Por - Publicado el 14-05-2007

Jaime Bayly escribía

-Que diferencia es salir a la calle sin pistola, sin celular, sin un cholo a tus espaldas que te sigue a todas partes – dijo Luis Felipe, mientras bajaban las escaleras.
– Sí, pues. Debe ser horrible vivir así.
– Es que en el Perú vivimos en guerra civil, pues, hijo. Y esa guerra se veía venir hace años. Esa guerra comenzó con Velasco, el cojo jijunagranputa que tanto daño le hizo al Perú. Todo el terrorismo viene de ahí, de cuando Velasco despertó a los cholos y los igualó con los blancos.
– Así es, papi- dijo Joaquín, y abrió la puerta de su carro.
– No, mejor vamos a pie..

– Bueno, como te venía diciendo, ¿cuál es el problema del Perú? La cosa es bien clara, hijo, meridianamente clara. El problema es que los blancos y los cholos se odian, pero también se necesitan. Vamos a ver si me entiendes: los blancos no queremos a los cholos, hablamos mal de los cholos, nos apestan los cholos, nos alejamos de los cholos, ¿me sigues?
– Ajá.
– Pero la pendejada es que los blancos no podemos vivir sin los cholos, Joaquín. Porque entonces, ¿quién trabaja para nosotros, quiénes son nuestros obreros, nuestra mano de obra? Tienen que ser los cholos, pues. ¿Y quiénes son nuestras empleadas, nuestras cocineras, nuestras lavanderas? Tienen que ser las cholas, pues.
– Claro.
– Y a la inversa o viceversa (no sé cómo mierda se dice, tú debías saber eso porque tú eres el intelectual de la familia), los cholos tampoco nos quieren a los blancos. Nos miran con envidia. Son unos resentidos del carajo. Les gustaría ser como nosotros. Pero pueden pues, porque ellos son cholos, BROWNIES, huanacos. Y el que nace cholo, muere cholo. Puede ser cholo con plata, cholo blanco, pero el que nace cholo, muere cholo, y lo demás son cojudeces. ¿Y cuál es la pendejada? Que los cholos nos odian, pero también nos necesitan ¿me sigues’
– Ajá.
– Por que ellos no tienen la educación, la plata ni la inteligencia para triunfar en el mundo de la empresa y los negocios. Tú quítale un negocio a un blanco y dáselo a un cholo, y vas a ver cómo el negocio se va a la mierda en menos de lo que canta un gallo. El cholo tiene que trabajar para el blanco, hijo, eso es la ley. No puede trabajar solo porque se emborracha, se va de mujeres y quiebra. Ésa es la gran tragedia del Perú: que los blancos y los cholos se odian, pero no pueden separarse.
– Claro.
– Ahora, uno puede irse del Perú, uno puede vender sus cosas y mandarse mudar, como han hecho varios amigos míos, pero eso es una cojudez, porque afuera no eres nadie, hijo. Afuera siempre eres un extranjero, un ciudadano de segunda. Para mí, ser latino en Miami es como ser cholo en Lima, los gringos te miran por encima del hombro.
– Tienes razón, papi.
– Yo tengo muchos años viajando y viendo mundo, y te digo una cosa, hijo: en los Estados Unidos hay niveles sociales bien marcados. Primero están los blancos, por supuesto, y como debe ser. De ahí vienen los perros y los gatos (ah, carajo, en este país los perros y los gatos viven como reyes). Más abajo vienen los negros, que ya no serán esclavos pero siempre son cocodrilos, pues. Y al último, la última rueda del coche, ahí están los latinos.

De pronto, Luis Felipe se calló y aplastó un mosquito que estaba picándole uno de los brazos.
– Conchasumadre, estos mosquitos muerden duro- dijo. Parece que tuvieran dientes.
Joaquín sonrió y pensó: bien hecho, viejo huevón, eso te pasa por terco.

Jaime Bayly. No se lo digas a nadie. Ed. Seix Barral. Barcelona, 1994.
p 298-299.

Comentario: Un par de temas:

  1. Hay un tema generacional. El hijo del que monologa, siente una gran distancia personal y espiritual con él. No piensa como él. ¿O sí?
  2. En el imaginario de las clases altas el problema de la violencia en el Perú viene con Velasco. Sin embargo, ya desde los años cincuentas y sesentas, con las grandes migraciones, la expansión de la educación en el país, las rebeliones campesinas y la exigencia de reforma agraria, se rompe definitivamente con el orden oligárquico.
  3. El racismo es una constante. Puedes tener educación o dinero, sigues estando abajo, como diría Malcom X sobre los afro-americanos…
  4. Recuerdo a la «Utopía Arcaica» de Vargas Llosa, quien criticó duramente por maniqueas varias frases de Arguedas en «Todas las Sangres». Aquí también se leen frases maniqueas. ¿En el Perú nos odiamos entre nosotros pero nos necesitamos? Es creíble pensar que las clases altas necesiten a las clases más bajas (por no hablar de «blancos» y «cholos»; las divisiones sociales se dan en todos los países y son más generales que las divisiones étnicas y raciales); sin embargo, en el país no se ha dado que las clases bajas perciban que necesiten a las clases altas, ¿o sí? Es un tema de tecnificación, que todos podrían eventualmente conseguir. Claro, en «Dr. Zhivago», debido a sus calificaciones el odiado Komarovsky es convocado por los bolcheviques, cuando la revolución se hizo en contra de gente como él.
  5. Los prisioneros preguntaban:

    Si eres artista y los indios no te entienden
    Si tu vanguardia aquí no se vende
    Si quieres ser occidental de segunda mano
    ¿Por que no te vas?
    ¿Por que no se van, no se van del pais?
    Por qué no se van

    Pues el padre de Joaquín da una elocuente respuesta a esta pregunta.

  6. Eso de que si los latinos o los afroamericanos son los que están más abajo en la escala social americana es debatible. Hace un par de años el entonces presidente mexicano Vicente Fox se quejó porque los mexicanos en los EEUU estaban aceptando trabajos que «ni siquiera los negros aceptarían», lo cual motivó la enérgica reacción de Jesse Jackson y otros líderes afroamericanos (ver aquí).

Hasta ahí por ahora. En otro post haré notar que las clases altas en el país se han venido poniendo las pilas.

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