Por - Publicado el 15-12-2010

[La saga sobre el Perú prevelasquista ha venido durando alguito, según mis posibilidades de postear e investigar sobre esa época. Aquí va una entrega sobre un hecho crucial que remecería los cimientos de la república oligárquica. El presente post tiene como fuente principal al libro War of shadows de Michael Fobes Brown y Eduardo Fernández.]

1. Zona rebelde
Los españoles no llegan a conquistar del todo la selva central del Perú. Allí se establece una suerte de «frontera» en que diversos pueblos amazónicos, en particular los asháninka, resisten a la invasión española. La avanzadilla española en esta «frontera viva» son los misioneros franciscanos. Apoyados desde Lima y Huancayo, van fundando monasterios y conventos, desde los cuales apoyan a las comunidades cristianas en el Gran Pajonal. En 1737 les sale al frente el indígena Ignacio Torote, quien mata a un monje y a indígenas convertidos al cristianismo. «Porque ustedes nos están matando todos los días con sus sermones y catecismos, robándonos nuestra libertad», diría Torote al moribundo Fray Manuel Bajo como respuesta de por qué su rebelión. Y desde luego que los españoles toman acciones de represalia, matando a varios indígenas, aunque nunca capturaron a Torote.

La libertad negada a la que se referían los indígenas era a practicar sus creencias shamánicas, la poligamia, y muy en particular a la muerte por epidemias y a la destrucción que dejaban a su paso los aventureros españoles en sus entradas. Definitivamente, la concepción del mundo de los españoles les es inaceptable.

Décadas después vendría la rebelión de Juan Santos Atahualpa, en 1742 apoyado por dos afroperuanos, El Congo y Francisco, rebelión que comenzaría en el Gran Pajonal y concluiría con la toma de Andamarca en 1752 por los rebeldes. Sin embargo, esta rebelión decaería y no significaría una gran amenaza para el poder central (Ver más sobre Juan Santos Atahualpa en Amautacuna de historia y en Juan Santos Atahualpa de Arturo Enrique de la Torre y López).

Luego viene la colonización del territorio indígena amazónico y el secuestro y esclavización de su población. Alberto Yorini, un dirigente asháninka cuenta que los primeros colonos vinieron de Huancayo y Concepción; luego vinieron de Andamarca. Los asháninkas vivían donde ahora es Satipo. Compartieron sus casas con los colonos. Con el paso del tiempo los colonos les dicen a los asháninkas «Estas tierras no son suyas. Fuera de aquí». Y los asháninkas se marchan lejos.

2. La guerrilla Túpac Amaru
El 9 de junio de 1965 el MIR inicia acciones armadas en el departamento de Junín. Los dirigentes de la insurgencia en esa zona, llamada «guerrilla Túpac Amaru», son Guillermo Lobatón, limeño, de Pueblo Libre, formado en Francia y en Alemania Oriental, y Maximo Velando, ayacuchano, nacido en Pampachacra, formado en la Argentina. Si bien el MIR nace del «Apra rebelde», los dirigentes de esta guerrilla proceden ambos del Partido Comunista. Lobatón era afroperuano, Velando era mestizo indígena. Lobatón era pro-soviético (aunque en Alemania Oriental había chocado con el régimen estalinista de ese país), Velando habría sido pro-chino (discrepancia de concepciones entre los dos dirigentes que algún efecto habría tenido en su acción insurgente). Ambos, como casi todos los insurgentes, son entrenados militarmente en Cuba.

Esta guerrilla lleva a cabo ataques en Runatullo, Andamarca, Yahuarina y Pucutá. Inicialmente se enfrentan a la policía y la derrotan. Los policías capturados son liberados. Para fines de junio de 1965 estaba claro que la policía no estaba en capacidad de enfrentar a los insurgentes (los archivos de la USAID muestran que la policía peruana no había recibido entrenamiento en el uso de las armas que portaba. 95 por ciento de las radios que tenían no funcionaban.).

Los ataques insurgentes causan un revuelo en Lima «¡Basta de palabras! ¡Acaben con las guerrillas!» decían los titulares de Correo y los congresistas pradistas y odrístas, como Martinelli y Freundt. Las reacciones iniciales del ministro belaúndista Rotalde de decir que se trataba de abigeos, fueron dejadas de lado (y pasarían a la historia como una muestra de ignorancia de lo que ocurrían en el país). El 2 de julio el congreso autoriza al ejército a encargarse de la lucha antisubversiva. Dos días después se suspenden las garantías constitucionales, después de la explosión de una bomba en el Hotel Crillón y otra en el Club Nacional de Lima en medio de un baile social.

