Por - Publicado el 03-05-2009

1. Los líderes invisibles
En los últimos años en el país ha habido movilizaciones importantes a todo nivel. Serían movilizaciones que no crean líderes, espontáneas, de «pobladores», de «nativos», etc. sin cabezas visibles que expresen un discurso claro sobre qué se quiere para el país. ¿Es esto así? No lo creo. Más parece haber una desatención de parte de los medios a lo que viene fermentando el país. Sólo le prestan atención cuando quienes tienen algún tipo de poder ajustan cuentas entre sí. Veamos nomás la protesta amazónica y la indiferencia gubernamental, mediática e intelectual que se le ha prestado. El moqueguazo, en cambio, no fue desaprovechado por los detractores mediáticos de Del Castillo. Las protestas no reciben cobertura en sí mismas, sino cuando hay algún interés de por medio en la cumbre. El lío social acaba siendo un «lío de blancos». Cómo se organizó, se formó el consenso y quiénes lo hicieron quedan fuera del enfoque mediático. Lo que se ve es la protesta terminada, presentada en general como algo violento y amenazador, es decir, en su versión más sensacionalista. En todo el Perú, no obstante, puede haber surgido una nueva generación de dirigentes, muy activos en hacer sus reclamos, que queda invisibilizada y a la que no se le sigue el proceso. Una gran omisión.

2. Rehilvanando el tejido
Estas movilizaciones pueden ser cuantificadas a través del conteo de conflictos, las horas hombre perdidas por huelgas, los pliegos negociados, los sindicatos constituídos, las organizaciones activadas. Todo un tejido social que se perdió en los noventas y que se ha ido hilvanando de nuevo durante esta década. Reivindicaciones diferentes, heterogéneas todas, pero que tienen como común denominador un estado de ánimo de reclamo de derechos conculcados. Mal se haría en verlos como simples conflictos aislados, y no percibir el clima generalizado de descontento.

3. ¿Alternancia política sin alternancia económica?
En el país se ha avanzado en pasar de un sistema vertical como el fujimorista a un sistema democrático de cambio de gobierno por elecciones. Sin embargo, a diferencia de otros países, en términos de orientación económica ya se lleva veinte años de continuidad en los mismos parámetros de la política económica y social, con variaciones muy ligeras de manejo y de personas. No es lo que suele ocurrir en otros países democráticos en que se sabe que habrá un cambio de énfasis en política económica, dentro de un consenso desde luego. No se trata de cambiar de sistema económico de un gobierno a otro, pero es comprensible que el énfasis en política económica de un gobierno más socialdemócrata o laborista, digamos, sea muy diferente al de un gobierno conservador. En el Perú no ocurre eso. Los candidatos simplemente defraudan el mandato popular y siguen con lo mismo que el pueblo rechazó en las ánforas. ¿Es posible seguir así indefinidamente? Pareciera que en vez de una alternancia ordenada se prefiere seguir con lo mismo hasta que sea inviable y reviente.

4. ¿Atender los reclamos? ¿Para qué?
En casi todos los reclamos que hay en el país no falta el gran reclamo, el cambio de la política económica. Valgan verdades, este gobierno fracasó con su «sierra exportadora» que se convirtió en «sierra productiva» o con su «shock de inversiones»: no ha cumplido con las demandas de redistribución de la población. El enfoque de fondo ha sido simplemente proseguir con la política económica y que le chorree a quien pueda. La atención a los reclamos de la población ha sido mínima, pues, parece ser, se considera que los reclamos son controlables sin mucho activismo en la reducción de la pobreza y la desigualdad.

5. Las tres Cs: Calumnia, Cárcel y Cooptación.
Dentro de este enfoque basta que el gobierno destroce a los dirigentes potenciales de las protestas. El gobierno puede acusarlos de terroristas y crear el miedo contra ellos. Puede encarcelarlos por esta misma razón. O puede comprarlos, como hicieron Montesinos y sus epígonos en la década pasada. ¿Para qué atender reclamos o reducir la pobreza si es más barato descabezar a las organizaciones que protestan?

6. ¿Es que nadie la ve?
Hace cuarenta y cinco años, los americanos se daban cuenta que el régimen oligárguico, el del gobierno de los pocos, estaba con las horas contadas, ver aquí. Las élites gobernantes insistían en su actitud anti-redistributiva en un país de izquierdas minúsculas y centros cooptados. Parecían tener razón. Supuestamente no había fuerzas para cambio alguno. Sin embargo los americanos veían la explosión en ciernes. La cosa tenía que reventar por algún lado. Finalmente, reventó por tres instituciones de tradición conservadora: el ejército, la iglesia y El Comercio, y acabó siendo de lo más radical que hubo en la región.

7. Obama, el presidente afroamericano
Obama era un «organizador comunitario», un movilizador, un activista, antes de el ser presidente de los Estados Unidos. Seguramente su éxito en llegar a la Casa Blanca será leído por muchos en el Perú y creará ánimos para el «sí se puede», planteado por primera vez por el mexicano-americano César Chávez. Sin embargo, justamente en estos tiempos es que tenemos esta suerte de dirigencias invisibles o invisibilizadas, ignoradas, no tomadas en serio. Paradojas de la época, que se tendrán que resolver de alguna manera.

huamanPeru State of the Nationpizango

Huamán, Supa y Pizango.
El dirigente sindicalista rimense, la dirigente congresista quechua, el dirigente nativo shawi.

En el país han surgido dirigentes de nuevo tipo. Ya no es Hugo Blanco que va de la ciudad del Cusco al campo de La Convención. O Jorge Del Prado que va de Lima a La Oroya a reforzar la movilización de los obreros de las minas. Hoy el representante es más cercano al representado. Y es uno como él.

Imágenes tomadas de aquí, aquí y aquí.

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