Por - Publicado el 25-02-2007

Hace unos días leía en La República:

El 50% del presupuesto de programas sociales llega a los peruanos más pobres
Fondo de Inclusión Social destinaría el 90% • Propuesta de la Universidad del Pacífico recomienda crear 8 gerencias sectoriales para mejorar la atención de los beneficiarios.

Por María Elena Castillo.

Gran parte del dinero destinado a los pobres se gasta en acciones administrativas y operativas. El investigador de la Universidad del Pacífico Enrique Vásquez Huamán reveló que apenas el 50% de los 2,600 millones de soles que actualmente se destinan a los 49 programas sociales que propone fusionar a través del Fondo de Inclusión Social (FIS) llega realmente a los beneficiarios.

El informe señala que, por ejemplo, en el programa del Vaso de Leche, que actualmente llega a 442 mil 948 personas que tienen entre 7 y 13 años o son mayores de 65, con el FIS se lograría atender en el 2011 a 2 millones 960 mil 365.

Otro indicador es el acceso al agua y desagüe de peruanos que viven en extrema pobreza. Actualmente alrededor de 2 millones 700 mil cuenta con uno u otro servicio, pero con el FIS los beneficiarios superarían los 5 millones 200 mil personas.

Ayer leía este artículo de opinión Estatización de los pobres y privatización de la riqueza de Alberto Adrianzén donde se refería a dos declaracines de Vásquez y Franco:

«La única forma de reducir la pobreza es haciendo eficaz el dinero que el Estado invierte en los sectores sociales, lo que ahora no ocurre» (La República 20/2/07/).

«Ciertamente, ocuparse del alivio de la pobreza es una responsabilidad del Estado, el cual deberá mejorar la gestión social para lograr un verdadero alivio a la pobreza» (pág. 15).

El autor, más que referirse a las propuestas concretas que hacen los autores, se concentra en estas dos frases de los autores, sobre las que tiene dos puntos. Punto 1:

Y si bien es cierto, dicha propuesta resulta atractiva, ya que es difícil rechazar la idea de que la pobreza se combate haciendo más eficiente el gasto social, cabe hacerse un par de preguntas. ¿Por qué «ciertamente», como dicen ambos autores, el Estado aparece como el único responsable en el alivio a la pobreza? La pregunta es razonable, más aún cuando se sabe que la pobreza es producto de un conjunto de relaciones sociales, económicas, culturales, políticas, etc. Uno puede ser pobre por la geografía y el clima (piénsese en algunas zonas del país y del África), pero también porque unos pocos se llevan la riqueza que produce una sociedad. En este contexto la pobreza, además de carencias visibles, es una relación social y de dominación. Hay pobres, por lo general, porque hay ricos.

Detrás de la teoría de Vásquez y de Franco uno podría encontrar la siguiente metáfora: las ganancias son privadas, pero las «pérdidas sociales» que genera un determinado sistema y modelo, como son la pobreza, la desigualdad y la exclusión, hay que «socializarlas», por eso «ciertamente» el Estado las tiene que asumir. Hay algo más: la idea de Estado que ambos autores tienen es muy simple ya que este aparece como una suma de «organismos responsables de poner en marcha» medidas (pág. 16) y no como un «artefacto» cultural y político que es propiedad de todos. Por eso, la lucha contra la pobreza debe ser «tercerizada», ya que la política es un estorbo. Los ciudadanos no hacen política, solo «vigilan» lo que hace el Estado.

Y punto 2 (en realidad, no muy diferente del punto 1):

La otra pregunta es, ¿en qué se diferencian las políticas sociales de los programas de asistencia y si las políticas sociales deben tener un carácter universal? Me temo que ambos autores no pueden establecer una diferencia porque no consideran que las políticas sociales, que son un derecho ciudadano (me refiero a la educación, a la salud, entre otros rubros), tengan un carácter universal. Las consecuencias son, por un lado, la «focalización» del gasto social, como principal herramienta y no como un complemento de las políticas sociales universales –más aún en un país donde la pobreza es masiva–, y por el otro, la transformación del Estado o, mejor dicho, del espacio público, en el gueto de los pobres. Dicho en términos simples: los pobres tienen la caridad del Estado, los ricos el mercado y el mundo privado. Estamos, pues, frente a la estatización de los pobres.