El ejército espera una campaña contrainsurgente rápida, basada en sus rángers, una unidad adiestrada por los EEUU en Fort Gullick en la zona del Canal de Panamá. Desde 1960, como reacción a la revolución cubana, la Office for Public Safety de la USAID (OPS-USAID) había estado apoyando la profesionalización de la policía peruana para luchar «contra la subversión y la insurgencia». Los argumentos para este apoyo estaban basados en «ayudar al desarrollo», que la policía dé la seguridad interna para crear un clima conducente al desarrollo económico, social y político. Sin embargo, había otro motivo: según contaba un insider de la CIA, este programa permitía tener acceso privilegiado a la policía y a funcionarios del gobierno. En 1964 este programa se proponía el entrenamiento de una unidad de paracaidístas de la Guardia Civil, para la acción en lugares remotos. Era la Special Police Emergency Unit (SPEU). A comienzos de 1965 los funcionarios estadounidenses de la OPS se reunían semanalmente con el director de la policía para lanzar esta unidad contrasubversiva. Al estallar la insurgencia en junio, todo se acelera, al punto que los EEUU solventan por completo los gastos de la SPEU. El personal de la OPS crece de una persona en 1960 a doce personas en 1966, sin contar a los asesores que trabajan en misiones de corto plazo. El apoyo económico de la OPS llega a $1.5 millones de dólares. Establecieron una base aérea en Mazamari, en la zona de la «guerrilla Túpac Amaru».

Los militares se demoran dos semanas en entrar en acción directa después de haber recibido la orden, pues quieren garantizar el control de la prensa y de estar libres de aplicar medidas represivas en las zonas rurales. Se permiten a muy pocos periodistas en la zona de operaciones, lo cual contribuye a generar rumores sobre la fuerza del MIR y sus victorias militares.

Los militares toman Andamarca, establecen controles en las carreteras de acceso. Las compañías Zorro y Loma avanzan sobre las comunidades de Balcón y Huancamayo, preparando su marcha sobre Pucutá, un reducto de la guerrilla. La compañía Zorro es atacada por la guerrilla; Lobatón intenta contratacar hacia Balcón, pero tiene que detener su avance por una delación. Velando se queda defendiendo Pucutá de Zorro y Loma. La Fuerza Aérea envía desde Piura aviones Canberra que bombardean Pucutá, para ablandarla y facilitar el asalto por tierra. Se habría usado napalm. La embajada estadounidense habría rechazado el pedido de los mlitares peruanos de abastecimiento napalm. El napalm usado por los militares peruanos habría sido producido localmente por la IPC. Hay documentos de la embajada estadounidense en que se afirma que para el 25 de agosto se habrían arrojado doce de las dieciséis bombas de napalm en su posesión. Un testigo afirma que vio un gran fuego, terrible, que sólo mató a campesinos que estaban refugiándose en sus hogares.

La lucha por Pucutá fue del 1 al 3 de agosto, en que Velando y sus seguidores se retiran hacia Intihallamuy. Los insurgentes tenían 11 bajas entre muertos y heridos, y los militares a siete. Lobatón va con su columna por su cuenta. Los insurgentes se retiran hacia los bosques que rodean al río Sonomoro. Brown y Fernandez lo ponen así: «la lucha en las montañas se había perdido; la lucha en la selva estaba por comenzar».

3. La guerra asháninka
Juan Paucarcaja es de Satipo, pero proveniente de la sierra. En Satipo se topa con injusticias similares a las de la sierra: grandes terratenientes como los de la Peruvian Corporation impidiendo a los pequeños productores que lleven su café al mercado. Paucarcaja es dirigente de una asociación campesina. Se conoce con Pedro Kintaró y Ernesto Andrés, asháninkas en lucha con los terratenientes. Kintaró reconoce que no sabía mucho de lo que le hablaba Lobatón. «¿Qué es una revolución?», se pregunta Sin embargo, toda su gente, dice también, apoya a la guerrilla. «Nos enseñaron a usar armas, a defendernos. No mucho, pero algo aprendimos». Si Kintaró ve su relación con Lobatón en términos políticos, Andrés, quien resulta que es un shamán, lo ve bajo una luz diferente (una que acabaría por costarle la vida, dicen Brown y Fernández). Ve a al barbado y negro Guillermo Lobatón como Itomi Pavá, el hijo del sol. Su discurso justiciero contra los abusos históricos contra los asháninkas, su reparto de armas para que estos se defiendan: «un arma para cada uno; así se dispara». Y la gente asháninka aprendió, se cuenta por tradición oral.

