Por - Publicado el 18-02-2008

Puntuales.

La llamada ley de la selva es un error.

Continúa la larga relación de violencia entre la selva y el resto de la sociedad. Desde los incas, la selva y sus naciones son el otro absoluto, pero a la vez portadores de una abundancia que supuestamente los pobladores originarios no pueden ver.

Por eso es necesario apelar a los griegos para formular una antimétafora que continúa la violencia contra las poblaciones y contra el bosque tropical. El espacio de la época del caucho, y los estragos de la guerra civil en la nación Ashaninka, se convierte ahora en una agresión económica de baja intensidad.
La maderización de la selva dará beneficios a la población al mismo nivel que los resultados de otras vetas de explotación sean el gas y los denuncios mineros. Cantidades ínfimas. Y la privatización en la comunidad indígena de Asia en la costa trae como consecuencia un virtual estado de apartheid.

Corregir esto requiere un largo proceso de limpieza. Como sostiene Roger Rumrill, la articulación sacralizante de la naturaleza como proveedora que requiere de una relación armónica con ella, se apuntala acertadamente con el concepto de De Rivero sobre la reserva estratégica tanto por las aguas como por el valor del bosque tropical.

En ese misma dirección apuntaba es esfuerzo mito poético del hermano Juan Ramírez Ruiz, que no se ha comprendido del todo. Quee espero descanse en hanan, como merece.

La curación de estos errores viene de esta vertiente y no del apego colonial a los griegos de antaño e incluso al descartable Descartes.

Que me perdone Esopo, que me parece era un buen cuento pepe.

-

No se permiten comentarios.