Por - Publicado el 06-03-2009

A propósito del debate sobre la memoria y el Día de la mujer, me parece que podemos ver un momento este interesante video sobre María Elena Moyano.

Como podemos ver,  hay varios niños de la misma Villa El Salvador que no saben mucho sobre ella o saben  apenas vagamente sobre su muerte, cuando lo significativo estuvo en su trabajo como organizadora social.

Un lugar de memoria no sería, como lo quiere pintar sus opositores, una apología del terrorismo ni un cuestionamiento al deber del Estado de preservar la ley. Por el contrario, el recuerdo que incentivaría podría servir para que las futuras generaciones adquieran una consciencia moral mucho más ancha y constructiva. Entre los muchos otros beneficios que podría traer un lugar dedicado a recordar la violencia, está el de prevenir que en el futuro reaparezcan fanáticos empeñados en repetir los errores del pasado y en volver a alzar las banderas de una revolución imbécil y alucinada que llevaría al Perú los campos de la muerte.

Un museo de la memoria sería, para mí, un lugar en donde les pueda enseñar a mis probables hijos o a otros niños las aterradoras consecuencias a las que nos llevan la ignorancia, el dogmatismo, el rechazo a la ciencia y la ausencia radical de amor. Para mí y para muchos, sería un espacio que podría mantener viva la atención sobre el abismo moral que significa renunciar al pensamiento crítico y a la solidaridad.

Mirar este video sobre Moyano, por ejemplo, impide que me olvide que Sendero Luminoso era un movimiento perverso y antipopular, fascinado con la sangre y el crimen. Me hace sentir, además, una profunda indignación por aquellas infames conjeturas revisionistas que ahora se refieren a un episodio oprobioso como «guerra popular» y a sus ejecutores capturados como «prisioneros de guerra» o «presos políticos».  Resulta un insulto indignante pretender elevar a quien asesinó, torturó y secuestró a la categoría de un preso de conciencia.

Cabe prestar atención: los enemigos de la memoria no son solamente los que están ahora del lado de los represores, sino también aquellos que aprovechan las ambigüedades del juego político para lavarle la cara a una banda criminal que ejecutó la violencia sobre los peruanos con un horror vergonzante y minucioso.

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Comentarios a este artículo

  1. Julio dijo:

    a maria elena moyano creo yo la mató el fujimontesinismo que buscó en ella una mártir mediática. sin un acuerdo previo con el estado (seguridad garantizada para ella y su familia) no creo que moyano se hubiese lanzado a las cámaras a tentar a sendero. y para asegurar su muerte el fujimontesinismo dispuso un solo efectivo de resguardo que en el atentado salió ileso porque no la resguardaba.

    coincido que maria elena moyano debe ser recordada como una gran dirigente popular, a la altura de pedro huilca y otros asesinados por ambos terrorismos cuyas muertes deben ser esclarecidas.

    ahora apoyas la tesis fujimontesinista. si todos los de sendero luminoso y del mrta fueron máquinas despiadadas y asesinas ¿no crees que se debió estandarizar las penas a cadena perpetua o al fusilamiento?