Brown y Fernández (BF), como otros autores, son muy claros en hablar de una alianza MIR-asháninkas. Fuentes miristas la atribuyen al trabajo de base hecho por sus militantes en la zona desde al menos 1963. Sin embargo, BF se inclinan más por una explicación de carácter mítico para esta alianza, en la personalidad carismática de Guillermo Lobatón, en particular en su barba y su negritud, características mencionadas repetidamente en la tradición oral asháninka. No es Paucarcaja, quien era de Satipo, muy trabajador y respetado, y quien se contacta primero con los asháninkas, casándose con una mujer asháninka, quien más los atrae.

Los veteranos asháninka de la insurgencia de 1965 lo cuentan:

«Ya que había habido tantos abusos, todos creían que Itomi Pavá los iba a terminar, que nosotros los asháninka tendríamos justicia finalmente. Mi padre lo creía. ¿Cómo no hubiera podido creerlo? Tantos abusos. Alguien llega diciendo que va a eliminar toda la explotación y mi gente lo cree».

Sin embargo, otros shamanes no le creen. Dudan. «¿Será o no el hijo del sol? ¿Será verdad o será mentira? Esperemos y veamos».

Para entonces la prensa limeña da cuenta de guerrillas indígenas en la zona de Satipo, un alzamiento asháninka. Después de la emboscada de Yahuarina, Lobatón habría enviado a dos lugartenientes, Froilán Herrera y Juan Paucarcaja, a Cubantía, a preparar el repliegue de los insurgentes hacia esa zona. Mientras Lobatón y Velando estaban defendiendo Pucutá, el MIR ya tenía influencia en las inmediaciones de Cubantía. Herrera ve posibilidades de un nuevo frente en la selva y, más aún, los ashaninkas se entusiasman en atacar a la hacienda cafetalera Cubantía, propiedad de un italiano, Antonio Fávaro, a quien los indígenas identifican como un español y un hombre autoritario que cometía abusos con los indígenas. Los insurgentes deciden tomar la hacienda y matar a Fávaro. Cientos de insurgentes, mayormente asháninkas, atacan la hacienda, que es defendida por veinticinco policías. Fávaro pide ayuda por radio. De la vecina hacienda Kiatari envían refuerzos a Cubantía, una camioneta con policías conducida por el agrónomo Ismael Castillo, que además lleva alimentos, pero son emboscados por los insurgentes. Castillo se baja de la camioneta para dialogar con los indígenas, pero un asháninka le dispara y matan a los hombres que iban en la camioneta, según cuenta Correo (y los mismos participantes en la emboscada). Además de disparos, lanzaron bombas caseras y dinamita a la camoneta. Muere Castillo y dos guardias civiles. Fávaro mismo confirmo estos hechos, pues lo primero que ocurre es que los trabajadores asháninka de su hacienda desaparecen, sin embargo, se niega a aceptar que los indígenas vayan a seguir a los comunistas: asegura que el «carácter especial» indígena no comulga con los comunistas. Los insurgentes-indígenas se hacen de los alimentos de la camioneta y proclama: «esto es lo que queremos, compañeros, comer bien como los terratenientes».

La respuesta militar es bombardear el valle del Pangoa con aviones Canberra. Éstos vendrían de Lima a realizar el ataque y luego retornarían inmediatamente a Lima. En estos ataques no habría muerto ningún insurgente, sólo campesinos que se quedaron en sus casas. Los ataques habrían dejado, una vez más, huecos enormes y grandes bolas de fuego. Muchos asháninkas se habrían salvado de los ataques al seguir el consejo de los guerrilleros de abandonar sus casas y esconderse en la selva. Habrían visto cómo éstas eran devoradas por el fuego.

4. La intervención estadounidense
La embajada estadounidense estaba al tanto de los planes insurgentes del MIR. Algo de eso vimos en La CIA infiltra al MIR. BF también dan cuenta de esta intervención

William Blum en Killing hope: US military and CIA interventions since World War II dedica un capítulo a la intervención estadounidense en el Perú: la más grande intervención de la CIA en América Latina después de Bahía de Cochinos en Cuba. Los «boinas verdes» estadounidenses habrían establecido un Fort Bragg en miniatura en la selva peruana. El cuartel general habría estado en Mazamari, una base aérea, con instructores, armamento, instalaciones, etc. que estaba en comunicación y abastecido por un puente aéreo con Panamá. En las zonas urbanas del Perú la CIA habría apoyado a la contrainsurgencia proporcionando listas de nombres de posibles insurgentes a las FFOO peruanas. La CIA tenía más recursos, experiencia, capacidad técnica para contratar informantes, usar equipos de espionaje y clasificar información que su débil contraparte peruana.