No se puede negar, sin duda, la importancia de los programas de asistencia focalizados; sin embargo, como dice Javier Iguíñiz, si quisiéramos disminuir las cifras de la pobreza (económica), la política económica sería responsable de una reducción de las decenas, las políticas sociales universales de las unidades y los programas de emergencia de los decimales. Y eso es lo que no entienden Vásquez, Franco, el presidente García y la ministra Zavala, puesto que para ellos, el problema es cómo bajar los costos económicos de una política social que es una suerte de ambulancia que recoge a los heridos que deja atrás un sistema y un modelo que empobrecen y generan desigualdad. En realidad, los programas sociales (de asistencia) no son otra cosa que el costo que se paga por vivir en una sociedad injusta, pobre y desigual.

Es el triunfo nuevamente del Consenso de Washington, pero sobre todo el de unos pocos que se creen intocables por el Estado porque para ellos el Estado no es un espacio de convivencia social sino solamente de negocios. Una porción más de su mundo privado.

Comentario: Veamos:

  1. Definitivamente, el propósito de Vásquez y Franco es mejorar la eficiencia del gasto social y tienen propuestas concretas para ello. Esa es la esencia de su estudio (mal puedo hablar de los detalles concretos, porque no lo he leído. Desde donde resido no puedo adquirirlo, al menos no tan rápidamente). Pensemos lo que pensemos, condicionando a que hay un gasto social, los ciudadanos esperamos que éste sea eficiente: que se cumplan más fines con medios dados, o que se se cumpla fines dados con menos medios. Punto. No se trata de generalidades sino de propuestas concretas que tanto escasean en el país. Mucha gente se la pasa hablando de su «ismo» favorito, pero no mueve ficha para solucionar problemas. Creo que la discusión debería centrarse en los aspectos técnicos de su propuesta: si están calculando bien las proyecciones que hacen sobre mayor cobertura de beneficiarios, si son factibles los camb
    ios que proponen, etc. A ver si alguien propone otro estudio mejor. Gasto social hay en todos los programas económicos que uno pueda ver. Sean decimales o centenas, todos queremos eficiencia. A partir de ello que cada uno proponga sus concepción favorita sobre cuál debe ser la política económica o qué rol debe tener el estado. Esto es importante, sí, pero no es la esencia del aporte de Vásquez y Franco. No tenían por qué reescribir «El contrato social» de Rousseau como parte de su estudio.
  2. Me imagino que si esta misma propuesta, con los mismos números, con las mismas medidas concretas, la hubieran realizado autores más claramente asociados con las izquierdas, el autor de la columna de opinión no habría escrito lo que ha escrito. Se ha basado en dos frases, accesorias al tema central del estudio, las que ha elevado al rango de teoría (¡»la teoría de Vásquez y Franco»!) , ha atribuído a los autores cosas que no han dicho («las ganancias son privadas») y finalmente, los ha asimilado nada menos que al «consenso de Washington». Me imagino que si lo hubiera escrito alguien con quien simpatiza ideológicamente, incluso si esta persona hubiera pronunciado las dos frases, sí nos habría resaltado que sólo el 50% del gasto social llega a los más pobres y nos habría ilustrado sobre lo injusta que es esta situación. Es la impresión que me da el autor. Parece que no puede o no quiere coincidir o rescatar algo bueno hecho por quien no piensa como él. Prima lo político sobre cualquier otra cosa.
  3. Vayamos al punto central. El estado tiene un rol redistributivo. Hay un sistema de impuestos y transferencias. Cobra impuestos según la capacidad contributiva (más a los que tienen más ingresos y activos, y menos a los que menos tienen) y transfiere según los ingresos (más a los que menos ganan y tienen, y menos a los que más ganan y tienen). El valor del coeficiente Gini después de impuestos tiene que ser menor que el valor antes de impuestos. Se reduce así la desigualdad. No es que las ganancias son privadas, pues quienen reciben ganancias pagan impuestos como cualquier ciudadano. Quiene reciben salarios también los pagan. De hecho, en el Perú dada la informalidad que hay tienen que pagar más de lo que pagarían en otros países. La recaudación así obtenida contribuye a financiar el gasto público en infraestructura, en bienes provistos públicamente, en la defensa nacional y también en transferencias a los más pobres. Se transfere a los más pobres como mecanismo de seguridad. Nadie está inmune a la situación de pobreza. Como colectividad aceptamos dar transferencias netas y recibir transferencias netas según nuestro nivel de ingreso (no es que el estado sólo sea una suma de organismos, pues). Una persona pobre recibe así un apoyo para que pueda salir adelante y valerse por sí mismo en el futuro. Este mecanismo no sólo reduce la desigualdad sino que reduce el impacto de las diversas eventualidades sobre los ingresos de una persona. Claro, estoy describiendo una situación ideal, el principio por el cual se hacen estas transferencias. No estamos pues ante la «estatización de los pobres». El estado se ocupa de los pobres y de los ricos, y de las clases medias que pagan sus impuestos. No es tampoco que esta sea la única manera de reducir la pobreza. Entiendo la primera frase de los autores simplemente como que un gasto público eficiente tendrá un impacto en la reducción de la pobreza. Un gasto público ineficiente no lo tendrá. Punto. La pobreza puede reducirse por muchas razones, pero controlando por todas ellas, de lo que se trata es de saber si el gasto público tiene un efecto sobre aquella.
  4. ¿A qué se debe la pobreza? Según el autor del artículo de opinión a la dominación: «hay pobres porque hay ricos». Lo pondré en los términos simples en que los pone el autor. Pues en el Perú no es que haya muchos ricos ni que sean muy ricos, pero sí hay muchos y muy pobres. En realidad, cuanto más rica es una economía, hay más ricos y menos pobres. Marx pensaba lo contrario, que el crecimiento económico llevaría a que haya pocos ricos y muy ricos y muchos pobres y muy pobres. No fue así. ¿Qué pasó? ¿Un golpe en la polla? Estamos ante una teoría de la explotación, pero si algo sabemos es que los más pobres del Perú viven en zonas rurales donde no son precisamente explotados por las relaciones de producción capitalistas (para hablar en jerga marxista). Muchos son campesinos que a lo más tienen unos surquitos de tierra por aquí y por allá. En las ciudades muchos son trabajadores de alta rotación laboral, haciendo un trabajito aquí y otro allá y residiendo en asentamientos humanos. De lo que se trata es de apoyarlos con servicios de salud, educación, infraestructura vital. Los supuestos grandes cambios estructurales que sí resolverían los problemas de la pobreza ya se hicieron. Reforma agraria de koljós (CAP) y sovjós (SAIS) ya se hizo, comunidad industrial ya se hizo, estatizaciones de empresas extranjeras también, economía planificada también, alianzas internacionales con bloques alternativos al mundo capitalista también. También hemos visto políticas populistas de pan popular, empleo temporal, créditos agrarios baratos, controles de precios, etc. y encendidos discursos contra los ricos, en los ochentas. Que no se descubra la pólvora otra vez, sobre todo si no funciona.
  5. Se plantea a la política económica como responsable principal de reducir la pobreza. La política actual empobrecería y generaría más desigualdad. Bueno, es difícil comentar esto si el autor no señala lo que le parece criticable en la política actual y cuál sí sería una política económica que redujera la pobreza y la desigualdad. He buscado la fuente de la referencia al profesor Javier Iguiñiz, y aunque no la he encontrado, sí he encontrado cosas relacionadas sobre las que tengo algunos comentarios que pondré en otro post.
  6. Sobre el consenso de Washington, algo he dicho en El regreso del dependentismo (II)

