Por - Publicado el 29-01-2012

[Continúa de 1965: insurgencia en las Huaringas]

[Usualmente se desliga a la insurgencia de 1965 de las de los 1980s y 1990s. La primera sería «guerrilla», y la segunda sería «terrorismo». Eso ocurre en el Perú a diferencia de otros países de la región latinoamericana. Parece que en el Perú las palabra «guerrilla» y «guerrillero» tienen connotaciones positivas. Si se llama «guerrillero» y no «terrorista» a un senderista o un emerretista pareciera que se lo estuviera apoyando. No ocurre así en la Argentina, Uruguay o en Colombia, en que la condena a montoneros, tupamaros o de las FARC no se ablanda por llamarlos «guerrilleros». Como se expone a continuación, la insurgencia de 1965 conocida generalmente como «guerrilla» también recurrió a métodos terroristas.]

1. Detonaciones en Lima
El otrora director de Correo Gonzalo Añí Castillo en su libro «Historia secreta de las guerrillas» (ver post citado), refiere lo siguiente:

Cada guerrilla bailaba con su pañuelo.
Los minúsculos grupos terroristas que comenzaron a proliferar en la Capital de la República, tampoco tenían una dirección nacional. Uno o dos de ellos, el 4 de julio, cuando se celebraba un baile de gran frivolidad y gala en el más lujoso club privado (el Nacional), hizo explotar en la sala-entrada una bomba de gran poder. Lo mismo ocurrió minutos más tarde, en la puerta del hotel Crillón, el más moderno de la urbe, donde estaban alojados los nuevos asesores militares enviados por el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.
A las pocas horas se desató una violenta represión contra la izquierda en general, en todo el ámbito del país, a la vez que eran suspendidas las más elementales garantías constitucionales.

Efectivamente, hubo bombazos en el Hotel Crillón y en el Club Nacional que sonaron internacionalmente. La revista Time cubría así los ataques de los «terroristas castristas»:

Peru: Battling the Castroites
Friday, July 16, 1965

For a month Castroite terrorists have been raising havoc in Peru’s remote central highlands. One band of 60 men invaded two big cattle estates near Concepción, burned homes and barns, destroyed a dairy plant and dynamited two bridges nearby. Other guerrillas raided two police outposts, stole arms and ammunition, killed seven police before disappearing into the dense Andean jungles. Last week the terrorists carried their vicious little war to Lima itself. One night a small bomb exploded in Lima’s fashionable Club Nacional and another erupted outside the nearby Crillon Hotel.

La española agencia EFE lo contaba así:

ABC, Martes, 6 de julio de 1965. Edición Andalucía

Las guerrillas estaban operando en el campo abiertamente desde hacía más de un mes, particularmente en Junín y en Cusco, pero fueron los atentados en la capital del Perú los que hicieron que el gobierno inmediatamente suspendiera las garantías constitucionales.

El actual director de Correo suele recordar estos hechos, aquí: Belaunde, amenazado con un golpe inminente por el Comando Conjunto si no actuaba, decide militarizar la lucha contra las guerrillas. Fue por esos años (y no en el segundo belaundismo) que el primer ministro Miguel Rotalde expresa que no había guerrilleros sino «abigeos». El gobierno de entonces minimizó el asunto ante la opinión pública, concentrada en Lima. Fernando Belaúnde, según Caretas de esos años, diría sobre las guerrillas de Junín que cualquiera puede declararse emperador en un desierto. El atentado del Crillón y del Club Nacional, más sonoro que destructor, inocultable, en plena capital, obligaría al gobierno a tomar medidas más duras contra la insurgencia. Sin embargo, como vimos en post anteriores, mientras Belaúnde minimizaba el asunto ante la opinión pública, los militares, la policía en cooperación con el gobierno de los Estados Unidos, ya al tanto que en el Perú se gestaba una guerrilla, tomaban acciones contrainsurgentes.

2. El apoyo urbano
Añi Castillo prosigue:

En la calle se escuchaban petardos aislados de los grupos terroristas; pero en general el pueblo estaba quieto, sin entender el enfrentamiento de grupos.

A nivel nacional
No era el terrorismo de los cócteles molotov el único apoyo que recibían las guerrillas del MIR. Subterráneamente, la comunicación Lima-Cuzco y Lima-Huancayo era intensa. Elementos jóvenes, estudiantiles y obreros, cooperaban en la Capital de diversas maneras con el objeto de aprovisionar a sus camaradas combatientes.

Añi Castillo cuenta que obreros de construccion civil afiliados al MIR simulan estar enfermos para obtener medicinas del seguro social y luego enviarlas a los focos guerrilleros via Cuzco, Abancay y Huancayo. Labor similar realizan estudiantes de medicina de San Fernando.