BF cuentan, como ya vimos alguna vez en varios posts, que hay documentos del Departamento de Estado que indican una verdadera preocupación por posibilidades de éxito de la subversión: de 30 a 60 por ciento de los estudiantes de secundaria y universitarios eran comunistas; los funcionarios públicos de Belaúnde eran comunistas, especialmente en el sector educación. En el Perú, según del Departamento hay unos 6mil comunistas y 28 mil simpatizantes comunistas. Y el Perú con sus desigualdades e injusticias es un país propicio para una insurgencia exitosa, según el análisis estadounidense.

Sin embargo, al parecer la intervención estadounidense se da básicamente en cooperación con la policía peruana. Cuando el ejército se hace cargo de la situación, perdieron capacidad de estar al tanto de lo que ocurriía en el terreno, salvo por informes de sus asesores militares aéreos, que sobrevolaron con sus contrapartes peruanas la zona de Pucutá y Satipo en agosto de 1965. Ven la desorganización y precariedad de la policía peruana y su fracaso en combatir la insurgencia y desde la embajada proceden a reforzar la base de Mazamari, con radios, equipos, adiestramiento, helicópteros. Sin embargo, para octubre ya ven con preocupación la incorporación asháninka a las guerrillas, «this could be a serious development» reza un informe.

5. La gran marcha
Se declara el estado de sitio en Satipo. La población escucha con temor que hay una insurgencia guerrillera-indígena. La prensa limeña y las ediciones regionales de Correo reportan la incorporación de caníbales «choviaros» a las guerrillas. Salen reportes diciendo que los «campas» han sido engañados por los insurgentes, con falsas promesas, aprovechándose de la «mente infantil» de los indígenas. El general Artola, en «¡Subversión!» afirma que los indígenas se sumaron a las guerrillas cuando recibieron armas, pero cuando el ejército les proporcionó radios, machetes, carabinas, lámparas a gas, etc. los indígenas desertaron de las guerrillas. Un veterano mirista afirma que la incorporación asháninka se debe a que en sus mentes siempre ha estado la creeencia en el regreso del Inka Rey, un tiempo en que se eliminen las injusticias que han padecido. Viene gente que habla de la revolución, de hacer su propio gobierno en que nadie sea explotado, y la apoyan.

El ejército moviliza a los rángers entrenados en los EEUU de Huancayo a Satipo. Nueve destacamentos, incluyendo unidades regulares del ejército, guardias civiles y republicanos y ránger cercan a la insurgencia entre los ríos Pangoa y Sonomoro, cortándoles comunicación posible con las guerrillas de la Convención.

El objetivo del ejército es romper el apoyo campesino y asháninka a los insurgentes, para lo cual combinan buscar el apoyo a la población, mediante la propaganda (volantes de poco impacto en una población analfabeta, pero también mediante radios y altavoces), ofreciendo recompensas por guerrillero capturado, proporcionando servicios de salud gratuitos, y también mediante la represión. Las misiones de «recolección de inteligencia» consistían en que los rángers entran a una comunidad: «ustedes recibieron a los subversivos, ahora tenemos que matarlos a ustedes». BF cuentan de una entrada así en una comunidad en Sonomoro, basada en el testimonio de Alfredo Atiri, perteneciente a esa comunidad. Cuelgan a un niño de un árbol y abajo de él encienden fuego. Medio muerto el niño les da nombres de colaboradores con las guerrillas. Uno de los nombres es el del padre de Atiri. El ejército se mueve rápido socavando la posición de los insurgentes entre los indígenas.

Lobatón decide contraatacar regresando a las montañas y sorprender al ejército en Pucutá. El combate ocurre el 23 de septiembre y es parejo, con tres bajas para los militares y tres bajas para los insurgentes. Sin embargo, Lobatón regresa a la zona de selva y se reconcentra con su gente en Shuenti. El MIR trata de presentar este combate como una victoria. Sin embargo, los insurgentes están en problemas: heridos, hambrientos, con pocas municiones e incluso con conflictos internos, entre Velando y Lobatón, pero también entre ambos con Herrera, más propenso a la violencia. En particular, Lobatón no aprueba el ataque en Cubantía de Herrera. Los asháninkas ven estas confrontaciones que al parecer les motivaron más dudas sobre si estaban en realidad ante Itomi Pavá.

El ejército se adentra en los ríos Pangoa y Ene utilizando guías asháninka. Estos guías identifican a las comunidades y dentro de ellas a las personas que han apoyado a las guerrillas. Cuando no consiguen el apoyo voluntario de éstos, lo obtienen a la fuerza. En algunos casos los indígenas abandonan sus aldeas y se esconden en el bosque, viendo cómo los rángers les queman las casas, cual es el caso de Pedro Kintaro. Varios indígenas son detenidos y no son vistos más por sus familiares. Kintaro cuenta cómo su esposa le reclama:

«¿Por qué te has dejado engañar? ¿Cómo vamos a vivir ahora? Todo lo que dijo el shamán, que las guerrillas nos iban a defender, que iban a acabar con la explotación- ¡nada! Estamos peor que antes. Ni siquiera algo para comer. Y la policía por todos lados. ¿A dónde vamos a ir?»

