Por - Publicado el 15-08-2007

Tuve el privilegio de ser estudiante de Ben Bernanke, en un excelente curso de Teoría Monetaria: entender al banco central como el «lender of last resort», el riesgo moral cuando se restructura el sistema bancario, el canal crediticio de transmisión monetaria, el modelo Kiyotaki-Wright (Kiyotaki fue el asesor de nuestro ministro de economía (ver El keynesiano Carranza), etc. Bernanke es un economista cuyo pensamiento está completamente basado en la teoría económica y los métodos formales, mucho más que el intuitivo Greenspan. Junto con Mark Gertler, Jordi Galí y otros, Ben Bernanke es considerado como un economista neokeynesiano.

Claro, en nuestro contexto esto hay que aclararlo, pues hablar de economía keynesiana inmediatamente nos evoca a las políticas seguidas durante el primer gobierno de Alan García. Y no es así. Hace dos décadas se cayó en una versión extrema del keynesianismo, fusionado con el populismo y vigente sólo en algunos países, latinoamericanos en particular. Por ejemplo, se llegó a negar que la expansión de la masa monetaria tuviera impacto alguno en los precios. Se cuenta que los directores del BCR tenían que rendir examen ante prominentes economistas venidos del INP y si decían que «un aumento de eme lleva a un aumento de pe» eran inmediatamente ridiculizados como monetaristas ignorantes. Todo muy simplista. Pues ahí vino la hiperinflación para bajar de la nube a los negadores del aumento de precios por expansiones monetarias….

Hace una década, sin embargo, se cometió el error contrario: cuando la economía sufría un secado de liquidez y el banco central hubiera debido intervenir inyectando liquidez en el sistema, éste se quedó dormido. Dejó que la crisis financiera internacional nos agarrara en ropa interior. Puede ser que por un fundamentalismo opuesto al de hace dos décadas o por burocratismo. El tema es que metieron la pata. Caro error.

La intervención de la autoridad económica en una economía de mercado tiene sus razones y sus momentos. Tiene que tener un rol estabilizador. En estos días la reacción de la banca central y su inyección monetaria nos han dado la pauta y una lección sobre cómo no caer en extremismos.

Al respecto registro dos reacciones locales. Por un lado, el descriptivo e ideológico Humberto Campodónico nos cuenta sobre el asunto en

Los bancos centrales al rescate de los inversionistas

El jueves y viernes de la semana pasada, los Bancos Centrales prestaron miles de millones de dólares a los bancos privados.
(…)
Veremos qué pasa las próximas semanas, pero ya no queda duda de que las inyecciones de «papá Estado» en EEUU y Europa demuestran que se zurra en el «libre mercado», con el aplauso entusiasta de los grandes inversionistas.

A pesar de mencionar al «lender of last resort» y la preocupación por el riesgo moral, el discurso de Campodónico parece ser: «¿Ven? En EEUU el estado interviene, pero a favor de los grandes inversionistas». Bueno, hay aquí un problema en cómo se piensa al libre mercado, que no quiere decir que no tenga que haber una intervención cuando hay un riesgo sistémico. Los bancos privados no son iguales que las peluquerías (metáfora usada intensamente por Bernanke). No se rescata a estos inversionistas por hacerles un favor, sino porque su negocio tiene una trascendencia que otros negocios no tienen. Es equivocado y desorienta al público asimilar el apoyo al sector bancario al apoyo, por ejemplo, a un empresario prebendario que reclama una exoneración tributaria, subsidios, proteccionismo, etc. Nice try, pero no…

Por otro lado, tenemos al irregular y también ideologizado Aldo Mariátegui en

La hora de Julio Velarde

Espero que este fin de semana haya sido de mucha reflexión en el BCR y en el MEF, particularmente en el primero, dado que todos esperamos que esta vez reaccionen rápida y correctamente a una posible crisis financiera mundial, que podría darse si es que los mercados bursátiles mundiales, tan afectados días atrás por la extensión de la morosidad de las “hipotecas-basuras”, no reaccionan positivamente a las altísimas e inusuales intervenciones de la FED yanqui y el Banco Central Europeo para inyectar liquidez.
Espero que con Julio Velarde no se repita 1998, cuando el BCR se entercó en no soltar dólares rápido al mercado en cuanto Yeltsin declaró morosa a Rusia y provocó que los flujos al Tercer Mundo comiencen a retornar en estampida al Primer Mundo. Aquí el 10% de la liquidez local en dólares salió afuera en un mes, lo que hizo que las tasas y el cambio se disparen, quebrando o mandando a todo el mundo al Indecopi. De 25 bancos pasamos a 14, y si se iba el Wiese, pues reventaban ya todos, como en Ecuador (por eso fue menester para el Estado salvarlo, cosa que muchos idiotas jamás entendieron o lo usaron de argumento para patrocinar salvatajes en áreas donde éstos no se ameritan).
Tener reservas es como tener un salvavidas; no hay nada más absurdo que no usarlo en un naufragio para evitar ahogarte. Pues bien, el BCR soltó entonces poco dinero y a cuentagotas, por lo cual lo que rompió la cadena de pagos y lo que debió ser una recesión terminó siendo una virtual depresión, que duró larguísimos cuatro años (las recesiones mueren solas en unos dos años). ¡Igualito al error de la FED en 1929!

Este debe ser sin dificultad uno de sus mejores artículos, tan es así que leemos en

Chiquitas
Lapidario con BCR
& A Chiquitas le llegó esto ayer de un alto funcionario de una multilateral: “Muy bueno el editorial ayer sobre el BCR y su responsabilidad en la horrenda crisis de 1998. A veces pienso que la B de BCR es por balcón; desde allí ven las cosas. La inacción no genera responsabilidades. Sólo genera costos para el resto”.

Parálisis por miedo
& “El BCR no se equivocó en el diagnóstico –prosigue el funcionario–. Sabía perfectamente lo que estaba pasando y lo que podía pasar. Múltiples agentes se lo dijeron de mil formas. Simplemente no actuaron por temor burocrático. Parálisis por miedo. Evitaron los costos personales de dar explicaciones a cambio de una larga depresión económica brutal en el país. Nos salió carísima su cobardía”.

CLAE gringo
& La alta fuente agrega: “La crisis de ahora en EEUU me parece más complicada que la del 98. En el 98 se trató de un problema de liquidez y esta es una crisis de solvencia. Imagínate que estos ‘subprime’ basados en estas hipotecas basura gringas son tan válidos como los pagarés de CLAE. Evidentemente, esto no se arregla inyectando liquidez… Lo que sí es claro es que ahora nos agarra mucho mejor parados“.

Pues no me sorprende que el editorial recibiera elogios. Tuvo güeno, y contrastó con el nivel de otros editoriales. Una buena llamada de alerta, ausente en otros medios. La intervención pública no tiene que ser activista, sino oportuna cuando hay crisis.

Como para dejar algo en el tintero, señalaré que la crisis de 1998 no fue sólo por la falta de reacción de nuestras autoridades monetarias (como l
a del primer gobierno de García tampoco fue sólo monetaria). Una pésima señal fue la salida de la Shell del Perú y la corrupción masiva en el gobierno de Fujimori. No creo que los funcionarios, por más capaces que sean (y reconozcamos que durante Fujimori muchos lo eran), la hayan tenido fácil en un contexto de corrupción generalizado. Operar en un campo minado como operaron en esa época refuerza el comportamiento burocrático y la falta de reacción rápida en tiempos de crisis. Pero bueno, eso ya es motivo de otro post….

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