Por - Publicado el 13-10-2006

Leo en un blog dedicado, casi en su totalidad, a defender tesis insostenibles y argumentos sin ningún sustento documental, una descalabrada apología de la evangelización en el Perú. Lo irónico es que el blog se titula “pueblo vruto”, lo que supone que el blogger no es bruto y sí sabe de lo que habla. Ocurre que, de manera notoria, es evidente que el blogger, autodenominado Guille da Maus, no sabe de lo que habla.

Para mí es importante resaltar a este personaje porque termina siendo un emblema de la irresponsabilidad: se trata de un graduado universitario que se propone entrar al debate público sin poder sostener sus opiniones en ningún documento, en ninguna prueba, es decir, se trata de un graduado universitario que violenta las normas mismas del pensamiento universitario. Mi pregunta es si nos estamos acostumbrando, debido a la tecnología que ofrecen los blogs, a que cualquiera pueda opinar sobre cualquier cosa y que se cree de esta manera una seudo-democracia. Vistos así, los blogs conducen al peligro de crear una comunidad de dialogantes en la cual los desinformados, al igual que los informados, tengan el derecho, ya no solamente de que sean escuchados, sino que además se considere la suya como una opinión válida.

Quiero empezar por señalar un aspecto que me llama la atención. Dice el autor del blog:

Algunos insisten en atribuir este fenómeno al uso de la violencia dejando sin
explicación plausible pequeños «detalles» como el arte popular andino de
caracter
[sic] principalmente religioso que floreció en cada rincón de los
andes, constituyendo el patrimonio cultural por antonomasia de
los pueblos y provincias del Perú.
[las negrillas son mías].

La antonomasia consiste en poner el apelativo en lugar del nombre propio. Así, por ejemplo, decir el Filósofo o el Estagirita para referirse a Aristóteles. Por otro lado, la expresión “por antonomasia” es empleada cuando se usa un nombre para designar a una clase. Por ejemplo, Creso es el millonario por antonomasia y César es el nombre poderoso por antonomasia. En ambos casos, se trata de nombres. Pero aquí no hay nombres, de modo que no puede haber antonomasia. Lo que el blogger debe de haber querido decir es “por excelencia”. Pero lo que verdaderamente produce escándalo en este párrafo es la idea de que, dado que hay mucho arte religioso andino, eso significa que la cristianización de los pobladores de los Andes fue pacífica. Que la gente practique una religión, hasta el punto de involucrarla en su vida diaria, no significa, hasta donde alcanzo a comprender, que la historia de esa religión haya sido pacífica.

Veamos ahora la poca capacidad de Guille Da Maus por darse cuenta de la irrelevancia de sus propias oraciones. Cito:

Al revés de lo que sucede con nuestro pasado precolombino, la epoca [sic]
colonial es objeto de reducciones y/o tergiversaciones destinadas a justificar
la exclusión fundamentalista de los elementos cristiano e hispánico de nuestro
horizonte de «cultura nacional» como gesto reivindicativo (revancha).

Tratemos de entender la frase. Como es obvio, resulta imposible (a menos que pertenezcamos a una comunidad de locos) tergiversar el pasado precolombino con el fin de excluir los elementos hispánicos o cristianos, por la sencilla razón de que no había, antes de Colón, ni españoles ni cristianos. Si lo que quiso decir el blogger es simplemente que la historia colonial es tergiversada mientras que la precolombina no lo es, ya que la tergiversación de la primera sirve para negar los elementos cristianos y españoles de nuestra “cultura”, está diciendo algo obviamente falso. Para comenzar, la historia precolombia es mucho más oscura y sujeta a controversia, debido a circunstancias que cualquier estudiante secundario conoce: a saber, la falta de fuentes escritas. Las controversias sobre la historia percolombina son abundantes pero, además, las tergiversaciones intencionales también han existido, comenzando por las del Inca Garcilaso, quien retrata en sus famosos Comentarios reales al Tahuantinsuyo como un magnífico reino civilizador. Esta primera gran e inteligente construcción de la historia incaica tenía como fin favorecer la idea de que el cristianismo introducido por los conquistadores calzaba perfectamente con la tarea civilizadora de los incas (por supuesto, el gran texto del Inca no se puede reducir a este aspecto, pues sus aristas son múltiples).

A continuación, el blogger se pregunta:

¿Quien [sic] no ha escuchado incluso en las universidades que el poder español fue
discriminador y excluyente, o que la evangelización tuvo como objetivo aniquilar
el alma andina en los conquistados indígenas para asegurar su dominación?

En cuanto a la primera parte de la pregunta (es decir, que el poder español fue discriminador y excluyente) yo no recuerdo haberlo escuchado ni en el colegio ni en la universidad. Pero sí lo he leído no en libros de historia, no en manuales de colegio, no en panfletos humalistas, sino en los documentos escritos por quienes vivieron la historia de América en los siglos XVI y XVII. Lo he leído en textos de Guamán Poma de Ayala, José de Acosta, Bartolomé de las Casas, fray Toribio de Benavente (o Toribio de Motolinía), Gonzalo Fernández de Oviedo, Hernán Cortés, etc. En cuanto a la segunda parte (que la evangelización tuvo como objetivo aniquilar el alma andina en los conquistados indígenas para asegurar su dominación) esa sí no la he leído ni escuchado nunca, al menos de ningún investigador serio. Si el blogger tiene la fuente de quién puede andar diciendo tal barbaridad, que me la pase, porque sería muy interesante saber qué puede querer decir alguien por “el alma andina” como objeto existente anterior a la Colonia. Como sabemos, la cultura andina (diversa y laberíntica) aparece precisamente como consecuencia de la llegada de los españoles. Antes de eso, existía el mundo prehispánico (no menos diverso y laberíntico) compuesto por lo que ahora se llamarían reinos y señoríos. De modo que el “alma andina” – si algo quiere decir esto que no es sino una aguada generalización – no puede haber muerto en el mismo periodo que le permitió nacer.

