Por - Publicado el 10-05-2008

Seguramente ya leyeron esta interesante y muy sintomática noticia: La revista Cosas pacta un canje publicitario con la boutique Designers sin advertir que las prendas van a ser usadas por los miembros del Grupo 5. Leamos un detalle:

La representante de la exclusiva boutique Designers, Vanesa Delacroix,
expresó su molestia y lanzó comentarios discriminatorios contra el Grupo 5,
luego que éstos aparecieran en la revista ‘Cosas’ vistiendo prendas de la marca
como Ermenegildo Zegna o Valentino.

«Esa marca es para gente seria y la cumbia no es seria. No sabíamos que la ropa era para el Grupo 5. He recibido malos comentarios de mis clientes», afirmó en un reportaje del programa ‘Enemigos Íntimos’.

Delacroix explicó que el perfil de sus clientes es el de «gente seria como políticos» y agregó que su público objetivo es «A+». Asimismo, descartó que la tienda discrimine a los músicos chiclayanos, ya que ellos también tienen «clientes oscuritos».

Repito: la noticia es sumamente interesante porque expresa muy bien la crisis de los símbolos de estatus en el Perú. Aquí van mis comentarios:

  1. “Gente seria como políticos”. Esto, en principio, describe muy bien la capacidad de la representante de la “exclusiva boutique”. Si hay un grupo de gente informal, ignorante y escasamente seria en el Perú esos son los justamente políticos peruanos. Sobran comentarios en este punto. En fin, la burguesía peruana ofrece constantes muestras de su poca o nula simpatía con la inteligencia.
  2. La revista “Cosas” entrevista al Grupo 5 y los viste de gala. Es una interesante y nada desdeñable señal de que son otros los personajes que se alzan con la representatividad social. Ya no son solamente los empresarios, artistas o académicos de origen criollo. La cumbia peruana pasa de ser una mayoría numérica a una mayoría simbólica.
  3. La invasión de los nuevos sectores populares parece irreversible. Ahora bien, de nada vale refugiarse cada vez más al sur si, finalmente, su estética y su cultura se apoderan de todos los sectores sociales. Muchos les seguirán haciendo ascos a “los cholos” y les prohibirán a sus empleadas domésticas bañarse en el mar y mezclarse con “la gente” sin haberse puesto un uniforme que las identifique. Sin embargo, han empezado a bailar la “Culebrítica” y otros éxitos musicales deprimentes. Pero, ojo: la aceptación de estas prácticas no necesariamente está asociada con la integración social. La exclusión sigue ahí y la noticia que reseñamos es una señal de ello.
  4. Uno viste ropa no solo para abrigarse, sino también para distinguirse. En el mundo de las distinciones, los que están (o pretenden estar) arriba de la pirámide no quieren confundirse. Esto, por supuesto, es bastante razonable dentro de la economía simbólica que impone la indumentaria. Las prendas de la boutique Designers pierden valor si cualquiera las puede usar. La protesta de la gerente, aunque nos suene ridícula, expresa muy bien el principio de que los objetos ‘exclusivos’ pierden su aura cuando son incorporados por grupos para los cuales no estaban pensados.
  5. Cuidado con el populismo. Una respuesta muy común frente a la exclusión es empezar a valorar ‘lo popular’ por el sólo hecho de ser popular. Si la burguesía lo desprecia, debe ser bueno. No, pues. La música del Grupo 5 sigue siendo la evidencia de una pobre y deteriorada creatividad artística que se ha generalizado en la cultura popular peruana. ¿Tenemos que aceptarla y ensalzarla? Yo creo que no. En una sociedad como la nuestra, la actitud correcta frente al gusto masivo es la sospecha y, de ser necesaria, la disidencia. No le hagan caso a los críticos culturales que encuentran en estas expresiones una contestación a la ideología hegemónica, una alternativa a la cultura oficial, un gesto de rechazo al establecimiento cultural dominante. No hay nada de eso. Hay un simple y triste vacío creativo que gratifica al sistema político y promueve el conformismo.

Hay pues, mucho más que una simple expresión de racismo en esta anécdota. También es notoria la caída de las fronteras estamentales y la consiguiente confusión frente al desorden que produce esta crisis.

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