Por - Publicado el 25-09-2007

En el Peru tenemos un par de radios al estilo de las de Rwanda, de esas que alentaron el genocidio en ese sufrido pais africano. Una de estas es Correo, que al pronunciarse la sentencia de la Corte Interamericana de Costa Rica sobre la masacre del penal Castro Castro, se lanzó a una campaña en contra del monumento «El Ojo que llora». Comentamos en CIDH: más griterío como el director de Correo anticipaba en Torpes, torpes caviares algunos hechos violentos que guardan una sospechosa semejanza con lo que ha ocurrido recientemente:

Polarización política. Aparecen pintas obscenas en el monumento ‘El ojo que llora’ y en locales de las ONG. Condenables agresiones públicas a personajes e instituciones ‘caviares’. Decrece vertiginosamente el tiraje de medios vinculados a esta corriente política.

En esos dias los medios fujimoristas, y Correo claramente entre ellos, hicieron una campaña por demoler el monumento (ver «Oculus plorans» delendus est !!!) y por la pena de muerte (ver Garcia: golpe avisa). El asunto fue serio, pues el mismo presidente García acarreó gente a una manifestación en palacio de gobierno a favor de la pena de muerte, pero después prohibió una manfestación en contra, en una actitud totalmente antidemocrática. A pesar de todo, hubo una reacción en contra (ver Califican de ‘aberración’ planteamiento para demoler el Ojo que llora) y finalmente, se echaron para atrás con esta campaña de demolición del monumento pero continuaron con una campaña por reorientar el sentido de este monumento. Ya no sería un monumento a la reconciliación nacional, sino sólo a un sector del conflicto.

Hace dos días, un grupo de personas, que sólo puede provenir del fujimorismo más recalcitrante, obviamente molesto por la extradicción de su líder al Perú, con pintura y comba, decidió poner en práctica lo que se había venido incitando en alguna prena y con mano propia destruir el monumento. Es un acto condenable, desde luego, pero seamos claros. No sólo merecen condena los que han ejecutado este execrable acto, sino también los que han venido incitando a cosas como esta.

El dia de ayer el director de Correo en Un acto repudiable [ 24 / 09 / 2007 ] comienza su supuesta condena al acto vandalico de la siguiente manera:

-Pocos de los pacientes lectores que nos siguen ignoran nuestra posición crítica frente al monumento caviar “El ojo que llora”. Realmente nos pareció escandaloso e indignante que la artista holandesa Lika Mutal –auspiciada por las ONG de esa tendencia– haya cometido la estupidez de colocar nombres de terroristas al lado de sus víctimas, cuando lo que se merecen esos asesinos miserables es el oprobio. ¿O ella hubiera inscrito nombres de ocupantes y colaboradores nazis al lado de los caídos de la resistencia holandesa? Sólo los caviares y los “fujicaviares” (personas que trabajaron para ese régimen en sus horas finales y que ahora de manera estridente adulan editorialmente a los primeros para pasar “piola”) defendieron ese disparate. Otros no entendieron que nuestros cuestionamientos disputaban la insidiosa y continua ofensiva ideológica caviar, que siempre busca erigirse en el “pensamiento guía” del país, en lo que en EEUU se llama una “cultural war”, un conflicto contra la pretensión de que la agenda caviar de la CVR y las ONG nos lave disimuladamente las mentes y se vuelva el “sentido común” hegemónico, algo que ya la izquierda logró brevemente en décadas pasadas (¿no se acuerdan cómo no se podía cuestionar la Reforma Agraria hasta bien entrados los 80 sin ser tildado de poco menos que demente o fascista?). Esta estrategia recoge básicamente las ideas del marxista italiano Antonio Gramsci, que sostenía, a contraposición de Lenin, que era mejor capturar primero el sentido común antes de intentar tomar el poder.

Aquí tenemos no una condena no al acto vandalico, sino al monumento atacado. Obviamente, el director de Correo es conciente de lo que ha venido diciendo y de su responsabilidad en lo ocurrido. En este párrafo nos reitera su oposición al monumento. A continuacion viene el deslinde, la lavada de manos:

Sin embargo, lo sucedido ayer es totalmente condenable. Tanto porque el vandalismo es una de las cosas más negativas que hay como porque no se le puede faltar el respeto a los muertos. Pintar y romper así ese monumento es casi una profanación (distinto habría sido si el timorato alcalde Ocrospoma hubiera tenido los pantalones para sacar los nombres de los terroristas de allí dentro de sus atribuciones públicas; eso hubiera desinflado pasiones). Y es una peligrosa escalada hacia una polarización que puede conducir a la violencia política. Además, es tonto hacer eso, porque le han dado munición a los siempre plañideros caviares para que hagan una telenovela llorona.

El acto vandalico es negativo, porque «puede conducir a la violencia politica», distinto hubiera sido si el alcalde le hubiera hecho caso al director de Correo y ademas es tonto porque les da municion a «los siempre planideros caviares». Por favor, no insulte nuestra inteligencia. Esta condena no es nada creíble, pues. Es sólo una lavada de manos y denota una gran hipocresía. Han querido poner el parche antes de que salga el chupo y los acusen a ellos de hacer apología del vandalismo. Lo ha puesto en primera plana con el título

Desadaptados destruyen “El ojo que llora” ,

ha dado cabida a la denuncia

Acusan a fujimoristas de ataque a escultura .


Como el ladrón que grita «Al ladrón». No, señor. Vd. ha estado haciendo una campaña en una dirección, contribuyendo a crear la polarización que Vd. dice condenar, en un intento por no hacerse responsable de la misma. Sea responsable por sus acciones. Vd. es el autor intelectual de lo sucedido en forma similar a las radios rwandesas, corresponsables de genocidio ocurrido en ese país.

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