Por - Publicado el 02-01-2007

¿Por qué han secuestrado a un fotógrafo peruano? ¿Cómo así el conflicto, o mejor sería decir, los conflictos del Medio Oriente nos afectan a los peruanos?


Al parecer, este compatriota ha quedado atrapado en la guerra civil que viven los palestinos (y, de alguna manera, todo el mundo árabe, entre fundamentalismo y nacionalismo árabe). Leemos en El Comercio: Confirman que secuestradores de fotógrafo peruano no son extremistas. ¿Tal vez esto quiera decir que los secuestradores quieren dinero?

El blog Puente aéreo nos da algunas pistas:

Texto de Jaime Rázuri
No es el caso que Jaime Rázuri haya sido secuestrado por palestinos con miras a usarlo en una negociación con Israel para la liberación de prisioneros árabes.

Rázuri, más bien, según todos los indicios, ha sido secuestrado por un grupo palestino para usarlo en una negociación con otro grupo palestino, en el marco de la escalada de conflicto entre ambos bandos: Hamas y Al Fatah.

Por ahora, parece justo que los peruanos, que leen sobre el caso en la prensa, descubran las ideas del mismo Rázuri sobre su trabajo como fotógrafo de la violencia, en este texto escrito por él pocos años atrás para un conversatorio organizado por la Comisión de la Verdad.

Resalto de este texto:

Es el propio proceso como persona que esta profesión nos da, y el entendimiento de la función social de la fotografía que ello acarrea, el que nos enseña lo que es ético. El respeto por el sufrimiento del otro, solo se conoce cuando el lente fotográfico se ablanda, y la cámara deja de ser una forma de vendarse los ojos que tenemos en el corazón. Cada muerte vista y fotografiada es la de uno mismo en este camino de sensibilización. De pronto encontramos que la única manera de cambiar lo que estamos presenciando, es llevando estas fotos hasta el final, a que cumplan su cometido. Que sean vistas.

La impotencia por no poder intervenir mientras seres humanos se matan entre ellos en una vorágine que tal vez juega al espectáculo de la propia muerte, a demostrar quien es el más sanguinario. Presenciar el alma del propio mal, su esencia, no nos puede conducir a otro lugar que a tratar de hacer algo con aquello que está en nuestras manos. Tal vez eso sea lo más ético, al menos para uno (…).

Si alguna vez alguno de los fotoperiodistas no pudimos liberar y limpiar esos sentimientos y emociones vividas y acumuladas durante los años de la guerra interna, si alguna vez no pudimos poner la imagen que queríamos en los ojos del Perú, por cuestiones de «criterio editorial» -que le dicen- en el medio al que trabajamos, o por cualquier otra razón, creo que encontramos en lo que ha hecho el equipo fotográfico de la comisión la oportunidad de compensarlo. Personalmente agradezco a sus miembros por ello.

Ojalá que este compatriota sea liberado pronto….

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