Por - Publicado el 29-09-2009

[Después de una secular jornada de reflexión y pausa en el posteo, retomo la escritura en el presente blog con algunos temas académico-económicos. «Oye, Silvio, se echan de menos más posts sobre economía y sobre la academia», me comentaban. Bueno, aquí van algunas anécdotas y acotaciones, por combitos]

1. Asesoría presidencial
Érase este colega, economista, a quien llamaré «Pepe», hoy prominente autoridad económica de un país latinoamericano. Una vez salió de viaje a dar charlas en un país, latinoamericano también, más precisamente de Centroamérica, entrevista con el presidente incluída. «¿Y qué tal con el presidente, Pepe? ¿Qué le dijiste?», le pregunto. Respuesta, «Que el crecimiento es bueno, que la inflación es mala. Que el crecimiento con equidad y sin inflación es mejor aún». ¿Eso nomás?. «Sí, eso nomás. Y estuvo bien contento». Pues, efectivamente, en muchas de esas asesorías el mensaje que reciben los presidentes no es otro que ése. Y desde luego, los asesores se la pasan diciendo lo mismo país tras país.

2. Lucas chancay
En NYU los estudiantes de doctorado en economía teníamos una serie de presentaciones con avances de nuestros trabajos. Este era un estudiante de Bangladesh a quien llamaré «Mohammad», quien presentó un modelo de migración campo-ciudad, tipo Harris-Todaro. Todo muy bien, hasta que de repente salió diciendo que el gran y venerable Robert Lucas Jr. estaba equivocado: «Lucas not good!. Not good Lucas! No good, no good!». ¿Y por qué? le preguntamos todos. «Porque dice que los países son pobres porque sus condiciones iniciales son malas lo cual es un argumento circular. No good, no good!». Lucas acababa de publicar dos artículos muy fuertes sobre la mecánica del desarrollo económico y «haciendo un milagro», sobre los países considerados «milagros económicos». Un avanzado y posteriormente bien colocado condiscípulo le pregunta, «pero ¿eso qué tiene de malo? ¿acaso eso no es un equilibrio?» (un poco más y le pregunta si los vectores propios explotan o si las matemáticas de Lucas estaban mal). Y Mohammad, insistente, «no, no good Lucas, it’s a circular argument». A todo el mundo le quedó la curiosidad, pero la mayoría de estudiantes que salieron de la presentación de Mohammad quedaron convencidos que éste estaba mal, y, desde luego, que Lucas estaba bien. Qué atrevimiento el de Mohammad. Con un argumento tan simple se iba a tumbar al gran Lucas. Otros, minoritarios, tuvimos una actitud de mayor simpatía hacia Mohammad. «Sí, pues. No good Lucas».
Años después hablando con Boyan Jovanovic, tal vez el mejor discípulo de Robert Lucas Jr., me sale con «Oye, Silvio, hay que salir del argumento circular de Lucas, que los países son pobres porque son pobres. Eso es una tautología. Hace falta investigar más el tema, pues no estamos aprendiendo mucho». Efectivamente, una teoría basada en la mera persistencia (añado, p ej, la «herencia colonial» o «la falta de tradiciones democráticas» o los modelos meramente autoregresivos) o en la mera heterogeneidad (que en el fondo es una versión extrema de la persistencia) no explica mucho. Le conté el detalle sobre la presentación de Mohammad. Y Boyan: «Tuvo razón». La «botella de chicha» de Julio Ramón Ribeyro.

