Por - Publicado el 01-11-2007

Algunos habrán notado que en el blog de Nila Vigil he estado debatiendo ciertas ideas con las que no concuerdo en torno a la relación de las comunidades andinas con la naturaleza. Mi postura es que lo fascinante de la cultura andina no es su apego a la naturaleza, sino, por el contrario, su urgencia por negarla. Así, por ejemplo, el culto a la Pachamama, la tierra madre, es una manera seducir a la tierra y de conferirle un ánima, ya que de ella depende la supervivencia de la comunidad. Se trata de pedirle a la tierra que cambie, que se adapte a nuestros deseos, de intercambiar con ella respeto para que ella nos dé alimento.

La grandeza de lo humano se halla, en mi opinión, en nuestra capacidad de negar lo que nos es dado, de rechazar el mundo tal cual es. Es decir, lo que el sentido de la cultura produce es una permanente disidencia frente al mundo natural. Los españoles colonialistas de los siglos XVI y XVII crearon la idea de que los indígenas eran seres «miserables». Esto significa que no se habían alzado lo suficiente de la naturaleza. Su organización política, su lengua, sus vestimentas y sus costumbres eran consideradas rudimentarias, elementales y cercanas a la animalidad. Mi idea es que cada vez que reproducimos la teoría de que los «indígenas» (una palabara que cada vez me parece más injusta e imprecisa) viven en cercanía o en relación armoniosa con la naturaleza, estamos reproduciendo esta configuración colonial. Claro que invertimos los valores: en vez de decir que son miserables, ahora decimos que son seres más puros o inocentes, que
corren el peligro de ser contaminados por la civilización.

Los habitantes de mundo «urbano-moderno» no vivimos más distanciados de la naturaleza (por el contrario, las llamadas culturas «indígenas» o «primitivas» son tan complejas y artificiales como la nuestra). Pero con esto no digo que no haya nada en las culturas tradicionales que sea indiferente o inútil para los que vivimos en las culturas metropolitanas o globalizadas. Creo que en el mundo de nuestra autocomplaciente «civilización» sí hay algo que se pierde: me refiero a la experiencia particular con la temporalidad. En el mundo tradicional, el tiempo es recreado con un orden y por eso hay momentos que se viven intensamente y de manera especial.

Se dirá que en nuestra cultura moderna, tenemos los aniversarios, los cumpleaños y algunas festividades civiles o religiosas. Sin embargo, mi impresión es que tendemos a allanar la experiencia, a no distinguirla. Por ejemplo, la informalidad en la indumentaria puede ser vista como una forma de liberación de las reglas sociales pero también puede ser vista como un abandono de la idea de que hay ciertos momentos especiales en la vida que merecen que nos revistamos de un atuendo especial. Igualmente, el discurso pública abomina cada vez más del decoro, el estilo elevado y la gravedad. En el Perú y en la mayoría de países «modernos», el público quiere un presidente «que hable como tú». Los discursos de nuestros políticos tienden a ser llanos, a imitar lo vulgar y lo informal, dejando de lado los tonos altos y los ornamentos retóricos. La idea es que el líder debe hablar como cualquiera, debe evitar distinguirse. Este fenómeno tal vez sea consecuencia de una manera de ver la democratización de la vida pública. Puede ser. Pero a mí me parece innegable que su costo es la pérdida de ciertas experiencias, como nuestra relación especial con el lenguaje y con el tiempo. En las comunidades tradicionales, en cambio, el tiempo, el lenguaje y la indumentaria poseen otro valor. Su uso tiene que ver con distintas intensidades frente a sucesos distintos como la muerte, el nacimiento, la cosecha, la siembra, la alegría y la tristeza.

Creo que mi idea queda mejor reflejada en la canción Turn! Turn! Turn! de Pete Seeger, compuesta sobre la base de versos tomados del libro del Eclesiastés. Su maravilla radica, creo, en la recuperación de la idea de la temporalidad como forma de la experiencia. Si la canción es «hippie» es porque el hippismo quiso rescatar la experiencia ritual de las comunidades nativas.

The Byrds hicieron famosa esta canción (llegó a ser número 1 en el Billboard). La versión que presento aquí es de Judy Collins, acompañada por el mismo Pete Seeger. Hay un momento en que Judy Collins olvida la letra. Aquí la reproduzco en castellano y luego en inglés:

para cada cosa
hay una estación
y un tiempo
para cada propósito
bajo el cielo.

Un tiempo para nacer, un tiempo para morir
Un tiempo de plantar, un tiempo de cosechar
Un tiempo para matar, un tiempo para sanar
Un tiempo para reír, un tiempo para llorar

para cada cosa
hay una estación
y un tiempo
para cada propósito
bajo el cielo.

un tiempo para construir, un tiempo para romper
un tiempo para bailar, un tiempo para llevar luto
un tiempo para separar las piedras
un tiempo para reunir las piedras

para cada cosa
hay una estación
y un tiempo
para cada propósito
bajo el cielo.

un tiempo de amor, un tiempo de odio
un tiempo para la paz, un tiempo para la guerra
un tiempo para abrazar
un tiempo para rechazar los abrazos

para cada cosa
hay una estación
y un tiempo
para cada propósito
bajo el cielo.

un tiempo para ganar, un tiempo para perder
un tiempo para desgarrar, un tiempo para suturar
un tiempo para amar, un tiempo para odiar
un tiempo para la paz
juro que no es tarde

to everything (turn, turn, turn)
there is a season (turn, turn, turn)
and a time for every purpose, under heaven

a time to be born, a time to die
a time to plant, a time to reap
a time to kill, a time to heal
a time to laugh, a time to weep

to everything (turn, turn, turn)
there is a season (turn, turn, turn)
and a time for every purpose, under heaven

a time to build up,a time to break down
a time to dance, a time to mourn
a time to cast away stones,
a time to gather stones together

to everything (turn, turn, turn)
there is a season (turn, turn, turn)
and a time for every purpose, under heaven

a time of love, a time of hate
a time of war, a time of peace
a time you may embrace
a time to refrain from embracing

to everything (turn, turn, turn)
there is a season (turn, turn, turn)
and a time for every purpose, under heaven

a time to gain, a time to lose
a time to rend, a time to sew
a time to love, a time to hate
a time for peace,
i swear its not too late

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