Es entonces que la prensa limeña comienza a reportar enfrentamientos entre los asháninka y los insurgentes.

Para entonces la guerrilla del MIR ya tiene un perfil muy alto mediáticamente. El «grupo de Paris» del cual forma parte Mario Vargas Llosa hace una toma de posición publicado por la revista Caretas. El escritor le comunica a Francisco Moncloa que siente mala conciencia por vivir fuera del Perú en esos momentos y que desearía estar ahí para ayudar más a las guerrillas de alguna manera.

Dos destacamentos, Loma y León, comienzan a limpiar la zona del río Anapati, desde Puerto Rico, hasta que llegan a Shuenti y atacan las posiciones de los insurgentes-ashaninkas, el 2 de octubre. Mueren varios y varios otros son capturados por el ejército. Los insurgentes se dirigen hacia el río Perené. Pasan por una aldea con la que no logran comunicarse bien. La gente no les entiende bien los términos sobre luchar contra la explotación. El ejército les pisa los talones. Días después, el ejército entra en esa aldea y tortura a un joven que da los nombres de la gente de la aldea que habló con los insurgentes. Esta gente, media docena de personas, es detenida, acusada de colaborar con los insurgentes. Tampoco entienden por qué los detienen: «si alguien viene aquí le ofrecemos comida y cerveza. Esa es nuestra costumbre. Por eso tratamos bien a los guerrilleros. Y por eso nos detienen. ¡Por nuestra hospitalidad!».

Los guerrilleros reciben ayuda de Choviante, un hombre mayor asháninka, quien los ayuda a llegar cerca a Puerto Ocopa, a cruzar el Perené y a dirigirse al Gran Pajonal, el epicentro de la rebelión de Juan Santos Atahuallpa. Choviante muere en aplicación de la «ley de fuga», que permitía a las autoridades disparar a prisioneros que se escapaban. El ejército invocaba a esta ley para dar cuenta de los sospechosos capturados muertos. Eugenio Sarove, un hacendado español de Kiatari decía que no dejaron vivir a uno solo.

Tras cruzar el Gran Pajonal la columna de Guillermo Lobatón se encuentra en Obenteni con un misionero vasco, Donato Lecuona. Era una misión franciscana. La columna ocupa la misión por tres días. Incluso juegan un partido de fútbol con la población local. Lecuona los invita a la misa, los insurgentes piden permiso para entrar con sus armas. Todos entran, excepto Lobatón, quien las escucha desde fuera de la iglesia. Lecuona habla en la misa de la injusticia y de la pobreza. Lobatón entra a la iglesia y se arodilla. Todos rezan. La misa finaliza con los insurgentes gritando «¡Viva la guerrilla!», alzando sus armas.

El padre Lecuona deja pasar algún tiempo y luego informa a los franciscanos de Puerto Ocopa. Éstos informan por radio a sus contrapartes de San Ramón, en latín, para evitar la intercepción de los militares. De ahí se transmite el mensaje a Lima, en euskera, para evitar, una vez más, la intercepción militar. Lecuona queda impresionado por Lobatón y ve a un hombre que simplemente estaba escapando. «Estaban exhaustos y desilusionados», dice Lecuona.

Al enterarse de la ocupación de Obenteni, el ejército les envía un helicóptero, a la misión del padre Lecuona, quien es acusado de cobardía por no resistir a los insurgentes. Los militares «recolectan inteligencia» torturando a niños campa, colgándolos de los árboles. El padre Lecuona es llevado por los militares a Satipo y entregado a los curas de ahí: «aquí les traje una oveja negra», les dice el militar. El padre Lecuona es devuelto a España, antes de lo cual visita a Jacqueline, esposa de Guillermo Lobatón.

Los insurgentes dejan Obenteni y se dirigen a Shumahuani, y luego en dirección a Puerto Bermúdez. Para entonces el ejército había ablandado la zona mediante bombardeos con napalm. El honor del ejército estaba en juego. No iban a permitir que un pequeño grupo de hombres los dejaran en ridículo. No habría prisioneros. Las explicaciones del ejército sobre la muerte de los insurgentes son inverosímiles.

