Por - Publicado el 04-02-2008

Leo que el director de Correo critica a los izquierdistas que protestan contra la expatriación de Ollanta Humala porque algunos aplaudieron que le quiten el pasaporte a D’Ornellas o porque no recuerda que éstos dijeran nada cuando se planteó la expatriación de los ministros fujimoristas que apoyaron el golpe de 1992:

O sea, correcto que expatrien a los fujimoristas porque fue un golpe de derecha, incorrecto a Ollanta porque fue una intentona izquierdista.
Los hijos del Mariscal Benavides

Comentario: Este es un ejemplo de un tipo de la falacia argumentum ad hominen, llamada Argumento tu quoque

Un caso habitual sería el de un médico que aconseja a su paciente dejar de fumar y dicho paciente le responde que él también fuma, así que, viniendo de él, el consejo no tiene validez. Esto es claramente falso dado que ser fumador no incapacita al médico para conocer los peligros del tabaco.

Efectivamente, es una falacia.

Esa estuvo fácil. A ver una más brava..

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Leo que el debate andino-criollo se ha reactivado. A estas alturas ya me suena a una polémica interminable, como la de los viejitos de Novecento de Bertolucci. Me referiré sólo al más reciente capítulo, cual es referirse a algún subconjunto de escritores como «maoísta». Todo parece haber venido de la frase de Ivan Thays en ¿Quién quiere pertenecer?

Querer representar al país y convertirse en la única voz autorizada es de un absolutismo insufrible y manifiesta un deseo dictatorial solo justificable por las nociones políticas maoístas con que se educaron algunos de esos escritores

Abelardo Oquendo responde a este artículo en Revisitando una bronca. Iván Thays le responde en Maoismo y literatura peruana y Gustavo Faverón le responde en Silencio, intolerante. Ambos se hacen preguntas parecidas.

Gustavo Faverón:

¿debemos borrar para siempre de nuestras memorias el hecho de que Gutiérrez se haya referido a Abimael Guzmán como el «paradigma intelectual» de la generación del cincuenta?

Iván Thays:

el norte con que Miguel Gutiérrez emprendió su valoración literaria de la Generación del 50 en Un mundo dividido y el que le permitió, además, dedicar las últimas páginas a una alabanza a Abimel Guzmán a quien calificó de “paradigma intelectual” de su generación amparado por el dictamen maoísta de unir acción con pensamiento.

Y llegan a conclusiones parecidas, formulándolas como pregunta más que como afirmación. En realidad, no queda claro si se trata de preguntas retóricas.

Iván Thays:

Entonces, ¿tiene o no, concretamente, el maoísmo importancia en la elaboración de algunos conceptos literarios en el Perú puestos en discusión durante la bronca andinos-criollos? Y si lo tiene, ¿por qué pacto no escrito debemos evitar la mención a esa influencia?

Gustavo Faverón:

¿Son en verdad el maoísmo o la vocación totalitaria elementos que hayan servido para enrarecer y hacer poco productiva la polémica de hace un par de años?

El lector de estas líneas podría conjeturar que las respuestas de sus autores son un rotundo «sí».

Comentario: Lo diré de saque. No creo para nada que el maoismo esté a la base de ninguna polémica. Para nada. El discurso de los «andinos» no lo veo venir del maoismo. Son categorías que no tienen por qué coincidir. Los hoy llamados «criollos» podrían ser tan maoístas como los «andinos». Y entre los «maoístas» podría haber «criollos» y «andinos».

Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir eran maoístas y no parece que esa forma de pensar los hubiera llevado autoproclamarse como los «auténticos» en contra de los «irreales» representantes de la cultura nacional. Los entonces jóvenes del parisino Mayo de 1968 inspirados en «Marx-Mao-Marcuse» gritaban «la imaginación al poder» (LIP – como quien dice SEASAP), consigna que hubiera podido suscribir cualquiera de los supuestos «criollos». Todos ellos podrían ser maoístas. Muchos de los entonces jóvenes de Mayo de 1968 en Francia están ahora en otra cosa. Los tiempos cambian. Acaso el bando «criollo» esté más cercano a Sartre y a de Beauvoir, a quienes posiblemente no vean como «maoístas», que los «andinos».

Por su parte, creo que es pertinente referir un evento ocurrido hace alrededor de dos décadas en la Universidad de San Marcos: una gran bronca entre «rockeros» y «sicuris». Los primeros urbanos, limeños, metaleros y subterráneos; los segundos andinos, puristas y nativistas. Ocurre que los rockeros anuncian un concierto y los «sicuris» se lo impiden porque los primeros son alienantes, enemigos de la cultura nacional, etc. Se arma la bronca y los jóvenes se van a un aula a debatir. Ambos bandos exponen sus argumentos en una polémica. Claro, una polémica ante el hecho consumado de la imposición. Lo interesante para nuestro tema es que ambos grupos parece que estaban influídos por el maoísmo radical, posiblemente el senderismo.

No sé si los «andinos» son los únicos auténticos. Ni siquiera sé si eso es lo que sostienen. Lo que sí sé es que el maoismo tiene muy poco que ver con todas estas posiciones.

Un segundo tema es si es pertinente referirse a alguien como maoista, el tema de fondo siendo Sendero Luminoso. Pues, en retrospectiva registro que una de las condenas más fuertes y relativamente tempranas (1983) contra Sendero Luminoso la escuché de un maoísta de Patria Roja. Los caminos de estos maoístas fueron muy diferentes. Normal. El maoísmo no tiene por qué llevar al senderismo. Si se defiende el derecho a calificar, no habría que quedarse a media caña. Habría que caracterizar al escritor directamente de senderista. Maoísta es muy impreciso. Y ahí están las menciones a Gutiérrez, que ya llevan un tiempo, sobre su paradigma Guzmán. Estas menciones se van desgastando y acaban por ser como los golpes al aire de George Foreman contra Mohammed Alí: no logran absolutamente nada. Posiblemente quienes simpatizaron con la violencia terrorista harán algún día su balance del asunto, si no lo han hecho ya, o tal vez no. En cualquier caso, su posición en el debate literario no tendría por qué variar. Sus argumentos y actitudes, que se caracterizan como excluyentes, podrían continuar, y hasta podrían tener razón (de negarles que puedan tener razón por su maoísmo, estaríamos ante un simple argumento ad hominem). La estigmatización es falaz por definición. Y tan es así que los acusados la arrastrarán por toda su vida, incluso si cambian de posición. Un ejemplo es cómo Vásquez Bazán sigue denunciando a Vargas Llosa por su apoyo a las guerrillas de 1965:

Vargas Llosa toma posición frente a la lucha armada para la toma del poder, la guerra de g
uerrillas y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria

Vergas Llosa apoyó las guerrillas de De la Puente, otro maoísta…

En fin. Creo que introducir la palabra «maoísta», lejos de contribuir a aclarar las cosas, introduce más confusión en un debate ya confuso, además de interminable y, por lo visto, inzanjable…

Harrrto Mao: para todos los gustos….

Los Maos de Warhol.

Imagen que se vendió más cara que la de Marilyn Monroe (ver aquí).

Imagen tomada de aquí. Hacer click para ampliarla.

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