Por - Publicado el 29-03-2007

Leo el post LA VERSION DE SANTILLANA en Desde el Tercer Piso. Veamos:

  1. Por la boca muere el pez. Los blogs se dedican principalmente al análisis. Un análisis se puede hacer en México, en Lima o en cualquier lugar del mundo. El artículo de Miguel Santillana que no apareció en Correo apareció hace algunos días y tomé nota de éste en una actualización a este post Webb-De Soto: ¿el firme vs el chanta?. En el tema que nos ocupa, el análisis se ha basado en fuentes de un solo tipo: las producidas por el ex-colaborador, sus artículos del sus cartas públicas. Cada uno ha sacado sus propias conclusiones. Algunos han coincidido con el ex-colaborador en que sí hubo censura. Otros, no estamos para nada de acuerdo. Normal, ¿no?
  2. y otros numerales. Han sido comentados ampliamente en este blog y en diversos comentarios. Curiosamente, en todo esto no sale nada de la famosa chamba que el colaborador quemó al director de Correo.

Lamentablemente, en su primer artículo Miguel Santillana hace un comentario homofóbico que de seguro ofendió a De Soto. Tarjeta amarilla. En su segundo artículo, el que no salió, es más suave, pero sigue con los golpes bajos de caracter personal: lo acusa de megalómano. Tarjeta roja. Sobre sus comentarios ad hominem, y en particular homofóbicos, el ex-colaborador no dice nada en su carta (¿dirigida a quién?) a pesar de asegurar haber leído los blogs. La libertad de expresión no protege este tipo de ofensas.

Definitivamente, no se necesita ser un vidente para darse cuenta que no estamos ante un caso de censura. Tampoco estamos ante un caso de «conflicto de intereses» como planteaba José Alejandro Godoy y con quien cordialmente debatimos el tema. En mi opinión, de lo que se puede acusar a Aldo Mariátegui es de doble rasero: poner el estándar de corrección muy restrictivo para algunos (como Miguel Santillana) y dejar-hacer dejar-pasar para otros (como Bedoya Ugarteche o el mismo director de Correo). Incoherencia, inconsistencia, arbitrariedad, por ahí va la cosa. El excolaborador no ha tocado el tema. No ha dicho algo así como «¿por qué se pican por mis ataques a De Soto si Aldo y otros colaboradores hacen comentarios iguales o peores?». Tendría razón en preguntarse algo así, pero con ello no justificaría su pierna en alto. Al menos así la reconocería.

Aquí no hay a quien quejarse, pues no hay acción ilegal de ningún tipo. Es una empresa privada que puede tener la política que quiera. Pero como le ocurre a toda empresa privada, son los consumidores los que acaban por mandar, en este caso, los lectores. Es el tipo de cosas que los lectores deberían reprobar. A veces parece que éstos estuvieran dormidos y que la soberanía del consumidor no se aplicara en nuestro país. Pero no es así. Sí se aplica. Fijémonos en el debate entre el director de Correo y el ex-director, Juan Carlos Tafur, quien acusa a su predecesor porque «malversa una lectoría que él no conquistó para lanzar insultos a granel». Tal vez los lectores sí están castigando a todos estos insultos con su rechazo a este medio…

Algunas moralejas: Ya que estamos en dimes y diretes, trataré de rescatar algunos asuntos de fondo. Así no nos quedamos en las comidillas:

  1. La libertad de expresión no es insultar, agraviar a la gente. Por lo tanto, evitar y combatir a los agravios tampoco es censura.
  2. Tenemos que intentar criticarnos por razones de ideas, no por cuestiones personales. Como en el fútbol, se puede jugar fuerte, pero hay que ir a la bola, no a la pierna.
  3. Tenemos que tener criterios iguales para todos. Si nuestro medio tiene un estilo y un colaborador cree seguirlo, no se puede ahora castigar alcolaborador y que todo siga igual. Es una arbitrariedad que resta credibilidad a un medio. Tarde o temprano los lectores le pasarán factura.

En fin. Tampoco es para tanto. Los colaboradores salen de algunos medios y entran en otros. Hay pues su rotación laboral, como en cualquier profesión. Para bien o para mal, son gajes del oficio …

-

No se permiten comentarios.