En Trujillo, el 6 de julio de 1965, la policía desbarata un plan de sabotaje y terrorismo del Partido Comunista de esa localidad: una bomba en la fábrica de conservas «Liber», otra bomba en el club «Libertad» con el objeto de atraer a las fuerzas policiales mientras el CEU (Círculo de Estudios Universitarios) asaltaba la comisaría de Trujillo con el objeto de pertrecharse de armas. Tres días después la policía anuncia hacer fracasar otro plan de terrorismo desarrollado por el MIR: sabotear los depósitos de gasolina y los oleoductos de Puerto Salaverry, realizar actos de terrorismo en locales importantes de la ciudad, incluyendo locales militares y policiales, indenciar grandes extensiones de cañaverales a fin de reducir la producción azucarera. Las bombas caseras para estas acciones fueron preparadas en la Facultad de Farmacia.

En Lima, el grupo denominado Vanguardia Revolucionaria, asociado a la facción Movimiento 15 de Mayo (M 15 M), célula comunista entrenada en asaltos armados, realizó las siguientes actividades: colocación sistemática de bombas caseras, a partir del mes de julio, en múltiples lugares de la ciudad (instalaciones militares, teatros, hoteles, centros nocturnos); asalto a la agencia del Banco de Crédito ubicada en la Universidad Agrarai «La Molina» (16 de julio) y la oficina de oficina de apuestas del Jockey Club, situada en Lince (18 de abril); huelgas periódicas a cargo del sindicato de Construcción Civil, que agrupa a más de 200,000 obreros; gran despliegue de propaganda subversiva dentro de las Universidades y Colegios de Enseñanza Secundaria, instigando a los alumnos a abandonar la aulas y luchar en las calles.

El relato de Añi Castillo continúa con descripciones de actividades de apoyo a las guerrillas, en Cerro de Pasco, Huancayo, Ayacucho, Arequipa.

3. Bombazos finales
La derrota militar de las guerrillas en Junín, Ayacucho, Cusco y Piura no detuvo inicialmente a las acciones terroristas en Lima.

Manotazos de ahogado
La reacción de los vestigios del MIR tuvo sabor a manotazos de ahogado. La Capital fue presa del terrorismo que esta vez corrió a cargo del MIR, ELN y el PC pro-chino (desertores). Los demás izquierdistas estaban escondidos o prisioneros.
(…)
En todos los niveles el MIR quedó diezmado. Ya no tenia sentido convulsionar el ambiente urbano con el ruido de los petardos caseros. Esto quedó demostrado luego del estallido de una bomba en el Palacio de Justicia, y otra en la residencia de un financista destacado. Lo real era que el 50% de los dirigentes del MIR había sido anulado para la acción. Las dos terceras partes de su Comité Central corrió igual suerte. Era difícil hablar ahora del MIR concierta objetividad.

Estas acciones cesaron, el MIR incluso se dividió y ahí quedó el intento insurreccional.

4. Decisiva infiltración en el aparato urbano
Como vimos en 1963: La CIA infiltra al MIR un mirista se acercó a una dependencia del gobierno de los EEUU en Guayaquil ofreciéndole sus servicios:

El agente de la CIA en el MIR DUHAM-1 es descrito como alguien muy joven y nervioso, capturado como parte de la organización urbana del MIR y especialista en comunicaciones. Sin embargo, este último párrafo es revelador de la importancia del infiltrado y de la CIA en la derrota del MIR. Según Agee el MIR hubiera podido durar mucho más sin esta infiltración.

Al parecer este infiltrado tuvo un rol importante en la derrota militar del MIR en 1965-1966:

La supresión del MIR será vista como un caso clásico de efectividad contra-insurgente cuando se junta buena inteligencia durante el periodo crucial de organización y entrenamiento previo al comienzo de las operaciones guerrilleras. Dado sus grandes números y entrenamiento en Cuba, la supresión habría sido difícil y larga sin un agente de penetración como DUHAM-1.

Los factores que llevaron a la «supresión del MIR» al parecer estuvieron ausentes en 1980 contra Sendero Luminoso y luego contra el MRTA. El Perú de los ochentas no tenía los niveles de colaboración con los EEUU que tuvo en 1965. Sólo a partir de 1989 es que el Perú recupera la colaboración con los EEUU, como vimos en La CIA, García y la contrainsurgencia en el Perú. Sin embargo, en forma inaudita en 1982: Belaúnde deja escapar a Guzmán, cercado en San Felipe por la policía peruana, sin ningún apoyo externo.

