Por - Publicado el 23-01-2007

La República publica hoy una nota interesantísima sobre la que vale la pena reflexionar:

Campesinos liberados exigen disculpas públicas

Los ocho campesinos del centro poblado de Chaca (Ayacucho), liberados después de permanecer veinticinco días presos acusados de ser autores de la emboscada en la que murieron cinco efectivos policiales y tres civiles, exigieron ayer al presidente Alan García que se disculpara públicamente por el error cometido.

Fortunato Yaranga Farfán, Wilber Rimachi Ramos, Víctor Yaranga Farfán, Eloy Rojas Ramos, Sabino Yaranga Farfán, Jacinto Huamán Pariona, Alcides Ñaupa Curo, y Glorioso Ochoa Castillo insistieron en que su detención fue injusta pues ninguno de ellos pertenece a Sendero Luminoso y pidieron al mandatario que visite su población para que conozca la marginación y la pobreza en que viven.

Los campesinos dijeron que al momento de su arresto los habían atado «como animales». Negaron haber sido víctimas de maltratos durante el tiempo que permanecieron detenidos.

Asimismo, se pronunciaron en contra de la pena de muerte, pues, en casos como el suyo, el error hubiera sido irreparable. Los comuneros estuvieron en el Congreso.

En diarios como Expreso, La Razón y Correo suelen calificar la gestión de la CVR como una acción “nefasta” perpetrada por un grupo de “caviares”. La noticia que hoy publica La República me hace pensar exactamente lo contrario: que el Informe de la CVR ha tenido un efecto muy positivo, a saber, el hecho de que finalmente, los ciudadanos peruanos antes marginados han aprendido a hacer valer sus derechos. Estos campesinos no fueron al Congreso a pedir ayuda, ni a hacerse parte de una masa con la cual los políticos demagogos puedan jugar a la caridad. Lo que exigen es justo y legítimo.

A estos hombres trataron de humillarlos y sin embargo han logrado preservar su dignidad. Por eso hoy vinieron a exigir un acto de justicia elemental: que el presidente de la República se disculpe por sus exabruptos. Alan García tendrá que hacerlo porque de otro modo estaría rompiendo con el pacto político que dice defender.


A veces olvidamos que el presidente de la República es el primer servidor de la Nación y que, por tanto, debe ser el primero en reconocer la ciudadanía y la dignidad esencial de los integrantes de nuestra comunidad. El reconocimiento de esta ciudadanía y de esta dignidad debería hacer que sintamos repugnancia por la burda manipulación de las personas más necesitadas para favorecer la ruptura del pacto social que se fundamenta en el derecho y la justicia, no en la venganza. La democracia es el poder de los hombres y las mujeres libres, no la tiranía de las masas. La justicia es el efecto severo y firme de la ley, no el linchamiento.

Me alegro por esta noticia y expreso mis respetos por estos ciudadanos ejemplares de quienes todos deberíamos aprender.

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