Los primeros dirigentes en caer muertos son Velando y Paucarcaja. Se dirigen antes que Lobatón hacia Puerto Bermúdez, preparando el repliegue de toda la columna. Son capturados y muertos. Fuentes oficiales militares afirman que fueron delatados por un asháninka y capturados, transportados en avioneta a Satipo. El general Artola afirma que Paucarcaja murió tratando de escapar y que Velando se suicidó en su celda. En el juicio seguido en 1969 a varios campesinos que apoyaban a la insurgencia, José Miranda Balbín, campesino, afirma haber visto a Máximo Velando muerto, con la cabeza destrozada por cinco balazos. En Satipo se comenzó a escuchar que estaban lanzando a los insurgentes capturados desde helicópteros. Un campesino relata que un militar le contó que su unidad había capturado a tres insurgentes, entre ellos a una mujer, a quienes iba a interrogar. «No voy a hablar», le dice la mujer. El militar la sube al helicóptero y la interroga en el aire, pero vuelve sin ella.1 Alfredo Atiri, asháninka, cuenta sobre su padre, sobre quien le dicen que lo llevan a Lima para juzgarlo. Tampoco regresa. Luego se enteraría que lo habían lanzado del helicóptero.

Lobatón ya estaba solo, marchando desde Shumahuani hacia la dirección genérica de Puerto Bermúdez. Para entonces el ejército ya sabía de su presencia y de su situación y había asignado nueve unidades móviles, desplazándose rápidamente de un lugar a otro en helicóptero. Una unidad llamada Relámpago en marcha a Nevati se encuentra con insurgentes el 9 de diciembre en Mapitziviari. Mueren dos asháninkas, Camaytiri y Gerónimo. Lobatón llega a Nevati y deja de dirigirse a Puerto Bermúdez (presumiblemente enterándose de lo ocurrido a Velando y a Paucarcaja); ahora se dirige hacie el Perené, con la posible intención de llegar a Satipo. Les agarra la estación de lluvias y no pueden cruzar el Perené. Van a Shimpeni hacia el bosque, donde se encuentran con la unidad del ejército llamada Flecha. Se da un enfrentamiento sin bajas conocidas de ambos lados. Pero los insurgentes ya estaba derrotados. Sólo eran una docena, sin el apoyo de los asháninkas que habían desertado o habían sido muertos. Sólo dependen del conocimiento de la zona por Froilán Herrera, quien habría caido a manos del ejército en Huatziquiri el 22 de diciembre de 1965. Un cable de la embajada de los EEUU del 28 de diciembre afirma que fue capturado el 21 de diciemrbe y muerto al poco rato. El general Artola afirma que los guerrilleros, entre ellos Herrera fueron horriblemente muertos por los campas, con 38 flechas en su cuerpo.

Lobatón no es capturado sino dos semanas más tarde, el 7 de enero de 1966, cerca del río Sotziqui. Las fuentes militares peruanas afirman que muere en combate. Según BF el ejército no hace ningún esfuerzo en explicar cuál es el final de Lobatón, o de reconciliar las diferentes historias sobre su muerte. Las versiones parecen coincidir en que Lobatón estaba herido, algunas versiones señalan que habría sido capturado, interrogado y luego lanzado desde un helicóptero. «Correo» de Huancayo afirma que muere heroicamente en combate, dando vivas a la revolución. Lo mismo ocurre con los shamanes asháninkas que apoyan al MIR, en particular Ernesto Andrés que vio en Lobatón a Itomi Pavá. Su gente les reclama por haberlos engañado haciéndoles creer en un falso «hijo del sol». Nadie los vuelve a ver, quedando en la oscuridad las circunstancias de sus muertes.

6. Misión cumplida
El ejército peruano celebra la misión cumplida. Así también lo celebra la embajada estadounidenese. Ernest V. Siracusa, de la embajada, afirma que el Perú es el primer país que ha derrotado a una guerrilla comunista sin ayuda extanjera.

El gobierno peruano gasta 10 millones de dólares en la campaña contrainsurgente. Tres mil soldados y policías son movilizados a Junín y Cusco, con un total de cinco mil personas involucradas de parte del estado.

Frank Ortiz, diplomático de la embajada de los EEUU en el Perú y por partir hacia Uruguay, contaría que en 1970 un militar peruano le daría consejos sobre cómo enfrentar la subversión en Uruguay: en la guerra contra la guerrilla en el Perú si un guerrillero mataba a un soldado, especialmente si era un oficial, el ejército buscaba a un miembro de su familia y lo mataba en represalia. Se lo decía para que los EEUU aprendieran a hacer las cosas en Uruguay: «Así lo hicimos en el Perú», le habría dicho.

«Historia secreta de las guerrillas» de Gonzalo Añi Castillo coincide con el relato de BF, sobre los bombardeos a la población campesina e indígena como sobre los interrogatorios:

En una primera operación se capturó aproximadamente 400 campesinos que constituían la ligazón entre los cuadros guerrilleros y las masas rurales de la zona.(…) Se les había reunido en una especie de campo de concentración y allí se les había interrogado hasta reunir la información necesaria».

