Por - Publicado el 26-06-2008

» “el chino (…) parece haber inoculado en su descendencia, el fatalismo, la apatía, las taras del Oriente decrépito”»
(…)
«
el aporte del negro, venido como esclavo, casi como mercadería, aparece más nulo y negativo aún. El negro trajo su sensualidad, su superstición, su primitivismo. No estaba en condiciones de contribuir a la creación de una cultura sino más bien de estorbarla con el crudo y viviente influjo de su barbarie».

Estas frases no provienen de ningún editorial de Correo. Son de Mariátegui, pero del súper senior, de José Carlos, el «Amauta».

¿Qué le pasó?

Aquí y aquí Marcel Velásquez sostiene que Mariátegui fue un racista y hasta que promueve un «genocidio cultural». Hay diversas respuestas sobre el tema: Dante Castro y otros, Carlos Velarde, reacciones en listas de internet esta y esta, este blog sobre racismo en el Perú. Seguramente hay muchas más. El debate se está dando en estos momentos.

Mariátegui da para todo.

Una vez en una entrevista televisada le preguntaron a Sandro Mariátegui cómo así su padre era un comunista tan emblemático y él en cambio era un alto dirigente populista. El entrevistado replicó que su padre según los propios comunistas en realidad era un «populista» (1) y que efectivamente, él (Sandro) veía mucha coincidencia entre el «Peruanicemos el Perú» de José Carlos Mariátegui y «La conquista del Perú por los peruanos» de Fernando Belaúnde Terry.

«Mi abuelo era comunista porque en su época no había CNN», diría Aldo Mariátegui, sugiriendo que el abuelo estaba mal informado sobre el mundo en que vivía (2).

Según el hijo puede ser populista. Según el nieto era un malinformado que de enterarse hubiera sido como él (Aldo). Da para todo (Lo claro y curioso es que la prole y los proletarios de Mariátegui tomaron caminos muy diferentes).

En mi opinión lo que dijo o no dijo (o lo que quiso decir) Mariátegui es un debate de exégetas, interesante para entender el pensamiento de una época, pero con poca repercusión práctica para el Perú actual, que tiene problemáticas muy diferentes a las de Mariátegui (o Haya de la Torre o Víctor Andrés Belaúnde).

El venerable José Carlos Mariátegui ya fue. Es decir, adelante con los homenajes y reconocimientos, pero su mensaje ya no es de actualidad. Hace rato. Hay un nuevo Perú que necesita sus nuevos ensayos de interpretación de la realidad. Claro, se puede parchar por aquí y por allá, pero llega un momento en que algo tiene ya tanto parche que tiene que ser desechado del todo. Se necesitan propuestas, izquierdistas, derechistas, centristas o de la orientación que sea, pero adecuadas al momento actual.

Lo interesante es lo que queda de este tipo de expresiones y actitudes en las élites izquierdistas actuales, pues no se trata de un caso aislado. Las frases de Mariátegui citadas arriba efectivamente son racistas, estereotipadas, prejuiciosas, discriminatorias (3)(3a)(3b). Así también eran las frases de los sindicalistas anarquistas contra los asiáticos (ver «El peligro amarillo» en las revistas del archivo Sabroso en la PUCP). Esto incluye a Manuel González Prada. Eran una suerte de Le Pens peruanos. Los asiáticos habrían venido a quitarle el trabajo a los obreros peruanos. Porque, no lo olvidemos, hubo una época en que nuestro país era destino y no origen de la migración internacional.

Y no sólo había contra los afroperuanos o peruanos de origen asiáticoj (3c), sino contra los mismos peruanos autóctonos. La posición de la delegación peruana, mejor dicho limeña, en el encuentro de la Internacional Comunista en Buenos Aires (aludido ayer por Miguel Tejada en este post) expresa un temor ante el «indio sublevado» que en sus revueltas mataría a todos los blancos «sin distinguir si son burgueses o proletarios». Por ese temor pedían que no se alentara la identidad quechua o aymara. Entre las élites intelectuales de izquierdas de la región latinoamericana se veía al «indio» con extrañeza y como un factor de atraso (4). Los comunistas cusqueños no tenían esos prejuicios. Ellos estaban por una gran «tempestad en los Andes», precisamente por una gran sublevación indígena anticapitalista.

