Por - Publicado el 07-01-2013

1. Una compilación barajada
Acabo de leer el libro de Mario Vargas Llosa «La civilización del espectáculo», Alfaguara, 2012. No sólo es el libro más reaccionario que le he leído, sino el peor escrito. Ha tratado de hacer algo más que una compilación de artículos periodísticos ya publicados, dándoles un orden y una tesis, pero no lo ha conseguido. No llega a haber un hilo conductor a su discurso. Más interesantes y redondos son sus artículos periodísticos que sus reflexiones mal conectadas (que en realidad son artículos ya publicados volteados). Particularmente disonante es su capítulo sobre la religión que no pega con su discurso central, básicamente agotado en el segundo capítulo.
Su narración es una suerte de «road movie», en que va soltando sus reflexiones conservadoras y va enchapando sus artículos pasados, que considera «antecedentes» a su presente libro. En tal sentido, se advierte pálidamente alguito del Vargas Llosa novelista, que intercala magistralmente tiempos narrativos. La diferencia es que el Vargas Llosa novelista intercala tiempos en un relato coherente. Este Vargas Llosa columnista no llega a darle coherencia a su relato. Es como un gran equipo de fútbol que no estuvo en su día. Más aún, si el Vargas Llosa ensayista, periodista o columnista es ya menos agraciado que el Vargas Llosa novelista, en este libro, su desempeño decae notablemente.

2. El pensamiento Vargas Llosa sobre lo culto y lo inculto
Segun Vargas Llosa lo culto es excluyente: no puede ser que todos seamos cultos:

«ya nadie es culto si todos creen serlo o si el contenido de lo que llamamos cultura ha sido depravado de tal modo que todos puedan justificadamente creer que lo son», p. 66, [el resaltado en negrita es mío, SR.]

Según la primera frase, resaltada, la cultura se define por oposición a la incultura. No cabe la posibilidad de que todos sean cultos, pues en ese caso, nadie lo sería. Se trata pues de un concepto excluyente. Es como decir: «no todos pueden tener la exclusividad, pues entonces nadie la tendría». Si todos tuvieran un reloj Rolex, el aparatito perdería la connotación de distinción que hoy tiene. La cultura, incluso según los criterios vargasianos, no puede ser para todos. La gente tal vez crea que tiene cultura, pero no la tiene. Según la segunda frase, existe una definición de cultura que la gente puede alterar y ampliar, depravar, para incluirse en el conjunto de los cultos, pero esa es una entrada falsa, pues según Vargas Llosa, siempre quedará fuera. El Rolex de las masas será trucho, bamba, depravado, de segunda generación, Made in China, etc.
Según Vargas Llosa en términos de cultura hay lo superior y lo inferior:

«La corrección política ha terminado por convencernos de que es arrogante, dogmático, colonialista y hasta racista hablar de culturas superiores e inferiores y hasta de culturas modernas y primitivas». p. 67.

Toca desinhibirse, superar la «corrección política», salir del clóset, franquearse, deschavarse y decirlo muy claramente: hay culturas superiores y hay culturas inferiores; hay culturas modernas y hay culturas primitivas, Vargas Llosa nos predica. Las aguas se abren. Por un lado queda la cultura, la cultura superior y moderna, y por el otro la incultura, la cultura inferior y tradicional. Vaya uno a saber cómo Vargas Llosa las clasifica, las jerarquiza y las cruza.
Y más aún, hay que estar alertas, pues la advenediza incultura pretende colarse en el banquete de la cultura, disfrazada de cultura popular:

«los sociólogos (…) han llevado a una revolución semántica parecida, incorporando la idea de cultura, como parte integral de ella, a la incultura, disfrazada con el nombre de cultura popular, una forma de cultura menos refinada, artificiosa y pretenciosa que la otra, pero más libre, genuina, crítica, representativa y audaz. p. 67.

