Por - Publicado el 06-10-2008

La protesta contra la visita de Nixon fue el 8 de mayo de 1958 fue una gran noticia en el Perú como en el mundo. El vice-presidente americano no pudo hablar en la Universidad de San Marcos en el Parque Universitario de Lima. Le tiraron piedras; una le rozó el cuello. Le escupieron en la cara al regresar al Hotel Bolívar. Nixon estuvo tranquilo hasta que se enteró que los estudiantes retacearon una bandera americana. Posteriormente, el vice-presidente visitó la Universidad Católica donde fue bien recibido.

Hace poco, el ex-ministro Vásquez Bazán en este post recordaba y celebraba ese hecho ocurrido hace 50 años:

Nixon y su comitiva se alojaron en veinte suites del −en ese tiempo lujoso− Gran Hotel Bolívar, donde recibió las primeras muestras del rechazo popular a su presencia en el Perú. La protesta continuó la noche del miércoles 7, cuando Nixon llegó al banquete en su honor ofrecido por la legación norteamericana. Miles de manifestantes reunidos frente al local de la Embajada le gritaron incansablemente de todo, primando entre los insultos el «Muera Nixon» y el tradicional «Nixon Go Home».

Al día siguiente, jueves 8 de mayo, a las 9 horas, el vicepresidente norteamericano inició sus actividades colocando una ofrenda floral en la base del monumento al Libertador José de San Martín, en la plaza del mismo nombre, frente al Hotel Bolívar. El arreglo floral presentaba entrelazadas las banderas peruana y estadounidense.

Luego del homenaje al Libertador del Perú, el vicepresidente de Eisenhower abordó un vistoso Ford Edsel y se dirigió presto a visitar la Universidad de San Marcos, cuya Federación de Estudiantes (FUSM) lo había declarado persona non grata, mediante una declaración fechada tres días antes, el 5 de mayo. Montado en su convertible blanco, premonitariamente, Nixon comenzó a ser destinatario de decenas de huevos de gallina clueca, arrojados por la multitud congregada en la avenida Nicolás de Piérola. (Tiempo después, Nixon afirmaría que los huevos fueron arrojados contra el Ford Edsel, no contra él.)

Cumplido el corto trayecto a San Marcos, el vicepresidente Nixon descendió del convertible en el Parque Universitario, en medio de una multitud hostil, estimada en dos mil personas, que repetían «¡Nixon Go Home!», «Muera Nixon» y «¡Víbora Go Home!». Había entre los manifestantes gente de filiación política diversa, entre los que destacaban socialistas como Gustavo Valcárcel, apristas como el joven dirigente universitario Alfonso Barrantes Lingán, trotskistas e independientes.

Estudiantes premunidos de piedras y altisonantes pitos también abrumaron al sorprendido Dick Nixon, impidiéndole el acceso al claustro universitario, cuya puerta había sido cerrada desde el interior. Fue aquí que un guijarro rozó el cuello del ilustre visitante y otra piedra le rompió un diente a mister John T. Sherwood, jefe del destacamento de doce miembros del Servicio Secreto USA encargado de la custodia de Nixon.

Frustrado en su intento de discursear en San Marcos, Nixon se vio obligado a retirarse, regresando a la suite presidencial del Gran Hotel Bolívar. Tuvo la mala suerte de ser seguido por una imponente marcha de sanmarquinos en medio de una gritería abrumadora. Un grupo de ellos destruyó la bandera estadounidense que formaba parte de la ofrenda floral colocada por Nixon en el monumento a San Martín. Otro grupo arrojó basura al futuro presidente de Yanquilandia, en tanto que un manifestante afectado de bronquitis asmatiforme, procedió a aplicarle en la mejilla un suculento, verduzco, sonoro y temperado gargajo.

La protesta sanmarquina contra Nixon fue en realidad una manifestación de rechazo a la política exterior de Yanquilandia, que pregonaba democracia pero se entendía −y muy bien− con dictadores como Odría, Pérez Jiménez, Trujillo, Somoza, Rojas Pinilla, Stroessner y Batista, a quienes proporcionaba apoyo económico, político y militar. En el caso del Perú, Eisenhower tuvo la ligereza adicional de condecorar al dictador Odría.