Hubo pocas publicaciones que contaban lo ocurrido y, sobre todo, testimonios, fácilmente desmerecibles como «rumores». Añi Castilo declara lo siguiente:

Se estima que unas 14,000 personas murieron durante la campaña represiva, el 95% de las víctimas eran campesinos o comuneros no vinculados directamente a las guerrillas.
(…)
Quien haga un recorrido por las zonas donde combatieron las fuerzas guerrilleras y represivas, hallará un panorama desolador; no queda piedra sobre otra.
(…)
Hubo algunas comunidades que desaparecieron del todo; en otras fueron muy pocos los sobrevivientes. Estos tuvieron que emigrar a otras comunidades, en pos de refugio, pero eran rechazados si descubrían su procedencia; las demás comunidades y poblados de la región temían que el flagelo del «napalm» se abatiera también sobre ellos.

Entonces no hubo ninguna «comisión de la verdad» ni se investigó a nivel oficial lo que había ocurrido. No hubo denuncias por violaciones a los derechos humanos, ni elaboración alguna. No hubo vigilias, no había ONGs, ni cortes internacionales. Todo quedó ahí.

[Continuará en «1965: insurgencia en Oreja de Perro».]

Monumento de homenaje a Juan Santos Atahualpa en la plaza de Atalaya, región Ucayali

Imagen tomada de aquí.

Apus1946

Los reclamos de las comunidades asháninkas llevaban ya tiempo. No les hacían caso. En 1946 fueron a Lima a hablar con el supuesto gran líder anti-imperialista peruano, Haya de la Torre, a reclamar por la usurpación de sus tierras por la transnacional Peruvian Corporation. Mecidas y más mecidas. El despojo continuó.

Ver este post.

mirsombras

La «gran marcha» de la guerrilla «Túpac Amaru».

El mismo teatro de operaciones que el de la rebelión de Juan Santos Atahualpa en el siglo XVIII, Sendero Luminoso y el MRTA en los 80s y 90s y donde en la presente década todavía hay presencia narco y subversiva.

Hacer click en la imagen para ampliarla

globaton

Guillermo Lobatón Milla, «Itomi Pavá», «el hijo del sol» según relatos asháninkas. Contó con apoyo de los indígenas, que lo protegieron en su escape de las fuerzas contrainsurgentes.

En esta foto Lobatón estaría en París, donde había estudiado en la Sorbona. Su piel negra y su gran barba (ver abajo) habría impresionado a los asháninkas. Algún shamán lo habría considerado como una figura mesiánica. La población asháninka estaba harta de los abusos que había sufrido históricamente, y esperaba un cambio divino. La duda para los indígenas era si este hombre era verdaderamente la figura mesiánica de sus profecías. Más fotos de Lobatón Milla (y de De La Puente Uceda) aquí.

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La contrainsurgencia: paracaidistas de la policía con asesores estadounidenses.

La insurgencia: (de derecha a izquierda) Máximo Velando, Guillermo Lobatón y Máximo Lazo. Contaron con apoyo cubano. Los medios de prensa limeños ante las victorias iniciales de la insurgencia, dijeron que el mismo Che Guevara estaba en el Perú dirigiéndolos.
Hacer click en las imágenes para ampliarlas.

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Campaña contrainsurgente. Policías abordando un avión de la FAP.

Asháninkas contemplando entrenamiento de paracaidistas en Mazamari, Satipo.
Era la capacitación contrainsurgente de la USAID a la policía peruana.
Hacer click en las imágenes para ampliarlas.

A.

«Un testigo afirma que vio un gran fuego, terrible, que sólo mató a campesinos que estaban refugiándose en sus hogares.»
Ataque de napalm en Vietnam. Imagen tomada de aquí.

  1. Esta mujer mirista sería Victoria Navarro, ver Introducción a las obras de Luis de la Puente Uceda:

    El segundo grupo se pone en movimiento, pero la madrugada siguiente es sorprendido por los rangers. Algunos logran dispersarse pero otros caen, entre ellos Victoria Navarro, extraordinaria compañera que a los 17 años, siendo estudiante secundaria en Huancayo, se incorporó al frente convirtiéndose en maestra de los niños campesinos.