Estamos ante el discurso excluyente, elitista, minoritario, oligárquico de toda la vida, emitido por un escritor y político que iba de amplio, moderno, liberal, y hasta progresista.
El elitismo vargasiano no sólo está en su intento de «manifiesto» sobre la cultura, sino sobre todo en sus ejemplos, todos eurocéntricos, todos limitados.
En primer lugar, toca recordar que buena parte de lo que llamamos cultura de las élites viene de la tan despreciada cultura popular. Las prácticas de los «incultos» son recicladas y hechas potables para las élites como prácticas «cultas». La marinera popular llega a los salones como marinera de salón. Las danzas populares europeas desarrollan movimientos que acaban en las cortes como movimientos de ballet. La experimentación gastronómica popular acaba por ser apreciada por las cocinas reales. Es decir, si en una sociedad surge algo bueno, ésto acaba por ser adoptado por la élites como propio.

Más aún, el ambiente en que se desenvuelven músicos, pintores, escritores y artistas diversos, y que los inspira y refuerza en sus creaciones, suele ser muy frugal, generalmente compartiendo las zozobras por la supervivencia de las mayorías. Que en algún momento esta gente «triunfe», venda sus cuadros, publique sus escritos o se presente en grandes escenarios, es algo posterior. La creación se suele incubar y fermentar en ambientes inconformistas con la sociedad convencional y sus élites, precisamente ambientes del tipo que hoy Vargas Llosa intenta ridiculizar.
En segundo lugar, ¿todos somos cultos? Pues no, pero aquí el hecho no es sólo escuchar a Mozart o leer a Baudelaire. Puede ser también saber apreciar a buenos grupos de sikuris, marineras o huaylarsh bien bailados, valses criollos o huaynos ayacuchanos bien tocados. Y, desde luego, puede ser flamenco, rock, metal, punk, capoeira, esculturas que reciclan basura o sueldan metales, teatro en la calle. Cada arte tiene sus reglas y sus logros. El «inculto» es en este caso quien no manya nada de estas cosas, cual el capitán del Bounty, en la versión de Marlon Brando, tratando de bailar las danzas polinesias. En la cultura popular hay ars, hay techné. O como diría el gran Ernesto Cavour «pueblos cultos y juiciosos tienen sus buenos picantes». Los ejemplos de Vargas Llosa son totalmente eurocéntricos. Se advierte que la dimensión de pluralidad y respeto al otro es ajena al conservador discurso vargasiano.

3. Foto antes y foto después
Para hablar de un deterioro cultural idealmente tenemos que comparar a las mismas personas, o al menos al mismo grupo social, antes y después. No es legítimo comparar a grupos diferentes. A las élites antes con las masas ahora. Bien lo comenta Jorge Volpi:

Vargas Llosa no es, por supuesto, el primero en entristecerse al ver un estadio lleno para Shakira cuando sólo un puñado de fanáticos asiste a un recital de Schumann pero, en términos proporcionales, nunca tanta gente disfrutó de la alta cultura. Nunca se leyeron tantas novelas profundas, nunca se oyó tanta música clásica, nunca se asistió tanto a museos, nunca se vio tanto cine de autor. El novelista acepta esta expansión, pero piensa que algo se perdió en el camino, que el público de hoy no comprende el sustrato íntimo de esas piezas. ¿En verdad piensa que en el siglo XIX los lectores de Hugo o Sue, o quienes abuchearon la première de La Traviata, eran más cultos?
¿Qué es, entonces, lo que le perturba? En el fondo, sólo ha cambiado una cosa: antes, las masas trabajaban; ahora, trabajan y se entretienen.
El último de los mohicanos. Jorge Volpi

Y claro, a los de arriba nadie les ha quitado sus conciertos; los de abajo ahora además de trabajar se entretienen y no faltan quienes pueden escuchar su Mozart más, si esa es la métrica para aceptar que algo es cultura. Pero también hay los conciertos populares de rock, salsa, jazz, metal. Tal vez a las élites les molesta haber perdido la exclusividad, mismo que les invadan la Herradura con «cebiche en bolsa y sopa en botellón» (figura que, por cierto, es puro prejuicio del fujimorista del Raúl Romero). Un discurso muy limeño y muy excluyente que ve barbarie en la democratización de las oportunidades. Ahora más gente puede lo que antes sólo un grupito podía. El grupito no acepta a los «igualados». Definitivamente, Vargas Llosa intenta hacer labor de vocería a este sentimiento minoritario. Uno podría especular: tanto le costó llegar a la cima, para conseguir algo que los del estado llano también disfrutan.

