Por - Publicado el 03-02-2007

A la lejanía leo el artículo de Raúl A. Wiener de abril de 2003 en reacción a un artículo de Martín Tanaka (La República 4-5 de abril de 2003):

Martín Tanaka se va a la guerra

Todo el período neoliberal la opinión se inclinó a la derecha y la expectativa se dirigió a lograr la mejor alianza con el gigante del norte. La intelectualidad, incluido nuestro amigo Tanaka, se norteamericanizó [resaltado en el original] y los estudiosos antiimperialistas quedaron en ridícula minoría. Esa es la verdad histórica, que además se puede corroborar en la actitud hacia las intervenciones precedentes. ¿Quién recuerda una protesta activa por Panamá, Irak en 1991, Yugoslavia o Afganistán? Cero sobre cero.

Sólo que el texto no ha sido escrito ni publicado en Estados Unidos, en alguna de las revistas del pensamiento neoconservador, sino en un país de la periferia cuyos intereses no son los de EEUU, con quién tenemos varios problemas pendientes, que tienen que ver con relaciones fuerzas y en un diario en el se expresan las principales posiciones progresistas.

Me interesa comentar lo afirmado por el autor en estos dos párrafos, que no es el tema de Irak y Saddam Hussein. Empecemos por un par de puntos previos:

  1. No veo por qué un diario tendría que excluir opiniones contrarias a su línea editorial. Por último, lo afirmado por el autor es exclusiva responsabilidad del mismo. Básicamente, se está solicitando que no le den cabida a opiniones discrepantes. Mal.
  2. ¿Cuáles son los «varios problemas pendientes» entre EEUU y el Perú? ¿Que el embajador americano en el Perú enviara una carta sugiriendo la anexión del Perú después de la guerra con Chile, como documentó alguna vez Nelson Manrique? ¿El TLC? Espero que estemos de acuerdo en que los/as peruanos/as podemos decidir si queremos o no el TLC. No es una imposición. Tal vez la presencia empresas americanas durante el siglo pasado, pero muchas de éstas fueron estatizadas por el gobierno militar de Velasco. Hoy en día son las empresas canadienses o chinas las que tienen una notoria presencia, por ejemplo, en el sector minero.

    A diferencia de a México o a Nicaragua, EEUU no invadió al Perú como para tener algún tipo de rencilla histórica. Cuando mis interlocutores mexicanos me cuentan sobre la invasión americana a México en el siglo XIX, yo les cuento sobre la invasión chilena al Perú en ese mismo siglo. Me replican que es diferente. ¿Ah, sí? ¿Por qué es diferente? Ya sabemos que no hay dos situaciones históricas iguales. Sin embargo, ambas fueron guerras, invasiones, anexiones de territorios. No es de sorprender que en comparación con otros países de la región, el antiamericanismo en el Perú es relativamente débil. En cambio el antichilenismo sí que es fuerte.

    Y a todo esto, en algunos escritores «anti-imperialistas» (sí, entre comillas) y anti-americanos (aquí sí sin comillas) como Eduardo Galeano en «Las venas abiertas…» se nota un fuerte sentimiento anti-peruano. Basta ver el tipo de hechos que selecciona como emblemáticos del Perú y el tono con que los escribe. Uno compara lo que ha escrito este señor con lo que han escrito los historiadores peruanos y peruanistas en las dos últimas décadas y se da cuenta de lo obsoleto y antojadizo de sus afirmaciones. En fin, seguir alentando prejuicios no nos conduce a nada positivo. Nos refuerza complejos y actitudes negativas, como acusar a otros de nuestras desgracias y no buscar en nuestro propio país lo malo que ocurre.

  3. Prefiero usar el gentilicio «americano» para referirme alguien o algo propio de los Estados Unidos de América, pues es el único país donde la palabara «América» figura en el nombre oficial. Estados Unidos hubo y hay varios: los Estados Unidos del Brasil (así se llamaba antes de ser «República federativa del Brasil»), los Estados Unidos Mexicanos, los Estados Unidos de Venezuela, antes de la «República Bolivariana» de Chávez. Las denominaciones geográficas y cartográficas no tienen rango oficial. Por alguna razón en diversos países latinoamericanos el que los Estados Unidos de América se hayan «apropiado» del gentilicio «América» es un tema de mucha molestia. Pues nadie ha impedido a ninguna de estas colectividades nacionales incorporar a «América» dentro de su denominación oficial. Por mi parte, ya me viene bien tener a la «República del Perú» como mi entidad de origen y de referencia. No la cambio por «Latino-américa» ni por «Sudamérica».
  4. ¿Por qué se contrapone lo «americanizado» a lo «anti-imperialista»? Por un lado, ¿por qué no lo «afrancesado» o de algún otro país? Por otro, ¿un «americanizado» ya tiene que ser de derechas? Aquí estamos ante un estereotipo, producto de la ignorancia o, en su defecto, de la demagogia. No hay fundamento alguno para tales afirmaciones.

Hasta aquí un par de puntos que no quería dejar pasar. Mi comentario principal iba por otro lado. Lo haré en una segunda parte. (Continuará)

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