Por - Publicado el 26-02-2007

Siguiendo lo de ¿Alianza apro-fujimorista?: Comentario a Martín Tanaka, veo que Martín ha ofrecido algunas respuestas en

¿Alianza apro-fujimorista?

Empiezo por una metáfora. En la revista Somos de hoy, Mario Ghibellini recurre al argumento retórico de «si camina como pato, come como pato… es un pato», para «fundamentar» la idea de la alianza. Falso: puede ser un cisne, un ganso, una oca, todos ellos caminan, comen, graznan parecido… y no son patos. Es de lo más tonto decir «parece, ergo, es». Totalmente anticientífico, pues. Los que queremos hacer análisis serio, debemos decir «parece, pero para demostrarlo, tengo que presentar evidencia sólida, verificable, falseable». Disculpen, hace tiempo quería decir algo sobre ese dicho tan tonto.

A ver, en general, me parece que la evidencia da, a lo más, para decir que se están dando coincidencias entre el APRA y el fujimorismo que podrían dar lugar, primero, a una acción coordinada en cuestiones específicas (en este momento hay cierta evidencia para afirmar eso), y que, más adelante, podría darse una alianza en firme. Hasta allí nomás.

Se ha recordado la historia larga de pactos en el APRA. Me parece que ellos ilustran bien mi argumento. Con Prado y Odría el APRA se comprometió a no hacer oposición, pactando con «enemigos», a cambio de la legalización del partido. En 1978, con el PPC, el APRA se comprometió a apoyar fórmulas liberales a cambio de la presidencia de Haya. Todo pacto implica un intercambio, en el cual los actores hacen cosas que normalmente no harían; hacen un sacrificio, para ganar algo. Ahora, con los fujimoristas, no se ve nada de eso, el APRA no sacrifica nada, los fujimoristas tampoco. Coinciden naturalmente. (…)

También veo algunas opiniones aparecidas en la prensa. De acuerdo con Martín:

Dos tácticas del fujimorismo frente al aprismo
Mirko Lauer

los puntos que toca son convincentes: el Apra no necesita realmente los 13 votos fujimoristas, las iniciativas que parecían pactos no se han materializado, es muy difícil que el gobierno peruano pueda influir en el tema de la extradición de Alberto Fujimori, cada sector tiene sus propios motivos para detestar a las ONG.

La idea de fondo de Tanaka es que hay una coincidencia «natural», mas no sustantiva. Aunque el autor no lo dice, viene implícito que en esa medida esta coincidencia no tiene el futuro asegurado. Es probable que la prisión de Fujimori en Lima introduzca tensiones serias en lo que ahora es una marcha paralela, no se sabe bien hacia dónde.

En desacuerdo con Martín:

Apristas y fujimoristas: ¿coqueteos inocentes?
Nelson Manrique

La procuraduría encargada de la extradición de Fujimori fue desmantelada y se encomendó su dirección a un jurista que declaró que conocía el caso por los periódicos. A esto hay que añadir el apoyo del Apra en el Congreso a María Luisa Cuculiza para la mesa directiva, a Rolando Souza -hasta ese momento abogado defensor de Alberto Fujimori- para la presidencia de la Comisión de Relaciones Exteriores, y a Keiko Sofía Fujimori para la Liga Parlamentaria de Amistad Perú-Chile. ¿Solo coincidencias?

Comentario: Me centraré en los argumentos de Martín:

  1. Creo que sigue i) ignorando las evidencias, y sobre todo ii) sin ver las implicaciones de estas evidencias. Si el APRA paraliza la extradicción de Fujimori, es una coincidencia con el fujimorismo. Es el propio interés del APRA en no extraditarlo. Lo mismo con todas las otras evidencias. No es que haya una alianza. Al fujimorismo le caerían gratis las jugadas del APRA. Las evidencias se irán acopiando y se nos dirá «sigue siendo un cisne, ganso, oca».
  2. Creo que el recuerdo de la historia de pactos y alianzas del APRA está un poco distorsionado. El APRA fue más allá de negociar la legalización de su partido. Bloqueó cualquier iniciativa de Belaúnde en su primer gobierno. Tampoco es que negoció «fórmulas liberales» a cambio de la presidencia de Haya. El APRA ya había cambiado. Ya no era el partido de los 30s. Se había derechizado. No tuvo que renunciar a nada y los «enemigos» ya no eran para nada enemigos. Tal vez aquí también se podría decir que hubo una «coincidencia natural».
  3. Todo el desacuerdo parece venir de la definición de Martín de alianza. Veamos: «Todo pacto implica un intercambio, en el cual los actores hacen cosas que normalmente no harían; hacen un sacrificio, para ganar algo». Muy bien. Según esto, lo que no cae en el «sacrificio» pues es una «coincidencia». Entonces no hubo alianza entre Reagan y Thatcher durante la guerra de las Malvinas: ambos compartían un interés. Galtieri tenía interés en que Reagan lo apoye, pero Reagan no tenía ningún interés en apoyar a Galtieri. No hubo alianza (no es un pato, es un cisne, ganso, oca). Sólo «marcha paralela». Lo mismo entre Roosevelt y Churchill en la segunda guerra mundial: intereses comunes, no sacrificaban nada, no había intercambio. No hubo alianza (tampoco es pato). «Coincidencia natural» no más. En cambio entre Roosevelt y Stalin sí que hubo alianza: ahí sí que no compartían intereses comunes y sí que hubo intercambio. En suma, para que haya alianza la cosa tiene que tener su morbo. Las evidencias pueden apuntar a una alianza, pero éstas no alcanzarán sino a puras coincidencias si no se le pone su morbito más…. Pues no es así. Inglaterra y Estados Unidos mantienen lo que llaman una «relación privilegiada». El hecho de compartir intereses comunes refuerza no debilita y hace mera coincidencia su alianza a prueba de gobiernos cambiantes. Restringir el significado de lo que es una alianza a un caso particular, la «alianza espúrea» es una definición que no se sostiene.
  4. Tal vez lo que falte para establecer los hechos sólidos que reclama Martín sería algo así como un vladivideo donde se vea a los personajes en cuestión en componendas. Y ya puestos, se podría poner el listón alto también para otras cosas como la existencia y vinculación al APRA del grupo paramilitar llamado Comando Rodrigo Franco. Hasta que no haya evidencias sólidas, lo dejamos todo en el terreno de la especulación. Pues, no. Mi actitud es de estar atento a cómo los hechos se van acumulando hasta que el sinceramiento de las partes se hace tan obvio que más allá de cualquier duda razonable se tenga que aceptar que hay mucho más que una mera coincidencia…

