Por - Publicado el 30-03-2008

Leo a Mirko Lauer:

Caviar soy, y no me compadezcas
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la preocupación de los llamados macarthistas desde el comienzo de este gobierno ha tenido que ver con dos cosas sencillas: defender la corrupción de los años 90 y competir por chambas del Estado desde el 2006.
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un intento de contrarrestar el descrédito de quienes colaboraron con el fujimontesinismo en su fase dictatorial y en sus aspectos administrativos. La idea siempre ha sido combatir la acusación con la acusación.

De otro lado está el rechazo a la competencia profesional de los cuadros «progres», que son muchos y tienen el mismo conocimiento del Estado que los cuadros «neoliberales», en el diseño de políticas públicas, y muchos bastante más en el diseño de políticas sociales. No es su postura tanto como sus conocimientos.
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Como el país tiene una seria escasez de tecnócratas, y como la inmensa mayoría de los cuadros más conservadores están en la empresa privada, la mayoría de los gobiernos, militares o civiles, ha tendido a ignorar cuál es el color del gato, y subido a bordo cuadros de centro-izquierda dispuestos a colaborar.

Hasta el fujimontesinismo trabajó así, con cuadros llegados del SODE, Patria Roja, el velasquismo, el social-cristianismo en toda su gama, y el Apra, cómo no. Si se mira con detenimiento, este gobierno no es la excepción. No es el Apra la que practica el llamado macarthismo, sino oficiosos cancerberos externos de las puertas de ingreso al Estado.

Como para darle en la yema del gusto, el director de Correo escribe:

Sunat, comunas y ONA

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Finalmente, existen 28 millones de peruanos y a Carolina Lizárraga se le ocurre llenar el sitio con los polémicos e impopulares “caviares”, como si no hubiese más gente capacitada para este trabajo, y con sueldos demasiado altos para lo que se gana ahora en el sector público. Eso garantizó aún más rechazo.
Si querían que esto no funcione, pues la hicieron linda. Una pena.

Comentario: Ya he dicho que el término «caviar» no sólo es usado por las derechas, sino también, inicial e intensivamente, por las izquierdas. Pero bueno, quedándonos en los ataques de las derechas a las izquierdas, señalaría un par de cosas:

  1. El centro de los ataques macarthistas no está básicamente en los «caviares», sino en las izquierdas en general. Se detiene sin pruebas a gente de izquierdas y se la envía a penales de máxima seguridad. Se criminaliza actividades políticas normales en una democracia. Los sindicalistas no pueden realizar sus actividades normales. Habría que ver más allá de cierta clase media alta de izquierdas, y de entre ella a los caviares, y pensar en el conjunto de la sociedad peruana. Salir del elitismo que tanto daño le hace a las izquierdas actuales. De hecho, es negativo subirse al carro de la indignación que despierta la actual política gubernamental para defender algunos intereses particulares.
  2. Hay una contradicción en la argumentación de Lauer. Por un lado, (ya quedándonos en el sector de clase media alta e ignorando al grueso de la sociedad peruana) los cuadros técnicos de derechas rechazarían la competencia de los cuadros de izquierdas. De ahí vendría la estigmatización como «caviares» a sus colegas. A continuación Lauer asegura que hay una escasez de cuadros técnicos y,más aún, que los cuadros de derechas están mayoritariamente en la empresa privada. Entonces, ¿cuál competencia, señor? Si los cuadros de derechas ya están en la empresa privada (y presumiblemente ya tienen los mejores puestos) y hay escasez (mucho más demanda que oferta de profesionales), ¿por qué habrían de picarse? Hay espacio para todos. No suena.
  3. Limitando el tema a una casta social, polarizada en un sector de izquierdas y otro de derechas, resulta que no es el actual gobierno aprista el que ha desencadenado una campaña macarthista, sino sólo algunas personas. El gobierno aprista sería inclusivo. Ayayay.
  4. Este tipo de explicaciones parte de la base de negarle al adversario político cualquier legitimidad. Como es de derechas nada de lo que diga es válido. Sólo se trata de ataques gratuitos producto del interés en tapar su propia corrupción o quitarles las chambas. Ya, pero, ¿y si tienen argumentos? ¿Y si los caviares hacen cosas criticables? La reacción a la estigmatización de las derechas parece ser que si uno critica a los caviares, uno ya es de derechas. Una deslegitimación, por cierto, muy en el estilo de las derechas que se dice criticar.

Pues, no. No creo que Luis Abanto Morales le cambie la letra al «Cholo soy»…

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