Décadas después, con la reizquierdización del panorama político, en los sesentas, la «nueva izquierda» acicateada por la revolución cubana (5) y hastiada de discusiones internacionales sobre si Moscú , Beijing, Belgrado u otro lugar, orientaría su mirada a Mariátegui. Los intelectuales de izquierdas que revalorizan a Mariátegui vuelven sobre el tema «del indio» y ven como algo ridículo que se hablara de cualquier identidad quechua o aymara u otra (Ver «La agonía de Mariátegui» de Alberto Flores Galindo). El tema es la tierra. Todos tenemos que ser ciudadanos peruanos. Pues resulta que a comienzos del siglo XXI queda claro que después de la reforma agraria y de la guerra interna, la discriminación racial continúa y algunos son más ciudadanos que otros. No iba sólo por la tierra. Ni tampoco sólo por el capital o por el capital humano (6). Te pueden seguir maltratando igual simplemente por ser quien eres, no importa cuánto ganes, cuánto sepas, o cómo te vistas. Y las identidades indígenas siguen ahí, con buena salud: chancas en Andahuaylas, aymaras en Puno y Moquegua, wankas en Junín, quechuas en Cusco y en más lugares, por supuesto.

No sólo eso. Es muy explícita la contradicción dentro de la izquierdas actuales. Por un lado una izquierda de élite, blanca, electoral, suntuosa, oenegista, moderada, limeña, y por otro una izquierda popular, mestiza, social, pobre, sindical, radicalizada, regional. La primera se presenta como muy solidaria y correcta a la hora de las palabras públicas, pero a la hora de la práctica o de lo que se dice en privado es racista, excluyente, discriminadora, explotadora. En la práctica, en muchos casos, son verdaderos encomenderos de izquierdas (ver aquí, aquí, aquí, aquí). Y la segunda no esta libre de problemas, pues genera desconfianza por su arbitrariedad, violentismo, falta de propuesta, falta de credibilidad. Y por supuesto, esta segunda izquierda siente rencor, repulsión por los «colorados» que tienen la sartén por el mango dentro de las izquierdas. Eso también es racismo. Todos contra todos (7).

En fin, el racismo entre las izquierdas es un tema nada marginal dentro del tema del racismo en el país. Como para prestarle más atención. Queda aquí por ahora…

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(1) mencionando al académico soviético Miroshevski, autor de “El Populismo en el Perú. Papel de Mariátegui en la historia del pensamiento social latinoamericano”. Sin embargo, este académico se refería a los populistas rusos, los narodniki.

(2) José Carlos sí estaba al tanto de lo que pasaba en el mundo, como que escribió «La escena contemporánea» sobre lo que ocurría en el mundo en esa época.

(3) Karl Marx también tuvo expresiones racistas y estereotipadas contra los mexicanos: perezozos, que tenían todos los defectos de los españoles y ninguna de sus virtudes, que mejor era que los Estados Unidos invadieran y administraran de una vez toda la región americana

(3a) Posiblemente la posición de Mariátegui estuvo influída por la prédica de De las Casas, quien defendió a los nativos de las américas, pero, y es así como se le recuerda en el Caribe, impulsó la importación de esclavos africanos al continente, cosa de la cual al final se arrepintió. Posiblemente, también, sea influencia del pensamiento positivista en boga a comienzos de siglo. Pero claro, si es así, habría que preguntarse cuánto de ese «pensamiento positivista» queda todavía en las izquierdas peruanas.

