Por - Publicado el 02-10-2008

(Continúa de aquí)

Además de la prensa el congreso americano reaccionó duramente contra el acuerdo franco-peruano. EEUU estaba en problemas en Vietnam. La compra de Mirages le complicaba el panorama en una región que consideraba su área de influencia.

La prensa peruana reaccionó también con dureza ante los pronunciamientos congresales y mediáticos americanos. El presidente Belaúnde justificó enérgicamente el acuerdo con Francia (El Comercio 8 y 10 de octubre de 1967). Las fuerzas armadas peruanas debían estar «listas para cualquier emergencia». Los Mirages no sólo servían para defender el territorio, sino a la identidad y el honor del Perú. Mientras Chile amenazaba al primero, los EEUU atentaban contra los segundos.

Los Mirages se convirtieron en el símbolo de la resistencia a la hegemonía americana en el Perú, que contó con el apoyo brasileño y argentino, países que también querían diversificar sus proveedores de armas y romper el monopolio americano. La Argentina anunció el «Plan Europa» que le permitiría fabricar sus propias armas con apoyo europeo.

Tratando de evitar una pérdida de influencia en la región el Departamento de Estado puso en acción el «plan b», ofreciendo los F-5 al Perú. El tema era convencer al congreso americano, hastiado de la guerra de Vietnam. Covey T. Oliver, Secretario de Estado Asistente para asuntos inter-americanos justificó la venta de F-5 al Perú. Belaúnde, demócrata amigo de los EEUU, estaba siendo presionado por los militares peruanos en medio de una situación económica difícil después de la devaluación de septiembre de 1967. Lejos de fomentar el armamentismo en la región, que iba a armarse de todas maneras, se iba a reforzar la democracia y el mantenimiento de las buenas relaciones con los EEUU.

La situación económica en el Perú se va a deteriorar rápidamente. El gobierno constitucional estará en peligro. La Alianza estará en peligro. Y a nosotros se nos echará la culpa.

Sin embargo, Oliver no pudo convencer a los senadores del sub-comité latinoamericano.

A pesar del rechazo congresal, el presidente Johnson estaba dispuesto a dar los F-5 al Perú sin el congreso. El 17 de octubre Johnson instruyó al embajador Jones a reabrir las negociaciones con el GOP (Government of Peru) por un préstamo de 40 millones de dólares para la compra de F-5. La aprobación final estaba condicionada a que los peruanos no compren los Mirages. La oferta estaba pensada para poner presión sobre los peruanos, pero también señalando la intención del gobierno americano de «ayudar al Perú» y a su esfuerzo de exculparse (sic). Si el congreso imponía sanciones al Perú, al menos la Casa Blanca habría probado su buena voluntad.

El 19 de octubre el gobierno informó sobre este esquema a la prensa, que reaccionó virulentamente en contra. Lo tomó como una rendición y una cesión ante un chantaje. Diversos congresistas americanos reaccionaron en forma similar, proponiendo sanciones al Perú.

Ante la ruptura del monopolio americano por los franceses, los aliados de EEUU comenzaron a expresar a ese país su deseo de entrar también en el mercado latinoamericano. La prensa inglesa planteaba abiertamente el tema del veto americano. En cambio la prensa francesa, Le Monde, a la vez que criticaba la decisión del gobierno francés de vender Mirages al Perú, rechazaba la hipocresía de los EEUU, ya que la razón real de su oposición no era evitar el armamentismo en la región latinoamericana sino evitar que su industria bélica perdiera el monopolio.

Mientras tanto, Lima le daba señales contradictorias a Washington. Mientras Belaúnde les decía que el acuerdo con los franceses no se cancelaba, el general Julio Doig Sánchez, Ministro de Guerra, le decía que todavía había espacio para resolver el asunto F-5/Mirages.