4. ¿Quién tiene la culpa del deterioro cultural? Las izquierdas, por supuesto.
Si en los barrios pobres franceses hay escuelas públicas deterioradas y violentas, la culpa la tienen las ideas antiautoritarias «posmodernas» del movimiento de mayo del 68 y de Michel Foucault.
Si, según Vargas Llosa, el erotismo está desapareciendo, la culpa la tiene el movimiento de liberación sexual que llega a realizar talleres de educación sexual para los jóvenes con dinero público (ver abajo el caso de la Junta de Extremadura, España).
Para Vargas Llosa el gran ejemplo de «política decente» está en el Parlamento de 1956, el del poder oligárquico, el de «la convivencia», aquel elegido por una minoría social, pues las mayorías indígenas analfabetas simplemente no votaban.

La política se adecentó por algunos años porque la gente decente se animó a hacer política en vez de evadirla. p. 132.

Lo que vino después en el Perú significó un gran deterioro. Y no sólo fue así en el Perú. Dice Vargas Llosa:

Probablemente ya no queden sociedades en las que el quehacer cívico atraiga a los mejores. p. 133.

El avance hacia una cultura antiautoritaria, libre en el sexo y menos oligárquica le parece mal a Vargas Llosa, quien repite, uno a uno, los argumentos de la gente más reaccionaria. En Europa, como en los Estados Unidos, hay barrios pobres, tugurizados, desesperanzados. Esta situación desde luego que incluye a las escuelas deterioradas, donde hay crímenes, pandillas, embarazos adolescentes, y un bajo nivel educativo. Pero todo esto es un tema económico, de bajos recursos. No se debe a las políticas educativas antiautoritarias, antipaporreteras y participativas, como trasunta el discurso vargasiano. El erotismo no sufre por los talleres de las autoridades socialistas españolas, sino, en todo caso, por la comercialización de la industria pornográfica. Pero Vargas Llosa no va a chocar con los gobiernos derechistas que no invierten suficientemente en la educación y se oponen a políticas retristributivas a favor de los más pobres, ni va a chocar con los empresarios de la pornografía, empresarios al fin. Mejor es acusar a las ideas antiautoritarias de raigambre izquierdista. Mejor es quejarse por el deterioro cultural mundial y de paso, a la chita callando, lanzar ticitas a las izquierdas.
Tampoco Vargas Llosa va a hablar de los grandes oligarcas que gobiernan el Perú y cómo usan los medios de comunicación para idiotizar a la gente. Es conocido que Vladimiro Montesinos micromonitoreaba a los medios de comunicación, incluyendo los programas de televisión de los que se queja Vargas Llosa. Era una estrategia de dominio establecida por un gobierno que privatizaba las empresas públicas, la educación, las pensiones y eliminaba los derechos de los trabajadores, medidas calentadas por Vargas Llosa en los ochentas. Más fácil es que el asunto se diluya en un tema cultural: «La raiz del fenómeno está en la cultura», p. 136.

5. Pare de sufrir, cascarrabias
El político-escritor no debería sufrir tanto: la cultura en su sentido más amplio goza de buena salud y es disfrutada y producida por más gente. Hay buenas producciones para todos los gustos. No hay por qué excomulgar a los metaleros del mundo de la cultura, si no le gustan. Simplemente no se inmole asistiendo a uno de sus conciertos, que otra gente gustosa ocupará su butaca. Un poco más de tolerancia con las diversas producciones culturales no le vendría mal al político-escritor. Lo mismo con el sexo. Algunas personas no están en plan de asumir o juzgar los culturosos gustos eróticos de Fonchito, Rigoberto o «la niña mala». Simplemente quieren impartir una educación sexual amplia a los jóvenes, particularmente a las jóvenes, más expuestas a los tabúes que la sociedad les impone. No venga a poner unos talleres como ejemplo de pérdida del erotismo en la actualidad. Si la educación en los barrios pobres primermundistas decae, sería bueno que les hable al oído a los gobiernos conservadores con los que Don Mario suele hacer buenas migas. Ni la educación antiautoritaria de Mayo del 68 ni Foucault tienen la culpa del deterioro de la educación. Y desde luego, como diría Miguel Ríos, el rock no tiene la culpa de lo que pasa aquí:

