Por - Publicado el 21-10-2006

Por: Giovanna Aguilar Andía

Muchos de nosotros leímos ayer el artículo del periodista César Hildebrandt: ¿Setenta millones de soles en vacunas que no son imprescindibles compradas a un pediatra aprista?, en el que se denuncia las supuestas compras fraudulentas de vacunas contra la rubéola:

También me desalienta que el señor García gaste 22 millones de dólares en comprar vacuna para la rubéola y se la compre a Esque Group, una empresa que abastece a las Farmacias del Pueblo –que son del Apra– y cuyo presidente del directorio es el pediatra aprista Hugo Díaz Lozano, médico del niñito Federico Danton García, amiguísimo del doctor Alan García y sabedor de que la rubéola no es ninguna amenaza en el Perú. Veamos los datos del Ministerio de Salud: en los últimos cinco años se han presentado en el país 5,200 casos de rubéola, ninguno de ellos mortal.

Me parece absolutamente válido que los periodistas, en el ejercicio de su función, hagan denuncias de este tipo, pues el país merece estar informado de lo que está pasando por detrás de lo que día a día vemos (el gran crecimiento económico, las campañas de vacunación para mejorar el bienestar de los peruanos más pobres, la puesta en marcha de programas como Sembrando para luchar contra la pobreza, etc., etc.).

Al parecer se trata de una acusación que estaría descubriendo el pago de un favor político por parte del Presidente García a uno de sus colaboradores poco conocido hasta ahora.

Una denuncia como tal, corresponde a la esfera pública y por tanto es de interés de todos los peruanos, de quienes están a favor del régimen y más aún de quienes no lo están. De ser cierta la imputación hecha, todos deberíamos reclamar que se corrija ejemplarmente este tipo de conductas tan enquistadas en la forma de operar de nuestros gobernantes.

Sin embargo, no estoy de acuerdo en que en la exposición hecha por Hildebrandt, se nos introduzca “el chisme” de la existencia de un hijo extramatrimonial del Presidente García. Para denunciar que se están realizando compras de vacunas por millonarias sumas, sin licitación, en las que están involucrados personajes apristas no era necesario aludir a algo que no corresponde al interés de todos los peruanos.

La compra de insumos para una campaña de vacunación con fondos públicos, es decir con dinero de todos los peruanos, es un hecho de interés público sin lugar a dudas. Las compras del Estado no deben servir para pagar favores políticos ahí está el kid del asunto, ese es el blanco a donde debiera dirigirse toda la atención. Pero que el Presidente tenga o no un hijo fuera de su matrimonio no es un asunto de interés nacional, corresponde más bien a la vida privada de un peruano más.

El límite entre lo privado y lo público puede resultar una frontera extremadamente difícil de definir cuando el personaje al que se lo aplica resulta ser el Presidente de la República. Como hombre “público” la esfera privada de su vida es menor que la de los demás? No estoy segura. Si el señor Alan García tiene en su vida privada situaciones como la desvelada por Hildebrandt, ¿qué podemos pedirle nosotros al Presidente en este asunto tan particular y tan circunscrito a su vida personal?.

Los periodistas no deberían perder de vista que lo principal no es lo del “hijo fuera del matrimonio” del Presidente si no más bien lo que eso podría implicar si conlleva a acciones como el favor político, eso si es lo relevante. Y es que la pérdida de perspectiva es clara:

Del Castillo: “No comento los temas privados del presidente García”

«Prefiero no comentar el tema, no es de mi competencia», agregó el premier ante la insistencia de la periodista, quien le dijo que «el país espera una respuesta del presidente García».

El periodismo tendría que ser más incisivo, no en pedir explicaciones sobre el asunto privado del Presidente, si no en relación a lo que sí nos toca a todos, el uso de nuestros fondos públicos para el financiamiento de las políticas públicas.

Mezclar los asuntos de interés público con los de interés privado en una denuncia tan importante como la que se ha realizado, puede resultar una estrategia condenada al fracaso si el objetivo es dirigir la atención de la población hacia un asunto muy importante como el manejo de nuestros recursos porque termina desviando el debate y el cuestionamiento hacia un asunto sobre el cual podemos decir poco, sobre el cual no hay consenso, sobre el cual a muchos no nos compete establecer juicios de valor.

Si el periodismo hiciera un esfuerzo de separar lo público de lo privado, sus intervenciones en la vida política del país serían más respetables y acertadas, contribuirían a vigilarla mejor, y, constituiría realmente un progreso en el periodismo político, tan venido a menos en los últimos tiempos.

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