Por - Publicado el 20-05-2007

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Cabanillas debe reelegirse
Columna de Juan Carlos Tafur

Cuando el APRA llegó al poder estableció claramente su propia división de poderes: Del Castillo en el gabinete, Cabanillas en el Congreso, Mulder en el partido y, por cierto, García, desde arriba. Con los errores inevitables que cada una de esas funciones conlleva, se puede afirmar, sin embargo, que dicho statu quo ha funcionado adecuadamente en este casi primer año de gobierno.

El cálculo de Humala –aunque quizás sea sobreestimar su inteligencia opositora– es cambiar una de las patas de ese tablero, a sabiendas de que si eso ocurre se trastocará, sin duda, el equilibrio de fuerzas dispuesto. Si el APRA pierde la conducción del Legislativo, el primer afectado será el gabinete. Si la oposición toma las riendas congresales, es difícil pensar que ello no va a producir un reacomodo partidario del mismísimo gabinete. Lo más probable es que sea el inicio del fin del esquema plural e independiente del equipo ministerial y su paulatina apristización y traslado hacia la izquierda.

Pues bien, si tal cosa sucede, es inevitable que sobrevenga un giro populista del gobierno. El salto cualitativo que se le exige al régimen es que de la ortodoxia macroeconómica pase a la imaginación social para legitimar dicho modelo, no que lo cambie saltando hacia atrás. Los efectos de algo semejante crearían el escenario perfecto para el radicalismo humalista: adiós crecimiento, adiós shock de inversiones, bienvenido el desmadre fiscal, bienvenido el desborde social.

Que ese sea el guión de la oposición nacionalpopulista, se entiende, pero que lo asuma la centroderecha es un disparate total, un granito de arena adicional en la muerte lenta que parece haberse programado en las filas del movimiento “liderado” por Lourdes Flores.

Aunque parezca paradójico, a la oposición de centroderecha le conviene que el aprismo siga gobernando con su programa, le favorece que le vaya bien. Porque si le va mal, toda la cosecha se la llevará el chavismo vernacular. Una visión global del gobierno, desde las orillas de la oposición centroderechista, aconseja apuntalar el orden establecido, no sumarse como furgón de cola a una agenda de sabotaje.

Comentario: Veamos:

  1. El sinceramiento populista del APRA no está en manos ni de Humala ni de Unidad Nacional; está en manos del APRA. Las presiones para este sinceramiento vienen desde el propio partido aprista y son demasiado fuertes. Que el APRA pierda el control del congreso tendrá una contribución muy pequeña en este proceso que se viene dando a pasos acelerados.
  2. En esto la «división de poderes» intra-apristas, ejecutivo, legislativo y partido, tiene poco que ver. Es un epifenómeno. Es García quien manda y mueve sus fichas como quiere, pero siempre queda atrás sin ser visto. La prensa valida esta visión criticando las acciones de sus ministros y ministras y hasta pidiendo sus cabezas, pero normalmente dejando atrás, intocado, a García.
  3. No porque el APRA pierda el congreso, los «independientes», especialmente aquellos que estuvieron con Flores en la campaña, se irán del gabinete (o de otra entidades, como Woodman), y por ello vendrá la irresponsabilidad populista que beneficie al humalismo.
  4. Todo lo contrario, si Unidad Nacional toma el control de congreso, y en parte por esta ambición le vienen lloviendo palos, tendrá más poder de fiscalización sobre el gobierno. De una división de poderes intra-partidaria se pasará a una división de poderes extra-partidaria, más amplia y representativa del arco político nacional. ¿Cuál es el problema? Así es la democracia, pe. ¿Cómo así Humala se beneficiaría del asunto?
  5. Pareciera que no se confía en la división de poderes, vista como «el comienzo del fin de la estabilidad». Se ofrecen argumentos de todo tipo para evitarla. ¿Por qué?
  6. Los ministros «independientes» ya comenzaron a caer. Mazzetti será seguida por Carranza. De poner a un aprista como Garrido Lecca, por ejemplo, se acabó la independencia. Araoz, Zavala y Rey pueden seguir, pero esas ya son «subidas al carro». El tema está en la política económica. Como diria Bill Clinton, más achore que Karl Marx, «It’s the economy, stupid!»
  7. Resultan curiosos los términos de Tafur: «oposición nacionalpopulista» y «oposición centroderechista». La imagen es que hay dos oposiciones con intereses contrapuestos. La primera sería el PNP-UPP y AP; la segunda, UN y el fujimorismo (¿o quién más?). A la primera le conviene ser oposición y aspirar a presidir el congreso y presionar así para un viraje hacia el populismo. A la segunda le convendría apoyar al gobierno para que no se vuelva populista. Una oposición muy curiosa, pues tendría que apoyar en vez de oponerse.
  8. En el país faltan acciones principistas. Los derechistas que apoyaron a Vargas Llosa en 1990, le dieron la espalda para subirse al carro de Fujimori. Los mismos, que apoyaron a Flores en 2006, le dieron la espalda para subirse al carro de García. Se racionaliza con argumentos muy sofisticados algo tan simple como preferir el poder a la conducta principista. Un candidato promete un «no-shock» y ejecuta un «shock». Otro gana las elecciones con un programa indefinido tirando al populismo y ya en el gobierno mantiene en lo esencial el programa del gobierno anterior. Hay una lógica para las masas y otra para las élites que detentan el poder. El tema es que estos esquemas acaban por fracasar una y otra vez. No funcionan.

Hasta ahí.


Dos oposiciones: la «centrodechista» y la «nacionalpopulista».
La «buena» y la «mala».
A la «buena» le conviene, según algunos, apoyar a García.
A la «mala» le conviene ser oposición.
Considero esta lógica un regalo al humalismo, que a este paso se va convirtiendo, lamentablemente, en la única oposición.

Imagen de «Heroes», tomada de USA Today.

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