Pero el rock no tiene la culpa de lo que pasa aquí
son las rentas de la crisis de su civilización,
pero el rock no tiene la culpa de su reputación.
No nos carguen con el muerto es un viejo cuento
y esta vez no va a colar.

Controle su bilis, ojo a su colesterol
si en la pantalla el ritmo es infernal
el sexo y la droga vuelva al valium por favor.
El caos moral en la atalaya, el ámbito occidental
en el estrés de la ciudad, el blues de la seguridad
resuena en callejones sin salida
el ritmo de la lucha por la vida.

Pero el rock no tiene la culpa de su colesterol
no se exige que en sus venas se dispara la tensión
pero el rock no tiene la culpa de que su mal humor
le haga ver tantos fantasmas
tranquilícese y tómese un relax total.

En suma, pare de sufrir, Don Mario. No sea tan cascarrabias. Muchos antes de Vd. se horrorizaron por la decadencia del mundo, cultura incluída, y aquí estamos.

P.S. 1: Vargas Llosa poniendo el ojo en la paja ajena
El gobierno autónomo de Extremadura, España, de orientación socialista, realiza talleres sobre temas sexuales. Inmediatamente el Partido Popular, de derechas de origen franquista, pone el grito en el cielo con un discurso oscurantista: rebaja los talleres a una campaña para enseñar a los (y las) jóvenes a masturbarse, ver aquí y en el siguiente video:

La campaña de la Junta de Extremadura era así:

Así, confirmó que entre los contenidos de esta campaña se habla de la anatomía y fisiología sexual masculina y femenina «y ahí es donde se habla de caricias, penetración, masturbación, placer, y la respuesta sexual humana», pero también se abordan conceptos como la autoestima y asertividad, el rechazo a la violencia de género verbal o física, así como anticoncepción y enfermedades de transmisión sexual.
El objetivo de esta campaña es «acabar con los falsos mitos y creencias» que existen en torno al sexo en la adolescencia, ya que esos mitos «determinan futuras conductas de riesgo tanto físicos como psicológicos».
El Mundo.

La reacción de los medios vinculados al Partido Popular:

La región con más parados de toda España
En plena crisis la Junta de Extremadura se gasta el dinero en una campaña de masturbación
Enseñan a utilizar juguetes sexuales para «dar la talla» y cómo estimular con aceites lubricantes

Y así en «Libertad Digital», también vinculada al Partido Popular:

SE GASTA 14.000 EUROS EN LA CAMPAÑA
La Junta de Extremadura enseña a masturbarse: «El placer está en tus manos»

El escritor y político Mario Vargas Llosa, simpatizante del Partido Popular, se suma a esa campaña con este artículo en El País:
El placer está en tus manos
Luego voltea este artículo y lo publica como parte de su libro «La civilización del espectáculo», como un ejemplo de «la desaparición del erotismo».

Es algo similar a lo ocurrido hacía dos décadas. El gobierno socialista lanza la campaña «Póntelo, pónselo» para difundir el uso de preservativos entre los y las jóvenes, ver aquí. Desde luego, «el asunto que fue el blanco de las iras de las organizaciones más conservadoras y de la Iglesia».