(3b) Y la posición de Mariátegui no sólo sería prejuiciosa en términos raciales, sino también en términos de género:

En relación con el debate sobre la literatura femenina, Mariátegui omite y excluye la presencia y los textos de las autoras pertenecientes a la denominada «primera generación de mujeres ilustradas en el Perú» (Denegri, 1996). No se refiere ni dice nada sobre Clorinda Matto de Turner, ni sobre Mercedes Cabello de Carbonera, ni sobre Juana Manuela Gorriti. No debe de tratarse de desconocimiento, pero en todo caso, excluyó de su propuesta en este “proceso literario” a autoras que compartían con él algunos de sus ideales y por lo menos su anticlericalismo. La única mujer a la que incluye Mariátegui en su “proceso” es a una autora contemporánea suya: Magda Portal (1903-1989). Considera Mariátegui que con el advenimiento de Portal “al Perú le nació su primera poetisa, excluyendo, tal vez porque consideraba al período colonial como un momento no-peruano, a las poetisas anónimas de la colonia: Amarilis y Clarinda, consignadas por Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas.

Rocío Silva Santisteban «Cuidado: zona de deslizamientos» (2001)

Es decir, ninguneaba a las mujeres…

(3c) Décadas después los japoneses-peruanos serían perseguidos. Hasta ahora el estado peruano no se ha disculpado por tales hechos. ¿O sí?

(4) Eudocio Ravines en «La Gran Estafa» (The Yenan Way) señala que José Ingenieros le contestó a la pregunta de qué era lo que más necesitaba el país (el Perú) con: «Raza blanca, hijo mío. Raza blanca».

(5) El propio Ernesto Guevara tendría expresiones despectivas contra los mexicanos y cubanos. Tampoco conectó con los campesinos bolivianos (ver Mitos que matan).

(6) En realidad, si uno se fija en la literatura llamada indigenista de esa época, un tema es la tierra, pero otro tema, y también está muy claro, es la educación, el capital humano. A los campesinos de Scorza no sólo les quitan la tierra, sino que les queman las escuelas construídas mediante trabajo comunitario, a Rendón Willka de Arguedas lo azotan por intentar asistir a la escuela, para luego expulsarlo humillantemente). A los campesinos quechuahablantes no sólo les arrebatan las tierras, sino tambien les niegan la educación.

(7) En el Perú una constante muy evidente ha sido el elitismo de las izquierdas. Prácticamente todo grupo de izquierda en el Perú ha sido dirigido por algún tipo de élite, por lo general insensible a la problemática de discriminación racial de las mayorías. Esto incluye por supuesto a los grupos terroristas como Sendero Luminoso y el MRTA como a todos los grupos que tuvieron alguna fortaleza en los setentas y ochentas. Acaso este rasgo explique por qué en el Perú, a diferencia de Bolivia y Ecuador, el tema racial haya sido un tema tabú por tanto tiempo. Demasiados «problema de la tierra» y representación indirecta de los propios interesados.

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Enlaces a este artículo

  1. Mariátegui, Arguedas y Flores Galindo » Gran Combo Club
    26-03-2012 - 19:01

Comentarios a este artículo

  1. Chinasklauzz dijo:

    ¿J.C. Mariátegui racista?

    Veamos el contexto cultural del tiempo que se escribio ese texto y se entenderá que tuvo razón, pues el Amauta no describe una realidad social, sino literaria.

    Ubiquemos el contexto y se entenderá mejor su posición.

    Chinasklauzz

  2. Mario Augusto Puga Valera dijo:

    Saludos, Sr. Rendón.
    Concuerdo con que necesitamos aportes nuevos sobre nuestra realidad actual. No podemos vivir del pasado. La tarea es muy ardua, pero definitivamente obligatoria para entender nuestra realidad.
    Y, bueno, recordemos que JC Mariátegui y otros izquierdistas eran gente de su tiempo (tiempo en el que ser racista era la regla y no la excepción). Una razón más para tomar críticamente sus aportes y evitar adulaciones.