Más adelante, el blogger sostiene:

Pocos saben, por ejemplo, que a instancias del proceso evangelizador el Quechua
y el Aymara fueron objeto de difusión, lo cual contradice la teoría de su
suplantación o destrucción sistemática.

Aquí el blogger hace un link a La peña lingüística, el blog del lingüista Miguel Rodríguez Mondoñedo. Le recomiendo, en primer lugar, que no discuta con él acerca de la historia de las lenguas nativas peruanas porque va a salir perdiendo. En segundo lugar, todas las personas enteradas sobre la historia virreinal saben muy bien que los evangelizadores se preocuparon por aprender el quechua y el aymara y escribir gramáticas de tales lenguas. Esto, como es obvio, es mucho más fácil y económico que obligar a una población constituida por millones a aprender el castellano. La finalidad no era “preservar” sino educar y controlar. Si quiero dominar a un grupo de gente, no me conviene que puedan hablar una lengua que ignoro.

El post de Guille da Maus recomienda una exposición titulada Toribio A
lfonso de Mogrovejo: Identidad y multiculturalidad en America Latina que se inaugura el sábado 14 de octubre en la casa de Osambela y que luego se trasladará al Instituto Riva-Agüero. No sé qué tal será, pero sin duda me encantaría verla si estuviera en Lima. Lo que considero imposible es que una exposición como esa pueda contradecir lo innegable: que la historia de la cristianización del Perú es un capítulo de la historia de la violencia humana. El blogger da a entender que, si vamos a ver esta muestra, nos convenceremos de que la cristianización fue un proceso muy bonito, muy lindo (con algunos inevitables baches) y que permitió el crecimiento espiritual de nuestra nación. Esa, sin embargo, no era la idea de dos testigos directos del proceso como los frailes Antonio de Montesinos y Bartolomé de las Casas. Lo que no queda claro es por qué sostiene eso luego de haber echado al traste el nacionalismo humalista. Supongo que el esencialismo que supone el nacionalismo humalista es malo, pero el esencialismo que supone el nacionalismo derechista está inspirado por Dios. Guille da Maus se define en su blog como “liberal” pero no puede ser liberal quien mira con nostalgia el Imperio español y quien piensa que el cristianismo es un elemento esencial, inmutable, en nuestra nación.

Pero volvamos a la idea de que la evangelización fue rápida y razonablemente pacífica. En un post de un blog personal reuní algunas citas que, según parece, tengo que volver a poner. Aquí van algunos de los que esa vez puse más algún otro.

Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista real del siglo XVI, refiriéndose a los indios de Atacama dice que:

la verdad, que los indios que no son castigados, jamás reconocen superior, ni
sirven como son obligados ni a derechas, porque como son falsos e dicen muchas
mentiras, e tienen tan anchas sus sectas e sucios e crudos ritos, cualquiera
buena regla de vivir les parece estrecha e los angustia e congoja sus vidas.
(Fernández de Oviedo, Gonzalo de. General y natural historia de las Indias.
Biblioteca de Autores Españoles. Tomo CXXI. Atlas: Madrid. 1959. p. 148).

Bartolomé de las Casas afirma de los indios americanos que estas gentes eran las más bienaventuradas del mundo, si solamente conocieran a Dios (Casas, Bartolomé de. Brevísima relación de la destruición de las Indias. Madrid: Cátedra, 2001. p. 76). Pero su Brevísima relación de la destruición de las Indias consiste precisamente en exponer el inhumano maltrato de los conquistadores. Los crímenes contra los indios son tan graves que fray Bartolomé escribe en ese documento que mi patria, que es Castilla, no la destruya Dios por tan grandes pecados contra su fe y honra cometidos en los prójimos. (Ibid., 174).

José de Acosta narra así la actitud de los españoles sobre los indios: entramos por la espada sin oirles, ni entenderles, no nos parece que merecen reputación las cosas de los indios, sino como de caza habida en el monte, y traída para nuestro servicio y antojo. (Acosta, José de. Historia natural y moral de las Indias, escrita por el p. Joseph de Acosta, de la Compañia de Jesús; publicada en Sevilla en 1590. y ahora fielmente reimpresa de la primera edición . Madrid: Anglés, 1894. Tomo II, p. 142).

Fray Toribio de Motolinía condena de esta manera a los clérigos que se niegan a adoctrinar a los indios por consideralos brutos:

Oído he yo por mis oídos a algunas personas decir que sus veinte años o más
de letras no los quieren emplear en gente bestial; en lo cual me parece que no
aciertan, porque a mi parecer no se pueden las letras mejor emplear que en
mostrar al que no lo sabe el camino por donde se tiene de salvar y conocer a
Dios.
(Motolinia, Toribio de. “Historia de los Indios de Nueva España”.
Memoriales. Historia de los Indios de Nueva España. Madrid: Atlas. 1970.
p. 257.)

Alonso de la Peña (arzobispo de Quito en el siglo XVII):

[c]omunmente fueron los Indios en su paganismo idolatras y
supersticiosos, y entre ellos entabló el demonio su imperio tyranico,
aprovechando su maligna astucia en sujetar a gente facil de engañar, por ser
insipiente y bruta.
(Peña, Alonso de la. Itinerario para parochos de indios. p.171).

No hay mejores evidencias que las que ofrecen los mismos y los más diversos testigos de la historia. Pero que no nos extrañe que aquellos que niegan la historia del presente (y su documento más tremendo y demoledor que es el Informe de la CVR) también se afanen en modificar la del pasado.

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