Veinte años del ‘Póntelo, pónselo’
(…)
Detrás de esta operación publicitaria estaban los ministerios de Sanidad y de Asuntos Sociales. La ministra de este segundo departamento, Matilde Fernández, se implicó tanto en el asunto que fue el blanco de las iras de las organizaciones más conservadoras y de la Iglesia.
El obispo de Valladolid dijo que en vez de educar en el autodominio incitaba a la irresponsabilidad, y el de Madrid la calificó de destructiva. La CONCAPA (Confederación Nacional de Padres de Familia y Alumnos) interpuso un recurso contra la campaña y finalmente en 1993 la Audiencia Nacional la anuló por considerar que «fomentaba la promiscuidad en la juventud y la infancia»

La campaña fue exitosa y muy imaginativa.

La campaña en televisión y radio contó además con la participación de cantantes y grupos, como Luz Casal, Semen Up y Loquillo y los Trogloditas, que cantaban Yo para ser feliz uso un condón, o «Y no me corta nada decírselo a mi chico», mensajes sencillos y con un lenguaje hasta entonces no visto en las campañas institucionales.

Escuchemos este audio: ‘Yo para ser feliz uso un condón’, cuña de la campaña del uso del preservativo

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Enlaces a este artículo

Comentarios a este artículo

  1. Arturo Zevallos dijo:

    Una buena nota sobre cucos y prejuicios. Gracias Silvio por la nota.

  2. Gran Combo Club dijo:

    GCC: La civilización del especta-culo http://t.co/EvPtqw0M

  3. AveCrítica.com dijo:

    GranComboClub – La civilización del especta-culo http://t.co/pXflWmFg

  4. Monochoro dijo:

    Si quieren leer una crítica a la Civilización del Espectáculo de MVLL, les recomiendo esta: http://t.co/NaPywx4u

  5. Adolfo Olaechea dijo:

    Hombre! Negar que haya culturas superiores e inferiores es reducir el esplendor de Egipto, Babilonia, Roma o el imperio azteca al nivel cultural de las tribus salvajes. Otra cosa es que se quiera negar que cualquier persona esta en capacidad de adquirir el nivel cultural que su sociedad le ofrezca. En Grecia no todos podian ser filosofos, o grnades matematicos, astronomos, poetas, etc. Habia tambien pescadores y artesanos, esclavos y albañiles. Sin embargo el nivel de cultura de su sociedad ofrecia a todos un caracter «griego clasico» que permeaba a toda la sociedad.

  6. Miguel Angel Rodríguez dijo:

    Silvio Rendón interpreta a MVLl:

    «Vargas Llosa nos predica. Las aguas se abren. Por un lado queda la cultura, la cultura superior y moderna, y por el otro la incultura, la cultura inferior y tradicional (…) Y más aún, hay que estar alertas, pues la advenediza incultura pretende colarse en el banquete de la cultura, disfrazada de cultura popular»

    Y cita a MVLl:

    “los sociólogos (…) han llevado a una revolución semántica parecida, incorporando la idea de cultura, como parte integral de ella, a la incultura, disfrazada con el nombre de cultura popular, una forma de cultura menos refinada, artificiosa y pretenciosa que la otra, pero más libre, genuina, crítica, representativa y audaz. p. 67″.

    No es necesario coincidir con las ideas de Mario vargas Llosa para compartir alguno de sus puntos de vista. Es verdad, como señala Silvio Rendón, que el buen gusto cultural nació en ambiente popular, no elitista (digamos que el Don Giovanni, de Mozart, en su momento apareció tan popular como una telenovela). Aún en sociedades fuertemente segmentadas los distintos grupos sociales compartían los mismos intereses culturales. De hecho, en Lima de los primeros decenios del s. XX, las asociaciones de obreros y artesanos realizaban concurridos recitales líricos, por ejemplo. Había un patrón cultural urbano trans-clasista y no se concebía una oposición entre «cultura de élite» y «cultura popular» pero luego (que lo expliquen los antropólogos) se produce la disociación y en cierta medida la contraposición, de lo que (sí creo) en en parte responsable el discurso izquierdista de «cultura popular, cultura de masas».

  7. Pablo Carreño dijo:

    Sobre MVLL (paliza): La civilización del especta-culo » Gran Combo Club http://t.co/yPgPJFde