El rechazo a Nixon también fue una expresión crítica frente al golpe militar organizado por la CIA en contra del gobierno democrático de Jacobo Arbenz en Guatemala. Arbenz había intentado aplicar una reforma agraria que perjudicaba los intereses de la empresa imperialista United Fruit Company.

Finalmente, no puede dejar de mencionarse el rechazo de los estudiantes a (1) la actitud del gobierno norteamericano de no reconocer la soberanía del Perú sobre las doscientas millas de mar territorial; (2) la intención del régimen de Eisenhower de aplicar impuestos de importación a productos peruanos como el plomo y el zinc; (3) la oposición norteamericana a la creación del mercado común de América Latina; y (4) el sospechado uso de la gira por Nixon, en apoyo a sus ambiciones presidenciales en las próximas elecciones estadounidenses de 1960 (en las que sería derrotado por John F. Kennedy).

Se trató pues de una manifestación anti-imperialista. De hecho fue un punto de viraje, pues marca el inicio una nueva radicalización de sectores de izquierdas en el país.

Esta es la versión que ha quedado sobre la visita de Nixon al Perú. Sin embargo, hay un par cosas interesantes a señalar sobre este hecho. La primera es la versión del propio Richard Nixon, como consta en su obituario del New York Times:

But in Peru crowds of students and others had been worked into an anti-Yankee, anti-Nixon frenzy by speakers and signs.

‘Are You Afraid Of the Truth?’

When a rock thrown from a crowd in Lima grazed the Vice President’s neck and hit a Secret Service agent in the teeth, Mr. Nixon shook his fist at the crowd and asked, «Are you afraid to talk to me? Are you afraid of the truth?» He leapt onto the trunk of his car shouting: «Cowards! Are you afraid of the truth?»

In a later confrontation someone spat in his face. «I felt an almost uncontrollable urge to tear the face in front of me to pieces,» he wrote later. «I at least had the satisfaction of planting a healthy kick on his shins. Nothing I did all day made me feel better.»

Such confrontations paid off in public acclaim. On his return to the United States, he was greeted by cheering crowds as a conquering hero.

THE 37TH PRESIDENT; In Three Decades, Nixon Tasted Crisis and Defeat, Victory, Ruin and Revival

Es decir, Nixon increpó a la turba que lo apedreaba «¡Cobardes! ¿Tienen miedo a la verdad?», lo cual le valió ser recibido como un héroe as su regreso a los Estados Unidos (Una versión crítica a la visita de Nixon al Perú la dio el New York Times en tiempo real, aquí). Nixon quedó como una persona altiva y nada amilanada por la turba, en condiciones de clara desventaja.

El segundo asunto es el tema de las cuotas de plomo y zinc. En [1, p. 286] se comenta que el 7 de mayo de 1958 en la Universidad de San Marcos el tema de las cuotas al plomo y al zinc como la venta de excedentes agrícolas estaban en la boca de todo el mundo [on everyone’s lips]. La Federación Universitaria de San Marcos hacía un pronunciamiento donde (1) ratificaba su caracter anti-imperialista, pero reconocía las virtudes democráticas de los estudiantes y el pueblo norteamericano, (2) declaraba perso
na no grata a Nixon y (3) que la visita de Nixon a San Marcos no fue autorizada por ninguna organización estudiantil.

Pues bien, en [2, p. 30-31] se complementa este asunto con una versión muy creíble. En esta fuente se comenta sobre el núcleo político trotskista que operaba en Lima.

EL ASUNTO NIXON

El trust de cerebros volvió a Lima. Aquí, el binomio Luis-Boggio no había perdido el tiempo. Preparaba la «Recepción a Nixon».

Corría el mes de abril de 1958. Al comienzo se pensaba que el «agasajo» estaría de acuerdo a las estrechísimas posibilidades de la organización. No podían aspirar más que a sacar unos cuantos miles de volantes y aprovechar la coyuntura para constituir un Frente Anti-Imperialista con el Partido Comunista, el Movimiento Social Progresista y alguno que otro grupo político. Fue entonces que apareció Boggio Allende y anunció en medio de grandes misterios que había los medios económicos suficientes para impulsar la campaña anti-Nixon.

¿De dónde y por qué había de repente ese dinero?

