Por - Publicado el 08-05-2007

Leo a Mirko Lauer en Kremlin coñete:

A medida que pasan los meses y los éxitos en resolver problemas sociales no se materializan como se esperaba, el dedo de los administradores se dirige con creciente frecuencia hacia los bloqueos de la tecnocracia al dinero público. En tales versiones el titular del MEF es un zar inflexible que derrota los mejores propósitos del gobierno.
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Alan García tiene entre cinco y seis veces la aprobación de Toledo, lo cual pone sobre sus hombros un verdadero shock de expectativas populares.

¿Es cierto que hay un cordón umbilical entre el puño cerrado del MEF y los puños alzados de las calles?
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¿Cuál es la relación de García con todo esto? Parte de su nueva imagen incluye una aceptación de que la economía la manejan los economistas y los grandes empresarios, y no los políticos. Pero resolver problemas sociales sin un acceso, aunque sea parcial, a la manija económica suena imposible, y lo viene pareciendo.

García ha reconocido que una manera positiva de enfrentar la protesta es que se gaste más y mejor. Pero parece que para eso es necesario antes ordenar la casa política, para que ya no sigan gobernando los anteriores ministros de Economía, y el actual lo haga en sintonía con el gobierno que lo trajo de Madrid para nombrarlo.

Comentario: Veamos:

  1. El esquema es simple: hay protestas y cae la popularidad de García porque no hay gasto; no hay gasto porque Carranza es un tacaño. Ergo, si García no quiere caer como Toledo, tiene que gastar, y para gastar tiene que poner en orden o deshacerse de Carranza. Carranza le vino bien a García para tener una nueva imagen, pero ahora García está en problemas y tiene que gastar sí o sí. Si no, seguirá cayendo. Sólo el gasto lo salvará.
  2. Carranza adquirió notoriedad al oponerse a la supuesta «farra fiscal» durante Toledo. Se enfrentó con Waisman por el tema. Sin embargo, Carranza salió y el gobierno no realizó ninguna expansión del gasto significativa. Ya no era Carranza el que impedía la gran expansión. Tal vez fue Zavala o el mismo PPK. ¿Por qué no se hizo? La razón es que no se trata de gastar por gastar. No es que hay una protesta e inmediatamente va el estado a gastar. Lo de la región Ancash fue por una maniobra política de García que le cerró el caño a un presidente regional opositor. Lo de los cocaleros es otra cosa. No va por el tema del gasto. Lo mismo lo de las minas de Cajamarca, no es tema de gasto. El tema de Shougan tampoco es un tema de gasto fiscal. El periodista de La República sigue una lógica exclusivamente política. No ve el tema económico. Si estuviéramos ante un razononamiento económico tipo «demanda efectiva» (aumentando el gasto fiscal aumentamos la demanda y se aumenta el producto), pues estaríamos sí ante una lógica de tipo económico. Claro, sería una lógica debatible, pero lógica económica al fin. Inmediatamente, nos plantearíamos si queremos volver a los esquemas de los ochentas del joven García y la respuesta sería que no. Que en ese momento habríamos entrado en la adictiva lógica del populismo económico. Pero no estamos siquiera en eso. El argumento de Lauer es más simple «el presidente tiene que gastar para mantener la aprobación del público». ¡Por favor! Es el tipo de consejos que un gobernante no debería escuchar. Se gobierna responsablemente con visión de país, no con visión de la aprobación del público. García tiene varias formas de resolver los conflictos sin derrumbar el principio de responsabilidad fiscal. En el país no se trata de gastar sino de invertir. Es preferible aceptar las demoras en las inversiones que gastar a ciegas y entrar en una vorágine de protesta-aumento del gasto.
  3. Por otro lado, no es para nada claro que los aumentos del gasto le reporten más popularidad a García como sugiere Lauer. Lo más probable es que los aumentos de gasto improvisados vayan aparejados con una gran corrupción de parte de sus desesperadas huestes (ver aquí). Eso tal vez le dé popularidad con sus allegados, pero no con el público en general. No hay nada peor que gastos rápidos guiados por el favoritismo, la merma, el engaño al público y que finalmente no lleguen a los supuestos beneficiarios. Eso sí que crearía frustración en el pueblo peruano, como ya le ocurrió a García en su primer gobierno. Al cabo de un par de años se pasó de la lógica gasto-para-que-me-quieran a la hiperinflación.
  4. En otros posts he comentado extensamente sobre la probabilidad de que García «se voltee» y recaiga en los esquemas populistas que lo llevaron al fracaso hace veinte años. Que Lauer esté pujando por esta recaída es un indicio en esa dirección.

Esperemos que no le hagan caso al editorialista de La República.

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