3. Modelos matemáticos y regresiones econométricas
Cuando se encuentran dos peruanos en el extranjero es común que se hagan preguntas sobre qué hacían, dónde vivían, dónde estudiaron, dónde trabajaron en el Perú. Es una necesidad de ubicarse socialmente y según eso tratarse mutuamente. Es una rutina casi ceremonial que considero de lo más ociosa y aburrida, por lo que trato de evitarla, con lo que acabo por ser interrogado. Me preguntan cosas que no me molesto en preguntar a mi interlocutor. Lo curioso es que este fenómeno es archiconocido entre los peruanos, sólo que tendemos a creer que nos ocurre sólo a nosotros. Más aún, inmediatamente surgen teorías ad hoc que asocian el fenómeno a la «huachafería limeña», al clasismo peruano, a la jerarquización social de nuestro país. Pues, me he dado el trabajo de preguntar y de estar alerta cuando presenciaba una de estas situaciones con gente de otros países. La respuesta unánime es que es lo mismo y hasta peor: asiáticos, europeos, africanos, no importa el país. Se encuentran fuera de su entorno común y se tasan primero, luego recién, sabiendo cómo tratarse, se tratan según lo que hayan determinado.1
Bueno, pues. En una visita académica en una universidad americana, doy un seminario de mercado de trabajo, el jefe del departamento me comenta que tienen un estudiante peruano y me lo quiere presentar. Me deja hablando con el compatriota, quien comienza a preguntarme no sobre mi paper, sino dónde vivía en Lima, dónde habia estudiado, etc. Ni bien le respondo una pregunta, me hace la siguiente, mientras noto que comienza a sonreir, supongo que por su aparente dominio de la situación, con lo que me convence que mi paper no le importa un pepino en vinagre. Cuando me da un respiro, le pregunto «¿Sobre qué estás investigando?». «Ah», me dice mientras saca pecho y extiende los brazos, «yo hago modelos matemáticos». «Carajo», pienso. Y continúa: «Yo hago modelos matemáticos, con tablas de insumo-producto, estudiando las megatendencias del desarrollo y con regresiones econométricas». Se me escapa una risa que trato de barajar como tos. «¿Y cuáles son tus hipótesis?», le pregunto. «Ah, para eso necesitaríamos más tiempo, que lamentablemente no tenemos. Tal vez en otra ocasión te lo pueda explicar», me responde mientras se le iluminan los ojos y la sonrisa vuelve aparecer. Supongo que se quedó con la idea de haber salido airoso en una suerte de competencia de egos, con lo cual sólo bloqueó un posible intercambio de ideas sobre un tema potencialmente interesante. Eso sí, por algún tiempo por NYU se habló de «mathematical models with econometric regressions» como ejemplo de decir vaguedades en forma grandilocuente. (Como epílogo señalaré que un colega italiano comentó que en su tierra también hablan así de grandilocuente).

4. Lucha de clases académica
No es infrecuente que los colegas americanos, sobre todo entre cervezas, se pongan a hablar de sus orígenes sociales, su background. «En los veranos yo trabajaba de mozo», «yo horneaba pizzas», «mi padre era sindicalista», «mis padres eran inmigrantes», «mis padres eran camioneros». Y lo dicen con neutralidad y hasta orgullo. De hecho parece ser mucho más común entre académicos norteamericanos haber tenído experiencias o provenir de clases trabajadoras que entre académicos latinoamericanos, incluso si éstos provienen de universidades públicas. Los académicos latinoamericanos, lo digo con poco temor a equivocarme, provienen de las clases medias hacia arriba, a diferencia de los académicos norteamericanos y europeos, cuya dispersión abarca relativamente más a las clases más bajas. Además, entre latinoamericanos estos temas parecen hablarse en forma menos abierta que entre angloamericanos, pues entre los primeros pueden conducir a ásperas y polarizadas discusiones con más facilidad que entre los segundos, a lo quese suma que hay menor heterogeneidad social y posiblemente mucho estigma por razones sociales. Sin embargo, miradas desde del sur, las diferencias sociales en el norte, sobre todo en la última década bushiana, pueden ser curiosas. Un académico de origen working class (clase trabajadora) por ahí puede ser muy «de derechas», partidario de un sistema individualista con igualdad de oportunidades pero no de resultados, mientras que su contraparte de clase alta podría un compasivo izquierdista bleading heart, aunque no por eso necesariamente menos arrogante o elititista. Fácilmente varios de los economistas del Medio Oeste americano podrían identificarse con el primer tipo, mientras que varios de los de Nueva Inglaterra o California posiblemente formen parte del segundo.

