Por - Publicado el 18-07-2008

En El discurso militar 1 refería al documento El Terrorismo en el Perú: Versión de los Militares que lo Combatieron de la ADDCOT, donde se aprecia lo siguiente:

La CVR estima que la cifra más probable de víctimas fatales de la violencia es de 69,280, estas afirmaciones no son verdaderas, los comisionados no podrán demostrarlo, en vista que la Prensa, el Poder Judicial, los Senderólogos, los Analistas y las Fuerzas del Orden, llevaron estadísticas durante todo el proceso subversivo, día a día, mes a mes, año a año y nunca sobrepasaron los 30 mil muertos o desaparecidos, consideramos que esta mentira solo tiene una intención, la de echarle la culpa a las FF.AA., de una mayor cantidad de víctimas. Por ejemplo, DESCO, en el reporte especial N° 20 de Diciembre de 1992 y la Comisión del Senado presidida por el senador Enrique Bernales, en las conclusiones de su informe en ningún momento sobrepasaron las 28,000 victimas. A fines del año 2005, prestigiosos investigadores y especialistas afirmaron categóricamente que la cifra determinada por la CVR es indemostrable.

Comentario: Como ya expliqué en El discurso militar 2, los militares tienen su discurso y están en una actitud de negar-minimizar-justificar-desvincular. Por ejemplo, en ese mismo documento dicen que en Los Cabitos «no se torturaba ni se desaparecía a ninguna persona» (p. 12). O que la CVR compró testimonios ofreciendo indemnizaciones imaginando supuestas violaciones a los derechos humanos (p. 14). Las evidencias no sustentan estas afirmaciones. En absoluto. La gente no les cree. En el Perú muchos ciudadanos repudian y muchos otros justifican que los militares hayan matado, pero que les crean que no mataron, muy pocos. La gente también entiende que se están defendiendo de serias acusaciones y que algo tienen que decir para defenderse. Pero no les creen. Lo más probable es que los militares entiendan que la gente, incluso la que los apoya, no les crea.

En tal sentido, el párrafo reproducido arriba es llamativo. Los militares cuestionan la extrapolación de la CVR. Les parece una cantidad exagerada y establecen no más de 30mil muertos o desaparecidos como cifra creíble. Incluso citan a DESCO y al senador Enrique Bernales, una institución y un político de izquierdas. Pues bien, lo curioso es que estas dos fuentes responsabilizaban a las FFOO como principales violadores de los derechos humanos, no a Sendero Luminoso. No es que los militares descartaran de plano cualquier estadística sobre víctimas mortales. No. Aceptan dos informes al respecto en que son responsabilizados. Efectivamente, ni los informes de DESCO ni el informe Bernales causaron el rechazo que causó la CVR con su extrapolación. En plena guerra interna, los militares no acusaron a DESCO ni a Bernales, posterior comisionado de la CVR, de «caviares» ni rechazaron sus informes, como sí ocurrió después con el informe de la CVR. ¿Por qué? Más aún, las reservas con las proyecciones de la CVR vinieron de la propia CVR, del comisionado Tte. Gral FAP Luis Arias Graziani:

En este punto es importante precisar que el número de víctimas debidamente documentada está entre 24,000 Y 25,000 personas. Cualquier otra cantidad que la Comisión estime como probada es producto de una proyección matemática o estadística, la que si bien es cierto ha sido realizada con soporte científico por parte de los técnicos peruanos y extranjeros, no pasa de ser una proyección. Por ende, estimo que esa no es una verdad comprobada.
Carta del General Luis Arias Graziani

Manifiesta también que los testimonios recopilados no son automáticamente prueba de carácter legal, la insuficiencia de la pobreza como explicación de la insurgencia, la no reconcilación de las FFOO con los grupos terroristas, etc. No es que niegue de plano los testimonios de la CVR. Tal vez sea lo máximo que se haya podido llegar en términos de aceptación de parte de las FFOO. Por ahora. En cualquier caso, llama la atención esta carta de reserva y es expresiva del algún tipo de ruptura en la misma CVR. Arias Graziani, con su discurso militar, quedó fuera del discurso de la CVR, incluso en un aspecto atendible, como abstenerse de hacer una extrapolación o proyección.

Este ha sido el gran costo que la CVR ha tenido que pagar por tomar la decisión de realizar la extrapolación que realizó: antagonizar su relación con el estamento militar, y a partir de él con otros sectores. La relación con los militares ya era suficientemente tensa por las acusaciones de violaciones a los derechos humanos como para enfrascarse en extrapolaciones que iban a ser cuestionadas sí o sí, por todos, tanto política como técnicamente. De haberse atenido sólo a los casos documentados, no habrían tenido que enfrentar la avalancha de críticas que les cayó. Hubiera habido otras críticas, mas no por las cifras. Las críticas siempre vienen por el lado más débil, y definitivamente, el lado más débil de la CVR es su extrapolación.

Así, la CVR tuvo que perder tiempo explicando y justificando sus extrapolaciones, que, como suele ocurrir con los puntos débiles, se volvieron el tema principal y distrajeron la atención de otros temas (ver aquí y aquí, por ejemplo). Fue arrinconada contra las cuerdas. Un pésimo clima para una reconciliación nacional. Fue el resultado de preferir la «verdad extrapolada» a la verdad documentada.

Poco después de publicado el informe los responsables de la extrapolación respondieron a las críticas, en una cerrada defensa de su trabajo. Tal vez en ese momento reaccionaron con fervor y ensimismamiento, posiblemente por el arduo trabajo que tuvieron que hacer. Sin embargo, el año pasado, publicaron FAQ Estadísticas CVR en que insistían en justificar las extrapolaciones que hicieron. Al parecer, el tema de los derechos humanos en el país durante la guerra interna ha quedado atado a estas de por sí vulnerables extrapolaciones y la actitud defensiva de parte de quienes trabajaron en la CVR no se atenúa con el tiempo.

