Por - Publicado el 24-06-2010

Acaba de aparecer «El botín de la Buena Muerte», novela escrita por Jorge Rendón Vásquez ambientada durante la dictadura de Odría. Aquí va un fragmento.

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Los miembros del Círculo en cada Facultad comenzaron a llegar a la Casona del Parque Universitario a las seis y media de la tarde, y, discretamente dirigidos por sus animadores, se ubicaron a la izquierda del Patio de Derecho, tras las columnas. Confundido entre ellos, Erasmo reconoció a muchos, aunque ellos ignoraran quién era él. Tomás y los demás miembros del Comité habían impartido instrucciones para la batalla a los animadores, a quienes se comunicaría la orden de ataque. Se habían conformado grupos de tres estudiantes para anular a los dirigentes adversarios más agresivos, y sobre todo a los que habían intentado meter en la pila a Gamero. Percy llegó acompañado por doce ex marineros del 3 de octubre. Luego, arribó una veintena de estudiantes del Comité Departamental del PC de Lima, encabezada por Manuel Hidar. Unos momentos después, se habían concentrado en ese lado del patio más de cien personas. En el lado opuesto, se aglomeraban, con una densidad semejante, los estudiantes apristas, varios de los cuales eran muy altos y corpulentos: de sus brigadas de choque, sin duda. Por sus ropas, se les reconocía como jóvenes de la clase media, y, por su semblante contraído, se barruntaba que venían a castigar un desafío a su prepotencia. Mezclados con ellos, se movían algunos sujetos de aviesa catadura, ajenos a la Universidad.
—Se han reforzado con ex presidiarios —le dijo Percy a Erasmo— Conozco a varios.
—Si nos atacan, lo más que podrán hacer será causarnos algunos hematomas —respondió Erasmo—. Pero también ellos llevarán lo suyo.
—Que yo sepa, nunca se han portado así con los niñitos bien de la derecha, los hijos de los ricachones. Los respetan y les temen, como los caporales a los dueños de las haciendas.
—Sin embargo, se complacen en agraviar y agredir a sus contendores de izquierda, menos numerosos o desprevenidos. ¿Por qué lo hacen, Percy?
—Es una manera de borrar sus coqueteos iniciales con el marxismo, y de ofrecerse como una fuerza de choque contra los comunistas.
Los grupos del Patio de Derecho crecían. En uno y otro lado, el intimidante murmullo se complementaba con siniestras miradas al otro lado. Los estudiantes no comprometidos en esta subrepticia contienda, a punto de detonar, seguían dirigiéndose al Salón General.
De pronto, Erasmo recordó un hecho que le había relatado un antiguo profesor, arrepentido de haber creído en el Apra. Sucedió a comienzos de 1933. El profesor José María de la Riva Agüero y Osma, que entonces frisaba los cuarenta y cuatro años, había salido de su oficina en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, al medio día, y atravesaba el Patio de Derecho para irse a su casa. Era de talla pequeña, gordezuelo, con un bigote corto y anteojos que cabalgaban sobre la nariz. Al pasar junto a la pila, fue detenido por un grupo de estudiantes al mando de un fornido joven de no más de dieciocho años, de muy buena base —como hubiera dicho Ricardo Palma, porque sus pies reclamaban enormes zapatos— quien, evidentemente, había sido comisionado por alguien que conocía bien a Riva Agüero. Poniéndose las manos en la boca, a manera de bocina, ese joven gritó:
—¡Fuera el reaccionario! ¡Fuera!
Estupefacto, Riva Agüero se detuvo, pero, dominando su estupor, replicó, acre pero firmemente:
—¡Fuera ustedes! ¡Esta es mi casa!
Y, como prosiguiera su camino, el imprecador lanzó la perversa consigna:
—¡A la pila! ¡A la pila!
Riva Agüero lo miró fijamente y, sin arredrarse, levantó su bastón, cuadrándose frente a sus agresores.
—¡Cobardes! —exclamó.
Dos estudiantes de Derecho, que observaban la escena desde el segundo piso, se precipitaron por las escaleras y se colocaron al lado del antiguo profesor. Uno de ellos dijo:
—¡Nadie vejará al Maestro!
Se acercaron otros estudiantes, y los atacantes, frustrados porque su víctima había eludido la alevosa trampa, desistieron de su propósito y abandonaron el Patio.
