Por - Publicado el 16-06-2008

En una polémica desarrollada en uno de los comentarios del blog, se plantean implícitamente algunas ideas acerca de cómo deben desarrollarse las discusiones acerca de ciertos temas. Para algunos, desde la literatura se puede aportar visiones distintas a las de los académicos sobre los problema del país. Para otros, para opinar sobre un tema, se debe hacerlo desde la rigurosidad de las ciencias económicas, políticas o sociales.

El problema con la primera posición es que se pierde rigurosidad, con la segunda que se reduce el debate ciudadano a un debate entre letrados, y se descalifican las opiniones de los legos.

El punto central es que en una sociedad democrática todos los ciudadanos tienen derecho a opinar sobre lo problemas de la comunidad y sobre las posibles soluciones a los mismos (pudiendo ser éstas de reforma o de revolución, en el lenguaje de fines del siglo 19).

Lo que se debe exigir en la discusión es que las opiniones estén debidamente sustentadas. Y el sustento no lo dan las credenciales del que expone una idea, sino la coherencia interna del argumento y su apoyo en la ralidad. En tanto ciudadanos, economistas, literatos o campesinos pueden y deben opinar sobre economía, y lo que se les debe exigir es que sus posiciones estén argumentadas. Ciertamente, el economista tendrá más elementos mtodológicos para opinar sobre temas económicos, pero eso no puede impedir que otros ciudadanos, debidamente informados, puedan opinar también sobre esa area. Negarlo sería reducir el área abierta al debate ciudadano.

Y para qué el debate ciudadano? para tomar decisiones, en una sociedad democrática en las elecciones. Para optar entre las distintas alternativas de política presentadas ante la ciudadanía. Para optar y, muchas veces, errar en la elección.

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