El tiempo debería haber ayudado a evaluar y replantear las decisiones tomadas por la CVR, pero se las sigue justificando. Había una alternativa y era no extrapolar, quedarse con los casos reportados a todas las instituciones y que la cifra fuera modificándose a medida que se producían descubrimientos de casos. Se habría evitado que se ponga en cuestión todo el trabajo de la CVR.

¿Por qué los militares sí pudieron aceptar la cifra de 28mil víctimas mortales y ser los principales victimarios pero no pueden aceptar la cifra de 69,280 víctimas mortales y que Sendero Luminoso sea el principal responsable?

Veamos los datos de la propia CVR.

La CVR documenta de todas las fuentes 24,692 víctimas. Como dije hace año y medio en Los guarismos documentados por la CVR, hubiera bastado con que señalara esa cifra (una de las tres que reporta Las extrapolaciones de la CVR 2). Pero no. Opta por lanzar una proyección y extrapola a 69,280 víctimas mortales. Claro, con ello proyecta que las FFOO en vez de matar a 11,564, mataron a 20,458 personas. Al mismo tiempo, de 9,243 casos victimados por Sendero Luminoso proyecta 31,331 casos.

El discurso de los militares no era incompatible con que a fin de cuentas reconozcan su responsabilidad en los 11,500 casos documentados con los que contó la CVR.

Se podría decir que los militares tienen un incentivo para negar estas extrapolaciones, pues ahora tienen que responder por 9mil casos más que los documentos. Sin embargo, Sendero tiene que responder por muchos más: 22mil casos más, extrapolados. ¿Por qué se oponen tanto entonces?

Tal vez la mayor responsabilidad de Sendero les da igual, pues finalmente fue Sendero quien inició la guerra insurgente. Por otro lado,al fin y al cabo, de alguna forma los crímenes de Sendero Luminoso y el MRTA son también responsabilidad del país y en particular de las FFOO en la medida en que su misión es defender al pueblo de este tipo de amenazas. Es como si todos los muertos extrapolados fueran responsabilidad de las FFOO y por eso rechazan las cifras extrapoladas.

Una posibilidad a tomar en cuenta es que como combatientes en la guerra, que llevaron estadísticas de bajas propias, enemigas y civiles, simplemente no les cuadran los números. Obviamente que los militares tienen sus propias estimaciones del conflicto interno, sus propias cifras, como arriba señalan. No es creíble que hubieran incinerado todos los archivos. No. En algún lugar ha debido quedar constancia de lo que ocurrió: informes, fotos, videos, restos, que alguna vez tendrían que desclasificar. Ellos saben bien lo que ocurrió y tienen cifras que les son aceptables y cifras que no lo son. No es que no acepten ninguna cifra. Claro, se entiende que lo harán a regañadientes, cuestionando, alegando, pero alguna cifra y alguna responsabilidad tendrán que terminar por aceptar. Eso sí, el discurso militar de negar-minimizar-justificar-desvincular mella la credibilidad de dicha posibilidad.

Y por supuesto, las extrapolaciones una vez en el centro del debate son criterio para otras cosas más de fondo: si uno acepta las extrapolaciones, uno defiende los derechos humanos (o, en su defecto, es un «derechohumanista», «gramsciano», «co-terrorista»); si uno no las acepta, uno asume el discurso militar (cuando no el terrorista). Una falsa polarización. No hay espacio para distanciarse de las extrapolaciones sin asumir en bloque el discurso militar o terrorista. Estos desencuentros son peligrosos, pues indican la debilidad de la post-guerra peruana, que más parece una continuación light de la guerra pasada. En fin…

Dudo mucho que los militares argentinos o chilenos hubieran reaccionado de una forma muy diferente que los militares peruanos de haberse hecho extrapolaciones de víctimas en la Argentina o Chile, respectivamente. En cambio, no les quedó otra que aceptar su responsabilidad (a regañadientes, justificando, ocultando, alegando) sobre los muertos y desaparecidos en esos países (1).

En las guerras el uso de la información forma parte de las acciones de guerra. Que un enemigo cause bajas en el bando propio, es una información que puede convenir no difundir. Igualmente las bajas que se causen en el bando enemigo. Pero la guerra ya pasó y se tiene que entender que se tiene que entrar a una dinámica de desclasificación de información. A la larga todo se acaba por saber. Y poco a poco están apareciendo las evidencias sólidas que no se tuvo anteriormente. En cambio, una extrapolación no es otra cosa que una especulación. Una especulación educada, pero una especulación al fin, que en el caso peruano resultó ser muy costosa para todos.

Concluiré este post citando las palabras de Arias Graziani:

el veredicto definitivo lo dará la Historia, que sólo se construye con el tiempo. El informe final de la Comisión (…) [de la Verdad], por tanto, deberá ser contrastado con la verdad histórica que la Nación oportunamente encontrará.

Efectivamente, con el tiempo vamos encontrando la verdad….

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(1) Pero claro, en la Argentina los militares perdieron la aventura militar que fue la improvisada guerra de Las Malvinas y en Chile los militares perdieron el referéndum por lo que tuvieron que ceder el poder. En el Perú no hubo gobiernos abiertamente militares desde 1980, pero Alan García, comandante general de las FFAA en tiempos de guerra, salió reelegido y queda por ver qué pasa con Fujimori, que encabezó un golpe con participación militar.

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  1. Según condición: las otras cifras »
    08-04-2009 - 10:13

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