Al día siguiente, Riva Agüero, persuadido de que los atacantes eran apristas, se quejó al Rector de la Universidad, y éste completó la afrenta con su indiferencia. Era un excelente profesor e historiador, y miembro de una rancia familia oligárquica. Desde sus primeras investigaciones, fue un creyente en el sincretismo de las culturas indígena y española que eran para él la base de la peruanidad. Volvió de Europa, donde había permanecido entre 1919 y 1930, durante el gobierno de Leguía, su adversario, como simpatizante del fascismo y de Mussolini, a los que luego alabó en artículos y discursos. Sin embargo, su vida y su obra estaban dedicadas a la Universidad de San Marcos, y, en su testamento le legaba a ésta todos sus bienes. Advertidas del incidente, las autoridades de la Universidad Católica le abrieron sus puertas con todos los honores, y él, colérico por el trato recibido en San Marcos, desfogó su decepción y resentimiento, redactando un nuevo testamento, en diciembre de 1933, por el cual dejaba en propiedad absoluta a la Universidad Católica diecinueve inmuebles, la mayor parte antiguas casonas virreinales de dos patios y dos plantas, y el fundo Pando, que iba desde la orilla del mar hasta la avenida Venezuela, con la condición de que esta Universidad existiera veinte años después de su muerte. Un testamento complementario, de setiembre de 1938, ratificó a esta Universidad como su principal heredera. Riva Agüero jamás volvió a pisar la Universidad de San Marcos. Poco después de llegar a oídos del Ministro de Gobierno ese agravio, el estudiante que lo promoviera fue a dar a la isla El Frontón, puesto que Riva Agüero no era un simple derechista más. Había sido alcalde de Lima en 1931 y 1932, y el 25 de noviembre de 1933, fue nombrado Ministro de Justicia e Instrucción y Presidente del Consejo de Ministros.
Casi sobre las siete y media de la noche, el Tanque se asomó a la puerta principal. Tenía la cabeza envuelta con una venda tan voluminosa que le daba el aspecto de un hindú o un beduino. Se apoyaba en un brazo de la estudiante aprista Carmen Verona, una agraciada muchacha de la Facultad de Farmacia, que suscitaba los suspiros de sus compañeros, y a quien Erasmo había hecho sonrojar con una galantería, cuando se la presentaron en el Jardín Botánico. Todos volvieron la vista hacia la puerta y el murmullo cesó. La pareja avanzó paso a paso y se detuvo junto a la pila, como si nada extraordinario ocurriese y, al parecer, indiferente a las inquisitivas miradas de sus espectadores.
De pronto, ella avistó a Erasmo y exclamó en voz alta:
—¿Puedes acercarte un momento?
—¡No vayas! —le susurró Percy—. Te llama para marcarte.
—No estaría bien que me quede aquí —repuso Erasmo—. ¡Si me atacan, denles de alma!
Y se acercó resueltamente hacia el centro del Patio.
Carmen Verona, esgrimiendo una estudiada confianza, como si lo conociera de mucho tiempo antes, le dijo:
—¿Qué ha pasado ayer?
—¿No te lo ha contado tu compañero? —respondió Erasmo, señalando con un movimiento de cabeza al Tanque. Éste guardó silenció, mirando con cierta torpeza a Carmen.
—¿Cómo es posible que entre estudiantes pueda pasar esto? —prosiguió ella, con un aire de fingido reproche.
—Tendrías que decir, más bien, ¿cómo es posible que tu amigo y otros que esperan en el corredor hayan querido meter en la pila a Gamero? Pregúntaselo a él.
—¡Mejor olvidemos lo sucedido!
—Si ustedes quieren olvidarlo, yo no me opondría.
Carmen se volvió hacia el Tanque, y le ordenó:
—Gastón, ¡dale la mano a Erasmo!
A desgana, el aludido estiró la mano y Erasmo se la tomó apenas. Todo hacía suponer que los dirigentes apristas lo habían planeado así, ante la inminencia de una batalla en la que hubieran podido salir malparados.

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Comentarios a este artículo

  1. Silvio Rendon dijo:

    GCC: El botín de la Buena Muerte (fragmento) http://tinyurl.com/25k5vqr

  2. Apuntes Peruanos dijo:

    RT @rensilvio: GCC: El botín de la Buena Muerte (fragmento) http://tinyurl.com/25k5vqr

  3. Izquierda Perú dijo:

    El botín de la Buena Muerte (fragmento): Acaba de aparecer “El botín de la Buena Muerte”, novela escrita por Jorge… http://bit.ly/bWIUza

  4. ivo urrunaga dijo:

    ¿Dónde se puede conseguir el libro?

  5. Silvio Rendon dijo:

    Virrey, Epoca, etc.