Por - Publicado el 01-12-2008

Interesante la polémica en el vecino del sur sobre cómo reactivar la economía. La veo en el facebook de Xavier Sala i Martín. En el Enade, Encuentro Nacional de Empresarios, (versión chilena del CADE peruano) el actual ministro de hacienda, Andrés Velasco, propone una expansión del gasto contracíclica. Velasco sostiene que dado que Chile no tiene una gran deuda pública, hay margen para una política fiscal contracíclica, «y la van a hacer» (anecdóticamente, parafraseando a Don Franciso que también intervino pidiendo ayuda para la Teletón…).

Quien le salió al paso fue Xavier Sala i Martin, quien comentó que mejor que expandir el gasto era bajar los impuestos, en particular el IVA, impuesto al valor añadido/agregado (nuestro IGV). En esto concidió con Hernan Büchi, ex ministro de hacienda de la dictadura.

En Chile parece que se ha llegado al consenso de poner en práctica una política expansiva. La cosa es a través de qué mecanismo.

¿Y en el Perú cómo va la cosa? En principio ha pasado lo mismo que en Chile. Antes había presiones inflacionarias, y supuestamente había que contraer. Ahora, dado el shock externo, toca expandir. Sin embargo, no parece que en el Perú se hubiera logrado un claro consenso sobre cómo hacer las cosas. La vida nacional quedó postergada por la reunión de la APEC más los escándalos de corrupción crearon una verdadera crisis de gobernabilidad en el país. Todo esto distrae la atención sobre el tema del manejo económico. Claro, hay triunfalismo. La economía peruana estaría «blindada». No hay nada de qué preocuparse. Hay dos tipos de problemas, los que se solucionan solos y los que no se solucionan… No es muy diferente a lo que dice el colega Andrés Velasco sobre su país:

¿Podemos capear la crisis? Sí, podemos. O si quieren: yes, we can», bromeó para ponerse a tono con el fenómeno del Presidente electo de Estados Unidos, Barack Obama.

Ya. Sin embargo, este triunfalismo va complementado con medidas contracíclicas. En el Perú, el triunfalismo es sólo triunfalismo y va complementado con insistir en cómo se han hecho las cosas hasta ahora, en todo caso profundizarlas, de lo contrario caemos en el mercantilismo. Carlos Adrianzén en Perú 21 ilustra este punto de vista:

Fuera los agoreros
(…)
Así como debemos descartar la autocomplacencia (i.e.: creer que con este dólar y algo de maquinita pasamos razonablemente la contracción), debemos superar el negativismo de quienes dicen que nos hundimos. No es cierto que tengamos que resignarnos a crecer menos. El Perú puede persistir creciendo en medio de la crisis. Para ello requerimos ajustarnos para prevalecer en ambientes más difíciles: implementar en forma definida alivios laborales y tributarios, el tránsito a un dólar libre y al estricto apego a la meta inflacionaria. Cuidado con los agoreros… se parecen a los mamones mercantilistas.

Más liberalización, pero no con un criterio contracíclico. La única voz que pide hacer macro contracíclica parece ser la de Waldo Mendoza, últimamente aquí, lo cual como criterio está muy bien. Bueno sería que se creara en el país un consenso al respecto y en todo caso la discusión fuera sobre cómo llevar a cabo una política contracíclica.

En este punto tengo una atingencia. Un país en crecimiento y convergencia con el primer mundo necesita mantener un nivel inversión pública tendencial, destinado a subsanar el déficit histórico de infraestructura, con un criterio micro y de crecimiento. La política contracíclica en esta inversión es del gobierno central y debe consistir en un manejo de coyuntura macro, que sirva de estabilización frente a las diversas caídas o shocks que puedan venir. En tal sentido, fue mala la jugada de hace algunos meses del flamante ministro de economía Valdivieso de comenzar a recortar el gasto regional. Ese fue un gol que se le pasó por la guacha. Una acción cortoplacista que resultó innecesaria, dado el entorno incierto que se enfrenta. Mejor hubiera sido no apresurarse y «esperar y ver» qué pasaba.

Se ha enfrentado caídas transitorias de ingresos con recortes permanentes del gasto público. Se había adquirido conciencia sobre no financiar aumentos permanentes del gasto con aumentos transitorios de ingresos. Faltó darse cuenta que este criterio se cumplía también cuando en vez de aumentos se trataba de caídas. Había que esperarse y no desesperarse.

En fin; pasada la reunión de APEC y sobreponiéndonos al delicado tema de la corrupción y la inestabilidad política, tocaría que el tema económico recupere algo de centralidad en el debate nacional.

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