Hasta aquí.

Actualización: En Reformar el Estado donde No existe Pedro Francke nos explica:

Con la anunciada fusión de decenas de organismos públicos descentralizados, el actual gobierno inicia su propia versión de la reforma del estado. Valga la oportunidad para insistir en cuál es el principal problema del estado peruano: su virtual inexistencia, o delgadez extrema, en miles de poblados rurales a lo largo y ancho del país.

Para millones de peruanos el estado no existe, o casi no existe, que no es lo mismo pero es igual, porque no hay un centro de salud cerca para atenderse de una emergencia médica. Porque si hay un colegio primario, un solo profesor enseña en un aula a niños de primero a sexto grado sin estar preparado para ello y logrando muy pocos aprendizajes efectivos. Porque no hay colegio secundario ni hay ninguna forma alternativa de lograr educación secundaria. Porque si alguno de esos jóvenes logra estudiar la secundaria, no tiene ningún apoyo para ir a la universidad, debiendo agenciarse por su cuenta el alojamiento y el sostenimiento personal, así sea un genio. Porque no hay nadie que esté promoviendo la mejora tecnológica y comercial de la producción agropecuaria o artesanal de la que estas familias viven. Porque en su pueblo la policía no existe y las comunidades deben proteger su seguri
dad por su cuenta con rondas ciudadanas. Porque la justicia es lejana, tiene códigos ajenos a la gente y se imparte en un lenguaje que muchos de estos peruanos desconoce.

Pues sí, la idea queda clara. Inversión pública en capital humano (salud, educación), seguridad personal y jurídica (policía, justicia), bienes públicos (infraestructura). Por ahí va la cosa.

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Comentarios a este artículo

  1. alejandra dijo:

    debe ser mas especcifico.
    para q sea mas entendible