La demanda y las cotizaciones de plomo y zinc habían estado bajando. Surgieron roces entre mineros peruanos y los demas sectores económicos. Como Nixon hacía su visita en calidad de Vice Presidente de los Estados Unidos y futuro candidato a la Presidencia de su país, los mineros (Proaño, Samamé, etc.) quisieron impresionar al visitante mostrándole un artificial descontento del público. Su meta de fondo sera negociar con la Administración Eisenhower y lograr mejores cotizaciones. O lograr, por lo menos, el permiso para comerciar con otros países y establecer una refinería en el Perú. El Presidente Prado permitió incluso que los mineros movieran «algunas masas»; por eso no ofreció una escolta policial numerosa a Nixon. Los mineros se valieron de intermediarios como Boggio, al que dieron considerables sumas de dinero, para movilizar a los partidos de izquierda.

Los hombres del POR se pusieron a trabajar noche y día. Lograron estructurar el Frente Anti-Imperialista con el PCP, el MSP, el POR(T) de Lorca y la FUSM. Los socialistas y los belaundistas se negaron a integrar el bloque.

No obstante que el dinero en manos de Boggio era para hacer un mitin relativamente pequeño e inofensivo, y para distribuir cientos de miles de volantes alusivos a la crisis en los precios de los minerales, los jefes del Frente Anti-Imperialista lanzaron sus propias consignas. Boggio compró todo lo necesario: cartones, madera, telas, pinturas, silbatos. Entregó una suma X a Luis y éste pagó toda la propaganda impresa y daba a su gente lo necesario para la movilidad. Los mineros incluso llegaron a dar a Boggio un bosquejo del contenido de los volantes. El bosquejo quedó en el tacho.

Así las cosas, se pintó cartelones de «¡FUERA NIXON! ¡MUERA EL IMPERIALISMO YANQUI! ¡MUERA EL VIRREY!» En el local del MSP Luis hizo los textos de la propaganda impresa a nombre dle Frente. Todas las organizaciones que integraban el bloque dieron su aprobación. Cantidad de los volantes: 50,000. Otros: 20,000 se imprimieron aparte, con los fondos del POR. Se planifició la recepción en el Aeropuerto, Plaza San Martín y Universidad de San Marcos.

Pese a que el mitin se realizó en horas de trabajo, la concurrencia en las calles fue extraordinaria. Y en medio de esa curiosidad colectiva emergió el vituperio y el ultraje. Nixon tampoco pudo ingresar a la Cuatricentenaria Casa Sanmarquina. Los luctuosos sucesos despertaron el temor y el resentimiento de los mineros, quienes a través de los periódicos y estaciones de radio, pidieron a gritos una fuerte represión contra los culpables. Esa misma noche una redada policial puso entre rejas a una crecida cantidad de extremistas. Incluso el Ministerio de Gobierno emitió una Resolución reprobando lo ocurrido y anunciando drácticas sanciones.

DE UN REFUGIO A OTRO

Miembros del FBI y la PIP irrumpieron en la casa de Zevallos, a eso de la una de la madrugada. Al único que sorprendieron allí fue a Hugo Blanco, al que interrogaron (…)

Es decir, lo que ocurrió con Nixon fue en realidad una emboscada en que algunos empresarios mineros en complicidad con el gobierno de Prado quisieron impresionar a Nixon y negociar temas de negocios con el gobierno de Eisenhower. Los izquierdistas, sin embargo, desbordaron los términos que les habían determinado y fueron responsabilizados y perseguidos por la protesta…

Bibliografía

[1] Bunker, Rod. 1969. «Linkages and the Foreign Policy of Peru, 1958-1966.» The Western Political Quarterly, Vol. 22, No. 2 (Jun., 1969), pp. 280-297.

[2] Añi Castillo, Gonzalo. 1967. «Historia secreta de las guerrillas». Ediciones Más Allá, Lima, Perú.

Sonada visita de Nixon al Perú presentada como un complot comunista

1. Nixon la capitalizó políticamente en los Estados Unidos.

2. Fue una protesta financiada por empresarios mineros, que filtraron dinero a sectores de izquierda que organizaron la manifestación y posteriormente fueron perseguidos debido a ella. El mismo proamericano Manuel Prado habría proporcionado a Nixon una escolta poco numerosa…

Imagen tomada de aquí

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