Epílogo
1985: “A tu edad yo ya estaba poniendo bombas en el bowling”
En este post había comentado esta anécdota sobre Carlos Tapia ocurrida en la Universidad Católica por el año 1985:

“A tu edad yo ya estaba poniendo bombas en el bowling”, le diría orgulloso y sonriente, mientras le regalaba un calendario de bolsillo, a un cachimbo de letras en un aula del segundo piso de Sociales. El cachimbo le había caído bien al experimentado candidato a senador (o diputado) por la Izquierda Unida. Estaba dando una entusiasta charla de campaña para las elecciones de 1985. Estuve allí. Década y media después este señor tendría un alto cargo en la CVR…

Algunos de los involucrados en los acontecimientos de 1965 renunciaron a la violencia y asumieron métodos pacíficos. Más aún, rechazaron el terrorismo surgido quince años después. Incluso hubo quienes asumieron con todo la agenda de los EEUU en el Perú y apoyaron la contrainsurgencia de los ochentas y noventas.

1986: nuevamente bombazos en el Crillón
En el recuento de la violencia de los años 80s que hace DESCO, verlo aquí, se incluye este atentado del MRTA, ocurrido el 27 de julio de 1986 en Lima, página 198:

En Lima, se produjo un apagón y varios atentados. Tres hoteles de la capital sufrieron el estallido de bombas incendiarias que fueron colocadas en el interior de diferentes habitaciones. El Sheraton Hotel, el Hotel Crillón y el Hotel Bolívar sufrieron las consecuencias de estas acciones. De otro lado, se produjeron más de una decena de estallidos. Fueron afectadas las agencias del Banco Continental ubicadas en Surquillo y El Agustino. Asimismo, la agencia del Banco Wiese en la Av. México y el Banco Mercantil del Callao. También el Centro Comercial Galax ubicado en Chacarilla y un establecimiento de la zapatería Bata Rímac en el jirón Huallaga, cerca de la Plaza de Armas. Igualmente fueron atacadas las casas de un mayor PIP en Comas y la de un dirigente de Villa El Salvador, así como la fachada del museo Víctor Raúl Haya de la Torre, en lo que era Villa Mercedes.

Veintiún años después del atentado del MIR contra el Crillón, el MRTA realizaba atentados terroristas similares, presentándose como la continuación de esa organización subversiva sesentera.

P.S. ¿Cuán diferentes eran los atentados terroristas del MIR y otros grupos en 1965 de los atentados terroristas de SL y del MRTA? En mi opinión, no eran muy diferentes. La insurgencia del MIR y el ELN fue derrotada muy rápidamente y no llegó a extenderse como ocurrió con la insurgencia de SL y el MRTA. En los análisis usuales hay una disociación entre una y otra insurgencia, por las evidentes diferencias ideológicas, las condiciones sociales y el momento histórico de ambos procesos. Y sobre todo hay una disociación valorativa: es más frecuente encontrar que la insurgencia de los 60s tiene valoraciones positivas en relación a la de los 80s y 90s. En menor escala, por su pronta derrota, la insurgencia de los 60s también tiene terrorismo y, más aún, ejecuciones contra civiles, ver los posts anteriores. ¿Qué habría ocurrido de haberse extendido como ocurrió con la insurgencia de los 80s? No lo sabremos, por supuesto, pero vale la pena reflexionarlo. Por cierto, en Mitos que matan me pronuncio contra la idealización de violencia encarnada en personajes como, por ejemplo, Ernesto Guevara. Toca aprender de la historia y buscar mejores caminos de cambio social. Ojalá que estas líneas en algo contribuyan a ese objetivo.

El hotel Crillón en Lima en los años sesentas. En julio de 1965 hubo un atentado terrorista que retumbó internacionalmente. La revista Time habló de «terroristas castristas». Allí se encontraban alojados asesores militares estadounidenses que apoyaban al gobierno peruano en acciones de contrainsurgencia. Fue el detonante que hizo que el gobierno suspenda las garantías constitucionales. Imagen tomada de aquí.

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Enlaces a este artículo

  1. 1965: Guerrillas latentes » Gran Combo Club
    05-02-2012 - 22:56

Comentarios a este artículo

  1. Ernesto Carlín dijo:

    Interesante los datos que das. Manejas bastantes fuentes sobre el tema. ¿Por qué no te animas a hacer algo más largo y orgánico? Sería un aporte.

  2. Ricardo Alvarado dijo:

    GranComboClub – 1965: guerrilla en el campo, terrorismo en la ciudad http://t.co/EkBdFDm1

  3. Julio Gómez dijo:

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  4. Gran Combo Club dijo:

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