    []

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Enlaces a este artículo

  1. Tweets that mention 1965: insurgencia en el Gran Pajonal » Gran Combo Club -- Topsy.com
    16-12-2010 - 20:55
  2. 1965: insurgencia en Oreja de Perro » Gran Combo Club
    09-02-2011 - 10:32
  3. Chungui, desenterrando el horror | Globalizado
    09-12-2013 - 19:22
  4. Soynadie Periodismo Urbano » Chungui, desenterrando el horror del terrorismo en Perú
    13-12-2013 - 3:17
  5. Chungui: Digging up the Horror of Terrorism in Peru · Global Voices
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    26-12-2013 - 5:18
  7. 1965. Arguedas: “¡No! Yo he mostrado lo que he vivido” » Gran Combo Club
    25-01-2015 - 15:18

Comentarios a este artículo

  1. Silvio Rendon dijo:

    GCC: 1965: insurgencia en el Gran Pajonal http://bit.ly/eYlunh

  2. Julio Gómez dijo:

    guerrilla apoyada por #MVLL Comunidades bombardeadas con Napalm RT @rensilvio GCC: 1965: insurgencia en el Gran Pajonal http://bit.ly/eYlunh

  3. Harry Pizarro dijo:

    RT goomez: guerrilla apoyada por #MVLL Comunidades bombardeadas con Napalm RT @rensilvio GCC: 1965: insurgencia en el Gran Pajonal http://bit.ly/eYlunh

  4. Julio Gómez dijo:

    Fatboy Slim – Sunset (Bird Of Prey) http://t.co/gzlwUad > a propósito del Napalm arrojado a campesinos en 1965 – http://bit.ly/eYlunh #Peru

  5. Julio Gómez dijo:

    acá han tirado napalm a campesinos http://bit.ly/hR7fRr #nohayCVR RT @hijolemano Podría ser Perú…RT @GordBarnes Pakistan's 'disappeared…

  6. Julio Gómez dijo:

    talvez las usen contra el pueblo, como hicieron en 1965 http://bit.ly/hrbF4h #napalm #belaunde RT @hijolemano (cont) http://tl.gd/7u4bhv

  7. Julio Gómez dijo:

    @hijolemano @epafperu ¿xq no buscan a los desaparecidos de 80s para atrás? 1er belaundismo arrasó pueblos con napalm> http://bit.ly/hR7fRr

  8. Julio Gómez dijo:

    no olvidar napalm a civiles en 1er belaundismo: http://bit.ly/hrbF4h RT @javierdcc: @bochinchon Nadie puede olvidar el horror de esas epocas

  9. Aldo Francisco dijo:

    Yo quiero agradecer al autor de ésta nota (Silvio Rendón?), porque desde hace tres años que me dedico a escribir una novela de amor, que curiosamente tiene entre sus personajes, a un guerrillero ficticio, y bueno con la información que ahora estoy obteniendo, pues me facilitará vida, y podré dejar de lado un poco la «creatividad» ja ja ja.
    De todos modos mis felicitaciones, y miren, yo andaba engañado pensando que los ashaninkas no habían apoyado a los guerrilleros, de acuerdo a lo que se lee, no solo los apoyaron, sino que hasta los mitificaron, como es el caso de Itomi Pavá.
    Un abrazo
    Sincramente
    Aldo Francisco Mora

  10. Silvio Rendon dijo:

    Intervención de EEUU a través de policía peruana. La CIA infiltra al MIR GCC: 1965: insurgencia en el Gran Pajonal http://t.co/bPUw1inB

  11. marcona protesta dijo:

    Intervención de EEUU a través de policía peruana. La CIA infiltra al MIR GCC: 1965: insurgencia en el Gran Pajonal http://t.co/bPUw1inB

  12. jose antonio lecuona dijo:

    Soy sobrino de Donato Lecuona, el misionero vasco que «ayudo» lobaton… Recientemente ha fallecido ese misionero, un hombre bueno, que no podia con la injusticia social, que vio en tierras peruanas…Le toco vivir episodios que amenudo nos relataba…. «en una ocasion cuando lobaton entro en su aldea, o mision tambien estuvo a punto de moror pero los antivos suplicaron a los hombres de lobaton que no lo matarian dado que era el que les mataba las vacas…».
    un saludo y gracias por mencionar a mi tio.

  13. Silvio Rendon dijo:

    Muchos saludos también. Un gran señor tu tío, José Antonio.

  14. Luis dijo:

    Está claro que el ejercito peruano asesinó a prisioneros, esto es una cobardía, mas aún de un ejercito como el boliviano que no le a ganado a nadie

  15. Luis dijo:

    Artola un general de un ejercito que no ha ganado ninguna guerra. Torturó niños y mujeres, apoyados por los sinvergüenzas apristas, incluyendo haya de la torre y villanueva del campo.

  16. manuel bedoya dijo:

    Es bueno, interesante e importante que se recuerde parte de epocas de la historia pasada. Hay gente que ha olvidado, desconoce esta parte del nacimiento del terrorismo en el pais.