El Departamento de Estado diseñó dos planes. Uno era compensar al Perú por cancelar el acuerdo con los francese, otro era que el Perú revenda los aviones a un tercer país, con EEUU ayudando a buscar ese comprador. El primer acuerdo era mejor que el segundo, pues no requería el visto bueno de los franceses. EEUU envió al Perú al general Andrew P. O’Meara y a William G. Bowdler del National Security Council para negociar el tema.

Sin embargo, el asunto quedó ahí y no se llegó a un acuerdo. El tema quedó suspendido en los primeros meses de 1968 con los EEUU ocupados con la ofensiva del Tet en Vietnam. Es en esos momentos que en EEUU pasan la Enmienda Conte-Long que suspende la ayuda económica a los países que la reciben y compran con su propio dinero armas sofisticadas. Con este instrumento, el gobierno americano anuncia el 16 de mayo de 1968 la suspención de toda ayuda económica al Perú. Retienen 37.5 millones de dólares para diversos programas y proyectos. Johnson toma esta medida para evitar la crítica del congreso de seguir ayudando a un país que desvía la ayuda hacia la compra de armas.

La reacción en el Peru fue de total oposición, tanto del ejecutivo, como del congreso, El Comercio, el Colegio de Abogados, el Colegio de Ingenieros rechazaron el corte de ayuda americano y en particular el Colegio de Ingenieros llamó a recuperar la Brea y Pariñas en poder de la IPC. En la región hubo diversas expresiones de solidaridad con el Perú. En una conferencia militar internacional los comandantes de Uruguay, Brasil, Chile (!) y Bolivia se pronunciaron porque cada país pueda comprar los aviones que crea convenientes para su defensa sin ninguna coerción de ningún otro estado. Desde la academia americana también hubo pronunciamientos. El profesor de historia Frederikck B. Pike de Notre Dame criticó las sanciones al Perú, como un gran error de la política americana.

Johnson no se esperó tal reacción e instruyó a su embajador en Lima a anunciar que no era que los préstamos de desarrollo se habían cortado; simplemente no se habían hecho. Intentos que para nada apaciguaron al Perú.

Con todo esto los Mirages se convirtieron en sinónimo de la soberanía peruana. «Los Mirages son los aviones del pueblo del Perú», diría el general FAP José Gagliardi Schiaffino. El Comercio dedicaría un especial a la guerra de los seis días que tuvieron a los Mirages como gran protagonista. Los pilotos peruanos se fueron entrenando en Francia preparando la presentación al público de los aviones. El Comercio mostró los aviones con los colores rojo y blanco y renombrados 5P con P de Perú. El 28 de julio de 1968 Lima vería a los aviones supersónicos volando por sus cielos. Los Mirages eran el nuevo símbolo patrio.

Los franceses también celebraríany lo tomarían como un paso para acercarse a Latinoamérica (concepto, dicho sea de paso, inventado por ellos por oposición a Iberoamérica) también en otras esferas como la cultural. El ensayista Eric Deschodt diría que en el Perú se entiende mejor a Jean-Paul Sartre cuando las fuerzas armadas peruanas cuentan con Mirages. Francia no podía ni quería desplazar a EEUU como potencia en la región, pero sí quería romper la política de bloques y afirmar su grandeur. Y tampoco es que a De Gaulle le ligara mucho la jugada. En mayo de 1968 los estudiantes y la crisis económica lo hicieron tambalear y tuvo que pedir ayuda económica a los EEUU, hasta que en abril de 1969 se vio forzado a renunciar.

En el Perú los ánimos con los EEUU estaban pues muy calientes. El asunto de los Mirages definitivamente contribuyó al golpe del 3 de octubre y al
radical viraje político de los militares peruanos. En 1969 el Perú rompía toda relación militar con los EEUU.

También llevó a que la región diversificara sus fuentes de armamentos: franceses, israelíes, soviéticos. Un claro ejemplo de un monopolio mantenido artificialmente con barreras de entrada al mercado de tipo político. La pretensión americana era insostenible, anti-económica, anti-política, anti-peruana. Una gran metida de pata.

Mirages, pero más recientes.

De Francia al Perú.

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