Hasta ahí.

Actualización: Prosigue el cordial debate con la respuesta de Martín Respuestas sobre la alianza apro-fujimorista…. Cada uno más terco que el otro. Así somos pues. Veamos

Hay alianzas entre sectores contrar
ios; también entre «aliados naturales». En el segundo caso, también se tienen que cumplir los requisitos de la definición. Para seguir con el ejemplo de Silvio, hubo alianza entre Roosevelt y Stalin, y entre Roosevelt y Churchill. En el segundo caso, el punto de partida es una alianza «liberal» natural. Pero al establecer la alianza, tuvo que haber transacción y compromiso. Ejemplos: ¿por dónde empezar la reconquista de Europa? ¿Por Francia o por Italia? ¿Quién encabeza las tropas? Si Eisenhower encabeza el mando aliado, ¿qué papel se le asigna a Montgomery, para que no aparezca subordinado? Etc., etc. La alianza obligó a compromisos, a sacrificios, a negociaciones (me acuerdo de los conflictos entre Patton y Montgomery, por ejemplo).

Notemos el cambio de énfasis. Antes

Hablar de alianza supone compromisos para hacer o dejar de hacer cosas que uno no haría naturalmente, a cambio de algo. Lo contrario a la existencia de la alianza sería la existencia de coincidencias, no en el sentido de que ocurran acuerdos aleatorios, sino de que cada uno defiende por propia convicción las mismas posturas, sin que haya una transacción de por medio.

Por eso ofrecí el ejemplo de Roosevelt y Churchill donde al estar juntos «no dejan de hacer lo que harían naturalmente» y existen «coincidencias, no en el sentido de que ocurran acuerdos aleatorios, sino de que cada uno defiende por propia convicción las mismas posturas, sin que haya una transacción de por medio». En cambio juntarse con Stalin es otra cosa, pues con él no hay convicciones comunes. Es un contraejemplo para la definición inicial de Martín. Que haya «coincidencias naturales» no invalida que estemos ante una alianza.

En su segundo post Martín la pone más brava: hace más rígida la definición. Ya no es un tema de principios o de objetivos de los agentes, sino de táctica a jugar. Hemos pasado del nivel de la comunidad de convicciones al nivel de la implementación de éstas a nivel operativo, táctico, microscópico, al de las transacciones puntuales. Ya está claro que pateamos al mismo arco. El tema ya no ese, sino qué jugadores pone cada uno, quién es el capitán y si jugamos 4-3-3 ó 4-2-4.

Curiosamente las evidencias que se han ofrecido son de este tipo de hechos: ¿Mantilla recibió dinero de Montesinos por su cuenta y riesgo o actúo como parte de un aparato político? ¿Valle Riestra fue primer ministro de Fujimori por su cuenta y riesgo o formando parte de un partido político? ¿Rafael Rey y Giampietri son ministro y vicepresidente a título personal o como parte de un sector político comprometido con el fujimorismo? (¿Y si ponen a Keiko? ¿Ahí sí estamos repentinamente ante una alianza o tampoco?). Estamos ante una coexistencia muy involucrada y de perfil muy alto entre estos dos sectores como para limitar nuestro diagnóstico a la coincidencia. Obviamente que cada uno de estos hechos implica una transacción: no se recibe dinero de Montesinos, ni se nombra a un premier, vicepresidente o ministro como coincidencia.

En política no hay «meras coincidencias». Incluso según la definición más restringida también hay alianza apro-fujimorista: hay coincidencia de objetivos (que ya establecimos que pueden darse bajo una alianza) y hay transacciones, puestas de acuerdo, cubileteos (que ya establecimos como hechos).

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