Por - Publicado el 18-02-2008

Leo Carta a los cusqueños de Sandro Venturo. El autor comienza preguntándose:

(…)
¿No será que están protestando por otro motivo?
(…)
Pienso: ¿no será que sus autoridades desconfían de su propia capacidad de regulación y supervisión, y por eso agitan la protesta?
(…)

Para finalizar, sin aportar más evidencia que decir «tengo la impresión», «siempre es mal visto», «es, en realidad», contestándose a sí mismo:

(…)
La protesta contra esta norma es, en realidad, una protesta contra la desconfianza hacia nuestras autoridades locales. No confiamos en nuestro Estado, ni el nacional ni el subnacional.
(…)
Las manifestaciones callejeras lideradas por sus autoridades regionales, finalmente, es también una expresión de la poca confianza que se tienen a sí mismas. Tal vez sus gobernantes regionales incentivan un chovinismo regional para eludir su principal responsabilidad: promover el desarrollo. Quizá les sea más fácil incentivar la revuelta que hacer del Cusco un ejemplo de desarrollo regional. Acaso el encargo que ustedes les dieron con sus votos les queda bastante grande.

Comentario: ¿Desconfianza en su propia capacidad? Pero veamos, ¿cuál es la capacidad real de los recientes gobiernos regionales? Es el eslabón más débil del aparato estatal (1). No estamos hablando aquí de organismos sólidos, fogueados, que sin embargo, tienen un problema psicológico de autoestima, como parece diagnosticar Sandro Venturo. No. Estamos ante instituciones de reciente creación, a las que desde Lima se les está sometiendo a gran presión (2), comenzando por la prensa limeña. He aquí un ejemplo de hoy nomás:

No más “presidente regional”

Igual de mal reaccionan los cusqueños, que creen que nos pueden imponer su parecer al resto del país si es que a ellos no les agrada una norma determinada, como la concesión de zonas adyacentes a ruinas. ¿Es que Simon y Guillén se creen que estamos en los Balcanes, que Lima es Serbia y ellos son Kosovo, Croacia y Macedonia? ¿Ese Gonzales Sayán de Cusco se cree un reyecito, el Inca del Perú? ¿No saben que esta es una república unitaria? Ni siquiera en un sistema federal, de estados asociados por contrato constitucional, los gobernadores desconocen que existe una sola política educativa nacional.
¿Mañana qué sigue entonces? ¿Arequipa con pasaporte propio? ¿Simon con ejército propio? ¿Cusco reemplazando definitivamente la bicolor por esa huachafada gay-andina? ¿Moquegua quedándose con toda el agua? Oigan, esto es un país y no un lenocinio donde cada uno hace lo que le da la gana. ¿Estos se creen curacas, caciques, señores feudales, duques, marqueses, barones, que pueden hacer lo que quieran en sus dominios? ¿Están cojudos o qué? Más allá de que tengan o no razón en este tema del tercio, ellos jamás pueden desacatar una norma superior porque eso abre las puertas a la anarquía, en un país ya lo suficientemente desordenado.
(…)
una primera reacción a esto, aunque suene baladí, es cambiarle el nombre de “presidentes regionales”. Parece que ese título se les ha subido a la cabeza. Que estos payasos rebeldes pasen a ser “intendentes” o “gobernadores”, o lo que sea.

Al lector y lectora no se les ha pasado el lenguaje despectivo de este periodista, la violencia verbal a la que recurre, el odio empozado a quienes no piensan como él y a que las regiones tengan un verdadero poder sobre sí mismas. Las quiere degradar a meras subordinadas del poder central.

Estamos ante una imposición desde Lima a las regiones. Podemos debatir sobre tal o cual medida, que podría tener sentido, pero que no ha sido consensuada a nivel regional. Alguien en Lima alambicó algo, lo negoció como decreto, lo aprobó y ahora quieren imponerlo en el Cusco sí o sí. Pues ahistá la imposición: las regiones tendrían que acatar y punto. Pues, no. Vemos que no va a ser así.

¿Y en este entierro qué vela tiene decir que «no se tienen confianza a sí mismas»? Equivocado. Es al contrario. A pesar de su corta trayectoria los gobiernos regionales claro que tienen mucha confianza en sí mismos. Y tanta que están haciendo sentir su fuerza, movilizando a quienes los eligieron. No los pueden acallar. No aceptan la imposición. No los van a pasar por encima (ver Asamblea del Cusco decide hoy acciones sobre modificada ley de turismo ). Son incipientes como gobiernos. Les falta mejorar en gestión y capacidad técnica, pero su autoestima sí que goza de muy buena salud. No necesitan de agravios ni de argumentos paternalistas lanzados desde Lima. Éstos sólo generan rechazo en el Perú no limeño con lo que contribuyen a fragmentar y polarizar al país.

Actualización:Notemos esta redacción:

¿Las leyes son para todos?
El Congreso decidió dar marcha atrás y darle gusto a Cusco en su afán por impedir que se implemente la ley de promoción de servicios turísticos para desarrollar hoteles, restaurantes y tiendas en lugares aledaños a los monumentos históricos. Este capricho de algunos, que desinformaron a la población cusqueña haciendo que protestaran por la privatización de sus monumentos, nos debe llevar a evaluar si la salida dada por el Congreso al modificar la ley y permitir que los consejos regionales decidan sobre la aplicación de la misma es la adecuada.
(…)
Moraleja: las leyes deben ser debatidas y explicadas, si no se pueden utilizar políticamente con los resultados ya conocidos.
(…)
Recordemos que no estamos frente a gobiernos federales y que aunque no les guste a algunos, aún somos una república unitaria. La resistencia de algunas regiones a aplicar la ley del tercio superior es otro ejemplo de exclusión que no debe ser permitida. Si bien no comparto la ley del tercio, me preocupa más la actitud de las regiones. Que algunos se salgan con la suya y se excluyan de leyes de alcance nacional es un problema mucho bastante más serio. Ese es el tema.

Esta está muy buena. No es la población cusqueña la que se opone, sino algunos pocos que convencieron a la población cusqueña para que se oponga… Este es un error cometido por muchos, con lo que acaban restándole legitimidad a la protesta (además se contradice pues habla de «darle gusto a Cusco». Don Corleone le hubiera dicho «¿qué te he hecho yo para que me trates con tanto desprecio?»).

Y obviamente, el análisis equivocado conduce a la moraleja equivocada. El asunto no es explicárselo «más bonito» a los cusqueños. No. El asunto es que Cusco decida su propio futuro. Esa es la democracia. El resto es dictadura.

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(1) En realidad tampoco el gobieno central de Lima se ha lucido en regular a los monopolios. Los consumidores parecen tener mucha insatisfacción con el trabajo de las reguladoras.

(2) Son instituciones que no merecen que se les dé el presupuesto y la responsabilidad que les corresponde (como pasó en Ancash y como pasa con la reconstrucción del
Sur chico), pero que a la vez vienen bien para echarles la culpa de lo que el gobierno central hace mal (si el «shock» de inversiones fracasa, pues le echan la culpa a los gobiernos regionales).

Cusco. Su gobierno tiene un punto de vista discrepante con una ley del gobierno central. El conflicto de poderes está servido.

Foto tomada de aquí

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