  1. Por ejemplo, esta jerarquización ocurre mucho entre los japoneses. Es lo que me pasó en una conferencia con Fumio Hayashi, a quien me acerqué a charlar sobre efectos reales de las restricciones de liquidez. Yo era aún estudiante, pero en mi etiqueta (el fotocheck) sólo salía mi nombre y mi afiliación. Hayashi se quedó desconcertado. Acercó la vista a mi nombre y alejó un poquito los lentes para afinar la vista. Cuando le dije que era para mi tesis me miró y me dijo «Student! You are a student!». Recién entonces se ubicó y procedió a comentarme sobre el tema: léete esto, presta atención aquí, te recomiendo esto. []
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Comentarios a este artículo

  1. Carlos Rojas dijo:

    Silvio:
    Interesante tu post, sin duda la academia norteamericana es un gran mundo por descubrir. Mi pregunta, sin embargo, es algo más «económica». Quisiera conocer tu opinión sobre los estudios de género que se estan dando en el campo de la economía. Por lo que he podido investigar Esther Duflo, del MIT, ha escrito papers relacionados a ello y hace unos días me encontré con un par de artículos que relacionan la macroeconomía con los problemas de género -el que más me gustó fue el de Marya Hillesland «MODELING GENDER DYNAMICS AND INVESTMENT IN A LOW-INCOME EXPORT-ORIENTED
    AGRARIAN ECONOMY». Sin tratar de hacer «modelos matemáticos y regresiones econométricas» ¿consideras plausible tal relación? ¿Cómo se ve en la academia norteamericana estos estudios de género? Yo estoy muy interesado en aplicarlo en el país…claro que primero tengo que ver si existen los datos suficientes -el problema de siempre- Saludos.

  2. Silvio Rendon dijo:

    Carlos,
    No soy muy partidario de lo que hace Esther Duflo y del enfoque «experimentalista». No he leído el trabajo que mencionas, por lo que no lo puedo comentar, pero soy escéptico de cuán lejos se pueda llegar explicando el subdesarrollo desde un ángulo de género. A ver si le echo una mirada.
    Saludos,

  3. Julius Peachy dijo:

    El ‘negrito del batey’, condensa muy bien buena parte de la mentalidad latinoamericana sobre el trabajo manual… tan devaluado. Mientras para la mentalidad media en Latinoamérica el trabajo manual sigue siendo un «castigo» casi de esclavos, pues en los hechos contundentes su ejercicio no obra ni cuenta en el ascenso social ni económico y menos como el pasaporte dorado a la felicidad. Para el norteamericano medio, ‘la chamba’ manual (the job) forma parte de la «formación» de la persona. Incluso llega hasta el orgullo: «Proud to be a carpenter» se puede leer en stickers que los profesionales de esa materia adhieren en sus camionetas.
    El odioso ‘interrogatorio’ clasista ¿de qué barrio eres, qué colegio, playas, sitios, aficiones?» por lo general va dirigido a compatriotas «blancos». Algo así como: «¿Y éste ‘pituco’ qué hace por acá..? Como si emigrar fuera sólo la alternativa de los «cholos» misios.

    «Los EEUU está repleto de inmigrantes fracasados que vinieron de sus países huyendo de la ociosidad y la falta de iniciativa», -dijo con una crueldad increíble una hermana mía muy vargasllosina. Se encontraba en los EEUU de paseo e intentaba hacer cambiar de «mentalidad» a dos de sus hermanos que habían emigrado a Norteamérica, como diría Silvio Rodríguez, corriéndole “a tanta mierda”; hartos de la parálisis socioeconómica y de la angustia que produce la indiferencia generalizada, y la boyante corrupción y la verguenza de verse testigo pasivo de tanta miseria.

    El término «molinero» no lo conocí en Lima, sino en un consulado peruano en los EEUU donde asistí a realizar un trámite documentario. Un compatriota «ascendente» vestido totalmente de gringo, me lo endilgó, -dijo- por el acento al escucharme conversar con un médico peruano que juntos hacíamos la ‘cola’ para que nos atendieran.

