavides, Romero, Brescia, Cillóniz, Rodríguez Pastor u otros. En tal sentido, provoca ternura que se ponga en el mismo saco populista a un Perón que se mecha con los terratenientes argentinos y un Marco Tulio que se mecha con Susana Villarán.

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