Por - Publicado el 17-04-2012

[Este post ha salido antes como «nota» en Facebook, ver aquí.]

Algunas recientes discusiones me dan la oportunidad de aclarar algunos puntos y exponer lo tramposo de algunos recursos argumentativos de uso frecuente.

1. La tergiversación. Uno critica a las autoridades de la PUCP en algo, pues sus defensores te acusan de estar con Cipriani. Dijiste que no hay ningún impedimiento legal para la inscripción del MOVADEF, pues te acusan de terrorista. Es un recurso muy usado y muy resultón. En medio de una discusión acalorada funciona muy bien, pues no siempre la gente, partidarizada, con la camiseta bien puesta, está para sutilezas, tampoco no tan sutiles.

2. La tergiversación con carga de la prueba. Una variante de la anterior. Te piden que pruebes la tergiversación que te hacen. Si dijiste «Yoani Sánchez sigue la agenda de los Estados Unidos», te piden que pruebes que «Yoani Sánchez recibe dinero de los Estados Unidos». En este caso, lo que se puede demostrar y muy rápidamente es que Estados Unidos financia a grupos opositores en Cuba, ver nomás la página de la NED, y (al menos con Wikileaks, varios de ellos) que Yoani Sánchez trabaja en coordinación muy estrecha con funcionarios de la SINA, sección de intereses de los EEUU en la Habana. Las evidencias son claras, pero sutiles, por lo cual corresponde expresarse con cuidado. Lo cual lleva al siguiente punto.

3. Se apropian de la sutileza y te dejan a ti la rigidez. Tu adversario de debate se expresará en los términos más sutiles posibles cuando se trate de lo que él propugna, pero no tendrá problemas en pasar por alto las sutilezas de lo que tú propugnas.Él será el sutil y el crítico, y tú serás el rígido y el dogmático. Tu adversario buscará crearse una imagen de bien pensante y te pondrá a ti como un opa. Habrá todo un juego de excepciones y precisiones con lo que él diga, pero lo que tú digas sí podrá ser fácilmente simplilficado, caricaturizado y finalmente tergiversado. Las evidencias sobre un golpe de estado en Bolivia o en Ecuador se perderán en un mundo de explicaciones y siempre habrá alguna evasiva para condenar claramente el golpe de estado de 2002 en Venezuela. En cambio, si tú, por ejemplo, te opones a Fidel Castro por su política dictatorial y por sus violaciones a los derechos humanos, tu adversario de debate encontrará la forma de convertirte en un seguidor de Castro. Las sutilezas son para él. Y desde luego, serán más importantes las fotos de Morales con Ahmadenijad o las coplas homofóbicas de supuesta autoría de Morales que la intervención de los Estados Unidos en Bolivia. Así es como pone las cosas la prensa y sobre esa reconstrucción informativa se asienta el debate de ideas.

Desde luego que la tergiversación y sus derivaciones, como la apropiación del aura del pensamiento crítico, son inaceptables en un debate, comenzando porque son recursos falaces y demagógicos. Estas armas argumentativas han sido parte preferente del arsenal de una derecha que va de progresista. La misma que ha construído su espacio en oposición a la derecha más recalcitrante como en menoscabo de la izquierda de toda la vida.1

En buena cuenta esta es la escuela de pensamiento y de debate sembrada por Vargas Llosa desde hace años. Más de uno, incluso ex izquierdista, ha caído en las trampas argumentativas de Vargas Llosa, quien presentó a sus adversarios de debate como cortesanos de Castro, mientras él estaba en la corte de Schultz y Thatcher, y luego de Aznar, Fox, Uribe, Piñera.

No es que no pueda haber una oposición a Castro desde las izquierdas (comenzando por los propios cubanos, que pueden ser, sí, anticastristas de izquierdas). Varios sectores de izquierdas rechazaron los regímenes dictatoriales de Europa Central y del Este, p ej, la nueva izquierda de los sesentas. Lo que ocurre es que a casi un cuarto de siglo de la caída del muro de Berlín, poca gente piensa que la caída de los socialismos reales lleva a socialismos mejores. Se ha visto a lo que lleva. Una caída del castrismo puede llevar muy rápidamente a una Cuba sucursalizada por los Estados Unidos. Si alguien quiere eso, que lo diga abiertamente. Ya hay quienes se pronuncian abiertamente a favor de quienes aceptan ser parte de la agenda de EEUU en Cuba. A ver si es eso lo que quieren los cubanos. Y no sólo eso. También se ha visto cómo los Estados Unidos manipulan las cosas para «liberar» países como Iraq o Afganistán. Son derrocamientos que acaban por ser muy sangrientos, con Guantánamos y Abu Ghraibs incluídos. Pero así no es como se presentan las cosas al principio. Algo para seguir desarrollando.

Finalmente, hablemos de las fuentes que uno usa. En el debate sobre Yoani Sánchez se descalifica muy rápidamente el usar fuentes pro-castristas. No así recurrir a fuentes estadounidenses, tipo Wikileaks. ¿Por qué? No creo que todo lo que digan las primeras sea una fabricación como se ha dicho en el debate sobre el tema. Si las fuentes cubanas muestran una foto de una reunión en la casa de Yoani Sánchez en la que sale una funcionaria diplomática estadounidense (y hay varias fotos con esta presencia), ¿estamos ante una evidencia fabricada? En la época de la guerra fría los comunistas occidentales no se creían que había Gulag porque lo decían fuentes anticomunistas. Y al revés, lo que decían los comunistas sobre las sociedades capitalistas era desmerecido porque lo decían aquellos. Otro ejemplo: ¿quién dijo la verdad sobre las armas de destrucción masiva? ¿El dictador Saddam o el democrático Bush? Yo no tengo problemas en recurrir a fuentes castristas para informarme sobre Yoani Sánchez, como en recurrir a fuentes anti-castristas para informarme sobre las violaciones a los derechos humanos en Cuba. Y lo he hecho en ambos casos, con ambos grupos molestándose. Fotos de Yoani Sánchez hechas por fuentes gubernamentales cubanas y testimonios sobre Ernesto Guevara de cubanos residentes en Miami. Lo hago a cada rato: cito a El Comercio, La Razón, Expreso, Correo, MOVADEF, prensa ultraizquierdista y ulraderechista, con cuidado pero sin problemas. Y si me equivoco (que por supuesto puede ocurrir), prefiero hacerlo decidiendo yo mismo sobre a qué le hago caso, que descartando de plano lo que diga alguna fuente.

  1. Tiendo a pensar que este tipo de recursos argumentativos falaces es más frecuente donde hay una mayor desigualdad de oportunidades. Quien tiene el privilegio de haber tenido acceso al libro X ya se cree estar «in» y tiende a descalificar al otro por estar «out». El juego de imágenes de connotación positiva y negativa se asienta sobre un contexto muy desigual y no hace sino reforzarlo y legitimarlo, falazmente desde luego. []
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Comentarios a este artículo

  1. AveCrítica.com dijo:

    GranComboClub – Algunas moralejas http://t.co/0coZQ3bL

  2. Izquierda Perú dijo:

    Algunas moralejas: [Este post ha salido antes como "nota" en Facebook, ver aquí.] Algunas recientes discusiones … http://t.co/Zj5OPAYo

  3. Gran Combo Club dijo:

    GCC: Algunas moralejas http://t.co/ZGBe4I31