    Poniendo cara de Bingo!!! el ‘tránsfuga’ insistió con este otro distrito hasta que asentí. Entonces arrancó con que si conocía a fulano de tal, ¿y a menganito que se compró una cañaza?, y si había vacilado a la regalona de nueve apellidos: En rigor, la huachafería limeña monda y lironda asentada en los EEUU de putamadre!!!

  4. Giovanna Aguilar Andía dijo:

    Me gustó tu post. Y ahora que mencionas esto de las asesorías presidenciales me pongo a imaginar cómo van a hacer estos más de 60 «economistas expertos» convocados por Jorge Del Castillo para asesorar al gobierno en el tema de la crisis???.
    Y cómo queda Carranza en todo esto?

  5. Juanjo dijo:

    De verdad: ¡Se extrañaban los post econo-académicos!

    Viéndolo del lado objetivo, digamos que eso de «tasarse» (que sí me parece un experimento ocioso y en muchos casos puede desdecir en cierto grado a una persona, como al patita de los «mathematical models with econometric regressions” -divertidísimo-) es una reacción natural para darse seguridad, ¿verdad?… Eso de «medirse» para ver cómo pueden tratarse a posteriori creo que finalmente caería en el saco de sentirse seguros con la incertidumbre de lo nuevo. Divertido lo de Hayashi, también. Muy buena la simplificación de la «lucha de clases académica», como que explica muchos de los sesgos de opinión de académicos según su zona.

    ¡Saludos cordiales!

  6. LuchinG dijo:

    El problema es que dificilmente alguien se va a pasar años tratando de atravesar por un proceso de socialización y luego, al encontrarse con alguien que no conoce, resignarse a tirarlo todo al tacho y empezar de nuevo. Fíjense cómo la mayoría de los adultos trata a los niños, ¿cuántos se ponen en la actitud de «este individuo acaba de empezar y hay muchas cosas que él ve y yo no»? Nones, casi todos ponen al niño en la categoría muñeco/mascota/cosa.

  7. Rafael Euribe dijo:

    El termino completo es bleeding heart liberal, y por lo que leo en blogs y forums, radio etc.. estos provienen por igual de clases medias y altas. Quizas los de clase alta son mas poseros, pero el grueso de activistas proviene de minorias, o son miembros de instituciones que se benefician del gasto estatal.

    El college de una ciudad pobre probablemente tenga mas profesores liberales comparado a un college de una ciudad de clase media, nada nuevo en realidad.

  8. Silvio Rendon dijo:

    Seguro. Nomás que la traducción más cercana a «liberal» es «izquierdista». Recuerda que no estoy hablando de activistas, sino de la academia.

    Sí, pues. Nada nuevo que el contexto socio-económico del college influya en su presencia de izquierdistas.

  9. Rafael Euribe dijo:

    He oido mas la palabra «leftist» para referirse a los izquierdistas. Bleeding heart liberal es una frase mas usada para referirse a los que proponen que el estado tenga mas participacion en obras sociales, liberando al individuo de lo que en realidad deberia ser un esfuerzo personal.

    Hace poco, le pregunataron a Ron Paul, un senador de texas, si la salud era un «derecho» ( por el debate de la reforma de Obama) Este respondio que el individuo solo tiene derecho a la libertad y a la vida, y que le corresponde esforzarse para cuidar su salud. Que no era deber del estado pagar por el medico. Un liberal dira que es deber del estado socorrer al enfermo que no puede pagarse un doctor, un izquierdista dira que la salud debe ser pagada por los ricos.

  10. Silvio Rendon dijo:

    Claro, pero eso es «liberal» en el sentido europeo. En el sentido americano la palabra liberal tiende más a izquierdista. En realidad no hay un equivalente preciso. La palabra para Ron Paul a veces es «libertario», que también choca con la autoidentificación de los anarquistas.